"HOMBRES AL BORDE DE UN COLAPSO NERVIOSO"
Historia inspirada en personajes de Card Captor Sakura, propiedad intelectual del grupo CLAMP.
CAPÍTULO I: "Un nuevo inquilino"
Un terrible estruendo musical logró interrumpir un hermoso sueño cuyo escenario –una paradisiaca isla del Caribe– podía presumir de estar acompañado de la mejor de las compañías, su hermosa novia sonriendo de lado a lado, mientras ambos disfrutaban del sol, la arena blanca y el fresco mar de verano.
Abrió perezosamente uno de sus ojos del color de la miel –aún somnoliento y poco consciente de su entorno– buscando incesantemente la procedencia de la bulla perturbadora de sueños perfectos.
Nada.
La cosa no era en su cuarto. Lo más seguro era que se tratara de él, otra vez.
Frotó sus ojos con las manos y a duras penas logró vislumbrar el aparato colgado en la pared al que todos llamamos reloj. Eran la siete de la mañana.
–Genial. – murmuró bostezando el hombre con tono de exasperación. –Lo hizo de nuevo.
Se desperezó a duras penas y luego de estirarse un poco, se levantó de la cama.
Shaoran Li lucía como un sexy modelo de ropa interior aún en ese estado de la mañana. Era verano, por lo que sólo llevaba puestos unos bóxers como ropa de dormir. El ligero bronceado de su cuerpo en excelente forma y su atractivo rostro varonil de rasgos inocentes robaban atentas miradas y suspiros en cada trayecto al campus de la universidad. Él lo sabía pero no le tomaba importancia desde el momento que fue consciente de ello. Y cuando su novia se hizo parte de su vida, solo tenía ojos para ella.
Caminó hasta el baño de su habitación y después de las prudenciales "necesidades básicas humanas", cepillarse los dientes y darse una buena ducha, abandonó el sanitario con una toalla cubriéndole la parte baja de la cintura.
Cogió unos blue jeans y una pulcra camiseta verde del armario, para ultimar su atuendo del día con unos sencillos tennis.
Peinó sus cabellos chocolates –algo que resultó en vano, puesto que los mechones rebeldes seguían cayendo sobre su frente– y salió de su recámara, no sin antes arreglar su cama.
Era domingo y, no sabía si para mala o buena suerte, hoy no iba a la universidad. Eran las últimas semanas de las vacaciones de verano antes de adentrarse a los ciclos finales de la carrera, por lo que su trabajo a tiempo parcial había concluido hace no mucho. Solo quería descansar un poco ese fin de semana, pero con su compañero de piso esos momentos eran como un año bisiesto.
La ruidosa música seguía resonando como un tambor por todo el lugar, taladrándole los oídos. Maldijo por todo lo bajo el mal comienzo de su día y se encaminó exasperado hasta la cocina para prepararse el desayuno.
¡DIN DON! Sonó el timbre, seguido de unos golpes en la puerta que luchaban por hacerle competencia a la bulla predominante en el lugar en ese momento.
Suspiró cansinamente, aceptando su destino de todas las mañanas. Las probabilidades de que fuera alguno de los vecinos quejándose de la incesante bulla que ocasionaba ese sujeto, eran muy altas. Y es que, a pesar de habérselo repetido millones de veces, este simplemente hacía oídos sordos a sus palabras.
Se acercó con intenciones de abrir la puerta, no sin antes soltar otro suspiro de resignación. Algún día los dioses se apiadarían de él y se llevarían a ese tipo muy lejos de su existencia. Bufó antes de jalar el pestillo.
No pudo evitar gesticular una expresión de ligera sorpresa con algo de fastidio cuando vio a la mujer erguida sobre la entrada.
Como suponía, frente a él se encontraba la miembro honoraria de la junta de vecinos del departamento en donde vivían, Yuuko Tsukamoto, una de las mujeres más gruñonas y fastidiosas –por no decir la única– de todo el edificio. Si ostentaba dicho cargo era precisamente porque andaba pendiente de todo, en otras palabras, porque se quejaba de todo.
Y pensar que su día recién empezaba.
–Buenos días, señora Tsukamoto. – saludó el ambarino, tratando de sonreírle a la rechoncha mujer de aproximadamente 50 años y que en ese momento le regalaba una cara de pocos amigos. –¿Se le ofrece algo?
–No sé qué tienen de buenos, Li. – respondió la mujer de voz nasal y casi masticando cada palabra.
Llevaba puesta una bata de dormir color rosa chillante con plumas sintéticas colgando de las esquinas de su cuello, mangas y enagua. Los enormes ruleros de todos los colores adornando su cabeza completaban el extravagante atuendo. Solo le faltaba el lunar falso en la mejilla y el cigarrillo largo para improvisar en una parodia televisiva de slap comedy.
Shaoran tuvo que aguantarse una carcajada por lo ridículo que sería solo imaginarlo.
–Y no entiendo por qué me pregunta si se me ofrece algo cuando sabe perfectamente a lo que vine. – prosiguió la mujer –¿Cuántas veces les he dicho que respeten el sueño ajeno de los que vivimos en este edificio? ¡Siempre es lo mismo con ustedes!
–Entiendo a lo que se refiere. – sólo atinó a decir el joven sin borrar su expresión. –No se preocupe, yo me encargo de que esto no vuelva a suceder.
–Eso espero, Li. – contestó la regordeta señora con el ceño fruncido. –O me veré en la forzosa necesidad de hablar con la junta para que solucionen ellos mismos este "problema".
Terminado de decir esto, se dirigió al elevador dando grandes zancadas hasta desaparecer por donde vino.
Shaoran cerró la puerta aún fastidiado y caminó hasta la habitación de dónde provenía la ruidosa música que identificó luego como rock metal.
Solamente esperaba que le hiciera caso de una buena vez o los echarían de patitas en la calle en muy poco tiempo.
Tocó con vehemencia la puerta de la recámara contigua a la suya. Nadie le abría. Era más que obvio, con esa bulla era imposible que lo oyera.
–¡Qué más da! ¡Él nunca toca para entrar a mi habitación!– pensó abriendo de golpe y entrando a la alcoba. Inspeccionó el lugar y no lo encontró.–¿En dónde se pudo haber metido?
Revisó en el baño y tampoco lo halló. Solo encontró la llave de la ducha abierta, los anteojos que solía llevar en el lavabo, pero de él, ni sus luces.
Se apresuró a salir de allí y entonces lo vio entrar. Con ese andar despreocupado, su cabello oscuro hecho una maraña, aún en ropa de dormir (entiéndase sólo sus bóxers) y con un shampoo de cabello en la mano, que Li reconoció como el suyo.
–¡Oye! – le exclamó al recién llegado. – ¿Me puedes decir qué haces con mi shampoo?
–¿Cómo? – preguntó el otro hombre con una sonrisa divertida mientras movía la cabeza al ritmo de la música. – Sorry, no te oigo. Espera, ahorita bajo el volumen del equipo.
Desde su punto de vista, Eriol Hiragizawa se caracterizaba por ser muy bueno en todo lo que la gente común necesitaría esforzarse para lograr. De familia pudiente, clásico porte inglés, evidente atractivo físico y brillante cerebro para los estudios, pero poca –o nula– consideración por los demás. Sin contar que se llevaba el premio gordo al ser primero en hacerlo salir de sus casillas con solo respirar.
Bendita la hora en qué se le ocurrió pedirle que se mude con él para ahorrar en gastos cuando ambos empezaron la universidad. La independización del Clan Li le había costado caro, ahora que lo pensaba detenidamente. Eriol alteraba sus nervios y ponía a prueba su paciencia muy seguido.
Luego de verlo improvisar con las manos mientras tocaba una inexistente guitarra al ritmo de la escandalosa música, el joven de cabellos azules oscuros bajó el sonido. Shaoran no pudo evitar poner los ojos en blanco.
–Ahora sí. – respondió el de ojos azules. –¿Qué decías?
–Te pregunté qué hacías tú con MI shampoo de cabello, Eriol. – dijo el de ojos miel señalando el pomo que traía su compañero de piso.
–Ah, eso. – se le escuchó decir de forma despreocupada al aludido. –Se acabó el mío.
Shaoran levantó una de sus pobladas cejas y una venita parecía querer colarse en su frente. ¿Cuándo se le iba a quitar esa odiosa manía de coger las cosas sin antes pedirlas prestadas?
–Cuando lo termine de usar lo dejaré en su sitio. – contestó el muchacho dirigiéndose al cuarto de baño. –No me mires con esa cara, ¿quieres?, pareces la vieja fea del departamento de arriba.
–Ahora que la mencionas, vino hace un rato. – se le oyó decir al ambarino en tono serio. –Otra vez a quejarse por la intensa bulla que siempre ocasionas todas las mañanas. Y también advirtió que hablaría con la junta de vecinos si no se soluciona tu "problemita". ¿Cuántas veces te he dicho que cuando pongas tu música lo hagas a un volumen moderado?
El peli azul detuvo su andar y se volteó a mirar a su amigo con una sonrisa relajada.
–No le hagas caso a esa vieja solterona. Ya sabes lo gruñona que es. Como no tiene a quien más fastidiar viene a desquitarse con nosotros. –respondió el ojiazul con un ademán. –Creo que deberíamos regalarle un gato o un perro, así estaría ocupada. – añadió con una sonrisita burlona. –Y con respecto a mi bello rock metal, el volumen en el que lo pongo es a las justas de 40, así que no hagas un drama por eso.
–¡¿40?! ¡¿Te has vuelto loco, Eriol?! – exclamó Li con los ojos desorbitados. –Podrías romperle los tímpanos a cualquiera con el ruido en ese nivel.
–Shao, por favor. No seas exagerado. – dijo Hiragizawa haciendo una mueca despreocupada. –Además, no tengo tiempo para discutir contigo. Mi linda novia me invitó a desayunar con ella y no quiero llegar tarde por tu culpa.
–Ahhh… Ahora entiendo por qué alguien tan perezoso como TÚ se levantaría temprano un domingo de vacaciones. – se le escuchó decir a joven de ojos miel con una sonrisita sarcástica. –Sólo Tomoyo puede hacer una de esas proezas. Lástima que aún no pueda quitarte lo desvergonzado y fastidioso; el día que lo haga, házmelo saber y le construiré un altar.
–Ja… ja. Ya veo que hoy te levantaste un tanto "divertido", ¿verdad? – se mofó el ojiazul poniendo su pulgar e índice en su barbilla. –Déjame adivinar, ¿cierta chica de largo cabello castaño tiene que ver con eso? Mmmm… de seguro ayer estuviste haciendo travesuras con ella, ¿no? Picarón, pillín, por eso llegaste tarde.
El rostro de Shaoran era un festival de tonalidades en rojo.
–Ya cállate y no metas a Sakura en tus bromitas de mal gusto. –frunció el ceño el hombre con el rostro aún sonrojado. –Mejor báñate ya y deja de decir estupideces.
Luego de esto salió de la habitación dando un portazo. El peli azul rió a sonoras carcajadas.
Siempre se ponía así cuando le bromeaba sobre su relación con Sakura Kinomoto, novia de su mejor amigo y prima de su novia, Tomoyo Daidouji. Y hablando de su bella novia, se le estaba haciendo tarde y debía ducharse cuanto antes.
Mientras tanto en la cocina…
Farfullaba en su idioma natal cosas ininteligibles sobre su amigo y compañero de departamento. Cada vez que tenían una batalla verbal, este salía con algún comentario desatinado en relación a su novia y no podía evitar salir perdiendo de una u otra forma.
Se le vino la imagen de la mujer de su vida y no evitó sonrojarse por eso. El sólo pensar en su novia lo ponía eternamente feliz y se sentía el hombre más orgulloso del universo. Se había sacado la lotería con Sakura, y aunque a veces ella pecaba de inocente –tal vez eso fue lo que le encantó de su personalidad– la adoraba millones.
Llevaban casi dos años de relación y él sentía que era su alma gemela, la chica con la que quería compartir el resto de su vida y, porque no, con quién formar una familia.
Lo tenía embobado con esos hermosos ojos esmeraldas, su largo y sedoso cabello castaño y las sonrisas que siempre le regalaba cada vez que se veían. Y ni que decir de sus besos, eran como probar el dulce néctar de las flores e irreversiblemente adictivos.
–Mi querida Sakura. – suspiró el ambarino con una sonrisita, que estaba seguro a Eriol le hubiera parecido estúpida.
–Shao, amigo, límpiate la baba, ¿quieres? – se escuchó que dijo una voz masculina en tono burlón. –Mira que yo soy el que asea la cocina y me das más trabajo cuando haces eso.
Al aludido se le borró la sonrisa de golpe y después de arrugar el ceño, le regaló una mirada asesina al recién llegado.
¡DIN DON! Sonó. Otra vez el timbre.
–De seguro es la señora Tsukamoto. – dijo el de cabellos chocolates de forma cansada.
–No te preocupes. Yo me encargo de ponerla en su sitio. – contestó el peli negro colocándose las gafas, en dirección a la puerta principal.
La abrió rápidamente y cuando estaba a punto de gritarle sus cuatro verdades a esa espesa mujer, no encontró a nadie.
–¿Qué rayos? – se preguntó a sí mismo estirándose desde su sitio, obligándose a mirar ambos lados del pasillo.
Cerró la puerta tras de sí y cuando ya se disponía a regresar donde estaba su amigo, un llanto lo hizo detenerse.
Volvió a abrir el portón, pero esta vez echo un vistazo hacia abajo y lo que encontró lo dejó atónito.
–¿Qué quería la señora Tsuka… – no terminó de interrogar Li, mientras miraba la canasta de paja puesta frente a la puerta, cuyo contenido no sobrepasaba los setenta centímetros de estatura y los diez kilos de peso.
Un inocente bebé, tal vez con pocas semanas de haber nacido, observaba fijamente con sus brillantes y redondos ojos azules a los dos hombres erguidos ante él. –¿Y eso?– inquirió esta vez.
–No lo sé. – solo contestó Eriol, sin quitarle la vista al bultito cubierto de mantitas y con un oso de peluche bajo sus pies. –No me digas es alguno de tus hijos no reconocidos, Shao.
–Deja de decir tonterías, ¿sí? Además, por si no lo has notado, tiene ojos azules. Así que esa pregunta debería hacértela yo, puesto que eres el único con esas características aquí. – replicó el ambarino con cara de pocos amigos y notando un papel al lado del niño. –Mira, allí hay una nota.
El peli negro recogió el doblado pedazo de papel y lo leyó en voz alta.
–Aquí está tu hijo. Se llama Ryo y tiene 7 meses de vida. Yo no puedo seguir cuidándolo, así que de ahora en adelante es responsabilidad tuya. El osito que está con él se llama Bubu y es su favorito, no puede dormir si no está con él. Estoy completamente segura que serás un buen padre para él. No trates de buscarme, porque para entonces ya estaré muy lejos. Por el amor que alguna vez nos tuvimos, cuida de él. K.
–Parece que si es tu hijo, Eriol. – se le escuchó decir al de ojos miel con una sonrisita burlona. –Ya eres papá, camarada. –añadió dándole ligeras palmaditas sobre el hombro.
Al aludido se le desencajó el rostro por completo.
No, esto debía ser un error o una broma de mal gusto.
¿K.? ¿quién demonios era ella?
Continuará…
NOTAS DE LA AUTORA: ¡Hola a todos! ¿Qué tal? Aquí estoy escribiendo una nueva historia. ¿Por qué?, sólo les puedo decir que tenía esta idea rondando mi loca cabecita hace ya buen tiempo. Y dije: ¿Por qué no? y voila.
Espero que les haya gustado este primero de siete capítulos. Sí, será una historia cortita, pero llena de humor y enredos.
Me gustaría saber su opinión sobre este cap. DEJEN SU REVIEW.
No se preocupen, que no me he olvidado de mi fanfic: "PELIGRO: Una adolescente en casa". Ese lo voy a actualizar a la par con este nuevo proyecto.
Por cierto, revisando una que otra cosita detalladamente he notado que la página de Fanfiction se está comiendo letras o juntando palabras así de la nada. Sólo quería decirles que si encuentran alguna falta ortográfica, palabras incompletas, etc., etc. en este fanfic o en otro, no piensen que la calidad del escritor esta disminuyendo (siempre leo y releo antes de subir un capítulo). Varios escritores también se están quejando del mismo problema, espero sepan comprender.
Sin más que decir, me despido. No sin antes mandarles un enorme beso de chocolate y pedirles que se cuiden (Yo ando con mi peor enemiga y la primera de mi lista negra: la gripe =S buuuu, ¿alguien me hace un té con miel? jajaja).
Nos vemos.
"LOS COMENTARIOS DE LOS LECTORES SON UN GRAN ALIENTO PARA LOS ESCRITORES"
