La Madriguera y los Malfoy
Si no se lo hubiesen dicho no lo habría creído ¿Draco Malfoy en problemas? Y no cualquier problema ¿desde todos los puntos de vista? Pero no nos adelantemos, sabemos que las cosas se pueden malinterpretar si se empieza desde el final.
Hablamos de los principios de verano de quinto curso, ya habiendo acabado ese curso y encaminándose al sexto en poco tiempo, Hermione leía un libro sentada en un banco de jardín escuchando las voces de los Weasley como fondo, algo acalorada miró el horizonte ¿veía gente volando? Seguramente era Harry, dijo que mañana llegaba a la Madriguera a la hora de almorzar, pero ¿habrá podido venir antes?
Tranquilamente cerró el libro y se levantó mirando esas escobas que se definían cada vez más lejos en el firmamento, su ceño fruncido se pronunció aún más. Ese no era Harry ¿entonces…? No pudo acabar esa frase en su mente porque ya sabía quién era, y de ningún modo esperaba verlo a él.
- ¡Hermione! – un grito proveniente de la más joven Weasley se oyó a su espalda produciéndole distraerse de lo que veía.
- ¿Si Ginny? – la pelirroja paró de correr situándose a su derecha y agachándose para coger el aliento empezó a hablar a trompicones - ¿sabes…? ¿sabes… que… viene…vie… viene ma… Malfoy?
Hermione ya lo sabía, había reconocido ese semblante altanero y elegante aún en la lejanía, pero oírlo de su boca produjo impacto ¿ella lo sabía? ¿cómo es que ella misma no se enteró? ¿por qué viene? Varias preguntas aparecieron en su mente, estaba muy confusa ¿desde cuando Malfoy visitaba a los Weasley? Tenía que ser algo importante, y antes de empezar a formular la pregunta del por qué de tal visita Ginny se le adelantó.
- Al parecer Lucius mandó anoche un mensaje pidiendo venir a hablar de un tema de suma importancia – ella asintió levemente, seguía sin entender nada de la situación ¡le parecía absurda y ridícula la idea de un Malfoy en la madriguera! Y sabiendo las diferencias que existían entre ambas familias, más inverosímil le parecía la situación – nadie sabe cuál puede ser el problema que puede llevarlo a venir aquí en persona. ¿Qué crees?
La castaña parpadeó confusa, lo cierto es que casi no la había escuchado, seguía sumida en un profundo silencio meditando la información anterior a sabiendas de que la joven Weasley la miraba inquisitivamente.
- Eh… lo siento ¿decías?
- Decía que nadie sabe cuál puede ser el problema que puede llevarlo a venir aquí en persona. – replicó la pelirroja con voz cansada rodando los ojos. – En todo caso ¿qué crees?
Era una pregunta un tanto indiferente por alargar el tema, pero sabía que si no respondería Ginny se lo preguntaría de nuevo.
- No lo sé. Estoy igual de confusa que tú. – su respiración se cortó cuando vio que Lucius iba acompañado de su hijo Draco Malfoy. No lo había visto antes porque iba por detrás, y a los lados iban unos acompañantes de su padre ¿guardaespaldas? Con los Malfoy podrías esperarte hasta eso. – Pero... ¿has visto que viene con su hijo? – dijo Hermione a su amiga.
- ¿Con Draco? – preguntó ceñuda la pequeña Weasley.
Si antes Hermione estaba sorprendida ahora estaba asombrada, esto era un día conmemorar ¿dos Malfoy a la vez en la Madriguera? No quería imaginarse la reacción de Ron y los gemelos, sabía lo impulsivo que su amigo era y la leve "inclinación" que tenían tanto Geroge como Fred para las bromas. Esto no presagiaba nada bueno.
Su primer impulso nada más darse cuenta que Draco Malfoy estaba, fue el entrar en casa y dejar que el resto se las apañen, pero su instinto orgulloso no la dejó abandonar el salvaje jardín de los Weasley, sabía perfectamente que más tarde eso sería tema de burla para el joven Malfoy. Detrás suyo oyó la voz preocupada por parte de Molly, y la de Arthur que al parecer la seguía de cerca intentando tranquilizarla, y no porque tuviese miedo, más bien quería echarlos a escobazos. Ya se sabe que Molly tiene mucho carácter, un rasgo heredado por la más pequeña de los pelirrojos.
Lucius aterrizó elegantemente a unos pocos pasos de Hermione y Ginny mirándolas con desdén y altanería siguió caminando hasta hacer un casi imperceptible saludo de cabeza, y fingir una pequeña sonrisa a sus anfitriones.
- Cuánto tiempo Arthur, señora Weasley – su mirada chocó con la rebelde de Molly produciendo un tenso e incómodo silencio – tan bella como siempre. – su tono fingido y su cara de asco daban a pensar justamente lo contrario a su frase, pero Arthur no quería ninguna pelea en su casa por lo que invitó al señor Malfoy dentro de la casa, seguramente él no habría entrado por su propio pie.
"¿Cómo se podía ser tan snob?" pensó la castaña enfadada. Su enfadó se disipó al ver a Draco, no lucía bien, parecía cansado y algo delgado, aquel chico no le recordaba al todo poderoso príncipe de Slytherin, sus ojos lo miraron de distinta forma, a veces el rubio no parecía humano y ella misma se pilló pensando que no lo era, pero por su aspecto sí podía sufrir como todos.
El joven Malfoy abrió la boca y la cerró de nuevo, buscaba algo que decir pero no parecía saber el qué ¿algo hiriente quizás? Pero no dijo nada, parecía cansado, y ni siquiera el esfuerzo por molestarla se hizo presente, tenía grandes ojeras y la tez más blanca de lo habitual, a Hermione estos detalles no le pasaron desapercibidos y lo miró con cierta preocupación.
Al ver a su amiga mirarla algo contrariada por quedarse mirando a Draco, dejó de hacerlo y la cogió de la muñeca. Iba a enterarse de toda esa importante discusión de cualquier manera, y a ser posible, quería estar presente.
Los ojos de Arthur avisaron a ambas chicas que acababan de entrar que subieran a sus habitaciones y no bajasen hasta que esa reunión hubiese acabado, Hermione asintió pero no pensaba exactamente hacer eso…
- ¡Fred! ¡George! – susurró la castaña por las escaleras. Viendo que no respondían subió hasta sus habitaciones y abrió la puerta de golpe. Era más que seguro por su confianza al abrir la puerta, que por una vez se los esperaba encontrar tranquilos y sentados, por alguna razón ahora aquella idea le parecía absurda. Alrededor de toda la habitación volaban confetis y un polvo mágico que hacía estornudar cada dos por tres sin pausa, en el suelo unas piedras blandas llenas de aire explotaban al menor contacto con ellas… resulta que no era aire corriente ¡daba risa!
La escena era graciosa vista desde fuera, dos chicas estornudando y riendo llenas de confetis de pies a cabeza, parecía un circo. "Finite Incantatem" susurro la castaña en un momento de lucidez. Eso sólo hizo parar los confetis, pero nada más, "Algo es algo" pensó Hermione intentando ver el lado positivo de todo el embrollo en el que se metió nada más entrar. Un grito agudo proferido por parte de la joven pelirroja sonó por toda la casa y dejó a cierta castaña sorda.
- ¡Ya basta! – vociferó Ginny - ¡¿Se puede saber qué pasa aquí? Venimos a hablar sobre algo sumamente importante y nos encontramos con una fiesta de vuestros artilugios ¡a la próxima se lo digo a mamá y no vivís para contarlo!
- ¡Vale, vale! No te sulfures hermanita, estamos aquí. – se oyeron dos voces en perfecta sincronización y de una esquina aparecieron dos cabeceras naranjas sonriendo pícaramente – Además eran pruebas, los efectos de la risa y los estornudos se van yendo.
Y realmente era así, Hermione se dio cuenta de que cada vez ser reía menos y podía pensar con claridad, además los estornudos eran casi inexistentes, algo parecido a cortos sonidos producidos por una tos, nadie habría dicho que eso era o fue un estornudo.
Calculaba con rapidez sus frases mentales para pedirles a los hermanos el artilugio que se usó en la casa del difunto Sirius, algo parecido a una oreja colgada de un hilo, que además aquella vez que lo usaron, Crookshanks tuvo la "brillante" ocurrencia de empezar a jugar con ella, ese gato era adorable pero a veces era para matarlo.
- Mirad par de dos, es simple – Ginny se le adelantó en la explicación a su amiga, cosa que en su fuero interno agradecía, ella conocía mejor a sus hermanos gemelos y sabría conseguir lo que necesitaba con cierta facilidad. – necesitamos esa "oreja" que usamos en la casa de Sirius hace tiempo para escuchar una conversación "privada", por lo que esta vez no será diferente y nuestros padres de seguro no querrán contar por las buenas…
- Es decir ¿espiar? – la interrumpió George.
- Qué va, si te parece avisamos antes – la muchacha tenía una cara y un tono exasperado, sus hermanos visiblemente a veces la desesperaban- ¿A ti que te parece?
- ¡Vaya! No conocía este lado tuyo Ginny… - Fred sonreía sin disimulo a sabiendas que esto enfadaría a su pequeña hermana.
- ¡Por dios Fred crece! ¡no hay tiempo para vuestras bromas! – lo cierto es que en ese momento Ginny Weasley parecía una olla a presión, de milagro no echaba humo por las orejas. – ¡Tenéis o no tenéis la oreja!
Menos mal que en ese momento por su exasperación Ginny no miraba a la cara a sus hermanos, eran todo un poema. Partiéndose de la risa por su éxito en hacer rabiar a su hermana, algo que disfrutaban no solo con la familia, si no con todo el mundo. Pero sabían razonar si la cosa se ponía fea, para alivio de todos.
- La verdad es que desconocemos el paradero de lo que buscas – dijo George todavía atragantándose con su propia risa – pero estoy seguro de que Ron sabe dónde está.
Ahora la sorprendida era la castaña ¿por qué iba a guardar Ron esa oreja? Aunque pensándolo bien puede que pensase que les viniese bien en un futuro, lo que pasa es que eso rompía bastante los esquemas que uno tenía del pelirrojo. Eso sí, pensaba preguntarle de todas formas. Sin previo aviso salió corriendo de la habitación en dirección a la otra de las miles de plantas que tenía la casa para ir buscando a su amigo. Paró en secó delante de una de las ventanas que daba al jardín trasero, y por fin encontró el lugar donde se hallaba el susodicho, un tanto previsible: practicando Quidditch él solo. Había mejorado mucho en ese último curso pero al parecer no se contentaba del todo.
A sabiendas de que los Malfoy estaban en el salón no tuvo otra opción más que abrir la ventana y empezar a base de señas y gritos llamar la atención del joven Weasley.
- ¿Hermione? – preguntó extrañado su amigo - ¿qué pasa? – y más alarmado exclamó - ¿¡Pasó algo con los Malfoy!
- No, están bien todos, deja de preocuparte tanto. – la joven rodó los ojos, Lucius no se atrevería a mucho ya que la familia Weasley era grande, sobre todo en vacaciones porque sus hijos mayores venían a visitar, por mucho que viniese con "guardaespaldas" no sería suficiente – recuerdas… no, mejor dicho ¿guardaste tú la oreja que usamos en casa de Sirius hace casi dos años?
- Eeeeeh… - su cara cambió a una contrariada intentando pensar con claridad. Ron no era precisamente la memoria en persona.
- Por favor Ronald ¡recuerda! – pero en el momento que apremió a su amigo para que le dijese dónde estaba la susodicha "oreja", la llamaron. Y de la misma manera que sorprendió al pelirrojo cuando lo llamaba, desapareció sin decir nada cerrando la ventana, realmente todo el asunto de los Malfoy la estaba trastornando ¡ahora Ron creería que sí pasó algo!
