Nota de la autora: Si creen que estoy siendo injusta con el personaje de Thor y exagero en sus diálogos, no lo hago. Esta historia está basada en el videojuego para Nintendo DS "Thor: God of Thunder", y tengo especial cuidado en rescatar cada uno de los diálogos del juego y el modo en que cada personaje lo dice. Thor tiene exactamente esos comentarios y aquella actitud, que raya a ser cortante, grosera y altanera. De entre todos con los que Thor dialoga, es particularmente desagradable con Loki. He ahí, por qué Loki hará lo que hace. Y lo comprendo. Todos haríamos lo mismo.
El Dios de las Mentiras
Capítulo 1
Naturaleza violenta y cruel
Cuando escuchó el sonido de las trompetas anunciando la llegada de los invasores, se dio cuenta que se sentía muy cansado. Odin, Padre de Todos los Dioses, levantó la mirada encontrándose con la de sus dos cuervos gemelos que yacían postrados a su lado. Aquellos seres estaban dotados con su magia, pensó. Eran sus ojos sobre todos los reinos incluido el suyo propio y, más que fieles y loables servidores, le eran invaluables tanto como lo eran su mismo pensamiento y su memoria. ¿Cuántas guerras no habrán junto con él a lo largo de su historia desde los tiempos que se sentara en aquel trono? De cuando volviera de sus andanzas libres por las tierras de Midgard como un anciano, hace tanto tiempo que para los mortales no eran más que cuentos e historias de tiempos mitológicos, y que tuvo que volver por ya no tener tanto tiempo ni libertad de las responsabilidades que ahora caían de manera pesada sobre sus dos viejos, grandes y gastados hombros.
¿Cuántas guerras e invasiones no habrán visto? ¿Cuántos asedios? ¿Cuántos muertos y heridos? No importase cuánta hidromiel y comida se les prometiera en el Valhalla, todas sus almas terminaban en las lúgubres tierras del reino de Hela. Su más grande sueño y victoria que jamás podría tener, era que Asgard conociera el verdadero significado de la palabra Paz y despojar de su pueblo el miedo, la desolación e incertidumbre de si existiría un "día después" de sus mentes. El no tener aquello, era un reflejo de su fracaso como gobernador. Pues, ¿cómo lo conocería si va imponiendo la Paz a través de la violencia?
— Y Asgard no conocerá la paz tampoco hoy —dijo a sus cuervos que soltaron un suave gruñido.
Las puertas del salón se abrieron acompañadas con las sonoras zancadas del príncipe heredero al trono. Fue suficiente para que los cuervos revolvieran su plumaje y se voltearan al igual que el supremo padre para encontrarse con la expresión dura y resuelta de Thor, revestido con la armadura forjada y brillantemente bruñida por los enanos.
— ¿Has oído eso? —decía con fuerza, con algo parecido al enojo, a la ofensa, bravura y coraje entremezclado.
— Lo he oído —y resonaron nuevamente las trompetas.
— Esos sucios troles pagaran muy caro por este ultraje en contra nuestra tierra, Padre.
— Tranquilízate, hijo mío. No dejes que la ira te gobierne —advirtió tratando de controlarlo—. Todos saben que si vienen a declarar una guerra en contra de mi reino, no saldrán impunes.
— Ninguno de ellos conocerá jamás piedad de mí —insistió.
Odin sin duda alguna lo hubiese parado en aquel instante de no ser por un tercer sonido de trompetas. Aquel llamado le resultó extraño, pues le pareció demasiado pronto. Y a lo poco una nueva figura en la sala. A pesar de la urgencia que transmitía su sola presencia, su hijo Loki no perdía nunca aquella compostura sutil y elegante que marcaba cada uno de sus pasos. Llegó sigiloso, poniéndose al otro extremo de donde estaba su hermano Thor. Muy pocas veces se le veía agitado como ahora, seguramente viendo la gravedad del asunto de lo que estuviera sucediendo allá afuera.
— ¡Padre! ¡Hermano! —les llamó.
— ¿Qué pasa, Loki?
— Vengo desde las murallas y tengo malas noticias. Nuestro ejército ha sido sorprendido en una emboscada, y se encuentra luchando ya en estos momentos. Y vienen cada vez más. Al principio pensamos que sólo estaban en la periferia, pero no. Se infiltraron por todo Asgard.
— ¿Están cerca de la muralla? —preguntó el padre.
— Mucho. Y será cuestión de tiempo para que la crucen —murmuró—. En un cálculo rápido, ellos tienen la ventaja de 5 a 1.
— ¿Cómo pudieron traspasar tantos sin la necesidad del Bifrost?
— No lo sé —contestó.
Loki se volteó hacia un lado cuando su hermano le pasó de largo; este iba de repente a la salida de manera airada. Sin duda alguna para ir a luchar. Pero por más ofendido que se viese, aquello no engañaba los ojos ni del padre ni tampoco los del hermano: Thor ansiaba la batalla. Era un amante de la guerra. Tenía la actitud de un genuino bárbaro orgulloso, insolente y arrogante, que deseaba ahora mismo algo más que tan solo la masacre de todos los enemigos contra su tierra. Loki no podía catalogar a su hermano como alguien sádico ni con deseos de sangre, pero sí podía juzgarlo como alguien de una naturaleza violenta y cruel.
— Ten cuidado, Thor —se levantó Odin de su trono con el cetro en mano dispuesto a ser participe y más ahora por la peligrosa situación. Además ver a su hijo de aquella manera, tenía que insistir en su última advertencia. Era una lección que necesitaba, y mucho—. No dejes que la ira te ciegue.
— Sí, sí, Padre —contestándole—. Ven, Loki.
Aquel temperamento sería su perdición, pensó con amargura Odin. Thor era un luchador digno. Sin el error de ser modestos, tal vez era el ser más poderoso de toda aquella tierra y más allá de ella. Pero no contaba lo necesario para ser un buen rey. Era demasiado impulsivo en sus actos y no pensaba nunca antes de actuar. Era inteligente pero no listo. Que los dioses no lo quieran y fuese Loki quien se postrara en el trono de Asgard en el futuro, pensó observándolos marchar. Cuando finalmente cruzaron por la puerta, sus cuervos Munin y Hugin graznaron con fuerza emprendiendo el vuelo abandonando la sala también, a través de la ventana.
