Los personajes no me pertenecen, sino a Cressida Cowell y DreamWorks. La historia es una adaptación del libro "Serial Hottie" de Kelly Oram (Autora altamente recomendada) con muy ligeros cambios en los diálogos y ambiente para adaptarlo a esta pareja y mundo fantástico. Habrá un crossover masivo (necesario y divertido) con personajes de la Franquicia Disney y DreamWorks.
Disfruten. Reviews con cuenta registrada responderé con gusto.
Información al final.
SINOPSIS
El verano de los dieciocho de Astrid es un verano de primeros. Primer coche. Primer beso. Primer novio... ¿Primer acosador de asesino en serie? Astrid Hofferson es poco femenina y está obsesionada con el hockey, nunca ha sido el objeto de interés de un chico antes. Así que cuando el chico más guapo que ha visto se muda al cruzar la calle y empieza a tratarla como si fuera el centro de su universo, por supuesto que estará un poco sorprendida. Pero todo comienza a cobrar sentido cuando chicas parecidas a ella comienzan a morir por toda la cuidad. Obviamente, el chico nuevo es un asesino, y por supuesto que sólo le gusta porque quiere rebanarla en pequeños trozos. ¿Verdad?
Entre más conoce a Hiccup, más se convence de que es un asesino psicópata. El problema es que él es el más dulce asesino psicópata que ha conocido. Sin mencionar lo guapo que es. No importa cuánto lo intente, no puede evitar enamorarse de él. ¿Encontrará el verdadero amor o su verano de primeros resultará ser un verano de últimos?
1
Este iba a ser el verano más largo de mi vida. Estar privada de mis tres mejores amigos, Jack Frost, Eret Eretson y Fishlegs Ingerman, era peor de lo que había imaginado que sería. Sólo ha sido una semana y ya me estoy volviendo loca por el aburrimiento del verano. Si no fuera por el chico nuevo al otro lado de la calle ya estaría en un cuarto con paredes acolchadas.
El chico nuevo y su papá se mudaron un día después de que mis amigos se fueron a un campamento de hockey por el verano. Ni siquiera voy a comenzar con lo injusto que es que no pude ir con ellos sólo por el hecho de que soy una estúpida chica, porque sólo me hará golpear algo. De todos modos, ellos se fueron para convertirse en prospectos de la Liga Nacional de Hockey, y sólo cuando estuve segura de que iba a morir literalmente sin ellos, un camión de mudanzas se detuvo en frente de la casa al otro lado de la calle.
Naturalmente tenía curiosidad, así que me senté en mi habitación, con una taza de helado y Weezer sonando ruidosamente a través de mi ventana, y miré como transportaban sus cosas dentro de la casa. Después de unos minutos, metí una cucharada en mi boca y olvidé sacarla hasta que sentí que se me congeló el cerebro. Esto no era porque soy una idiota y no sé cómo comer helado. Fue porque un BMW, entre todas las cosas, se detuvo junto a la acera de la casa.
Esperé para ver qué tipo de personas viajarían en semejante coche, y el hombre que salió detrás del volante no encajaba para nada en el estereotipo que tenía en mente. Era muy fuerte y voluminoso, lo cual, sin ser grosera con muchos de los papás de mi calle, era algo a lo que no acostumbrábamos a ver por aquí. No tenía cabello en la cabeza, pero sí un bigote rubio, largo y estrafalario muy al estilo de las estrellas de rock de los noventa, y su ropa parecía sacada de los talleres de autos… de los mejores talleres, por supuesto.
Luego, él salió del auto y sentí que había muerto he ido a The OC. Tenía el cabello castaño bastante parecido a rojo, enmarañado, tan desordenado como el de los chicos con los que juego hockey, excepto que parece que ese estilo lo tenía a propósito. Le caía sobre los ojos, haciéndolo lucir misterioso, y era alto. Y eso es bueno, porque mido cerca de un metro con setenta centímetros.
No es que esté planeando nuestra boda o algo así, es sólo por decir. Se veía un poco flaco, pero podías ver la definición debajo de su ajustada camisa polo. Eso le daba la apariencia de un modelo de Abercrombie & Fitch, convirtiéndolo oficialmente en el chico más sexy que he visto jamás. Tan sexy, que podía sentir cómo me sonrojaba a pesar de que se encontraba al otro lado de la calle y no tenía ni idea de que lo miraba. Y eso fue lo que hice por el resto de la semana. Mirarlo. Me había obsesionado sobre el hecho de espiarlo durante la última semana, ya que era el entretenimiento más excitante disponible.
Tenía mi X-box para hacerme compañía, pero ni siquiera Grand Theft Auto podía compararse con el Sr. Abercrombie ejercitándose en su garaje. Los ejercicios comenzaron la mañana siguiente después de haberse mudado. Cada mañana cerca de las nueve en punto ejercita hasta sudar. La mitad de los días hizo un extenso entrenamiento de cardio con una cuerda de saltar, y luego le dio una paliza a un saco de boxeo.
Eso es muy divertido de ver, pero admitiré que me gustaban más los días en los que levantaba pesas. Tenía una de esas máquinas de pesas que te permiten trabajar diferentes partes de tu cuerpo, así que después de que ejercitara sus muslos y glúteos, se trasladaba a mi parte favorita, la parte superior de su cuerpo. Yo como que tenía una vista perfecta, también. La ventana de mi habitación está directamente enfrente de la ventana de su habitación, la cual está sobre su garaje. Así que después de su entrenamiento, usualmente puedo echarle un vistazo quitándose su camiseta sin mangas mientras se dirige hacia el baño para ducharse.
Los mejores diez segundos de mi día. Sólo hoy fue en realidad más como un minuto entero, porque se detuvo a mirar por la ventana mientras tomaba un trago de su botella de agua. Estaba completamente fascinada por lo sexy que es, y no pensé en esconderme de su vista hasta que nuestros ojos se encontraron. Me asusté y rápidamente me agaché fuera de su vista con la esperanza de que estuviéramos lo suficientemente lejos uno del otro, de que tal vez no me vio.
Esperé un minuto y luego di un vistazo de nuevo para ver si se había ido, pero seguía de pie ahí. No sólo eso, parecía que me esperaba —como si supiera que yo miraría de nuevo. ¿A este punto qué podía hacer, esconderme de nuevo? En un intento por salvar mi dignidad, y con la esperanza de hacerle creer que acabo de notarlo y no que en realidad lo miraba, levanté mi mano y lo saludé. No me saludó, pero detrás de la intensa mirada que me daba, las esquinas de su boca se curvaron en una media sonrisa.
¿Se está riendo de mí?
—¿A quién estás saludando? —Una voz estridente habló detrás de mí, irrumpiendo en mi cuarto tan inesperadamente que salté muy alto al sonido de su voz.
Rapunzel. La temida hermana mayor. Es sólo un año mayor que yo, pero es suficiente para hacerle pensar que es mejor que yo en todas las formas posibles. La odio porque es muy bonita y usa muchas enaguas y esas cosas, y me odia porque básicamente soy lo opuesto —ambas somos delgadas y de piel ligeramente dorada por el sol, pero yo tengo el pelo rubio largo hasta la cintura y ella castaño corto y puntiagudo a los hombros.
—¿Qué? —grité mientras me daba vuelta para mirarla.
—¿Por qué te sonrojas? —exige al momento en que ve mi rostro.
—No me sonrojo. Sólo… Hace frío aquí. ¿Qué quieres?
Me mira con sospecha por un momento y luego pone las piezas juntas.
—¡Oh, Dios mío! —gritó—. Veías al chico nuevo entrenar, ¿verdad? —Me empujó fuera de su camino para echarle un vistazo a la ventana al otro lado de la calle, la cual ahora se hallaba vacía, y añadió—: ¿Ya me perdí cuando se quitaba la camiseta?
Es bueno saber que lo de acechar viene de familia. Rapunzel suspiró con pesar, pero luego se alejó de mi ventana y volvió sus ojos malignos hacia mí.
—Bueno, bueno, bueno, ¿está Astrid Hofferson finalmente enamorada de un chico? Ya era hora.
—¿Qué? Yo no...
—No hay nada de qué avergonzarse, Astrid —Rapunzel rodó sus ojos al tiempo que me interrumpía—. Es totalmente hermoso y tienes casi dieciocho años. Comenzaba a preocuparme de que nunca te dieras cuenta para qué son los chicos.
Ya había tenido suficientes bochornos por un día con todo lo de haber sido pillada espiando y eso. No necesitaba que Rapunzel lo empeorara con algún tipo de discurso de bienvenida a la feminidad.
—¿Qué estás haciendo en mi cuarto? —le grité.
—Dios, sólo buscaba mi cepillo.
—¿Luzco como alguien que le guste cepillarse el cabello?
—Deberías. De hecho, tienes muy bonito cabello si lo cepillaras de vez en cuando.
No pude evitar tomar mi trenza a la defensiva. Cuando Rapunzel vio mi ceño fruncido, me estudió por un momento y luego suspiró.
—No puedo creer que vaya a decir esto pero, por qué no vamos de compras hoy y te compramos una falda y un traje de baño y puedes venir conmigo al lago mañana.
—¿Disculpa? —Nunca en mis diecisiete años y once meses de existencia había escuchado una frase como esa salir de la boca de Rapunzel.
—Escucha. Sé que extrañas a esos perdedores amigos tuyos, pero tal vez que se hayan ido sea algo bueno. —Me sorprendí porque realmente se escuchaba sincera. Bueno, sincera para ser ella—. Si me prometes no ser tan… tú. —Ahí va la sinceridad—. Te dejaré salir con mis amigos y conmigo. Con tus amigos mastodontes fuera del camino, podríamos tener una oportunidad decente de convertirte en una chica este verano.
No podía creer lo que escuchaba. ¿Se había vuelto loca? Bueno el infierno tendría que congelarse antes de que yo aceptara un cambio de imagen, y considerando que estaba como a quince grados centígrados afuera (calor para el clima habitual aquí), empujé a Rapunzel hacia el pasillo y cerré la puerta de mi habitación gritando—: ¡No tengo tu estúpido cepillo!
—¡Loca! —gritó Rapunzel a través de la puerta. Supongo que se molestó porque no la dejaría jugar conmigo como si fuera su muñeca.
Bueno, ¡Como sea! Sólo porque todos mis amigos son chicos, y me gusta jugar hockey, y que nunca antes me han besado, no significa que no sea una chica. Y para que conste, no estaba enamorada del chico nuevo. Sólo pensaba que era realmente sexy. Pero incluso si lo estuviera, no sería la primera vez. Me he enamorado de chicos antes. Ninguno de mis amigos por supuesto, pero el año pasado me gustaba mucho mi compañero de biología, Guy Crood. No funcionó muy bien después de que disecábamos ranas y mencioné que me decepcionó que no hubiera sangre.
Sintiéndome lista para golpear algo, que básicamente es como me siento cada vez que tengo que interactuar con Rapunzel, le subo el volumen a My Chemical Romance y salgo por la ventana hacia el techo del garaje donde me gusta ir cuando necesito espacio. No me quedé en el techo por mucho tiempo, porque la Sra. Beast se detuvo frente a mi casa.
—Astrid —me dijo a través de la ventanilla abierta—, ¿estás libre para cuidar a Chip esta noche, a las 6?
—Claro Sra. Beast.
—¡Gracias! —Comenzó a manejar, pero luego se detuvo de nuevo—. Oh, ¿y Astrid? Si ves a Meatlug, ¿te importaría quedarte con ella hasta que pueda recogerla?
—¿Se escapó? —No pude evitar la sorpresa en mi voz. No es como si Meatlug fuera una pequeña Chihuahua que podría escapar a través de un agujero que cavó por debajo de la cerca. Es un Boxer de cuarenta kilos.
Nunca lastimaría a una mosca, pero igual no es el tipo de perro que te gustaría que anduviera por el vecindario por sí mismo.
—Adam olvidó cerrar la puerta después de que sacó la basura a la acera esta mañana.
Me reí porque justo así era el Sr. Beast. El hombre que olvidaría sus zapatos por las mañanas si su esposa Belle no estuviera allí.
—¿Quiere que la ayude a buscarla?
Los ojos miel de la Sra. Beast se iluminaron ante la oferta.
—Oh, ¿lo harías?
—Claro. Déjeme ponerme mis patines y daré un par de vueltas a través de la zona verde por usted.
—Oh, Astrid —La Sra. Beast suspira en alivio—. ¿Qué haría sin ti?
Mejor dicho, ¿qué haría yo sin ellos? Estoy ahorrando para comprar un auto, y los Beast añaden a mi ahorro más de lo que cualquier otra familia. Pagan muy bien y sólo tienen un hijo —un bebé que estará en la cama a las siete y media. Además, siempre tienen la despensa abastecida, y tienen todos los canales de películas. Es casi un crimen tomar su dinero.
No es que buscar a Meatlug sea muy emocionante, pero me sentía más que feliz de deslizarme en mis patines y salir a patinar un rato. He estado demasiado tiempo en la casa durante esta semana y podría hacer un poco de ejercicio. Así que, la Sra. Belle continuó manejando por la calle llamando a su perra, y yo fui en otra dirección hacia la zona verde como había prometido.
Vivo en una subdivisión llamada Hooligan, en una isla escandinava de nombre Berk. Es el tipo de lugar en el que todos conocen a todos y por alguna razón, te quedas viviendo aqui hasta que mueres. Que es exactamente lo que hace excitante que el nuevo chico se mudara, y también el por qué no podía dejar de pensar en él mientras rodaba alrededor del vecindario.
Fui por todos los caminos de todo el vecindario pero no vi ningún rastro de Meatlug. Ya que Berk es horriblemente frío y lo suficientemente húmedo como para ser confundido con la Antártida en ciertos días del año, sólo di una vuelta y luego lo di por terminado. Llegué a mi casa y me quité el casco para limpiar el sudor que se había acumulado debajo de él. A penas tiraba el casco en el césped cuando escuché el sonido de fuertes patas viniendo hacia mí. Meatlug no sólo me ama porque lo alimento con comida chatarra algunas veces mientras estoy de niñera, si no que se veía particularmente emocionada de momento por su libertad actual. Vino corriendo hacia mí a toda velocidad.
—¡Meatlug, no! ¡Sentada! ¡Mala! —le grité cuando me di cuenta de que no se iba a detener. Pero era demasiado tarde, Meatlug saltó y me tiró justo fuera de mis patines.
Todo pasó tan rápido. Me estrellé contra la acera y por un segundo, todo quedó totalmente negro. Cuando reacciono hay un zumbido en mis oídos, y siento como que voy a vomitar en cualquier momento. Luego, justo como sospeché que pasaría, una lengua gigante atacó mi rostro. Meatlug sólo tuvo la oportunidad de darme una buena lamida antes de que aullara y cayera muerta a mi lado.
Fue entonces cuando levanté la mirada para ver al chico nuevo mirándome fijamente con los ojos más intensos que jamás había visto. Y, miren esto: Él tenía en la mano un arma de electrochoque.
—Hola, Astrid —dijo con una fuerte y profunda voz—. Es un placer conocerte.
Bueno por supuesto que grité. ¡El psicópata acaba de matar a la mascota de los Beast!
Luego intenté con todo mi esfuerzo empujar al chico nuevo lejos de mí, pero era demasiado fuerte. Debí haberme asustado demasiado de que un chico tan sexy estuviera tocándome, pero, ¡Estaba demasiado ocupada asustándome de que un chico tan sexy me estuviera tocando! Sujetándome contra el suelo, en realidad.
—Tranquila, Astrid —me ordenó el chico nuevo y luego hizo la cosa más extraña de todas considerando este clima. Se quitó su camisa.
No era que yo no apreciara lo que había debajo de su camisa, pero grité de nuevo ¿Que se suponía que hiciera? ¿El chico sale de la nada, mata a un perro, me sujeta contra el suelo, y se quita su camisa? ¿Y cómo diablos sabe mi nombre?
No fue hasta que arrugó su camisa y la puso contra la parte trasera de mi cabeza que me di cuenta de que tal vez él no me atacaba. Una vez que entendí esto, finalmente, me di cuenta de cuánto dolor sentía. Había un martilleo en mi cabeza que nunca antes había sentido, y parecía coincidir con el ritmo de los latidos de mi corazón. El pum, pum, pum resonaba en mis oídos y hacía que mi cerebro quisiera explotar, pero pronto fue sobrepasado por un sonido mucho peor. Uno que desafortunadamente era demasiado familiar, y que hacía que me doliera la cabeza incluso cuando no sólo me la había golpeado en la acera.
—¡Astrid! ¿Por qué diablos gritas? ¡Estoy al teléfono! —decía Rapunzel hasta que llegó a la acera y vio lo que ocurría. El grito que siguió fue por la sangre coagulada.
—No te preocupes, estará bien, pero va a necesitar unas puntadas.
Cuando levanté la mirada me sorprendí al ver el rostro del chico nuevo sólo a unos centímetros del mío. Son verdes, pensé cuando pude ver bien sus ojos. Había pasado toda la semana peguntándome de que color serían. Era difícil de decir desde mi ventana. Profundos, brillantes, verdes como el pasto recién cortado. Hermosos, justo como el resto de él.
Me miró de pronto con la misma sonrisa que me había dado desde la ventana de su habitación, lo que pensé que era extraño. Levantó un dedo frente a mí y lentamente lo movió de un lado al otro. El movimiento me provocó nauseas.
—Podría tener una conmoción también. Deberíamos llevarla al hospital. ¿Están tus padres en casa?
—Los dos están en el trabajo —dijo Rapunzel con voz frenética.
Ella vino corriendo a mi lado como si estuviera completamente asustada, pero noté la forma en la que puso su mano sobre el antebrazo del chico nuevo pretendiendo que se preocupaba por mi bienestar. Sonreí al ver sus dedos aferrados a su piel. Muy evidente, Rapunzel. Ella de pronto me miraba por alguna razón, y el chico nuevo se rió. Era muy irritante porque la situación era cualquier cosa menos graciosa. Le habría dicho dónde podía meterse esa risa suya, pero comencé a ver estos grandes y oscuros puntos flotando alrededor de mí, y como que olvidé que me había enojado.
Además, él no cayó en las técnicas de CosmoGIRL! de Rapunzel para atraer su atención. Miró hacia la mano en su brazo e inmediatamente la quitó. Con eso se ganó un par de puntos a favor conmigo hasta que tomó su mano y la colocó sobre la camisa que él presionaba contra mi cabeza.
—Sostén esto —le indicó y luego se levantó para dejar a mi hermana cuidando de mí.
Le iba a explicar que tan tonto era el dejar a una chica muriendo en manos de mi hermana, cuando lo vi recogiendo algo enorme con sus brazos, y recordé lo que había pasado. ¡Mató a Meatlug! ¡Es un asesino de perros! Quería gritarle, pero ya había desaparecido dentro de su casa. Volvió un minuto después con unas llaves en sus manos en vez del perro y una nueva camisa y suéter, para nuestra decepción.
—¿Sabes dónde hay un hospital? —le preguntó a Rapunzel, dándole las llaves de su BMW.
—Uh, sólo unos dos o tres kilómetros de aquí —dijo, viendo fijamente las llaves en su mano.
—Bien. La llevaré. Tú maneja.
Lo siguiente que supe era que fui levantada cuidadosamente del suelo y llevada al auto. Mi cabeza respondió con una venganza, y gemí cuando todo empezó a oscurecerse a mí alrededor.
A penas podía entender algo a este punto. Mi cabeza me dolía tanto que el dolor era casi paralizante, y me sentía más cansada cada segundo, pero aún podía escuchar las palabras que él murmuraba entre dientes mientras me atraía hacia su pecho, sosteniendo de nuevo su camisa con fuerza contra mi cabeza. El movimiento del auto sólo hizo que mi estómago se revolviera. Si hacía muy difícil luchar contra la pérdida de consciencia que ha tratado de superarme. El mundo a mí alrededor parecía desplazarse fuera de foco y luego mis párpados se cerraron.
—Oh, no, no. —La voz del chico nuevo era extremadamente tierna, pero la palmada que me dio en la mejilla, que hizo que mis ojos se abrieran de nuevo fue más como una bofetada—. Nada de dormir.
No lo puedo evitar, pensé. Estoy tan cansada, y eres tan cómodo. Tal vez sí era una posible conmoción, pero esto era lo más cercano que he estado a un chico que no estaba violentamente siguiendo un disco tras de mí, y tenía toda la intención de aprovecharme. Me relajé en sus brazos y disfruté de la sensación de su pecho contra el cual era retenida. Para alguien con unos músculos tan fuertes, el chico nuevo era sorprendentemente suave.
El pecho del chico nuevo comenzó a temblar debajo de mí, levanté la mirada para verlo sacudiendo su cabeza riéndose. Oficialmente había tenido suficiente de este chico entreteniéndose conmigo muriendo. Mi enojo logró darme una pequeña explosión de energía. La suficiente para estabilizar mí mirada momentáneamente y gruñir.
—¿Algo gracioso?
Creí que sonaba lo suficientemente amenazante, pero el chico nuevo no se molestó en borrar la sonrisa de su rostro. Sólo me miró y se encogió de hombros. Traté de mirar de nuevo, pero no pude enfocar mis ojos lo suficiente para hacerlo. No creo que haya perdido mi consciencia, pero tal vez sí, porque el chico nuevo tocó mi rostro de nuevo. Sólo que esta vez no me abofeteó para mantenerme despierta, comenzó a acariciar con sus dedos mi mejilla.
La cálida sensación de hormigueo que sus dedos dejaron en mi piel era algo que nunca antes había sentido. Ciertamente nada parecido a cuando mis amigos tiran de mi trenza, o me dan un codazo, o incluso cuando me dan una mano después de haberme tirado al suelo. Esto era diferente. Era mágico. Maravilloso, maravillosa magia que hacía que todo el dolor en mi cabeza desapareciera.
Estaba segura de que era una alucinación inducida por la conmoción, pero aun así, comencé a pensar que valía la pena. Eso es, hasta que el chico nuevo apartó el cabello de mi rostro y habló.
—Tan brillante y radiante cabello rubio. Hermoso, justo como el resto de ti.
Mi estómago dio un vuelco y no tenía nada que ver con la herida en mi cabeza. Reconocí sus palabras. ¿No pensé yo exactamente lo mismo sobre él hace unos minutos? ¿Realmente he estado hablando en voz alta todo este tiempo? De pronto, todo su entretenimiento tenía sentido. La humillación era demasiada para mí de manejar con todo lo que está pasando en este momento, todos esos puntos negros en mi visión finalmente se agrupan formando un enorme manto negro.
-.-
Sólo pasé una noche en el hospital, pero aun así llegué a casa con un dolor de cabeza ardiente. Entre el dolor y los analgésicos, estuve bastante fuera de mí durante más de dos días. Mi habitación era amplia y bien iluminada dado que mi ventana se encontraba abierta cuando desperté, pero la luz hizo que mi cabeza doliera como un hijo de ya-sabes-qué. Tiré mi brazo sobre los ojos y alcancé al lado de mi cama, donde siempre tenía una de esas cosas para alcanzar. Normalmente la uso cuando dejo mi dispositivo de juego en la mesa de noche, o se me cae uno de mis caramelos, pero hoy lo usé para agarrar mi persiana.
Conmoción cerebral o no, tenía una excelente coordinación de ojomano, y con sólo un poco de agarre, me sumergí en la oscuridad total.
—¡Oye! —protestó Rapunzel inmediatamente.
La voz de Rapunzel no es lo que quieres oír cuando te estás recuperando.
—¡Fuera de mi habitación! —gemí, ya que realmente no tenía la energía para gritar.
—De ninguna manera. Tienes una vista mucho mejor que la mía: El chico nuevo está jugando dardos en su garaje.
—¿Dardos? ¿Quién juega dardos?
Rapunzel levantó las persianas de nuevo. Hubiera protestado por la acción, si no hubiera escuchado lo que dijo.
—¿A quién le importa? Lo hace sin camisa.
Me levanté de la cama, encontré un par de gafas de sol oscuras, y empujé a un lado a Rapunzel para echar un vistazo. Justo cuando miré, el chico nuevo movió su muñeca y envió un dardo justo al centro del blanco. Sonrió para sí mismo mientras cruzaba el garaje y admiraba su objetivo, entonces tomó su camisa. Me preocupaba que fuera a ponérsela de nuevo, pero en lugar de eso, la utilizó para limpiar el sudor de su rostro y comenzó un alto consumo de la botella de agua.
—Esto es incluso mejor que Grey's Anatomy —suspiró Rapunzel, dejándose caer sobre mi cama cuando él desapareció en su casa.
—Se ha ido. Puedes irte ahora —le dije, empujándola fuera de mi camino para poder recostarme
Puse las mantas por encima de mi cabeza, pero Rapunzel les dio un tirón hacia atrás.
—Levántate y vístete —me dijo—. Vamos a ir allá.
—¿Qué?
—Vamos mientras sepamos que está en casa.
—¿Por qué tengo que ir?
—Tienes una excusa para ir allí. Yo no. Debes saber aunque sea el nombre del chico que te salvó la vida.
—¿No te dijo su nombre? ¿Acaso no pasaron horas coqueteando en la sala de espera mientras me encontraba inconsciente?
Me reí cuando Rapunzel frunció el ceño. Al parecer, la respuesta a mi pregunta era negativa.
—Tan pronto como llegamos al hospital, dejó que te llevaran adentro y luego dijo que se tenía que ir.
—¿Sólo nos dejó en el hospital?
Pensé que eso era extraño, pero Rapunzel no concordó.
—No es como si pudiera haber hecho otra cosa. Ellos no lo hubieran dejado volver con nosotras, porque no era de la familia.
—Aun así. ¿Dejó a dos chicas solas en la sala de emergencia y ni siquiera se quedó para ver si estaba bien? Hay algo muy extraño acerca de ese tipo.
Rapunzel finalmente perdió la paciencia conmigo y empezó a dar golpecitos con el pie, junto a mi cama.
—Mueve tu perezoso trasero ahora mismo o me veré obligada a sentarme aquí contigo todo el día.
Ugh. Ella lo haría. No tuve más remedio que arrastrarme de la cama. Cuando me levanté, Rapunzel entrecerró sus ojos hacia mí.
—Nada sucio, no jeans con agujeros, y absolutamente ninguna sudadera de hockey. Cuando estés vestida, voy a peinar tu cabello de modo que podamos cubrir esas puntadas desagradables. Gracias a Dios que el corte es bajo, de otro modo tendría que afeitarte la mitad de su cabeza —espetó Rapunzel y cerró la puerta al salir.
Bajé la persiana de nuevo para poder cambiarme, y no es que lo estuviera buscando ni nada, pero noté que el chico nuevo había reaparecido en su garaje. Examinó el dardo que seguía atascado en el objetivo, y luego sacó algo de su bolsillo trasero. Lo lanzó tan rápido que ni siquiera vi el cuchillo hasta que se clavó en el centro del blanco, en el punto exacto en el que el dardo había estado momentos antes, atravesándolo también.
No había sonrisa en su rostro mientras admiraba su objetivo esta vez. Sacó el cuchillo del objetivo y luego tan rápido como la primera vez, lo arrojó de nuevo. La acción fue tan rápida que me tomo un minuto para averiguar dónde aterrizó. Pero entonces vi un maniquí en la esquina del garaje, balanceándose en el lugar y con el cuchillo clavado en su garganta. Con un gemido de sorpresa, velozmente me agaché fuera de la vista desde la ventana. Salté hacia atrás tan rápido que me golpeé la parte trasera de mi cabeza contra la puerta del armario, justo en la maldita herida, y grité como si no hubiera mañana.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Rapunzel, irrumpiendo en mi habitación, una vez más. Me echó un vistazo y su ceño se frunció un poco más—. ¡Ni siquiera estás vestida todavía!
—¡El chico nuevo está loco! —susurré, tirando de ella fuera de la vista de la ventana.
Rapunzel se soltó de mis manos y miró por la ventana.
—No hay nadie allá afuera.
Miré de nuevo y él ya había vuelto a entrar, al parecer, llevándose también el cuchillo.
—Tenía un cuchillo. Lo tiró en ese maniquí. Degolló a esa maldita cosa. Alcanzó el punto muerto, como si pudiera hacerlo con los ojos vendados.
Rapunzel puso los ojos en blanco y luego sacó el frasco de pastillas con receta de mi mesita de noche.
—¿Cuántos de estos tomaste?
—No estoy drogada con analgésicos, idiota.
—Suenas como si lo estuvieras —soltó un gemido frustrado y me empezó a tirar fuera mi habitación.
—¡No voy a ir allí! —protesté—. ¡Y tu tampoco! ¿Y si apuñala tu garganta después?
La mirada que me dio, me fue suficiente para saber que no iba a escucharme. Cuando empezó a dirigirse por el camino, mis ojos se centraron de nuevo a la casa del otro lado de la calle, y entonces, naturalmente, se abrieron paso hasta su ventana. Las persianas estaban bajas, pero algunas grietas se encontraban abiertas, y podía jurar que vi una sombra de pie detrás de ellas.
¿Qué se suponía que debía hacer? No podía dejarla ir hacia allí sola. El tipo era un psicópata. Primero mató al perro de los Beast, ¿y ahora era un experto en lanzamiento de cuchillo?
—¡Rapunzel, espera! ¡Muy bien! Iré. Sólo… espera.
—Diez segundos —me gritó.
Me puse la primera camisa que encontré, y que no tenía el número de nadie en ella, ignoré los agujeros no solicitados en mis jeans, y luego, con cuidado, tiré de mi pelo en una trenza. Habíamos llegado a su buzón de correo cuando un coche hizo sonar la bocina detrás de nosotras. Extendí una mano para agarrar mi cabeza palpitante mientras que Rapunzel se dio la vuelta para saludar a la compañía inesperada. No tengo ni idea de cuál de sus tropecientos admiradores masculinos estaba en el coche, pero uno de ellos bajó la cabeza por la ventana y habló.
—¡Hey, Rapunzel! Todos vamos al parque para disfrutar del fútbol frisbee. Barf y Belch están trayendo una barbacoa.
Rapunzel miró con nostalgia atrás, hacia la casa del chico nuevo. Suspiró y luego se metió en el coche sin ni siquiera una segunda mirada hacia mí. Pude escuchar su grito de alegría mientras el coche se alejaba a toda velocidad. Suspiré también, pero el mío era un suspiro de alivio. Toda aquella terrible experiencia me dejó particularmente agotada, y mi cabeza se sentía palpitante. Sobre todo porque me había golpeado de nuevo.
Me dirigí a casa negándome a mirar por encima del hombro hacia la casa detrás de mí, y me metí directamente en la comodidad de mi cuarto oscuro. Me tragué una de las pastillas en mi tocador, encendí mi ventilador, me desplomé en la cama y esperé a que los analgésicos me dejaran inconsciente.
-.-
No sé cuánto tiempo dormí, pero cuando me desperté, fui asaltada por la luz del sol otra vez. Tomé la cosa para alcanzar de nuevo, y con tanta facilidad como lo había hecho antes, bajé la persiana. Estaba a punto de gritarle a Rapunzel que saliera de mi habitación, cuando una extraña voz rompió el silencio.
—Ahora eso fue casi tan impresionante como tu puntuación más alta en el Skateboard Pro 2003. He estado tratando de vencerte por tres horas y ni siquiera pude acercarme.
Bajé la mirada para ver una figura en sombras, tendida en mi puff jugando con mi X-box y, bueno, ¿qué otra cosa iba a hacer? Grité tan fuerte como pude. Sólo que cuando lo hice casi logro que mi cabeza estalle, así que no fue tan impresionante y se convirtió en un gemido con bastante rapidez.
—¿Astrid? —dijo con otra sonrisa el desconocido, cuya voz de repente parecía muy familiar—: Vas a crearme un complejo si continúas gritando así cada vez que nos encontramos.
Me sentí como si tuviera que temer por mi vida, pero incluso en el cuarto oscuro podía verlo sonreír hacia mí desde debajo de esas pestañas por las que Rapunzel hubiera matado. Ese rostro debería ser ilegal. A medida que continuaba tendida, hipnotizada por su belleza, su sonrisa se volvió un poco ladeada.
—¿Te sientes bien? —preguntó con una voz que ningún hombre había utilizado alguna vez para dirigirse a mí, como el terciopelo y las hormonas mezcladas. Temblores se lanzaron a través de mí, y no creo que él no se diera cuenta de mi reacción, como mi corazón hiciera cosas extrañas en mi pecho por ejemplo.
Cuando tragué saliva y asentí, su sonrisa se ensanchó.
—Hiccup Haddock —dijo con un brillo en sus ojos verdes.
—Hiccup —suspiré de forma automática, y luego un segundo más tarde fui capaz de recuperar mi cabeza. Un poco. Soné sin aliento, pero me las arreglé para expresar mi preocupación principal—. ¿Qué demonios estás haciendo en mi habitación y con que derecho tratas de batir mi récord Skateboard Pro 2000? Lo cual, para que sepas, nunca va a suceder.
Ahora que podía respirar de nuevo, empecé a sentarme. Sin duda, podría haberlo conseguido por mi cuenta, pero en el momento en que me moví, Hiccup se levantó de un salto.
—Ten cuidado. —Ahuecó la almohada para mí y suavemente me ayudó a inclinarme un poco. Cuando me encontraba situada preguntó—: ¿Estás bien? ¿Necesitas que te traiga algo?
Sacudí la cabeza con incredulidad. Ningún hombre jamás había hecho algo así por mí antes. Quiero decir, mis amigos habrían venido a hacerme compañía y todo, pero aún así hubieran hecho piedra papel o tijera para ver quién tenía que ir abajo a conseguir los refrescos.
Negué con la cabeza y dije lo primero que se me ocurrió.
—Has matado a Meatlug —Extraño, lo sé. Pero de ninguna manera iba a admitir lo que realmente iba mal: que me volvía loca que me trataran como a una niña.
Hiccup se dejó caer de vuelta en mi puff.
—El perro está bien. ¿Qué clase de persona crees que soy? De hecho me sorprendió. Estuvo rompiendo mi patio trasero antes de que regresara del hospital.
—No sé qué tipo de persona eres. No te conozco. Lo que me recuerda. ¿Qué haces en mi habitación?
Pensó en no responder a mi pregunta de nuevo, pero luego se encogió de hombros.
—Tu hermana te dejó. No creo que debas estar sola en tu condición.
—¿Mi condición? Tengo dolor de cabeza. No soy una inválida. No necesito una niñera.
—Astrid —Su voz hizo sonar lo que dije como algo absurdo—. He estado muriendo por qué vengas a presentarte desde el día en que me mudé. No fue amable de tu parte esta mañana que ibas a verme y luego te diste la vuelta y regresaste a tu casa.
—¿Qué? —jadeé.
—No sé cómo funciona aquí, pero de donde vengo, es habitual que la gente vaya a darle la bienvenida a sus nuevos vecinos.
—Rapunzel se acercó allí para invitarte a su fiesta en la playa el otro día. Sabía que te encontrabas en casa cuando ella se acercó, y no respondiste a la puerta.
Sus ojos brillaban con sorpresa y le tomó un minuto antes de que pudiera responder. Me di cuenta de que sólo había admitido que lo espiaba, pero, por suerte, parecía estar más preocupado porque lo hubiera atrapado.
—¿Rechazaste a Rapunzel? ¿Eres gay o algo así? Nadie ignora a Rapunzel.
—Ella no era la hermana que esperaba que viniera a verme.
¡Qué!
—¿Yo? —Me reí para ocultar mis nervios repentinos—. Por favor.
Había sido algo malo para decir. Hiccup se puso muy tranquilo de repente.
—¿Quieres que me vaya?
Algo sobre el chico me inquietó, pero la idea de él dejándome, sorprendentemente, hizo que mi estómago crujiera.
—No lo sé —le dije con sinceridad. Tenía la esperanza de sonar casual. No quería que él supiera que me entusiasmaba y asustaba.
Me sonrió de nuevo, pero estaba menos seguro de alguna manera, creo que tenía miedo de que en realidad pudiera echarlo. Me relajé un poco, pero no sabía qué decir, así que esperé a que hablara. Se levantó del puff y en su lugar se sentó en mi tocador, tomando entre sus manos la única foto enmarcada que guardaba en la habitación.
Era una foto de Jack, Eret, Fishlegs y yo, todos en nuestro equipo de hockey. La nariz de Jack sangraba, a Fishlegs le falta un diente, y Eret, cuyo ojo se veía morado e hinchado, me llevaba en sus brazos. Pero todos sonreíamos como si hubiera sido el mejor día de nuestras vidas.
Me encantaba ese cuadro. Hiccup parecía disfrutarlo también. Lo estudió durante unos minutos con una sonrisa en su cara, y con el tiempo se volvió hacia mí. Señaló al chico que me sostenía.
—Este es Eret, ¿cierto?
—Um, sí. —Me sorprendió—. ¿Cómo lo sabes?
—Sólo una suposición. De todos estos tipos, parece ser el que tiene las nueve mejores puntuaciones detrás de la tuya en Skateboard Pro 2000.
No pude evitar sonreír ante eso.
—Ha estado obsesionado con batir mi puntaje durante casi un año. Nunca lo hizo, sin embargo. Si alguna vez lo hace, voy a tener que superarlo diez veces más y limpiar su nombre completamente fuera de la lista.
Hiccup miró a la imagen un poco más y luego levantó los ojos.
—¿Es tu novio?
—¡No! —jadeé, demasiado horrorizada por la idea de sonrojarme ante la pregunta. Señalé la foto—. Era el único lo suficientemente fuerte como para llevarme a casa ese día. Un niño en el equipo contrario me había dado un golpe bajo. En realidad, me desgarró un ligamento del tobillo. —Volví a sonreír al recordar la lucha que causó—. Como puedes ver, los chicos no son demasiado amables con eso. Ni siquiera sabía que me encontraba herida antes de que comenzaran los puñetazos. Fue uno de los mejores momentos de la historia del hockey callejero.
Hiccup sonrió ante la historia y señaló hacia la imagen de nuevo.
—¿Qué pasa con estos tipos? ¿Alguno es tu novio?
Oírlo decir la palabra novio fue igual de sorprendente la segunda vez, y esta vez me hizo sonrojar, porque me daba vergüenza que aquel desconocido estuviera preguntando sobre mi vida amorosa, algo que, por supuesto, no tenía.
—Ninguno de ellos es mi novio.
Lo miré con los ojos entrecerrados, pero aún así descubrió la verdad. Me miró un momento y luego preguntó.
—¿Alguna vez has tenido novio?
Mi silencio respondía a su pregunta. Creo que esa era la reacción que esperaba, ya que se inclinó cerca de mí. Instintivamente traté de alejarme de él, pero al ver que yo me hallaba en la cama, y él bloqueaba mi escape, lo único que podía hacer era hundirme en la almohada.
—Me pregunto… —dijo cuando yo ya no podía hundirme más. Apoyaba mi espalda otra vez, ignorando la incomodidad que la presión causaba a mis puntos de sutura. Se inclinó completamente sobre mí, atrapándome entre sus manos y flotando con los brazos extendidos directamente encima de mí. Cuando volvió a hablar, fue con un susurro. Un aterciopelado y suave susurro, peligroso—. ¿Alguna vez has sido besada, Astrid?
Tomé una respiración profunda y luego la sostuve mientras la sangre se retiraba de mi rostro. Quedé congelada, completamente aterrorizada por este hermoso chico y lo que parecía que estaba a punto de hacer. Cuando Hiccup se inclinó y llevó una de sus manos a mi cara, me estremecí tan violentamente que lo sobresalté. En lugar de besarme, que es lo que estaba bastante segura de que quería hacer, se sentó de nuevo.
—Está bien. Relájate. —Apartó el cabello de mis ojos, y luego corrió el dorso de sus dedos a lo largo de mi mejilla—. Cuando estés lista. —Sonaba como si fuera una promesa.
—Quiero que te vayas ahora —dije en voz baja cuando por fin pude recuperar el aliento.
Hiccup sacó su mano de mí, sus ojos estudiando la míos.
—Nos vemos, Astrid —dijo, y luego desapareció por la ventana.
Escuché durante su retirada, pero no hizo ningún sonido. Cuando estuve segura de que se había ido, corrí hacia la ventana y la cerré con llave. Luego, paseé por la casa e hice lo mismo con todas las ventanas y las puertas también.
Durante el siguiente par de días evité la casa de enfrente. Todavía echaba algún vistazo ocasional por la ventana durante los entrenamientos, pero mis días de espionaje obsesivo se habían acabado. Entonces la noche del sábado, Camicazi Bog-Burglars fue asesinada y las cosas lentamente empezaron a cambiar.
-.-
¡He jodidamente vuelto! La verdad es que esta adaptación fue totalmente un impulso de hoy. No tenía contemplado hacerla y mucho menos subirla. Para algunas hermosas personas que me han leído por aqui, quiero pedirles una disculpa por haber desaparecido tanto tiempo. Esperaba que mis asuntos fueran a solucionarse en un mes, o menos, pero la cosa fue totalmente diferente y no es hasta este momento que por fin me siento para volver a atacar FF con mis delirios literarios (Esperen una actualización de Entre el Aire y la Tierra... prooonto)
En cuanto a este nuevo proyecto, como ya dije, es una ADAPTACIÓN de un libro, sólo con ligeros cambios. La historia es totalmente entretenida y los personajes muy parecidos a HTTYD, por lo que puedo asegurarles que encontraran bastante encantadora esta historia.
Advertencia: Muerte de personajes. ¡Apuestas, apuestas por chicas rubias que conozcan de películas! ¿Quien morirá? (jeje, esto será divertido)
Besos, Higushi.
