Este fic participa en el reto "Amortentia al azar" del foro "La Sala de los Menesteres"

Nada de esto me pertenece a mí, sino que es todo obra de la mente maestra de Rowling. Jo, lo sé, los he dejado sorprendidos.

Alerta: cualquier falta ortográfica, error de redacción o de teclado, será arreglado a su debido tiempo -esto es: cuando me den las ganas de releerlo-.


Tarta de melaza

Un suave vapor invade las mazmorras del castillo. Entre esto y el calor natural de los primeros días de verano, es casi insoportable estar en ese sitio. Por fortuna, son pocos los alumnos de séptimo que se preparan para los ÉXTASIS, por lo cual se ahorran el inconveniente de tener poco espacio y compartir el mismo aire con más de una docena de personas.

En la mesa de Gryffindor hay seis alumnos. Sirius Black remueve lentamente su caldero, cuyo interior es una especie de grumo marrón, al tiempo que James Potter trata de ponerle más garras de hipogrifo para que adquiera el color debido.

―Esto no está funcionando, James―dice el primero, frustrado.

―Te dije que debíamos ponerle los cuernos antes de dejarla reposar un mes.

―Ya, ahora es mi culpa, cómo no.

Junto a ellos, Marlene McKinnon y Dorcas Meadowes tampoco están teniendo mejor suerte. Y también pelean por eso.

Y a su otro lado, están Remus Lupin y Lily Evans, terminando su perfecta poción.

―Creo que ha tenido un tiempo de reposo más largo de lo recomendable―se lamenta Remus.

―Eso solo aumentará su efecto―señala ella. Cierra los ojos, inhala y suelta un suspiro. A su amigo le causa gracia―. ¿A qué huele para ti, Remus?

A Lily le gusta estudiar, investigar, indagar. Le gusta saber sobre la historia mágica y muggle, le gusta saber sobre cosas extraordinarias y sobre aquellas que la acompañan todos los días. Es quizá por eso, que Lily sabe que el olfato es el sentido con más memoria de todos. Sabe que un simple olor puede disparar su cerebro y llevarla directamente a un lugar en el pasado, por más lejos que esté en el tiempo. Y hay olores que simplemente se le inyectan bajo la piel y la acompañarán toda la vida.

―A bosque… a chocolate y a… ―Remus frunce el ceño―. Creo que es chicle.

―¿Qué es eso? ―inquiere Sirius.

―Una golosina muggle―le responde James―. ¿Para ti a qué huele, Lily? ―inquiere impaciente.

―Mmm… Es extraño… Creo que es tarta de melaza.

―No te gusta la tarta de melaza―comenta Marlene.

―A James sí―la sonrisa de Sirius es maliciosa, total y completamente intencional.

Lily mira fijamente a James y esa mirada esperanzada la lleva directamente a la primera semana de setiembre de su tercer año en Hogwarts.

Estaba cenando en el Gran Comedor junto a Marlene, Mary y Dorcas. Un poco más allá, se encontraba ese grupo de chicos que le generaban tanta irritación como intriga. Cuando la cena hubo terminado y se sirvieron los postres, James Potter -con su cabello negro despeinado, su sonrisa de niño bueno y esos ojos marrones tras las gafas- se sentó frente a ella.

―¿Qué hay, Evans? ―dijo en tono casual.

―Hola, Potter―le dirigió su mejor mirada de indiferencia, para que quedase claro que no quería tener nada que ver con él.

―Oye, no sé si sabías… bueno, seguramente lo sepas, porque eres muy lista y siempre estás en todo… Además, eres muy perceptiva, por lo cual, aunque no lo supieras antes, seguramente te hubieses…

―¿Qué quieres, Potter? ―le preguntó con impaciencia.

El chico tomó aire y un pedazo de la tarta de melaza que estaba frente a él, la cual Lily había evitado a toda costa por su desagradable olor.

―En octubre es nuestra primera incursión a Hogsmeade―comentó con una despreocupación demasiado estudiada.

―Lo sé.

―¿Ves? Te dije que lo sabías. En fin, quería preguntarte si…

―No―volvió a interrumpirlo, mientras dirigía nuevamente toda su atención a su postre de chocolate.

―No sabes qué iba a preguntarte.

―Ibas a invitarme a salir. Y la respuesta es no.

James alzó las cejas, algo impresionado. Terminó de comer su pedazo de tarta con total tranquilidad, como si no acabara de sufrir su primer rechazo amoroso. Luego puso ambas manos en la mesa, se incorporó y se inclinó sobre esta. Su cara quedó a tan solo un palmo de la de Lily. Sonrió con dulzura. Sus ojos no habían perdido la esperanza.

―Te dije que siempre sabías todo.

Su aliento a melaza le inundó los pulmones, pero no creyó que fuese desagradable -tampoco creyó que fuese agradable, porque eso hubiese sido algo rotundamente inaceptable-.

―Te veo luego, Evans―añadió antes de irse a reunir de nuevo con sus amigos.

Lily sonríe, de vuelta en las mazmorras. Aquella fue la primera vez que James Potter la invitó a salir.


N/A:

Palabras: 731.

Gracias a cualquiera que vaya a leerlo.

Saludos desde el pequeñísimo rinconcito del mundo,

Ceci.