DISCLAIMER: Hetalia no es de mi propiedad. La imagen que uso de portada tampoco lo es.
ADVERTENCIAS: Universo alterno. Nombres humanos. Uso de Nyos. Notas al final de página.
PAREJAS: Multipairing. Principalmente InglaterraxNyoUsa. También EspañaxNyoRomano, GreciaxNyoJapon, PruHun, DenNor, SueciaxNyoFinlandia, HolandaxPortugal, FranciaxNyoCanada, entre otros.
FRATERNIDAD
PRÓLOGO
Calló rendido sobre el libro que desde hacía unos minutos apenas y sostenía. La penumbra que acechaba la habitación era débilmente atacada por la pequeña lámpara de noche que rezaba sobre uno de los escritorios. Su deseo, al igual que el de muchos, lo mantuvo estudiando hasta altas horas de la madrugada… claro que luego de muchas sesiones, todos sus esfuerzos fueron recompensados ingresando a la universidad que siempre había querido.
Hizo una mueca y movió los labios de un lado a otro. Era muy tarde. Pero bueno, le había gustado estar de juerga con sus amigotes, ¿no? Ahora se aguanta. Masajeó sus párpados y dejó el libro a un costado. Vio a sus compañeros, seguro estaba tan cansado como él. Pero valía la pena; estaban ahí por su futuro… todos ahí eran el orgullo de sus familias, no los podían defraudar.
—¡Duérmete ya, infeliz! —ordenó con voz adormilada el albino desde la cama.
—Ya voy —medio rió. Medio acomodó sus cosas, apagó la lámpara de su escritorio y apenas y atinó a sacarse los zapatos antes de caer más muerto que vivo sobre su cama.
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El reloj bordeó las cuatro de la mañana y en una habitación distante; en otro edificio para ser más específicos, una joven rubia dio vueltas por enésima vez en su cama… el insomnio era parte de su realidad habitual.
Suspiró pesadamente al ver dormir plácidamente a su compañera. Pensó en ir a dar un paseo, más el toque de queda rápidamente surcó sus pensamientos, haciéndola desistir de la idea. Además, si estaba en ese lugar era sólo por un favor que le había hecho Sakura (que de paso casi le conlleva un par de problemas); no podía simplemente salir y arriesgarse a que la atraparan. Claro, en cualquier otra situación habría ignorado olímpicamente las reglas.
Se acomodó lo mejor que pudo y cerró los ojos; si no podía dormir, al menos procuraría que su cuerpo estuviera descansado.
Lo necesitaba.
¡Tal vez qué le harían mañana!
Pero, ¡Ah! Positividad, positividad, se repitió mentalmente la joven, una y otra vez. Era una tradición, ¿no? A ella le gustaba la historia, bueno, sólo la de su país, pero por suerte estaba en su querido país así que no tenía inconvenientes. ¡Qué más daba si la obligaban a ir con una cabeza de pescado colgando de su cuello!
O si la hacían revolcarse en el lodo. Incluso estaba dispuesta a raparse.
Positividad, positividad ante todo.
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¿Cuánto tiempo había soñado con ese momento? Y por fin estaba ahí. Caminó rápidamente por el campus para así llegar lo antes posible con su mejor amiga, Sakura, quien amablemente se había ofrecido a darle un paseo guiado por las instalaciones.
Corría agosto, el sol y el calor estaban en su máximo apogeo y la norteamericana no podía ser más feliz con ello; el verano era su época favorita. La japonesa la recibió con una gran sonrisa y una reverencia típica de su cultura; Emily hizo una mueca, llevaban años de conocerse, desde el colegio… un poco de emoción por verla luego de tanto tiempo no la iba a matar, ¿verdad?
Ignoró olímpicamente el fuerte sonrojo que se apoderó de las pálidas mejillas asiáticas, quería abrazar a su amiga, ¡la extrañó muchísimo! Iban ya dos años que no se veían.
Emily apenas comenzaría la universidad; Sakura, por el contrario, iniciaría ya su tercer año. Más al contrario de lo que se podría pensar, ambas jovencitas tenían la misma edad. Emily comenzó a chillar emocionada, sin lugar a dudas el lugar la emocionaba, no por nada era la universidad pública más grande de los estados unidos; apuntaba cada flor como si fuera la primera vez en su vida que veía una, así como cada árbol, el pasto y los edificios, que era en verdad lo único realmente nuevo para ella. Sakura trató de disimular su bochorno, tranquilizándose ante el hecho que estaban prácticamente solas en el campus, pues las clases iniciarían el mes siguiente.
Más pasar frente a las hermandades era otra cosa; éstas siempre tenían gente, no podían darse el lujo de tenerlas abandonadas; alguna fraternidad enemiga podía hacer abuso de ello y hurgar en medio de los vulgarmente conocidos paños sucios.
Bien lo sabía la japonesa. En su segundo año se había unido a Delta Sigma Nu, una fraternidad únicamente se chicas —no le gustaba eso de hombres y mujeres durmiendo en la misma habitación, se prestaba para muchas cosas—. El haber sido admitida, luego de la semana más larga de su vida, bien había valido la pena; le había tomado un año quitarse el estereotipo que tantas veces vio en las películas y más que nada impulsada por su en ese entonces compañera en los dormitorios comunes, se armó de valor.
Guió a Emily hasta su habitación. La norteamericana deseaba ingresar a la misma fraternidad que su amiga y ya tenía medio camino listo; lo primero era ser invitado por un miembro, luego venía la verdadera prueba, ¡pero qué va! Emily Jones estaba dispuesta a todo. La rubia dio un suspiro al ver que la habitación de su amiga estaba al final del pasillo del tercer piso… ¡y no había ascensor! Lloriqueó a tientas, en tanto la japonesa le explicaba que las habitaciones eran otorgadas a modo de jerarquía, vale decir: si eres nueva, te toca hasta arriba; a medida que avances tus estudios, ibas bajando de piso hasta quedar cómodamente posicionada en la primera planta.
Pero sencillamente le parecía inhumano que un edificio tuviera cinco pisos y ni un mísero intento de ascensor.
La puerta de la habitación de Sakura era de madera sencilla y estaba adornada con dos plaquitas donde salía el nombre de ella y de la que supuso era su compañera. Bufó. Le hubiera gustado compartir con ella.
Pronto quedó anonadada, ¡era más grande de lo que pudo haber supuesto! No creyó errar al suponer que ahí aún cabía una cama de dos plazas, o una litera… tenía un pequeño fetiche con ellas; desde niña había querido una, pero su hermana no se sentía adepta a compartir habitación con la entonces pequeña —y aún ruidosa— rubia. Maldijo internamente a su gemela.
—… por allá está el baño, el closet lo compartimos, aunque no hay problema con eso —medio rió, al tiempo que finalizaba su pequeño discurso.
—¡Qué envidia te tengo! —movió los brazos haciendo aspavientos, tenía mucha energía. Por lo mismo al llegar la noche caía más muerta que viva sobre la cama.
Sakura rió apenas. Emily Jones no había cambiado ni en un ápice, seguía siendo la misma chiquilla extrovertida, demasiado sincera y con mucha energía que se convirtió en su mejor amiga cuando fue transferida de su natal Japón a Estados Unidos.
Ya hacían casi seis años desde ello.
El resto del día la pelinegra continuó mostrándole las instalaciones, y se sintió en la necesidad de señalar la constitución de las demás fraternidades; no quería que Emily entrara en Delta Sigma Un solo por ella… pensó que tal vez estuviera interesada en otra, incluso en Alpha Lambda Chi, que sin lugar a dudas era la más conocida, pues era la única hermandad mixta del campus. Emily notó las intenciones de su amiga y la detuvo por lo hombros antes de dedicarle una cálida sonrisa, una que reservaba para solo unos pocos.
Ni aunque las otras fraternidades ofrecieran hamburguesas 24/7 se iría lejos de su mejor amiga. La japonesa desvió el rostro, azorada.
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Un joven albino de no más de veinte años extendió un mapa del campus sobre la mesa de reuniones de Sigma Phi. Un "kesesesese" resonó por la habitación, luego señaló los puntos marcados con una equis roja al tiempo que comenzaba con su discurso. En la habitación, adornada únicamente por una mesa alargada con sillas y un par de fotografías en las paredes de los ex miembros más influyentes, se encontraban apenas y algunos alumnos de cursos superiores.
Arthur, el rubio que caracterizaba por sus gruesas cejas, tomó la palabra para dar algunas sugerencias a la idea ofrecida por Gilbert… en sí le gustaba la idea de obligar a los aspirantes a revolcarse en lodo, pero era muy común; creyó que sería más emocionante si además agregaban tripas de pescado y tomates podridos. Todos aplaudieron su iniciativa, salvo por Antonio, quien frunció los labios ante la visión de sus queridos tomates llenos de tierra. Gilbert acentuó su sonrisa al imaginar a su hermano menor revolcándose como un cerdo. Pero, ¡hey! El también había tenido que sufrir un par de humillaciones.
El rush week estaba a poco de comenzar. La primera semana de clases estarían ocupados casi exclusivamente en fichar potenciales nuevos miembros, en tanto otro grupo anotaría a los aspirantes que, sin ser llamados, deseaban unírseles. Una vez pasada lo de la tediosa entrevista —una mera formalidad—, comenzaría lo bueno: la segunda semana, mejor conocida como pledge week.
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Quizás alguien reconosca la historia. Hace años la había subido y nunca la concluí, luego la borré y un largo etcétera. Por lo demás la tengo bastante avanzada.
Respecto ahora propiamente tal, lo de las fraternidades, es decir, sus nombres en realidad no es algo relevante. Eventualmente dejaré una notita para mayor claridad, así mismo pondré quién pertenece a cual y tal.
Subiré de inmediato el primer capítulo :)
¡Saludos!
_Erzebeth
