Prólogo.

Honoka parpadeó confundida al leer el papel que estaba dentro del sobre. Era tan breve que pensó en lo innecesario de aquello. El mensaje decía "Hazte cargo de ti misma".

Okey... Repasemos.

Sus padres habían salido a quien sabe dónde y la habían dejado sola con Yukiho. Ambas estaban a cargo de Homura. Esto pasaba de vez en cuando; las hermanas lo llamaban vacaciones esporádicas en plena jornada laboral. tal vez ambos estaban un poco cansados de ellas. Solían demorarse al volver a lo mucho unas 3 semanas. Durante el tiempo que pasaban solas llamaban cada tanto para cerciorarse de como estaban y (aunque no lo quisieran admitir) para verificar cómo iba el negocio.

Estas salidas habían comenzado desde que Honoka tenía quince años y era 'lo suficientemente madura como para hacerse responsable de casa'. Aunque al parecer confiaban más en la menor de las Kousaka, que era a quien dejaban todas las indicaciones bajo la indignada mirada de la amante del pan.

Las indicaciones generales siempre estaban escritas en una sencilla pero extensa nota pegada el refrigerador. Nunca habían dejado un sobre y menos con un mensaje así.

En la hoja pegada con imanes siempre había un posdata que decía "cuídense, las queremos" o un "no quemen la casa mientras no estamos". Siempre dirigida a ambas. Pero éste sobre tenía su nombre escrito con mayúsculas. Tampoco reconoció la letra. Definitivamente no era de su madre pero tampoco era de su papá. Se le hacía ligeramente familiar pero nada venía a su mente.

Decidiendo que no era importante guardó la carta en el bolsillo de su abrigo y abrió la tienda.

Pasó el tiempo casi sin darse cuenta. Lo bueno de que sus padres no estuvieran era que podían cerrar más temprano. Aprovecharon la oportunidad y así lo hicieron, Yukiho salió a algún lugar y ella se quedó sola.

Buscó algo de beber en el refrigerador. Al cerrar vio una nota pegada -la que no se había molestado en ver antes- sacó la carta que había guardado y comparó inútilmente mientras tomaba el jugo que había sacado.

Subió a su habitación y se tendió en la cama para luego suspirar de aburrimiento. Abrió los ojos con sorpresa al sentir un bulto a su lado, estaba cubierto por las mantas ¿Qué era eso? Ella había ordenado su habitación lo mejor que sus ánimos le habían permitido y no recordaba algo así entre las imperfecciones que habían quedado. Con curiosidad y algo de temor sacó las sábanas y aguantó un grito al ver a una pequeña niña profundamente dormida.

Cerró los ojos y contó hasta diez, respiró profundamente antes de abrirlos... Y cuando lo hizo seguía ahí. La joven líder entró en pánico. Habían mil preguntas rondando su cabeza. Pero la más importante era ¿Cómo había llegado esa niña a su cuarto? Verificó la ventana y estaba con seguro. -Aunque dudaba que una niña de aproximadamente 3 años haya subido a un segundo piso-

"Oh no, esto no puede estar pasando ¿Quien es? ¿Cómo llegó aquí? ¿Debería llevarla a la estación de policías?... Pero si me preguntan donde la encontré y digo que en mi habitación ¡Me acusaran de secuestro! ¿Y si le digo a Yukiho? No...Ella también me acusará y probablemente será la que me entregue..."

Mientras Honoka suponía mil y un maneras en las que iría a la cárcel, la pequeña despertó, lo primero que había visto era a la joven sentada a un lado suyo. Miró a su alrededor curiosa y lejos de asustarse y ponerse a llorar como lo haría cualquier otro niño comenzó a reír. Honoka salió de su ensimismamiento al escuchar aquella risa y fijó su mirada en la pequeña. La Kousaka estaba desconcertada ¿No debería estar llorando acaso? Lo que no sabía la joven era que la niña reía de las caras que hacía al preocuparse; eran exageradas y divertidas a su parecer.

Una vez dejó de reír miró espectante a la mayor, esperando algo. A su vez Honoka ladeó su cabeza en confución mientras la observaba. Algo en esa niña le parecía familiar, ésos ojos azules, ese extraño color de cabello entre el castaño y el naranjo... Un ruidoso gruñido proveniente de su estómago y sorprendentemente también del de la niña, la sacó de sus cavilaciones.

—Ehm ¿Tienes hambre?— preguntó la jóven a lo que la pequeña solo asintió vigorosamente con la cabeza mientras una gran sonrisa adornaba su rostro.

Honoka le pidió que la siguiera pero la niña se mantuvo en la cama, le parecía enorme y, reticente a bajar por su cuenta, la miró con suplica poniendo los mejores ojitos de cachorro abandonado que pudo.

Se acercó y la pequeña estiró sus brazos para que la tomara. Una vez que la iba a dejar en el suelo se aferró con toda la fuerza que una niña de su edad podía a su cuello. Honoka notando que quería ser cargada la llevó hasta el comedor mientras hablaba animadamente, evitando el ambiente silencioso que tan incómodo le parecía.

La pequeña esperó pacientemente en la mesa mientras estaba atenta a todos sus movimientos.

Honoka buscó algo de comer y casi de forma mecánica sacó un pan dulce de la despensa que tenía reservado exclusivamente para sí. Lo miró fijamente y de pronto se sintió mezquina. "Los niños deben alimentarse saludablemente, le daré arroz y ensalada de algo" pensó mientras tenía intenciones de dejar el pan donde estaba.

Para su mala suerte ese apetitoso pan no pasó desapercibido para la infante.

—¡Pan! — gritó y se acercó velozmente a la pobre Honoka que por todos los medios intentaba apurar su acción sin parecer sospechosa. "Así que sí puedes hablar" pensó con ironía la oji azul mayor mientras trataba con la hiperactividad de la niña.

—¿No prefieres un maju? Hay arroz si quieres.—Dijo con su usual voz animada, en un intento de persuasión que no estaba dando resultados positivos, al menos no para ella.

—¡No! ¡Yo pan!— Dijo mientras fruncía ligeramente el ceño y hacía un amenazante puchero.

Sin querer dar su brazo a torcer la adolescente optó por usar su carta secreta, la salud.

— No debes comer dulces, te saldrán caries.— usó un tono tan dulce que aguantó una arcada. Nunca, ni en sus sueños más locos pensó en utilizar ese medio que ella tanto detestaba cuando era pequeña. Su mamá siempre lo utilizaba como último recurso y aunque no funcionó con ella si lo hizo con su hermana Yukiho, deseó con todas sus fuerzas que la pequeña extorsionista no fuese tan insistente.

Y como no todos los deseos se cumplen, terminó cediendo la mitad de su amado pan.

Por más extraño que resulte se sentía satisfecha solo con la mitad, algo muy inusual. Normalmente la mitad no era suficiente para satisfacer su hambre. Adjudicó esto al estrés de lidiar con Pan-chan.

Al no saber el nombre de la niña y ella negarse rotundamente de decirlo decidió apodarla así. Le era incómodo referirse a ella como tú o niña. Y a la menor no parecía molestarle.

—Y... ¿Por qué no puedes decirme tu nombre?

— Poque ella dijo.— Honoka notó como tenía cierta dificultad al pronunciar la letra r, sintió esa conversación como un déjà vu.

—¿Quién? ¿Esa persona te trajo aquí?— Pan, cansada por tanta pregunta solo asintió con la cabeza en un gesto desganado. Un gran bostezo salió de su boca y comenzó a cabecear levemente después de unos minutos.

Honoka la tomó en brazos y la llevó a su cama para que pudiera dormir.

" Me parece conocida... ¿Dónde he visto a esta niña antes?" Honoka frunció el ceño y después de unos minutos de meditación se levantó rápidamente al notar cierto detalle perturbador del que se acababa de percatar. Corrió hacia el álbum de fotografías que estaba en la pieza de sus padres.

Y ¡Oh! Sorpresa, se vió sí misma más joven junto a sus padres pero, ¿Por qué debería ser sorprendente algo así?

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Porque esa niña era idéntica a ella en esa foto.

Ahí está! no me decidía si publicar el fic o no pero al final lo hice xD. disculpen de antemano la cacografía, espero mejorar con el tiempo.

No tengo claro aún en qué categoría debería ponerlo así que si me equivoco agradecería me lo dijeran.