Este One Shot fue inspirado por el capítulo de "The Tale Of Two Dragons", obviamente no es la misma historia que en la serie, pero verán que algunas cosas se comparan. Aun sigo trabajando en la historia de Hipo y el despertar del rey dragón, pero hice este One Shot para experimentar algo nuevo ^..^
La historia es lo bastante larga por lo que la dividí en dos, así que creo que no se aburrirán por un tiempo XD.
oOo
Titulo:
"La Opción Tres".
Por: Risuchan0223.
Género: Amistad y familia.
Personajes: Hipo, Chimuelo, Astrid, Patán, Estoico y Dagur.
1
La vida en Berk ha mejorado bastante con los meses; las cosas con los dragones han sido mucho más fáciles gracias con la ayuda de mis amigos y sobretodo mi compañero Chimuelo. Hemos logrado entrenar a los dragones y lograr una estabilidad con ellos al vivir entre nosotros. Con el tiempo todo mejora… aun que… eso no se aplica mucho con los mismos jinetes…
- Patán, esta vez sí que cruzaste la raya. – se airó Astrid caminando en dirección del grotesco de Patán.
- ¿Yo? Por favor, no seas agua fiesta. – la confronto.
- Wow, wow, tranquilos ¿Y ahora qué pasa? – me interpuse entre ellos dos.
- Este idiota no sabe controlar a su dragón. – señalo con furia Astrid. – Se ha pasado todo el día acosándonos en el cielo y ahora su bestia se ha comido el almuerzo de Tormentula. – llevo las manos a las caderas mientras intensificaba su voz, su acto causo a Tormentula a rugir igualmente en ira.
- Yo no vi que ese barril de pollo tuviera el nombre "Propiedad de Tormentula". Además Dientepua solo comió un poco. – se defendió.
- ¡Y tú la otra mitad!. – grito Astrid empujándolo hacia tras.
Lo cual no era bueno porque Dientepua gruño por el acto de violencia que ella hizo hacia su jinete.
- Vamos chicos, no actúen así, esto no es lo que entrenamos. – los volví a separar, pero ambos aun se miraban con ganas de estrangularse.
Sip, típico en Astrid y Patán. Siempre discutiendo y haciendo lo posible para demostrar quien era el mejor.
- Ya estoy cansada. – grito Astrid mientras se daba la vuelta para subir a Tormentula. – Me niego a seguir trabajando con él.
- ¿Tú? ja, más bien yo. – grito en mi otro oído Patán haciendo lo mismo que ella.
- ¿En serio chicos?. – resople inquietamente. - Tal vez podamos solucionar esto de otra forma. – intente convencerlos.
- Me temo que no Hipo. Ya tome mi decisión. – dijo ella.
- Vamos Astrid, no me des la espalda. – le suplique, pero ella torció la mirada hacia otro lado. – Chicos ayúdenme en esto. – pedí a los gemelos y Patapez.
- Bromeas, esto se pone interesante. – me respondió con una gran sonrisa Brutacio a la vez que se reclinaba sobre la cabeza de Belch.
- Si, no todos los días los ves ponerse así de enojados. – le acompaño Brutilda.
¿Pero en qué pensaba en pedir ayuda a estos dos?. Suspire para confrontar a Patapez.
- ¿Qué? No me mires a mi Hipo, sabes que odio la violencia. Además… Astrid meda miedo. – se acobardo a las espaldas de Gorgontua.
Mi única reacción fue golpearme la frente en frustración. Y como siempre tenía que solucionármelas yo.
- Vamos, chicos. Los dragones son dragones. – voltee para discutir de nuevo con los primeros del problema. – Tal vez Dientepua comió un poco de las piernas de poyo PORQUE a alguien en especifico. – mire irritado a Patán. – Olvido darle desayuno.
- ¿Y que si seme paso?. – me protesto, al menos tenia la inteligencia de saber que estaba hablando de él.
- Pero él también comió del poyo. – gruño de nuevo Astrid señalando al torpe de Patán.
De nuevo resople pesadamente.
- Escúchense, suenan como un palde niños de cinco años peleando por un peluche. – compare a dientes. Lo cual fue mi error.
- Yo creo que el único niño aquí eres tú Hipo. – me reprocho Astrid completamente ofendida.
Al decir esto ella inmediatamente toma vuelo fuera de la academia con Tormentula.
- En algo estoy con ella. Aun no eres el líder de Berk Hipo, así que deja de actuar como uno. – me escupió Patán. Pero sus palabras no me dolieron más que las de Astrid.
- Amm, lamento informarte que Hipo si es líder, al menos de la academia. – informo con su gran e irritante sabiduría Patapez.
- … Cállate Patapez. – reprocho Patán recordando que era verdad.
Él no pensaba escuchar más así que también se fue de la academia con su airado dragón.
Los demás presentes permanecieron en silencio, pero eso sería hablar muy pronto.
- Auch, eso sí que fue intenso. – comento innecesariamente Brutacio.
- Sí, eso debió llegarte al alma ¿No, Hipo? – le acompaño en su burla Brutirda.
- Gracias… por recordármelo. – comente si la molestia de mirarlos.
En mi estado deprimido pude sentir cuando Chimuelo me acaricio la mano. Como siempre él parecía el único de comprender mi dolor.
- Gracias amigo. – le acaricie la cabeza.
Sin remedio a la discusión de Astrid y Patán tuve que suspender la clase ; esto no molesto para nada a los gemelos, ellos estaban más que contentos. Regrese a casa y me encontré de sorpresa con mi padre. Él estaba en su silla afilando su hacha favorita. Pensaba que aun estaría supervisando la aldea, por lo visto ya no.
Él no se tomo la molestia de mirarme cuando entre por la puerta, parecía muy distraído afilando su hacha. No le di importancia a su presencia así que me encamine a buscar el canasto de pescado fresco de Chimuelo. Una vez mi dragón comiendo su almuerzo me detuve a mirar a papá sin que él lo notara.
Vaya, como deseaba decirle la carga que llevaba dentro. Quería desahogarme, ¿pero cómo podría decirle a Estoico el Vasto, gran líder de Berk quien tiene sus propios problemas que escuchara los míos?. Pensar en esto me deprimió aun más. Tal vez este no era el momento para pensar en tonterías como las peleas de mis amigos.
- ¿Su sede algo hijo? – me dijo con tono amable papá.
- ¿Qué yo? – me sobre salte, no esperaba que me notara tan pronto. – No, nada. Todo está completamente bien. – forcé una mirada alegre al sentarme en la silla con mi guisado ya servido sobre la mesa.
- Oh, es bueno saberlo. – volvió a lo suyo aun con su tono amable.
- Sip. – respondí con nervio.
Papá sabía que no era necesaria la respuesta. Era mi padre, obvio que sabía lo que me pasaba. Además, los chismes en Berk se dispersaban más rápido que el viento.
- Escuche que tienes problemas con Astrid y Patan. – indago en el tema. - ¿Quieres que hablemos de eso?.
Justo en el golpe, pensé mordiéndome el labio inferior en la preocupación. En parte quería ser fuerte y demostrarle a mi padre que podía arreglármelas solas. ¡Pero quería gritaaaal!
- No. – mentí de inmediato, pero mi cara decía lo opuesto y papá lo noto, por lo que me lanzo una mirada que decía ¿seguro?.
Desvié la mirada, apreté los puños y los dientes.
Tenía que ser fuerte. Pero…
- ¡AHH, tú ganas, no lo aguanto más!. – golpee la mesa bajo frustración.
Mi acto hizo resaltar a Chimuelo de su canasto de pescado, excepto papá, él ya se esperaba que hiciera eso.
- ¡Me Están Volviendo Loco!. Esla tercera esta mañana que se pelean, no han dejado de discutir y parecen peor que un matrimonio o los gemelos. Se quejan de todo y buscan cualquier pretexto. – me levante de la silla y comencé andar de lado a lado.
Papá me escucho con toda su calma y Chimuelo ya comenzaba a marearse al verme caminar y hablar todos mis problemas.
- He intentado buscarles soluciones, no digo que no funcionen, pero no tiene mucho efecto. En fin, me quedo sin ideas y ya me duele la cabeza. – finalice casi gritando lo ultimo al dirigirme a mi padre.
- ¿Te sientes mejor? – me sonrió.
- Más o menos. – respondí relajando los músculos.
En parte era verdad, sentí que libere un gran estrés al decir todo lo que tenía que decir.
- Sabes hijo, esto es parte de ser líder. – comenzó a consolarme. – No siempre se encuentra la solución así de rápido. Todo necesita su tiempo y paciencia.
- Patán dice en parte que no debería ser el líder. – baje la mirada al recordar tales palabras.
- ¿Y Patán que sabe de ser líder?. – alzo la mirada desafiante mi padre. – El nombre incluso le queda. – burlo el nombre de Patán, lo cual en parte si fue gracioso.
De repente mi padre puso su hacha en el suelo y extendió una mano hacia mí; eso era una invitación para que me acercara. Sonreí nervioso, no era muy frecuente que papá actuara de forma tan cálida. Tome su mano y él de un golpe me sentó en su rodilla. Me ruborice, habían pasado tantos años desde que él no hacia eso,… pero como negar lo, eso me gusto, me hizo recordar cuando era más pequeño.
- Escucha hijo, no tomes siempre la carga de otros. Ha beses es mejor dejar que ellos se calmen y solucionen las cosas a su propia cuenta. – dijo con su mano en mi espalda y voz cálida. – Ellos son amigos… a su manera de hecho, pero son amigos. Incluso yo y Bocón tenemos nuestras discusiones fuertes. – diciendo eso lo mire con sorpresa.
- ¿Tú y Bocón?
- Así es. – sonrió algo avergonzado. – Pero como puedes ver, aun seguimos siendo los mejores amigos de siempre.
- Vaya, no sabía eso. Gracias… papá. Me siento mucho mejor. – le sonreí.
- Y es bueno saberlo. – me devolvió la sonrisa. – Bueno, porque mejor no te vas y das una vuelta por el cielo con Chimuelo. Eso siempre te ayuda. – me bajo de su pierna para tomar su hacha y continuar con el trabajo de afilarla.
Diciendo esto pude ver como Chimuelo se levanto de su esquina con emoción. Amaba los vuelos de la tarde, no más que las de la noche, pero le fascinaba. Le sonreí una última vez a mi padre antes de salir por la puerta. Eso… era amor paterno.
Me encontré de buen ánimo, jamás se sintió tan bien liberar un problema que ni mío era. Felizmente subí en la silla de montar de Chimuelo y ambos fuimos a un paseo.
2
A la distancia un ojo pintado con tres líneas negras como cicatrices miraban por un telescopio al joven jinete y a su Furia Nocturna. Dicho ojo se entrecerró en maldad mientras veía a la pareja de amigos volar sin la mínima idea de lo malo que se aproximaba. Dagur alejo su ojo del telescopio para mostrar una sonrisa altanera y llena de maldad. Oh, como había esperado toda la mañana para ver a Hipo y su dragón finalmente ir a dar un paseo.
El chico de cabello rojizo camino por la proa de su navío a medida que seguía con la mirada al Furia Nocturna. Hipo y su amigo no parecían notar la presencia de aquel barco Berserker, y eso era justo lo que Dagur quería prevenir.
- Míralos, tan tranquilos y disfrutando de la buena brisa. – comento para sí mismo en sonrisa Dagur. – Pero eso no será por mucho hermanito. – cambio el perfil a uno molesto.
En seguida Savage se presenta.
- El área está despejada señor. – informo lo más firme posible.
- ¡Perfecto!. – aprobó Dagur golpeando a Savage en el estomago con el telescopio. – Partiremos ya.
- ¿Seguro señor? – comento Savage.
- ¿Qué parte de partiremos ya no entendiste?. – se acerco al sujeto con mirada fulminante.
- Como… como usted diga señor. – respondió en nervios Savage.
Sin rodeos Dagur, Savage, dos Marginados y un Berserker se guiaron a los bosques de Berk, justo en dirección a la aldea.
3
Papá tenía razón, salir a volar era la mejor elección. La brisa nos calmo a Chimuelo y a mí, esa era la mejor parte de los vuelos de la tarde, el sol caía por detrás de las aguas saladas y los rayos del sol con más razón nos golpeaban con su calidez. Era refrescante y pasivo. Sip, esto sí que era una mejor vida. Nada podía interrumpir este…
- ¡HIPOOO! - escuche a Patapez, su tono sonaba resaltado.
Voltee la cabeza para encontrarme con él y Gorgontua ahora a mi lado. Los dos lucían alterados.
- Patapez ¿Qué tienes? – le pregunte por su apariencia.
- Es Astrid y Patan, otra vez están discutiendo.
- Oh, Genial, simplemente genial. – resople.
Enseguida el viaje tranquilo se convirtió en un giro a la realidad. Sin remedio Chimuelo dio la vuelta y seguimos a Patapez todo el camino hacia la plaza y, allí estaban justo al frente de la muchedumbre que los observaban con súbita impresión. Sus dragones se rugían mientras ellos discutían
- Thor, porque rayos eligieron precisamente este día para hacerlo trizas- pensé.
Pronto descendimos a tierra firme y comenzamos a escuchar la discusión.
- Y ahora, ¿Cuál es el problema? – dije.
Mire a Patapez con ojos cansados.
- Bueno, puesto que ellos ya no estaban dispuestos a escucharte, tome cartas en el asunto e intente hacer que se disculparan. Ambos estuvieron de acuerdo en hacer las paces, pero el único problema es – se detuvo porque incluso para él era tonta la razón – Uno de ellos debía decir perdón primero, pero ambos son orgullosos y tercos como para decirlo.
- Oh, por el amor de Thor - rodé los ojos dirigiéndome a ellos dos - ¿Es en serio chicos?, por eso ahora están discutiendo.
- No te metas Hipo – gruño Patán.
- Podemos resolver esto por nuestra cuenta – me comento Astrid con un tono arrogante. – Él solo tiene que decir que lo siente y eso es todo.
- No lo diré si tú no lo dices primero.
- ¡Chicos ya basta!. La actitud de ustedes altera el carácter de sus dragones – les recordé, debido a que Tormentula y Dientepua ya comenzaban a gruñirse.
Ellos me ignoraron y continuaron con su absurda discusión, me sentía extraño puesto que sentía un nudo en mi garganta y estaba ya por soltarse con un grito desde lo más dentro de mí. Mis nudillos comenzaban arder y sabía muy bien la razón… ira, y me di cuenta de que ya no podía retenerla.
- ¡Ya basta ustedes dos, no planeo seguir escuchándolos!. – grite.
Diciendo esto en la actitud que tome, todos se resaltaron pero quienes más se sorprendieron fueron Astrid y Patán. Ambos me observaban perplejos, jamás me habían visto de tal forma. Incluso Patapez y Chimuelo retrocedieron. Por un momento me sentí mal, pero ya había oído demasiado.
- No entiendo cual es el problema de ustedes. No hay un día en el que ambos no se peleen. En serio chicos, ya no se qué hacer con ustedes.
- Pero Hipo – pude escuchar como Astrid intento interrumpir con buena intención, pero no la deje proseguir.
- No me dejan otra opción, pero como líder de la academia del dragón no me queda otra alternativa que expulsarlos de la academia.
- ¡¿Qué?! – se escucho a todo la aldea decir al unisonó.
- Oh, esto se pone interesante. – dijo Bocón para sí mismo. Le gusto la actitud de Hipo.
En esto Estoico estaba acercándose a la muchedumbre tras escuchar el escándalo.
- Hasta que ustedes dos no aprendan a convivir como un equipo no se les permitirá entrar ni tener contacto con sus dragones.
- ¿Qué estás loco? – me protesto Patán.
- Hipo, eso es completamente injusto. – se unió Astrid.
- Tal vez para ustedes, pero no para la academia. – fui firme con lo dicho. - No puedo arriesgar a los demás jinetes por un error de ustedes. Hasta que no aprendan a lidiar uno con el otro, no usaran dragones. Así que llévenlos a la academia y déjenlos allí. – comente nuevamente intentando no sonar tan débil. – Y esa es mi última palabra. – entre cruce los brazos.
Patán y Astrid se miraron de repente, otra vez lanzando miradas que decían "Es tu culpa", y eso era justo lo que intentaba evitar en ellos. Patán refunfuño y se marcho según las ordenes. Astrid me miro de una forma apenada, pero yo no mostré el mismo rostro, solo la mire casi en decepción y ella lo comprendió. Igualmente ella se retiro.
Ahora la muchedumbre me observaba en asombro, y eso no me gustaba así que en cuanto yo les lance una mirada de pocos amigos todos se fueron como si no hubiera pasado nada. Esto incluso Patapez se retiro en asombro.
De repente… sentí que algo en mi se rompió.
- No te deprimas muchacho. – me dijo Bocón colocando su mano en mi hombro. – Esto es parte de ser un líder. Además hiciste bien y más para ellos. – lanzo una mirada confortable, pero sus palabras no me alcanzaron.
Me aleje de él sin decir una palabra y subí al lomo de Chimuelo.
- Sácame de aquí ¿quieres amigo? – le susurre al oído con gran pesar en la garganta.
Chimuelo gimió en aprobación y enseguida despego.
Viendo y escuchando esto Estoico frunció el ceño en pena.
4
Fui con Chimuelo a la colina más cerca de casa y pegada al bosque. Allí desde la altura arroje piedras al mar. Chimuelo se recostó por una esquina viendo con toda su pena como arrojaba las piedras al agua salada, me escucho refunfuñar y patear la tierra en frustración. De repente me odie a mí mismo. ¿Cómo pude ser tan duro?. Pero ellos no me dejaron otra opción, pelee con mi mente. Intente pensar positivo, pero… recordar el rostro apenado de Astrid me dolía demasiado.
Sin que el joven jinete y su dragón se percataran ojos atraídos a la maldad los estaban asechando.
- Ahí están. – sonrio bajo emoción Dagur.
Él y sus soldados se escondían tras unos arbustos lo bastante alejados para que el Furia Nocturna no los presenciara.
- Ya puedo sentir como rebano la cabeza de ese Furia Nocturna. - sonrió maliciosamente con su espada al lado.
- Hipo. – escuche la voz de mi padre a mis espaldas.
- Ah, hola… Papá. - respondí a su llamado con la mirada baja.
Sabía a lo que venía por lo que proseguí a lanzar las tres últimas piedras que tenia de la mano.
- Vi lo que paso en la plaza.
- Lo sé, te vi allí. – le comente sin tener que mirarlo mientras lance la última piedra. – Escucha, dije lo que tenía que decir. Tal vez me sobre pase un poco pero yo tenía que decirlo. – me voltee para confrontarlo. – Así que si piensas regañarme-
- ¿Regañarte? – dijo en duda. – No vine a eso. Al contrario, estoy orgulloso de que enfrentaras la situación. Tal vez si exageraste un poco, pero es un paso para ser un gran líder.
Por un momento me sorprendí del alago de papá, pero recordé la expresión destrozada de Astrid cuando fui duro al hablar. Mi padre enseguida noto la molestia.
- Escucha, sé que es muy doloroso hablar así de fuerte, y más cuando es a tus amigos. Pero un líder debe hacer lo mejor para su gente y persistir ante sus palabras. – coloco su mano en mi hombro con mayor confortabilidad.
- Lo sé - respondí alzando un poco el rostro.
- Un día decir estas cosas serán un poco más fácil y, sabrás decir las con mayor delicadeza.
Trágico, pero era la verdad. En definitiva ser el líder no era fácil.
- Te vez cansado hijo. ¿Por qué mejor no vas a dormir un rato?
- No, aun tengo cosas que hacer, además tengo que llevar a Chimuelo a su vuelo nocturno. – respondí sin ganas.
- Insisto que descanses. Has estado trabajando mucho tiempo en la armería. Ya te están saliendo ojeras. – insistió al tomar mi mentón y examinar mis ojos. - Ve a descansar y no te preocupes yo llevare a Chimuelo a su vuelo nocturno.
- Papá, no es necesario – intente reprochar, pero su mirada seria fue lo suficiente para hacerme callar. – Bueno, creo que descansar no es tan mala idea. – dije sin remedio. – Al parecer solo son tú y papá por esta noche amigo. – acaricie a mi compañero por detrás de la oreja.
Él ronroneo con entendimiento, incluso parecía aprobar el mandato de mi padre. Juraría que hasta conversaron para hacerme ir a la cama temprano. Sin nada más que decir me retire a pies hacia casa.
Y Dagur lo vio hacerlo.
Llegue a casa y me lance de espaldas a la cama. Solo me quede mirando al techo perdido en la nada; ni siquiera estaba pensando. Me sentí frustrado sin saber por qué. Tal vez solo era falta de descanso, ya a hacían tres días que no dormía bien con barios inventos que me invadieron la mente esas noches. Dormir una siesta comenzaba a sonar una buena elección. Esto me ayudaría a olvidar el mal rato. Me quite el único zapato y la chaqueta la puse a un lado de la cama, me recosté y me cubrí con la manta de pies a cabeza. No pase mucho tiempo para conseguir el sueño. Sin que menos me diera cuenta… quede dormido.
5
Ya habían pasado dos horas y Estoico subió a la habitación de su hijo para ver como estaba. El chico dormía pacíficamente, por lo que el jefe no interrumpió su descanso. El Furia Nocturna también hacia en su roca descansando, no hace mucho que el dragón se había quedado dormido junto a su jinete. Estoico se acerco al gran reptil y le acaricio la cabeza para despertarlo.
- ¿Listo para ir a volar?
El dragón engrandeció los ojos con emoción y se levanto más que ligero. El líder le siseo al dragón, no quería que despertara a su hijo. Ambos miraron por última vez a Hipo antes de bajar por las escaleras y salir de la casa.
Dagur vio desde las llanuras cuando el líder vikingo y la bestia despegaron en los aires. Él más que emocionado sonrió al verlos partir. Sin tiempo que perder Dagur corrió a la parte trasera de la casa Haddock.
- Señor, recuérdeme otra vez ¿Por qué venimos aquí? – le pregunto Savage muy nervioso.
- ¿Qué no es obvio? – le lanzo una mirada sonriente Dagur. – Le daremos una sorpresa a nuestro querido Hipo.
- Si, suena divertido. – mintió. – Pero, es la casa de Estoico el Vasto. Si nos descubre estaremos muertos.
- Jamás pensé que fueras tan cobarde Savage. – lo miro en aburrimiento Dagur. – Bolsón, has tu trabajo. – pidió grotescamente Dagur al único soldado Beserker en el grupo.
De inmediato Bolsón quien tenía experiencia abriendo cerraduras abrió la puerta trasera de la casa. Dagur empujo al hombre del camino debido a que quería ser el primero en entrar. La emoción se vio en su rostro una vez dentro. La fogata de la casa estaba encendida. Dagur y sus soldados entraron sigilosamente, sin tropezar con nada ni tocar nada. Todo estaba tranquilo que ni Hipo sentiría la presencia del enemigo.
Dagur miro las escaleras y una curva sonrisa se dibujo en su labio. Les hizo señales a los hombres de que no subieran aun, no hasta que él primero investigara. Subió y, allí vio al niño tumbado en la cama, completamente ajeno a lo malo. Entonces dio señales a los hombres para que subieran uno por uno, así la madera de la escalera no crujiría por el peso. Savage y los primeros tres hombres subieron, pero el ultimo Paria era algo corpulento y un tanto obeso que la madera rugió. Todos ellos apretaron los dientes y vieron como Hipo movió las cejas en señal del ruido. Pero el niño solo cedió la vuelta y siguió dormido. Ellos suspiraron y más que ligero Dagur dio una mirada amenazante al Paria. Estando en la habitación todos ellos se acomodaron a vuelta redonda del chico que vendría siendo el objetivo.
- ¿Traes soga contigo?. – susurro Dagur a Savaje que estaba al otro extremo.
- Sí, siempre traigo con migo. – respondió, pero luego capto el mensaje. – Espere. ¿No piensa raptar al chico aquí y ahora, cierto?. – murmuro en nervios.
Dagur solo intercambio una sonrisa malvada. Savage trago saliva, este chico era incluso peor que Alvin. Sin poder ir en contra del lunático de Dagur, Savage tomo las sogas y se las entrego.
- Muy bien, a la cuenta de tres, tú – señalo al sujeto lado a Savage. – Encárgate de amordazarlo. Savage tú lo sujetas mientras yo lo ato. Y ustedes dos – miro al Beserker y al Marginado. – Sujeten sus piernas. – ordeno.
Ellos nerviosamente asintieron al plan y elevaron las manos cerca del chico dormido para concluir una vez que la cuenta finalizara. De inmediato Dagur comenzó a contar.
- 1… 2… -
De inmediato la puerta suena. Todos alejaron las manos y miraron a la entrada. Alguien llamaba al nombre de Hipo y la persona sonaba molesta. Se pusieron tensos y vieron como el chico comenzaba a despertar. De inmediato los hombres miran a Dagur en busca de una orden de retirada. Él joven líder frunció el ceño molesto, "que mal momento", maldijo a la persona que estaba llamando a la puerta.
Se pusieron nerviosos y miraron alrededor, buscando algún sitio para esconderse. Dagur miro a la ventana y ordeno a todos a subir por ella. Salieron justo a tiempo pues Hipo se había levantado.
6
Cuanto tiempo dormí, fue lo primero que me pregunte al despertar por el ruido. Sea quien fuera que llamara a la puerta sonaba disgustado, tenía más o menos en mente quien podría ser, pero era mejor abrir la puerta y averiguarlo.
- Ya voy. – respondí mientras me colocaba la bota y la chaqueta. Pero los golpes continuaban.
Resople y baje de inmediato por las escaleras y abrí la puerta. Mi conclusión era correcta, era Patán.
- Hipo, tenemos que hablar. – me dijo casi gritando.
- Sí, yo también me alegro verte. – dije bajo sarcasmo invitándolo a entrar.
- No entiendo porque me expulsaste de la academia. – comenzó.
Yo lo mire con ojos aburridos.
- ¿En serio que no sabes?. - él entendió la expresión.
- Oh, está bien, pero no fue mi culpa. – pateo el suelo. - Astrid fue la que empezó todo.
- Patán, aun que dijeras eso todos saben que no es así. – la defendí. – La acosas demasiado e intentas coquetearlas, y más cuando sabes que ella y yo tenemos una relación.
Él desvió la mirada y eso era algo que me molestaba, que dijera estupideces y resultara ser el culpable.
- Como sea, olvida lo de Astrid. – resoplo. - Pero quitarme a Dientepua. Eso si duele Hipo. – entristeció.
- ¿Y que opción tenia? – entre cruce los brazos molesto. – ¿Dejarlos a ustedes al unisonó y ver como arriesgaban la aldea y los dragones?.
- De que hablas. – se rió. - Astrid y yo no hemos causado tantos problemas.
- Oh, en serio. – me recline. – Recuerdas la misión en la isla de las Metaforsalas (Changing Wings). La disputa que hicieron casi hizo que nos rosearan con asido.
Él abrió la boca para defenderse, pero yo continúe.
- El mes pasado incendiaron la casa del granjero Silencio. Rompieron las puertas del gran salón al enfrentar sus dragones en combate. Espantaron a las ovejas a las colinas. Golpearon por accidente a Gustav cuando pasaba y quemaron una vez la academia. – le explique mientras hacia la cuenta con mis dedos. – En serio, estos últimos dos meses ustedes han hecho más desastre que los mismos gemelos.
Él no comento y parecía avergonzado, apenas alzaba los ojos para mirarme.
- ¿Qué está pasando? – pregunto Savage a Dagur.
- Uno de los tontos amigos de Hipo está con él. – respondió en disgusto Dagur quien espiaba por la ventana.
- Bueno, si no tienes nada más que decirme voy a pedirte que te retires. – comente al abrir la puerta.
De sorpresa me encontré con Astrid quien tenía la mano alzada, note que ella pretendía tocar a la puerta, pero puesto que yo la abrí la deje tendida de la mano.
- Hipo. – me llamo enseguida bajando la mano avergonzada. – Quiero hablar contigo.
- Eso no lo dudo. – le respondí intentando sonar duro.
Ella empezaría hablar, pero en cuanto vio a Patán su rostro cambio por completo a uno molesto.
- ¿Y él que hace aquí? – pregunto.
- ¿Yo?, más bien ¿tú qué haces aquí? – la señalo.
Nuevamente resople, no me moleste ni siquiera en decir nada, al final ellos seguirían.
- Vine hablar con Hipo. – respondió ella con su arrogancia.
- Yo también. – le confirmo.
- Y aquí vamos de nuevo. – rodé los ojos. – Y esta es la misma razón por la que los expulse de la academia. – los separe. – Ambos son demasiado violentos.
- No es como si fuera mi culpa. Este bruto siempre está en el medio, presumiendo su fuerza y acabando con mi paciencia. – se reclino ella sin dar cara a Patán.
- Si al menos admitieras que soy atractivo no molestaría tanto. – se defendió con su orgullo.
- ¡Pero no lo eres!. – gruñimos Astrid y yo a la vez. Pero él no hizo caso.
- Se a lo que vinieron, y mi respuesta es no. – los confronte.
- Pero Hipo – ambos dijeron.
- No regresaran a la academia y no recuperaran a sus dragones, no hasta que ambos aprendan a lidiar uno con el otro. Ya se los dije.
Como me esperaba los dos bajaron las miradas por un momento antes de mirarse uno al otro.
- De acuerdo – admitió Astrid rodando los ojos. – ¿Qué tenemos que hacer para recuperar nuestros dragones y volver a la academia?
Vi que Patán asintió de acuerdo con ella, así que proseguí a la lección.
- Bueno, ya que ambos me han hecho pasar dolores de cabeza, voy a castigarlos. – ambos me miraron pero no protestaron aun. – Y el castigo es limpiar el establo del granjero Silencio… y juntos... – por un momento protestarían por lo último, pero mi mirada fue lo bastante clara. – Sin dragones, sin excusas. Empezaran mañana a las nueve y me asegurare de que Bocón los este supervisando.
- ¿Mañana? – dijo ella.
- ¿A las nueve?. – dijo él más preocupado por la ahora.
- Y sin excusas. – repetí.
Ambos resoplaron por un momento, pero se estrecharon las manos como en acuerdo. No se podía negar que no dejaban de mirarse mal, pero me sentí mucho mejor verlos hacer hasta ahora las paces.
- Ahora si me disculpan estoy algo cansado y me gustaría volver a dormir. – abrí la puerta con mis buenos modales.
Sin tener que mencionarlo de nuevo Patán fue el primero en salir por la puerta, Astrid le siguió después y, aun que no lo creyera ella me sonrió de momento. Puede que después de todo ella no estuviera molesta con migo.
Cerré la puerta y recosté mi cabeza sobre la madera. Thor, pero que día fue el de hoy. Sin dudas esto era lo que sentía papá luego de un largo trabajo.
Subiría a mi habitación cuando escuchar rugir a Tornado desde su establo. Casi siempre se la pasaba durmiendo y bastante callado, era extraño escucharlo y más ahora. La curiosidad era grande que todo por lo que salí a investigar.
- ¿Qué pasa amigo? – me acerque y lo vi mirando al tejado mientras gruñía.
Entre cerré mis ojos en sospecha ¿Había alguien allí?. Me precipite mas hacia el frente buscando un mejor ángulo del tejado. La luna daba desde lo alto así que el tejado se podía percibir. No había nada.
- Tranquilo amigo, no es nada. – le susurre amablemente, y el creyó en mis palabras así que volvió y se acomodo para continuar durmiendo.
Me pareció buena idea lo que él haría, por lo que decidí regresarme adentro. Un chasquido en la parte trasera de la casa llamo mi atención. Dirán que es estúpido el pensar en ir a investigar, pero como ya había dicho, la curiosidad era más grande que todo. Sigiloso pero ligero me guie hacia la parte trasera. Cuando me avecine no vi nada; habían muchas partes oscuras y barriles, que no podía divisar lo demás. Decidí investigar la puerta, solo para ver si estaba serrada. Que sorpresa me lleve al ver que no tenía seguro. Tal vez a mi padre se le olvido serrarla. No le di importancia así que decidí mejor entrar por esta puerta... me hubiera gustado hacer lo opuesto…
Cuando la luz de la habitación aclaro la parte trasera de la casa, pude ver de reojo al hombre que estaba parado a mi lado izquierdo y, no solo él… habían otros a mis espaldas. Los escuche respirar y juraría que hasta sonrieron cuando yo los percate. Apreté los dientes y lo primero que quise fue correr hacia dentro …pero no pude. Me amordazaron y ataron de manos a las espaldas y, luego escuche la voz irritante de Dagur.
- Este no era el tipo de sorpresa que quería darte pero, ¡Sorpresa Hermano!. – me burlo cara a cara apuntando su daga en mi cuello, mi reacción fue mirarlo mal mientras intentaba escapar. – Tranquilízate, no pienso lastimarte… al menos no aun. – dijo esto con ojos llenos de maldad. - Regresemos al barco chicos.
Como si se tratara de un saco uno de los hombres me cargo sobre su hombro. Patalee y grite con todo, pero nadie podía escucharme. No quería ir con ellos, ni siquiera esperaba esto. Solo quería estar tranquilo y esperar a que papá y Chimuelo llegaran a casa y cenar juntos.
¿Por qué los dioses eligieron este día para hacérmelo trisas?
