Kaoru Matsurbara abrió los ojos con un gemido de dolor y miró el reloj por enésima vez. Llevaba doce horas atrapada en un aeropuerto, sin dinero y sin esperanzas. El reposabrazos del incómodo asiento se le clavaba en la espalda, que ya tenía bastante adolorida por el peso que cargaba en el vientre. Cada milímetro de su cuerpo protestó cuando giró de frente y se irguió.
-Has hablado en sueños-comento una voz infantil- somnílocua.
Kaoru se giro y descubrió a una niña de enormes ojos cafes que no debía tener más de seis años.
-Hablas con mucha propiedad para ser tan pequeña-comento, girando la cabeza para relajar la tensión de los hombros.
-Soy una genio-respondió la niña como si fuera el comentario más normal del mundo.
Divertida, Kaoru se acomodo en el asiento.
-¿Cómo te llamas?
-Helena, bueno en realidad mi nombre real es Anna, pero me gusta más el de la protagonista de un libro que estoy leyendo.
-Encantada de conocerte, Anna-Kaoru sonrió-A mí también me encanto ese libro. ¿Has visto la película?
La niña la miró horrorizada
-Claro que no. Papá dice que el libro es siempre mejor que la película y que primero debo leer para luego poder comparar.
-Tu papá tiene mucha razón-dijo Kaoru, al mismo tiempo que miraba a su alrededor en busca
