Vick: A todos los que comentaron y opinaron sobre el OS "Rojo Carmesí" les agradezco de todo corazón y les hago entrega del primer capítulo de la continuación de éste.
Prometo mucho Grimdark, pero con toques más poéticos que la primera vez. Ojalá que les guste.
La Generación del Hullus
"Éste es el lamento de la diosa el Sol. No lloren por ella, porque ella lo hará por ustedes hasta el fin de los tiempos."
Tema del Fic: Godhead's Lament – Opeth
.com/watch?v=t7SyNSj3Kq4&feature=fvst
Capítulo 1:
Restos de una ciudad violada.
El viento olía a muerte. Los árboles manifestaban su evidente malestar con el simple hecho de verse deslucidos por el asqueroso y arrogante rojo carmesí, residente de sus hojas y tatuaje de sus antes hermosas cortezas color violeta oscuro, oriundas de una preciosa tierra como lo era Ponyville. La sangre había llegado para quedarse, de eso no quedaba duda para Twilight Sparkle, quien había dejado la terrible carta en el suelo, de un remitente aún más oscuro, y de quien poco sabían cualquiera de las llamadas "Mane 6".
Avanzaron a través del pueblo muerto. Cada una de ellas tenía exactamente el mismo semblante de tristeza y aislamiento. Avanzaron por la plaza principal, que una noche antes había sido testigo y anfitrión de uno de los horrores más extraños e improbables que pudieron haber pasado en la lejana Equestria, tierra de amistad, camaradería, buena voluntad e infinidad de buenos atributos morales. Tenían que tener cuidado de cada una de sus pisadas, así que se dirigían lentamente a la torre astronómica, cuidando las marcas de sus huellas que pasaban a milímetros de los cadáveres de los seres ecuestres, a nada de deshonrar una vida ultimada y arrancada con violencia por el último ser en ese mundo que podría haber cometido tal acto en todos sus cabales.
Llegaron a la torre para encontrar absolutamente nada útil. Más de lo que había en el exterior. Ninguna pista del posible paradero de su omnipresente y eterna deidad, corrompida y ahora la peor de sus pesadillas hecha realidad.
Aquí no hay nada chicas.- dijo Twilight mientras revisaba inútilmente un cajón dentro de la torre astronómica.- Será mejor que pidamos ayuda en otra parte.
Todas asintieron con un rostro de desesperación y tristeza, a excepción de Fluttershy, quien se había limitado a sollozar unas pequeñísimas lágrimas, rodando por su tersa y fina mejilla, cubierta por uno de los colores más inocentes que hay. Un amarillo crema muy claro, símbolo de la pureza más natural que se pueda pensar.
Cariño… esto es algo que nos entristece a todas. Todas nos sentimos así…- dijo Applejack, tratando de serenar a una inconsolable pegaso.- pero recuerda que somos las portadoras de los elementos de la armonía. Todo esto no es más que una serie de eventos que no debieron pasar. Un caos. Así que hasta donde sabemos, las únicas que podríamos tener una solución viable para esto somos nosotras.
Applejack tiene razón.- espetó Rainbow Dash.- Hay que enfrentar esto… juntas. Como siempre lo hemos hecho.
Pero mírenlos, ni siquiera pudieron defenderse.- dijo Fluttershy, cortante. Ciertamente tenía mucho miedo y demasiada empatía con todo ser vivo.
Vamos, Fluttershy. Hay que ser fuertes.- dijo Twilight con la voz llena de un innato liderazgo.- Te prometo que todo saldrá bien.
Ante esto Fluttershy se secó las mejillas con su casco derecho y miró a todas con una pequeña sonrisa insegura; siendo la primera en salir de la torre y mirar nuevamente con una sonrisa el amanecer… o al menos eso esperaba.
No habían estado ni media hora adentro de la torre cuando presenciaron uno de los espectáculos de luces más delirantes y caóticos que se pudiera imaginar. Digno solamente de las más retorcidas y corruptas pesadillas de una pony adulto.
Ninguna estaba segura de si le podían llamar a eso un amanecer. La luz del día era verde, una tonalidad de verde de lo más despreciable. Podrida. Donde se suponía que estaba el sol había una especie de esfera incandescente bastante extraña, de bordes color azul celeste, tan delgados que prácticamente se confundían con todo el mar de rayos lumínicos verdes que destellaban el campo.
Pusieron su atención al pasto. De lejos parecía normal, pero un acercamiento delató un segmento de estas hierbas de un color negro. Como si fueran presa de una extraña enfermedad que carcomía las extremidades de algún ser intangible.
Los árboles parecían comenzar a darle la bienvenida a las gotas de sangre que en ellos se habían alojado, luego de ser disparadas por el ímpetu del asesino más sanguinario y con menos contemplaciones que pueda haber.
El agua parecía normal a simple vista, pero cuando Pinkie Pie metió su casco en ella para refrescarse un poco, pudo notar que su espesor había aumentado de manera considerable, dejando un rastro de tonalidad azul pálido en su pata. Pegajoso como la masa para pastelillos con la que trabajaba todos los días. Al probar el agua (debido a la imprudencia y espontaneidad típica de Pinkie), la escupió de inmediato mientras pronunciaba unas palabras con la lengua totalmente de fuera.
¡Argh! ¡Esto quema! Se siente frío en mi pata, pero al probarla quema; sin saber a nada.- dijo con la mueca típica de la lengua de fuera y asco que se hace cuando alguien prueba algo desagradable.
Los animales. Todos ellos volvían a sus refugios, sin querer saber nada del nuevo entorno al que al parecer tendrían que adaptarse si querían sobrevivir. Ninguno de ellos presentaba anomalías, más que el evidente semblante de temor generalizado que les causaba esta serie de caóticos chistes en los elementos naturales.
Era evidente que sin la princesa, la realidad del día se había vuelto hacia algo totalmente desconocido. Su misma ausencia golpeaba en lo espiritual a las seis amigas; quienes se habían convertido en la más tierna e inofensiva de las presas a merced de la cruel incertidumbre.
Sin saber exactamente qué hacer, se dedicaron a analizar el pueblo y la naturaleza a su alrededor.
Applejack se dirigió a su huerto de manzanas, a observar cómo ese fenómeno desconocido, arrancaba toda vida y color de los frutos de sus años de esfuerzo. Corrió a buscar a Big Macintosh, para encontrar únicamente una granja y cobertizos vacíos a donde quiera que se dirigiera. Su hermana Apple Bloom y su abuela Smith brillaban por su grosera ausencia también. Applejack entristeció y quedó un momento sentada en un cubo de heno, pensando y lamentándose por la pérdida de sus familiares.
Rarity volvía a su Boutique, o mejor dicho, a los aposentos de su pequeña hermana; los cuales se mostraban vacíos. Rarity casi pudo notar un gesto de burla en el ambiente de esa habitación, y en general de toda su casa; a sabiendas de que su hermana había sido víctima también de la cruel ironía, encarnada en ese espantoso ser que deambulaba por algún otro lugar de Equestria, listo para hacer de las suyas.
Pinkie Pie encontró su lugar de trabajo totalmente inmaculado. Lo había dejado perfectamente limpio antes de partir a ver la lluvia de estrellas… y así se había quedado. Pinkie se acercó a la cocina, donde una imagen la detuvo e hizo que retrocediera lo más rápido que pudo, conteniendo las náuseas, a pesar del fortísimo estómago que poseía para comer todos esos dulces que la hacían feliz. Un par de cadáveres yacían bajo la mesa del comedor. Ella los identificó como los señores Cake. Sollozó ahí mismo, totalmente sola.
Rainbow Dash sobrevolaba los siempre desiertos callejones y explanadas de la ciudad de Cloudsdale, donde no encontró a ninguno de sus amigos pegaso, ni siquiera sus cuerpos sin vida. Todo aquel caballo volador que se encontrase en la explanada de Ponyville a la hora del siniestro, yacía muerto allá mismo y ciertamente, Dash estaba consciente de que había sido la gran mayoría; pero un pensamiento iluminó sus expectativas al razonar que muchos de ellos seguirían vivos, tratando de rehacer su vida en los diferentes lares que rara vez suponen un hogar para un pegaso, sobre todo los pequeños.
Al llegar a su árbol, Fluttershy abrió la puerta y encontró a todos los animales que cuidaba arrinconados en sus respectivos refugios en el interior de la casa. Ella trató de que salieran con toda clase de trucos y actitudes que conocía y solía aplicar; pero sólo logró que temieran más y se alejaran de su presencia. "¿Le tendrían miedo a la raza en general?" se preguntó Fluttershy, lastimando su corazón al hacerlo, pero su razón le indicaba que eso era lo inminente. Muy triste salió de su hogar y se quedó contemplando el improvisado astro verde, completamente embobada por la parodia que estaba viviendo.
Por último Twilight Sparkle se dirigió a la biblioteca lo más rápido que pudo, con los ojos completamente inyectados en lágrimas; gritando con todas sus fuerzas el nombre de su ayudante, secretario y mejor amigo.
¡Spike! ¡Respóndeme, por favor! – gemía Twilight con una vibración en su voz, causada por el trote.
Al no recibir respuesta alguna de parte de nadie en absoluto, Twilight se dirigió al dormitorio del pequeño dragón, encontrándose con un dibujo torpemente trazado por la garra de un escritor incansable. En él estaban representadas dos figuras abrazándose con sinceridad y cariño. Twilight jamás se había conmovido tanto por una imagen mal trazada de una unicornio púrpura y un bebé dragón violeta leyendo un mismo libro y con un abrazo de sincera amistad, y que por un lado tenía la inscripción "Best Friends". Twilight comenzó a llorar, pero a los cinco minutos fue interrumpida por una voz.
Oí que me buscabas…- dijo la voz. Twilight se volteó y vio a un Spike larguirucho, con una boca sonriente y unos ojos vidriosos a más no poder.
Ambos corrieron uno al otro y se dieron un abrazo más intenso que el que nunca se habían dado. Twilight rompió en un llanto sonoro y completamente despreocupado, mientras seguía apretando a Spike con todas sus fuerzas, y éste le correspondía.
Spike, ¡no sabes el gusto que me da verte con vida! – dijo Twilight sin dejar de abrazar al dragón.
Tranquila, Twilight. De ser por mí yo nunca las abandonaría. Al parecer el ente atacó únicamente a los ponis. Cualquier otra criatura viviente ha sobrevivido.- dijo Spike con una voz grave y llena de confianza.
Eso quiere decir que…- decía Twilight, cuando un aleteo la interrumpió y un búho de tonalidad marrón entraba volando con ímpetu por la ventana.-… ¡Owlowiscious! ¡Qué alegría verte amigo! – decía al tiempo que el búho le acariciaba la frente con su ala y se posaba en su lomo.
Primera persona: Twilight Sparkle.
Busqué a las demás, con los ánimos recargados por haber encontrado a Spike y Owlowiscious. Estaban conmigo, y eso era algo que me daba fuerzas.
Al reunirlas observé cómo me miraban con una sonrisa, o mejor dicho, a Spike; al tiempo de que las 5 yeguas corrían hacia él dándole un gran abrazo. Sobre todo Rarity, quien le concedió un beso en la frente, a lo que el dragón se había sonrojado. No pude evitar reír un poco por esa situación, después de todo sólo yo y Pinkie Pie sabíamos que Spike tenía un enamoramiento con mi amiga más refinada, y aunque siempre me pareció algo tonto de su parte el hecho de mantenerlo en secreto, en esta situación me resultaba una de las luces que más trascendía a comparación con la obscuridad imperante, y esa luz humilde y contrastante siempre es más hermosa que cualquier arrogante lucero que se alza sobre un fondo aún más destellante.
Acordamos partir al bosque Everfree de inmediato, en busca de respuestas. Éste era uno de nuestros mayores retos, pero lo íbamos a enfrentar con coraje.
Nuestra amistad nos unía, incluso ante las más despiadadas tempestades... y era la hora de demostrarlo.
"Tomaremos las luz más oscura, y transformaremos la noche en día.
Amanecer de rayos catódicos".
