Nota: Ese momento extraño en donde de la nada ves una imagen en Tumblr y sentís la necesidad de escribir algo al respecto (?)


Estaciones.

¿Qué era esa presión en el pecho? ¿Esa sensación extraña, como si hubiera algo allí, estrujando su corazón?

Tal vez era la flecha del tiempo, que le atravesó repentinamente el alma. Él, Guardián de las Cartas, tenía una noción especial del paso de los años. Habiendo vivido dormido décadas en una identidad falsa no había experimentado una existencia lineal y regular, como la de otros seres. El tiempo pasaba distinto para él y no tenía la capacidad de medirlo con exactitud.

Todo, todo había sucedido tan rápido. Apenas habían sanado las heridas del adiós a Clow cuando el cambio asechó nuevamente su realidad. Y debió contemplar esa escena, entre el temor y la emoción. Kerberos podía al menos darse el lujo de demostrar su sentir a través de las lágrimas, pero aquello iba contra la esencia de Yue. Tan solo podía soportarlo en su interior, frente a la mirada preocupada de Touya, que notaba a la perfección que algo no andaba bien.

Pero no podía soportarlo. Ver a Sakura, la pequeña Sakura, sosteniendo ese bebé recién nacido entre sus brazos era insoportable. Porque significaba que otra generación había llegado, que el tiempo efectivamente pasó y dejó sus consecuencias. Y lamentablemente para él, seguiría pasando.

Yue no podía evitar pensar en ello. Vio por la ventana cómo caían las hojas de las árboles, anunciando el otoño, y sabía que luego llegaría el invierno, y la primavera y el verano y finalmente el otoño de nuevo. Y sería así, por toda la eternidad.

Pero ella no era eterna. Como tampoco lo fue él. Y no deseaba volver a sufrir lo mismo, esa desesperación absoluta nacida de una despedida siempre inevitable. Quería permanecer con Sakura infinitamente, y con Touya, con todos. Y sencillamente era imposible.

Salió de la habitación abruptamente, esperando que nadie lo notara. Pero Touya lo hizo.

Lo contempló unos instantes luego de haber cerrado la puerta, y cuando despegó sus labios para por fin hablar, Yue decidió hacerlo primero.

—Estoy bien —le dijo.

Pero Touya sonrió, con cierto aire de tristeza en su expresión.

—No, no lo estás.

Yue no tenía el ánimo suficiente como para seguir con la conversación, por lo que optó por el silencio. Touya se acercó a él, tomó rápidamente sus manos y las apretó con fuerza mirándolo a los ojos, para luego soltarlas y regresar al cuarto.

Y por algún motivo, esa presión en el pecho, esa sensación desesperante, comenzó a apaciguarse poco a poco.