Los personajes de la siguiente historia pertenecen a la increíble imaginación de la extraordinaria Hiromu Arakawa.
El resto salió de mi cabecita loca.
Los pecados de los padres
La venganza será mía.
La venganza será nuestra juró Roy, a lado de su madre afligida frente a la tumba reciente de su padre. En una tarde tan lúgubre como aquella, donde el cielo oscurecía amenazando con una tormenta, se congregaban unos escasos amigos y lo que alguna vez fue la familia Mustang.
La muerte tan impredecible como siempre, les había arrancado John Mustang en un accidente automovilístico cuando su vehículo se estrelló de frente con un camión que circulaba en sentido contrario. Los dos ocupantes del coche murieron instantáneamente. Malditos con suerte, pensó Roy.
Casi era medianoche cuando la policía tocó las puertas de la familia Mustang para informarle de la terrible noticia. La madre de Roy tardó varias horas en recuperarse del shock inicial mientras Roy sólo podía pensar que se trataba de un error, de algún otro John Mustang en algún otro accidente, no su padre.
A la mañana siguiente, una vez recuperada la madre de Roy, se dirigió hacia la jefatura de policía para completar su deber para con su difunto esposo. Y 15 horas después regreso a su hogar completamente ebria y hecha un manojo de lágrimas y dolor.
Roy estaba sorprendido, esa mujer en su cocina no era la madre que durante casi de 18 años lo había amado. Sólo podía escuchar los reproches y maldiciones dirigidas a su padre, sin entender el por qué de ello. Trató de tranquilizar a su madre y sólo consiguió enfurecerla más hasta que reveló la razón de su ira.
—El bastardo de tu padre murió junto a su amante—escupió con rencor.
Amante. Amante. No conseguía entenderlo, su padre no tendría una amante, él amaba a su madre, amaba a su familia. Él jamás haría una cosa por el estilo. No podía hacerlo.
Quería creer en su padre, le debía el beneficio de la duda, quizás solo se trataba de suposiciones de la policía, si de seguro eso, un error mas.
—Quizás los de la policía se equivocaron.-sugirió Roy— Tal vez…
Más su madre le dedicó la mas glacial de las miradas.
—Los informes dicen que varios testigos de ella sostienen que él era su pareja.
Es increíble como en un segundo, con tan solo unas palabras el mundo puede derrumbarse a tus pies o bien Roy lo sintió así. Su padre, su querido padre, al que tanto había adorado, idolatrado e imitado los había traicionado. Ese individuo tomó todo el amor que le profesaban y se los escupió en la cara. ¿Cómo pudo?
¡Cómo pudo! La furia recorrió el cuerpo de Roy como nunca antes la había sentido, ni creyó volver a sentir. Tanto su madre como él confiaban en John Mustang pero esa confianza no fue recíproca. John Mustang los traicionó. John Mutang murió en ese accidente, pero no lo hizo solo, se llevó consigo al infierno a su amada familia. Bastardo.
Y ahora frente a su ataúd, bajo la leve llovizna, Roy lo maldecía. No profesaba ninguna religión sin embargo pidió a quien sea que se hiciera justicia y que su querido progenitor ardiese en el fuego eterno con su adorada amante. Nada más romántico para la pareja enamorada que sufrir juntos en la eternidad.
Roy se acercó a la tumba y mientras lanzaba un puñado de tierra sobre cajón de madera lustrada tuvo un pensamiento interesante sobre la situación. John Mustang estaba muerto, nada podía hacérsele, porque la muerte ya le había cobrado todo lo que un hombre pudiera ofrecer. Pero John Mustang no los había traicionado solo, quizás él dio la estocada final pero por algún azar del destino obtuvo una cómplice, la ayuda de esa mujer.
Esa mujer anónima, salida de algún lugar, tal vez madre o esposa de alguien, les había apuñalado en una fibra sensible y por eso merecía un castigo también. Ella quebró lo que Roy mas amaba en el mundo, él quebraría lo que mas amaba ella. Roy se encargaría de que de alguna forma sufrieran los que ella más amaba.
En soledad, frente a la tumba fresca de su padre hizo un juramento a su madre y a si mismo: vengar el honor de su, una vez, hermosa familia.
—Ella lo pagará. Lo prometo—susurró mirando a la lápida y se alejó.
