Hola Lectores y curiosos!
Este es un pequeño One-shot que se me ocurrió, en mis pequeños descansos sobre mis estresantes planos (-.-U)
Prácticamente lo considero un Yullen "Clásico". YAOI (ligeramente).
En cuestiones de historia entra en las primeras misiones de Allen :D.
Ya Saben nada me pertenece, solo estos horribles fetiches.
Espero que les guste :)
Aquella tormenta…
Allen Walker, conocido de muchas maneras, como el exorcista más joven de la Orden Negra. Aquel que podía comerse en proporción en un solo desayuno lo que alguien comería en una semana. El único joven de 15 años que tenía el color de cabello de un anciano, y hablando de ese color de cabello le recordaba la única manera que lo conocía; su estúpido Moyashi.
¿Cuándo había comenzado en llamarlo SU Moyashi? Realmente no lo sabía, solo sabía que eso lo inquietaba y lo ponía jodida mente molesto.
- Muévete, Moyashi- le sugirió al joven exorcista que tenía atrás, que estaba con su mayor esfuerzo de mantener su andar, con problemas con sus botas por lo alto de la nieve, sin tomar en cuenta la estúpida tormenta, que hasta él lo empezaba acojonar.
-¡es Allen!, ¡BaKanda!- le grito claramente molesto.
-Che... No es mi culpa que seas tan debilucho-
Pudo distinguir claramente el tono de voz del enojo del pequeño inglés - ¡Y yo no soy el loco desesperado que quiere ir en busca de la inocencia en medio de una tormenta cuando pudo esperar en la cabaña!-
-Che...-
Kanda estaba fastidiado, en serio, había llegado a ese pequeño pueblo en Alemania con la posibilidad de que encontrarían inocencia, pero jamás se esperó la tormenta. Aunque sabía que muy en el fondo Allen tenía razón, en cuestiones de esperar que por lo menos la tormenta se calmara un poco, eso no lo detenía, no era su estilo, sin tomar en cuenta en los últimos días su mente le había estado jugando malas pasadas, o más bien su subconsciencia, ya que por alguna extraña razón apreciaba y odiaba más la presencia del pequeño inglés.
El simple hecho de estar juntos a solasen una pequeña cabaña, le incomodaba a un grado que nunca se imaginó, por eso caminada, igual peleándose con el viento, como queriéndole mandar su frustración al mismo tiempo que ambas fuerzas chocaban. Realmente quería evitar quedarse en una situación parecida.
-Kanda...- escucho débilmente por parte del inglés, apenas llegando a sus oídos por el ruido de la tormenta.
El simplemente lo ignoro.
-Kan...da, por favor... Detente...- ¿le suplicaba? Juro que por un momento podía escuchar los dientes tiritan tes del albino, después como la nieve se movía.
-Che... carajo Moyashi Call- se calló así mismo al ver al autor de ese sonido, Allen claramente había colapsado, cayendo directo a la nieve bocabajo.
Apresuro sus largos pasos (y que le era más fácil por su altura) queriendo no perder de vista el pequeño cuerpo que empezaba ser enterrado vivo por la nieve. Lo tomo de su saco así como lo volteo.
Pudo notar perfectamente las mejillas sonrojadas, así como su respiración cada vez se complicaba más, instintivamente puso su mano en la frente. Perfecto, ahora tiene fiebre, pensó sarcásticamente.
Aquel plan de evitar un contacto como este ahora se había ido por el retrete, gruño, sumamente molesto, de muchas formas, ya que una parte de él no quería admitir que él tenía la culpa de eso, por haber forzado al pequeño a caminar en esas condiciones, ahora lo tenía en ese estado.
Miro fijamente su rostro, se le hacía interesante, sentía que podía perderse viéndolo así. Pasó uno de sus pulgares muy cerca de sus labios así como después acaricio sus mejillas, sintiendo el calor provocado por las reacciones secundarias del cuerpo del inglés.
Cuando se dio cuenta de lo que estaba haciendo, soltó un gruñido, consecutivamente cargo al albino en su espalda, con el pequeño golem volando aun lado de los dos exorcistas.
Ahora tenía que hacer lo que no quería desde el principio, buscar la estúpida cabaña, y cuidar del estúpido menor que ahora moría de fiebre.
Encontró una tras una aparente larga caminata, gracias a la tormenta, lamento que no había ningún maldito mueble, dejo sacar otro de sus típicos gruñidos, y coloco al inglés en el suelo.
Si bien, por él lo dejaría así, mandar todo al demonio y por sus propias manos ir por la inocencia, pero había algo que no lo dejaba, y verlo inconsciente, con esas mejillas sonrojadas, ese rostro inocente, esos labios tan accesibles.
Paro en seco sus pensamientos,¿pero en qué tanta mierda ando pensando?, gruño de nuevo. Tenía que acabar esa estúpida misión, y eso empezaba con tratar con la situación actual del menor.
Busco por todo el lugar algo que sirviera para poder hacer una fogata, pero la intención se fue al retrete, ya que salir, no era buena idea, no por el frio, o el viento, si no la poca visibilidad tal vez haría que perdiera de vista la cabaña, y tener que buscar al albino en la nieve de lugar de la inocencia, no era una opción, y toda la madera de ese lugar estaba demasiado húmeda, jamás podría prenderla en su actual posición.
Otra idea incomoda cruzo por su mente.
La simple idea de usar su propio cuerpo para calentar y proteger al pequeño exorcista, lo hizo enojar, aunque realmente una parte de él lo deseaba.
Insulto su subconsciente, después tomo la decisión, si tanto su cuerpo quería tocar aquel que tenía enfrente, completamente indefenso en el suelo, lo haría, solo por el simple hecho de apagar esa estúpida curiosidad que había aparentemente nacido desde su primera misión con el inglés, mismas, muy a su pesar fue creciendo cada vez más.
Lo tomo de nuevo así como se sentó en el suelo recargando su espalda en la húmeda fría madera de la cabaña, así como acomodo al pequeño en sus piernas, medio abrazándolo para darle el calor de su cuerpo, sin querer quedando la cabeza del joven exorcista en el pecho del japonés.
Aprovechando de nuevo la situación del albino, volvió a tomar su rostro, viéndolo fijamente, sin darse cuenta se estaba acercando más, por cada vez que se perdía en esos labios rosados, algo maltratados por el frio.
Gruño de nuevo, así como maldijo esa estúpida curiosidad, decidió mandar todo al demonio, así como cumplir lo que su cuerpo tanto anhelaba desde hace meses, tomando los labios, sin ningún permiso, besándolo delicadamente.
Cuando ambos labios se separaron, instintivamente recargo un poco su frente con la caliente del albino inconsciente así como cerro los ojos, ceño fruncido había desaparecido, para tomar uno que ligeramente ocultaba su confusión, así como una posible sensación de dolor.
Él sabía bien, muy en el fondo que era lo que lo hacía enfurecer, aquello que lo hacía sentir muy incómodo, molesto consigo mismo, esa estúpida sensación en su pecho, cálida y dolorosa al a vez.
Siempre había sido un tío de corazón duro, pero no lo era al cien por ciento, su aparente infancia era a la vez demostraciones de las mismas. Ya se había encariñado mucho con alguien, misma que tuvo que arrancarla por las feas y dramáticas situaciones del destino, sin tomar en cuenta el deseo cegador de encontrar esa chica de cabello rubio que había rondando en su cabeza desde su aparente primer día de vida.
Esos recuerdos eran cicatrices, feas y horrorosas, mismas que le hacían recordar, lo malo de encariñarse con alguien, en una era donde prácticamente eres todo y a la vez nada. Conocía muy bien la cara de la verdad, aun que personas como Komui Lee, con su mayor es fuerzo de "protegerlos" sabía muy bien que para los verdaderos altos, los exorcistas eran nada, más que herramientas (difíciles de conseguir) para sus intereses propios, con una fachada de mentiras, poniendo el nombre de Dios en él.
Aunque siempre había sido alguien con muy mal carácter, su corazón se había cerrado completamente, consintiendo de piedra, por aquellas experiencias. O eso era lo que creía.
Aquel Moyashi inocente, ignorante, con demasiada confianza, demasiada luz, había encontrado un hueco, colándose por él, por eso le irritaba, ver esa luz que a él le arrancaron en poco tiempo, realmente le envidiaba.
Él se había dejado vencer, él había tirado la toalla, muy en el fondo estaba tan harto de su vida falsa, desde cuerpo que tenía, por eso era tan temerario, pero a la vez le aterraba la muerte, que llegara antes de encontrar lo que el aparentemente lo único que llego amar de verdad, que lo hizo sentir vivo, lleno de paz, de luz...
Ahora tenía en sus brazos que estaba haciendo ese efecto en él, aunque peleo por años para que nada lo hiciera, ese desgraciado enano lo había logrado, sin que ninguno se diera cuenta.
Sintió algo cálido recorriendo sus mejillas. Lágrimas, habían salido, haciendo que gruñera de nuevo. Pero no se atrevió a quitarlas, solo abrazo con más fuerza aquel cuerpo ignorante de la situación.
Queriendo quedarse así todo el tiempo que le fuera imposible...
Todo aquel, que Aquella tormenta... se lo permitiera
Realmente lo escribir por mera curiosidad, así como quería aflojar más mis dedos que los sentía demasiados inquietos….
Espero que les haya gustado, así como les invito mi bandeja de rev con mi hermoso Pacman. XD
