El fin de la espera
Este fanfic puede ser considerado el segundo de una serie de fanfics mios y de mi hermana Nezalxuchitl, aunque los de ella solo se publican en la web de Amor Yaoi y trataremos de ponerles un orden, sin embargo, leerlos en serie es opcional, cada uno podra ser disfrutado independientemente.
Esta ubicado en un universo donde hay mpreg, y por tanto, varones y donceles. Turra es un sinonimo de doncel. Sage es turra y cree que Aspros tambien, por lo bonito que es.
Y decide entrenarlo de acuerdo a los usos de su cultura. (Sage es lemuriano, de Jamir).
El enlace al primer fic de esta serie, por si les interesa es
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Capítulo I
Hebras blancas, largas, brillantes, como hilos de luz poblaban sus fantasías, aunque no estuviera enamorado de su poseedor. Ojos verdes, brillantes como esmeraldas, piel muy suave, un olor delicioso, adornos de oro que caían al suelo porque aunque adornaran la belleza de su portador no quería compartir con nada ni nadie lo que por tanto tiempo se le había negado.
Lo que nunca se había atrevido a pedir, no por cobardía, sino por prudencia.
Si el gran patriarca Sage quería imaginar que él no era más una turra, si quería deleitarse con la hermosura de su cara y hacer con él solo esas cosas inofensivas, placer suave que podía obtener sin riesgos, lo dejaría. Lo había hecho por años, por el bien de su ambición. Pero en sus fantasías mandaba él y en ellas podía hacer lo que deseaba, tomarlo, someterlo, hacerlo desmayar de placer entre sus brazos y mostrarle que lo que podía ofrecerle, en cualquier ámbito, era más que lo que nadie podría darle.
Apretó su polla y conteniendo un gemido, miró el conocido perfil dormido a su lado. El único al que amaba, por el que hacía todo, pero que no le podía dar lo que necesitaba en esos momentos, aunque estuviera dispuesto a intentarlo. No podía molestarlo con algo así, no podía despertarlo, viéndolo tan tranquilo, no podía sino hacer lo que hacía, seguir soportando, solo, en su nombre, el de Deuteros, su otro yo, su amado gemelo…
Se corrió y mientras recuperaba el aliento admirando la perfección de sus rasgos, lo tentadora que lucía su piel aun en la penumbra de su habitación en Géminis, lo comprendió. La verdad oculta ante sus ojos, demasiado cercana para verla: Sage también tenía un gemelo.
Incluso Hakurei era el mayor, su patriarca solo el segundo, aunque hubiera tomado el poder que le correspondía a su hermano. Y ambos eran igual de hermosos aunque sus personalidades fueran distintas. Sage no era tan fuerte, tan decidido, y era más paciente, para todo. Hakurei era decidido, arrojado, algo que él podía aprovechar a su favor, pues aunque entre ellos hablaban diario, su Excelencia no solía visitar el Santuario, y él, tan confiable, tan poderoso, manipulando las dimensiones a su antojo, era el elegido para llevarles lo que la distancia les impedía entregarse…
Horrible separación solo comprensible porque ambos eran turras y Hakurei había hecho su vida, tenía su hijo consigo, podían verse a diario por medio de la proyección astral. Él no la soportaría. Sin Deuteros no tenía una razón para vivir y sabía que su gemelo pensaba igual.
Satisfecho se limpió la mano en la sabana y se acercó a su hermano, pegándose a él, la nariz en su cabello, su brazo cruzando su pecho, una pierna enredada en la suya, olvidado por completo el no querer molestarlo.
Pero no era ninguna molestia.
Deuteros entreabrió un ojo y se giró para permitirle hacer lo que quería, dormir sobre su brazo, tan cerca uno de otro como siempre lo deseaban estar y como el destino no les permitía más que en las horas de oscuridad, cuando estaban solos, mirándolo abandonarse en sus brazos, confiado, feliz, sus ojos cerrados al fin y olvidándose de todos esos problemas que lo obsesionaban.
Su oportunidad no tardó mucho en llegar. El gran Patriarca quería enviarle a su hermano regalos para su hijo, que pronto cumpliría años, una criatura encantadora que lo intrigaba pues nadie sabía quién fue el afortunado en ser su padre. Pero nada de eso era relevante. Hacía meses que no veía al señor de Jamir, la última vez solo por unos minutos pues debió irse de inmediato para una misión urgente y quería darle la mejor impresión posible, pues aunque había visto interés en sus ojos, tenía una reputación que cuidar.
Se le presentó formal, en todo el esplendor de su perfectamente cuidada armadura de oro, le entregó el baúl lleno de obsequios, aceptó su invitación a pasar en Jamir la noche si no tenía nada que hacer, a pesar de que aún no era ni medio día, y lo acompañó en sus menesteres, organizando la fiesta de Shion que tendría lugar al día siguiente y que era todo un logro mantener como sorpresa, al menos hasta que ofreció, para que su Excelencia dejara de usar su cosmos creando barreras, transportar el piso donde sería a otra dimensión.
Una donde solo podían estar ellos dos. Pero aun no era momento.
Hakurei lo dejó hacer, mirándolo. Sage cada vez los elegía mejores. Poder, belleza, modales… con razón ese chico era su favorito como opción a sucederlo. Pero era tan respetuoso que lo aburría un poco. Como Sísifo. Pensándolo bien eran amigos, aunque por otro lado, era imposible que Sage no hubiera apreciado lo que tenía entre sus manos. Que lo hubiera guiado, asegurándose de que sería todo lo que podía ser, y por eso ahora se lo mandaba.
Tal vez Aspros no sabía a qué había ido, que ellos fueran tan compartidos.
Sería divertido probarlo un poco, ver si acaso valía tanto la pena como su hermano lo creía.
-Estoy molido.-la anciana vieja belleza se estiró, ondulándose frente a él, antes de dejarse caer en el borde de su cama.
-Me retiraré para que descanse.-ofreció, dejando sobre una mesa la canasta con bocadillos, cena de media noche, que cargaba por él, aunque sabía que no era eso lo que quería.
-No. Quédate.-seductor, elegante, aun solo vistiendo esa sencilla bata Hakurei se levantó, y sin dejar de mirarlo la desató y dejó a un lado, tendiéndose sobre la cama. Lo miraba hipnótico, seguro de que seguía el movimiento de sus brazos al estirarse para acomodar su cabello, de sus piernas que cruzó un momento para estirase lo más posible antes de dejarse estar laxo.
-¿Qué desea que haga?
Hermoso, impúdico… no podría contenerse de no haber visto hasta saciarse una imagen idéntica… parecida. Él mejor que nadie sabía que, aunque gemelos, no eran idénticos. Cada uno tenía lo suyo, como él y Deuteros.
-Dame un masaje.
Hakurei se relamió viéndolo. La armadura se había ido desde hacía un rato, Shion jugó con ella hasta quedarse dormido, y aun usando solo una sencilla camisa, apenas abierto uno de los botones, un pantalón negro y botas, era toda una visión. Rasgos delicados que se habían ido acentuando con los años, dejando atrás ese limbo de la belleza en el que había sido difícil distinguir si en verdad era varón o sería doncel, los hombros que comenzaban a ensancharse de un modo delicioso, aunque todo apuntaba a que no lo harían demasiado.
Alto, delgado, en forma, piernas largas y una polla que se marcaba con precisión bajo la tensa tela negra… todo un regalo para la vista y sus demás sentidos, pues sus manos, recorriendo primero sus brazos, habían sido deliciosas. Cálidas, relajantes, respetuosas incluso cuando llegaron a su pecho, tocando de un modo suave, muy suave, buscando hacerlo sentir bien, cumplir con lo que le había pedido… era raro encontrarse con un seme así, que antepusiera su deber, que supiera controlarse de tal modo, pues le gustaba, podía verlo fugaz en sus ojos, pero le gustaba, ansiaba tocarlo, pero se refrenaba.
Aspros miró a Hakurei remolinearse en la cama cuando llegó a sus caderas y tuvo que sujetarlo para poder seguir, firme, delicado, pasando saliva antes de comenzar a bajar por uno de esos muslos blancos, firmes, a pesar de ser más llenitos que los del patriarca. Todas las curvas eran un poco más notorias, había más de dónde agarrar donde colocara sus manos menos en su vientre tenso, apenas curveadito como turra que era, pero a diferencia de Sage, con su piel más suave, cuidada, y su carne blandita, la del gemelo mayor era firme. Estaba en mejor forma, lo veía de un modo que su hermano no usaba más que cuando ya tenían un rato solazándose, que sus dedos jugaban sobre su hoyito, solo frotando encima, tentando, sintiendo aquel botón abrirse bajó sus dedos pero sin ir más allá a menos que se lo pidiera…
Llegó a su pie y lo tomó entre sus manos, mirándolo, blanco, delicado, unido a una pierna que era una delicia ver… lo que daría por tenerlo frotando su polla, recorriéndolo con sus deditos o frotarlo el contra su entrepierna, aliviarse un poco… lo dejó y comenzó el recorrido inverso por la otra pierna, ese tobillo delgado que luciría hermoso con un aro de oro que tintineará conforme lo sacudiera al follarlo, bien en alto, la curva hermosa de su pantorrilla, su corva sostenida contra su pecho para poder llegar tan dentro de él como pudiera, el muslo que ansiaba chupar, lamer, probar para ver si era tan parecido al de su gemelo como esperaba, si respondía igual al toque de sus labios conforme se acercaba al corazón de sus nalgas y lamía entre ambas, buscando el tesoro que resguardaban y que nunca había poseído a pesar de estar tan cerca, de haberlo probado con su lengua y sus dedos, una tortura refinada…
Hakurei lo veía respirar pesado, sus mejillas pálidas teñidas por un leve rubor y sus ojos brillantes, mirándolo con unas ansias que cada vez podía disimular menos, su polla bien firme bajo su ropa, antojándolo, pues nunca la había visto y lo que podía adivinar de ella era delicioso, así que decidió que era suficiente prueba. Era todo un caballero, el primero que tenía en mucho tiempo, en realidad, pues todos solían ceder antes a sus instintos, incluso algunas turras, y se giró cuando él apartó sus manos por un momento, se hecho el cabello sobre un hombro, lo volteó a ver, invitándolo a seguir…
Aspros fijó sus ojos en la curva acorazonada de sus pompas, su cadera un poco más amplia, lo que hacía parecer más pequeña su cintura, su cabello que casi en nada velaba su espalda andrógina, cayendo a un lado como un río de plata en vez de como una cascada sobre él… quería lamer su nuca y probar su cuello, pegar su nariz para oler si era tanto o más delicioso que lo que esperaba, pero sus manos fueron a su trasero y comenzaron a masajearlo, apretando, intentando abarcar las curvas con sus manos, separando apenas.
Hakurei estaba expectante, las manos del joven caballero se apoyaron en su baja espalda y subieron rápida por ella, calosfriandolo, sujetándolo por los hombros… creyó que lo giraría o que llevaría sus dedos a sus labios para que los chupara, pero solo siguió masajeándolo… ¿es que no pensaba hacer nada más? ¿Quería acabar con lo que le pidió antes de seguir? ¿Creería que era impropio hacerlo con él después de tener a Sage? ¿O acaso Sage lo había vuelto loco y él pobre ya no recordaba que era varón, tenía un polla y debía usarla?
Le daría una última oportunidad, y si no hacía algo, tomaría las cosas en sus manos. Literalmente.
Un movimiento sensual, voluptuoso, que realzó su trasero, sus muslos separándose ligeramente, una mirada que duró apenas un instante, sobre su hombro… antes que su yo consciente, su cuerpo reaccionó y llevó sus manos de vuelta a ese trasero delicioso, que apretó, haciéndolo gemir.
Entonces volvió en sí. Tantos años de no pasar de nada, la costumbre, habían hecho mella en él, y por momentos olvidaba que no estaba con Sage, sino con su gemelo, que con él no debía contenerse. Que no era eso lo que se esperaba de él esa noche, que se conformara con besos, lamidas y toqueteos, sino llegar hasta el final, dejarse llevar hasta donde ambos lo necesitaran.
Metió la rodilla entre sus piernas y él las separó. Lo tomó por las caderas y se las levantó, se inclinó ante esas pompas gloriosas, las separó de nuevo y hundió su hermoso rostro entre ellas apenas vislumbró ese agujerito tan parecido al que ya había tenido pero que reaccionaba diferente, se abría con mayor facilidad, generoso, anticipando lo que vendría y no solo disfrutando el momento…
Dejó su lengua vagar libre, sin contenerse, probando su piel, lamiendo su bordito para hacerlo temblar, hundiéndose tanto como podía, rápido, certero.
Hakurei apretaba los puños y procuraba mantenerse quieto, despatarrado en cuanto podía, sintiendo esas manos fuertes sostenerlo, esa lengua experta alcanzándolo de un modo que le hacía temblar las piernas, justo como les gustaba, a él, a Sage, cada vez más rápido, más dentro, más apasionado, dejándolo mojadito, como si lo que hacía no fuera bastante para humedecerse.
Entonces añadió un dedo, primero rozando, después entrando cuando se abrió para él… era flipante lo atento que era, sin seguir hasta que pedía más… aunque también podría ser orgullo… esperar hasta que su ego era satisfecho para seguir, pero tenía de que sentirse orgulloso, pues su habilidad comiéndoselo era refinada, precisa, como si no hubiera sino practicado por años para complacerlo…
Aspros añadió otro dedo y pensó que igual con él. Dos, tres dedos una vez que lo casi lo llevo al límite, que si no lo hubiera hecho correrse de esa forma intensa que las turras podían, soltando esos fluidos dulces y trasparentes, le habría pedido que siguiera, estaba seguro, pero él hubiera no existe y ahora lo dejaría así, no se arriesgaría antes de lograr su objetivo. Ya después habría tiempo. Oportunidad.
Separó sus labios de su culito y se incorporó, dejando solo sus dedos dentro, bajándose con la otra mano el pantalón hasta medio muslo, dedos fuera, su punta húmeda, resbalosa, contra su agujerito dilatado, húmedo también, haciéndola resbalar por encima, unos segundos de tortura, muy atento a como se veía, primero presionando, luego entrando, lento, jalando hacía un lado una de las abundantes nalgas hasta que fue obvio que deberían ser ambas si quería llegar tan adentro como deseaba.
Hakurei gimió y lo apretó cuando terminó de entrar. Que viera que no solo él tenía trucos. Ni siquiera le había visto la polla, pero se sentía divina, grande, dura, caliente… comenzó a moverse y la sensación mejoró, volvió a ser como hacía unos momentos, cuando tan cerca de correrse lo había tenido, tan placentero que no tardaría mucho en hacerlo, así que apoyo bien el pecho en su cama y se dejó embestir por ese caballero que tan bien sabía hacerlo.
Más rápido, más duro, pronunciando el movimiento hasta casi salirse solo para tener el gusto de volver a sentir como se hundía en él… Aspros lo flipaba, decidido a no parar hasta quedar satisfecho, él, porque esa belleza, como en sus fantasías, jadeaba, gemía, la sentía temblar y apretarse, seguro haciendo unas caritas de ensueño, la saliva escurriendo de su comisura, los ojos cerrados, las mejillas, sonrojadas, como cuando solo hacían lo que siempre quería, sin dejar que le mostrará que podía hacer más. Que podía dárselo todo. Lo sintió correrse y una sonrisa satisfecha cruzó sus labios, deteniéndose para apreciar en cuanto valían sus apretones, sus ruiditos.
Después se salió de él, apretando su erección por la base, y cuando esa insaciable belleza apenas se volvía a verlo para protestar, lo tomó de la cintura y lo giró hacia él, besándolo mientras se dejaba caer sentado con las piernas cruzadas, el ojiverde encima suyo, su polla frotándose de nuevo unos segundos antes de regresar a ese agujerito anhelante.
Chupó sus labios y su lengua como sabía le gustaba a su gemelo, lo dejó entrar en su boca y explorarla, más dominante que Sage, pero turra, apretándolo con su maravilloso culito que tan bien sabia usar antes de que él dejara de besarlo para lamer su cuello, su oído.
Hakurei se apretó a él, pasándole flojamente un brazo por los hombros y pensando en lo bien que Sage lo educó conforme jugaba con su orejita, jadeando ronco en su oído, lamiendo la línea de Venus de su cuello rumbo a su pecho. Talentoso el chico también, su boca hábil capturando su pezón y chupándolo con cuidado, tanteándolo con su lengua, sus dedos acariciándolo, una mano en su espalda, la otra al fin encargándose de su erección, que sobaba con maestría, haciendo topar su punta en el huequito de su palma, su polla sacudiéndolo, a pesar de estar abajo de él, cargando su peso…
Se sentía bien, pero en esa posición no lo llenaba tan bien como antes, frotando su próstata con cada embestida, y se sentía ambicioso, despertado su deseo por ese varón de primera que seguro no vería mal que quisiera que lo complaciera. Volvió a su boca y aprovechó para abrirle la camisa, tela estorbosa que no le permitía tocar su torso definido, lamió su cuello, lo empujó para poder hacerlo con la división entre sus pectorales y lo montó a su gusto; manos que no lo estorbaban, ojos que lo miraban con deseo, su erección que ya rozaba exactamente donde quería y que, echándose atrás, sus manos apoyadas a los lados sus muslos fuertes, su cadera un poco elevada, podía hacer frotar ininterrumpidamente.
Que el patriarca y su gemelo sabían follar era algo que tenía claro aun antes de probarlo en carne propia, pero lo que sentía estaba más allá.
Era un portento, una visión, con su polla sacudiéndose libre cuando dejaba de masturbarlo, cabalgándolo con su cabello meciéndose de un lado a otro como sus caderas, sus gotitas dejando de humedecer sus dedos para salir disparadas contra su vientre, ensuciándolo por en medio de su camisa abierta, sus gestos al ser sacudido por un doble orgasmo… no podía aguatarlo más, y aun cuando gimió lastimero lo arrojó sobre la cama y le llevó las piernas al pecho, su culito mojado y brilloso bien expuesto, listo para que se lo acabara, lo anegara con su semen cuando se corrió, al fin, dentro suyo.
Respiraba agitado, dejando de empujar sus muslos e inclinándose sobre él para besarlo cuando la puerta se abrió.
"¡Shion!" pensó, poniéndose alerta y dejándose ir para tapar a su madre, a la que se estuvo follando hasta unos segundos, pero los ojos que lo miraron sorprendidos no fueron los fucsias de la turrita, sino los verdes, tan conocidos, de la turra idéntica a la que acaba de poseer.
-Buenas noches…-las palabras se le helaron en los labios, como la sonrisa, que cambio a asombro total.-Aspros.- ¿qué habían hecho?-Hakurei. No creí que tuvieras compañía.-dijo, por decir algo.
-¿No?-la cara de su gemelo era un poema.- ¿Luego de que me lo envías no quieres que la tenga?
-Ya es noche…-trató de cambiar el tema Sage, pues no quería que sus caballeros se enteraran como se las doraban él y su hermano.
-Como si eso importara…
-Mañana es la fiesta de Shion.
Por eso había ido. No pudo soportar la idea de perdérsela. Y los encontraba en su propia fiesta.
-Y él ayudó mucho. Merecía una recompensa.
Las piernas de la belleza se liaron en su cadera, impidiéndole levantarse para cubrirse, pero tapándole las nalgas.
Sage los miró haciendo morritos. Tanto que había cuidado a Aspros, que fuera una… ilusión suya si era sincero. Una turra talentosa, dedicada… pero ahora ya no podía negar lo obvio: era un seme hecho y derecho, que había soportado sin follar con él solo por… respeto supondría, obedecerlo, pues siempre fue un buen niño. Y cuando tuvo la oportunidad, hizo lo que su naturaleza le impulsaba. Lo que Hakurei le pidió, pues no se engañaba a sí mismo, y varón que le gustaba a su hermano, le gustaba a él…
-Patriarca, yo…-"puedo irme si quiere", iba a decir, pero el dedo de Hakurei cruzó sobre sus labios, callándolo.
-¿Vienes?-porque él no dejaría ir ese manjar antes de probarlo un par de veces más. Aspros lo miró sorprendido, pues eso sobrepasaba sus planes con creces; Sage apenas contuvo el gesto.- Aunque seguro que sabes el buen trabajo que hiciste con él…
Sí, pero no el que creía Hakurei. Eso debió aprenderlo Aspros solo, que pensándolo bien, no era como que no tuviera con quien hacer más cosas, así Sísi fuera decente. Joven, guapo, caballero de oro… seguro las turras hacían fila detrás suyo, si hasta a Degel, que tenía su novio, había llegado a ver mirándolo embelesado.
Los miró una última vez antes de asentir. No era como para despreciar al chico ahora que había sido capaz de ver que podía hacer, aunque más que ver era que si Hakurei estaba tan complacido, bueno tenía que ser.
