"El Efecto Dory"
Holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa a todos, que gusto saber de ustedes nuevamente :D
Aquí les tengo un nuevo fic que (espero... Por favor altisimo) no se ha visto por aquí.
Espero que les guste y lo acepten como un buen fic.
Mmm... O sí, los personajes de esta historia pertenecen al grandioso grupo de CLAMP (lo escribí bien??)
El Inicio
Latitud: 35-33N.
Longitud: 139-47E.
Altitud: 5 m.
Viento: 11 Kt del norte-noreste.
Temperatura: 13ºC.
Humedad: 58%
Presión: 1014 hPa.
Un buen cartógrafo conocedor del mapa terrestre podría darse cuenta fácilmente que la latitud, longitud y altitud antes proporcionadas corresponden nada más y nada menos que a la región de Tokio Japón ("El país del origen del sol"), ubicada entre el océano Pacífico y el mar del Japón, al este de China, Rusia y la península de Corea, con una población aproximada de 30 millones de habitantes que la hacen nada más y nada menos que el área urbana más grande del mundo en términos de población.
Si se consulta a un climatólogo (hombre del clima), podrá decirnos que por la temperatura y la humedad, estamos en un tiempo de transición entre el invierno y la primavera.
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Por los pasillos de la prestigiosa preparatoria de Seiji Tomoeda caminan todo tipo de personalidades. Desde jóvenes serios y estudiosos, nerds, alegres porristas, chicos teóricos, chicos físicos, aspirantes a abogados, locos artistas, pintores, músicos y soñadores… profesores chiflados y por qué no decirlo, alguno que otro alumno y/o docente con preferencias… ustedes entienden.
Y sin embargo, Seiji era como cualquier otra preparatoria de la región. Tenía buenos y malos alumnos y por supuesto, el sequito de populares y destacados, aquellos que lograban destacar en cualquier cosa (intelectual u otra) caminaban con la frente en alto, imperiosos y dominantes, atrayendo las miradas de todos a su alrededor.
Así era ella.
¿Quién?
Tomoyo Daidoji, la chica con más suerte del mundo, la favorita de los Dioses, la hija de Atenas, Afrodita y… Sonomi Daidoji, la exitosa empresaria. Esta chica lo tenía… prácticamente todo lo que cualquier chica pudiera desear y tener: fortuna, posición, nombre, estatus, belleza, temple, elegancia, porte. Gracias a su madre tenía todo lo materialmente necesario y un estatus social envidiable, ella por su parte era alta, de tez perfectamente blanca, cabellera larga y negra con unos curiosos rulos en las puntas, poseía el físico por el cual cualquier modelo mataría pero lo más sobresaliente en su apariencia eran el par de joyas amatistas que adornaban sus ojos.
La joven heredera llamaba la atención a todas partes donde iba, las miradas de las personas eran atraídas magnéticamente hacia ella, nadie sin excepción sentía cierta curiosidad hacia su persona… desafortunadamente para ella.
Sí, Tomoyo Daidoji era de esas sorprendentes personas que logran destacar y sobresalir naturalmente en el ambiente que se le impusiera, al mismo tiempo era el extraño caso que se sentía incómodo al ser el foco de atención. Sonreía con naturalidad y deseaba que la tierra se la tragara al mismo tiempo. Era más que extraña esa combinación en una persona así.
-Daidoji ¿podría por favor mostrarnos como se hace? – le pidió el profesor de música haciéndole señas para que pasara adelante.
La chica obedeció encarándose a su clase. No era raro para ella el que algún profesor le pidiera pasar al frente y mucho menos para cantar, eso era lo que ella hacia mejor: cantar.
Aclaró la garganta, abrió la boca y dejó fluir nota a nota con completo control y dominio de la pieza. Pudo notar con cierto regocijo como sus compañeros de clase se envelaban con su voz, acomodaban la cabeza en su mano, cerraban los ojos o tarareaban silenciosamente la canción.
-Y así, así damas y caballeros es como se hace – dijo el profesor palmeando el hombro de Tomoyo e indicándole que se sentara.
Al término de las clases, la chica suspiró resignada mientras salía de su salón. Sí, su vida era "perfecta" y "envidiable" pero eso no hacía que dejara de ser "aburrida". Todos los días la misma rutina, todo los días el mismo cansado camino de ida y de venida, todos los días las molestas miradas indiscretas puestas en ella…
-Tomoyo – escuchó como la llamaba una muy familiar voz - ¿cómo te fue?
-Muy bien Sakurita – respondió la chica con una sonrisa a la recién llegada. Sakura era su prima y mejor amiga de la infancia, si no fuera por ella posiblemente ya hubiera muerto de aburrimiento; desafortunadamente, ese año estaban en salones separados - ¿qué tal tú?
-Bueno, todo iba hasta que apareció ese baboso cretino – dijo Sakura apretando el puño.
La joven esmeralda, así era como muchos describían a su prima y todo gracias a sus impactantes ojos que tenían vueltos locos a muchos de sus compañeros. Sakura Kinomoto era la clásica chica torpe, distraída y heroína de cualquier shojo. Era simplemente la alegría en vida y el alma de su familia.
-Baboso cretino a las doce en punto – dijo Tomoyo localizando al susodicho.
-O mi Dios, ¿no puedes odiarme más? ¿A dónde quiera que vaya tengo que encontrarme con
So Boba Kinomoto? – Replico el chico observando detenidamente a Sakura – Hola Tommy.
-Hola Syaoran – correspondió el saludo.
Syaoran Lee, su mejor amigo varón. Él era el sueño de toda chica. Ojos ámbar, cabello castaño y alborotado, piel bronceada, cuerpo fornido, era simplemente un Adonis. Aunque su carácter era mucho más simple que su apariencia, serio y hasta cierto punto tímido (sobre todo con el sexo opuesto). El y Sakura formaban el clásico dueto que se odiaba y se amaba a la vez, que si lo sabía ella. A simple vista se aborrecían, se insultaban e incluso se mataban con la mirada, pero al mismo tiempo se notaba su irrefutable atracción.
-¿Cómo puedes tutearlo? – soltó Sakura molesta – no sé siquiera como lo soportas.
-Vamos Sakura, ustedes también deberían de llamarse por su nombre, hace siglos que se conocen.
-Por mis adorables ancestros, tengo prohibido juntarme con seres fuera de esta tierra – exclamó Syaoran – aparte, su nombre es difí… dififi…difififil de recordar. ¿Cómo dices que te bautizaron los de la Nasa? ¿Trébol? ¿Margarita? ¿Petunia? ¿Espinaca?
-Sakura, Sa-ku-ra – gritó ella saliéndose de sus cabales.
-Tranquilízate pequeña San-ku-da, no te exasperes – siguió Syaoran – para los de tu especie es de infarto enojarse y elevar la voz a más de dos octavas.
-Voy a matarte aborto de China.
Y salieron disparados a quién sabe dónde. La amatista volvió a suspirar, ansiaba el momento en que esos dos se dieran cuenta de lo que sentían el uno por el otro y terminaran toda esa pantomima de estarse molestando. Aunque, por otro lado, cuando eso ocurriera terminaría una de sus más divertidas atracciones. Qué dilema.
Caminó sola de regreso a su casa pensando en nada en particular. Comida, tarea y el libro que había comenzado de un autor de nombre raro (Fedor… quién sabe qué) eran lo único que la esperaba en casa. Qué decepción.
Llevaba más de veinte minutos caminando medio inconsciente por el parque con sus aburridos pensamientos cuando algo o mejor dicho alguien llamó su atención. No es que le pasara muy seguido, solo que le pasó esa vez.
Tal parecía ser un extranjero… francés o inglés tal vez. Vestía casualmente jeans y playera de mangas largas. Su semblante sereno y sonriente, parecía una persona amable de cabello negro y perfectamente alborotado. Pero lo más sorprendente para ella fue ver a través de los cristales de sus anteojos los ojos más increíbles que hubiera visto en su vida. Azul y gris si no se equivocaba. Llevaba arrastrando una gran maleta, definitivamente acababa de llegar al país.
La chica estaba tan metida en su escaneo que no notaba la dificultad del desconocido para arrastrar sus pertenencias, fruncía el ceño al intentar localizarse y apenas era consciente de que había árboles a su alrededor. De lo que no se dio cuenta fue del gran agujero en el que quedó atorada la ruedita de su maleta que al intentar jalar usó fuerza contraria y lo obligó a caer graciosamente al pavimento tal cual lo hubiera hecho si llevara patines y fuera un mal patinador.
Tomoyo salió de su ensueño tan rápido como había entrado en él y como buena persona corrió a ayudar al joven.
-¿Está usted bien? – le preguntó.
-Eso creo – respondió él. Inglés, definitivamente inglés – gracias.
Se incorporó, rescató su maleta, se sacudió la retaguardia y pareció percatarse por primera vez en donde estaba. Después, girando la vista de un lado al otro, viendo los árboles, las banquillas y por último percatándose de la chica que estaba a su lado sonrió como si nada hubiera pasado.
-¿Seguro que está bien? – insistió Tomoyo no muy convencida – debió darse un buen golpe.
-¿Por qué? – preguntó extrañado.
-Acaba de caerse – respondió la nívea señalando el piso.
-O bueno – murmuró para seguidamente sacar una libretita de su bolsillo – Instituto Seiji – leyó, hizo un gesto y se rascó la cabeza – ya me perdí.
-Es derecho y luego da la vuelta a la derecha – le dijo Tomoyo a lo que él volteó con los ojos muy abiertos – es fácil llegar.
-¿Lo dice en serio?, ¿voy bien?, genial – preguntó sin podérsela creer – ¿dice que es derecho y después a la derecha? – siguió escribiendo en la libreta.
-Sí – respondió frunciendo levemente el ceño – la reja es blanca y hay un gran letrero que lo dice.
-Reja blanca y un gran letrero – repitió mientras escribía – gracias, me ha salvado la vida – repuso cuando terminó – y no lo digo literalmente.
-De nada – dijo Tomoyo viendo como el joven tomaba sus cosas y seguía su camino – ni siquiera me dijo su nombre – pensó y retomó el suyo.
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Al día siguiente, Instituto Seiji:
-¿Y se fue?, ¿así como así? – le preguntó Sakura – debiste preguntarle su nombre.
-No creo que se hubiera visto muy bien Saku – reprochó Tomoyo.
-¿Por qué no?, ni que le pidieras su mano – siguió la esmeralda moviendo enérgicamente las manos de arriba abajo.
-De cualquier forma no lo volveré a ver – dijo la nívea en cogiéndose de hombros.
-El timbre, rayos, llegaré tardeeeeeeee – gritó la castaña saliendo como relámpago.
-El salón está al lado, es imposible que llegue tarde – se dijo a sí misma la amatista, su prima definitivamente era única.
-Atención alumnos – llamó el profesor de matemáticas… sí, matemáticas a primera hora!!!! – les presentaré a un nuevo alumno de intercambio – informó haciendo pasar al susodicho.
Al verlo, Tomoyo casi cae de su lugar y es que, era él, él, el chico al que había ayudado el día anterior… ¿qué probabilidades hay de eso?, o era el destino o era una mala pasada.
-Todos, él es Eriol Hiraguisawa, viene de Inglaterra a terminar su educación media superior con nosotros, trátenlo bien – era más una orden que una petición.
-Wow
-Yo lo trataré bien.
-Directo del olimpo.
-Y este, ¿qué se cree?
-¿Será casado?
Toda clase de comentarios sonaron al instante, ninguno de los presentes le quitaba la vista de encima y él sonreía como si nada.
-Toma asiento detrás de la señorita Daidoji – le dijo el profesor – al final de la fila.
-¿Qué?
-Ultraje.
-Complot.
-Te sedo mi lugar, pero no me quitaré.
Tomoyo esperaba el momento en que sus ojos entraran en contacto y la reconociera, pero eso no pasó, vio como la pasó por alto y escuchó cuando recorrió la silla para sentarse. Tal vez no había logrado reconocerla por el terror del primer día, algo completamente comprensible.
Las clases transcurrieron con la misma naturalidad, en cada oportunidad que tenían, los alumnos se acercaban a su nuevo compañero e intentaban entablar conversación con él, incluso alumnos de salones distintos iban a verlo y él tímidamente apenas y respondía. A la hora del almuerzo, Tomoyo se sorprendió de la forma en que logró escabullirse perdiéndolo completamente de vista.
Las clases terminaron en un abrir y cerrar de ojos, tal vez cosa de la nueva celebridad. El caso era que tenía práctica con el coro y no podría irse temprano.
Ingresó al salón, saludó a sus compañeros y… lo vio, sentado frente al piano con el profesor a un lado muy sorprendido y sin apartar los ojos de sus marmoleas manos sobre las teclas. Se sorprendió al verlo pero lo disimuló.
Era pianista, un pianista sorprendente. Interpretó a Mozart sin mayor dificultad y memorizó la melodía que estaban practicando a una velocidad de vértigo. Realmente increíble, tentador, irresistible… un segundo, ¿qué rayos le estaba pasando?
-Excelente práctica – los felicitó el profesor – nos vemos mañana equipo.
Salieron sin prisa. Eriol en cambió tomó su tiempo, arreglando sus partituras como si fueran un tesoro. Tomoyo hizo lo mismo y al fin quedaron solos.
-Nos volvemos a encontrar – le dijo como quien diera la cosa – no pensé que querías llegar aquí para inscribirte.
-¿Disculpa? – preguntó el pelinegrodestellosazules – ¿me hablas a mí?
-¿A quién más? Estamos solos – observó ella desconcertada – me alegra ver que supiste llegar.
-¿Nos conocemos? – cuestionó el oji-azul serio.
-Sí, ayer, en el parque – respondió Tomoyo más que indignada ¿qué se creía? – te dije como llegar a aquí – el chico pareció pensárselo, retroceder en el tiempo tal vez, se notaba confundido – ¿en serio no me recuerdas?
-No, la verdad no – respondió como disculpándose.
Ahora si era el colmo, ¿cómo se atrevía? Ese chico ¿quién se creía que era, el príncipe de Inglaterra? Si, era lindo, con un cabello increíble, un acento envinagrarte y unos ojos hermosos pero y eso ¿qué? No era gran cosa, también ella era linda y eso no le daba el lujo de tratar así a las personas el muy…
-¿Estás molesta? – se atrevió a preguntarle, Tomoyo estaba a punto de golpearlo – lo siento es que…
-O no, no vayas a decir ahora que nunca olvidarías una cara linda y blablablabla, ¿ahora me dirás que si me recuerdas? – le dijo evidentemente molesta y es que era tan…
-Es que, la verdad no te recuerdo – siguió el chico a modo de disculpa – y creo que aun que viera la cara más linda del universo si la olvidaría.
Y eso era más que suficiente, Tomoyo había encontrado al chico más idiota, estúpido, altanero, egocéntrico, baboso, con su linda sonrisa y su estúpida expresión culpable no lograba engañarla era simplemente un casanova más, un maldito casanova.
-Pero creo que eres linda – dijo Eriol tímidamente, viéndola con evidente nerviosismo – creo.
-Me lleva, definitivamente IDIOTA.
CONTINUARA
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Por el momento es to...too...totodo amigos. En el próximo capítulo sabremos porqué el nombre de esta historia, espero no desepcionarlos.
Ralmente espero que les haya gustado y lo demuestren pinchando en REVIEW.
Aprovecho para agradecer a todas las personas que nos han agregado a sus favoritos =D y espero que la lista siga aumentando.
Demostrando que aun se respira
Ciaito
