Ni ouat ni sus personajes me pertenecen, por el contrario la historia sí es mía.
Este fic va dedicado a mis chicas del whatsapp swanqueen, a las del grupo evil regals, al grupo de las reinas, a mi petita, a mi morena, a Irina, a amandis la tetis y por supuesto a mi manager adorada.
Va especialmente dedicado a mi amada esthefybautista, porque la quiero demasiado y la extraño cuando no está.
A mi Miss Swan tata favorita porque me apoya en todos mis proyectos, a mi cuñadita Tamii porque la quiero mucho, a mis hijas Kath, Valen, Esther y Regina Jr, a mi tatita Vero porque la quiero mucho, muy en especial a Bego porque ya la echo de menos y a Natalia porque es la mejor.
Gracias a los que me leen y comentan, ayuda mucho saber vuestras opiniones. Sin más os dejo disfrutar del capítulo no sin antes recordaros que debéis leer a franchiulla, my dark queen, MaryMontoya17, EvilSwanQueen21, Erpmeis, el lado ciego del amor y por supuesto a mi amada esthefybautista.
CAPÍTULO 1 LLUVIA
Eran las dos de la mañana, las calles estaban brevemente iluminadas por farolas que parpadeaban al sonido de los truenos, la tormenta se acercaba dejando a su paso un remolino de hojas empapadas por esa lluvia helada, lluvia que calaba su alma y se confundía con sus lágrimas. En su pecho un bulto, pequeño y frágil al que protegía del aguacero con su propia chaqueta. Sus cabellos rubios rizados caían empapados sobre su pálido rostro mientras se le encogía el corazón sintiendo la pequeña mano de su bebe aferrada a su camisa, profundamente dormida, sin intuir que ese sería su último contacto. El cálido aliento de la pequeña en su pecho, sus gorgoritos entre sueños atenazaban su pecho provocando sus lágrimas, acelerando sus pasos bajo el aguacero hasta llegar a su destino, el orfanato, el final de su viaje.
Dejó a la pequeña, aun dormida, envuelta en una manta justo en la puerta de ese lugar, acariciando con suavidad su mejilla, tan frágil, tan hermosa…
Se apartó de ella, como si la corriente recorriese su cuerpo, de un salto. Su corazón desbocado y su estómago hirviendo, mil lágrimas corriendo por sus mejillas y su alma partida en mil pedazos mirando por última vez a su hija, formada durante nueve largos meses en su vientre, quizás su mayor creación y a la que debía decir adiós, por su bien, porque no podía darle futuro, la vida a su lado no tendría sentido.
-Adiós Kathe, supongo que algún día te preguntarás por qué, simplemente porque te quiero pequeña…
Llamó a la puerta, no podía dejarla toda la noche pasando frío, podía enfermar. Espero pacientemente y al escuchar pasos que se acercaban salió corriendo sin mirar atrás, con las lágrimas empañando sus mejillas y un grito que no llegó a salir de su garganta, el grito ahogado de una madre rota.
Las grandes puertas del orfanato se abrieron, encontrando una pequeña apaciblemente dormida. Automáticamente la mujer encargada de ese lugar histórico a la par que triste tomó a la pequeña en sus brazos, penetrando al calor del interior. La niña abrió sus ojos desorientada y empezó a llorar desesperada, no reconocía los brazos que la portaban, no era el olor de su madre, ni su voz, ni su tacto…
Tras pasar por la enfermería y certificar que estaba sana, dormida en una de las cunas del lugar, agotada de su llanto incesante, la gobernanta leyó el pequeño trozo de papel que venía entre sus mantas.
Se llama Kathe, denle un buen hogar yo no puedo dárselo
Arrugando ese papel, suspiró pensando en esa súplica impresa, un hogar para la pequeña, con lo difícil que era conseguir un buen lugar donde colocar a todos los pobres desamparados que acababan en su institución, sin duda lo intentaría pero no podía prometer que ese pedido se llevase a cabo.
Un año más tarde.
El estridente pitido del despertador resonó en su habitación mientras de un salto se levantaba desorientada. Sus ojos chocolate barrieron el lugar resoplando mientras apartaba la maraña de cabellos de su rostro. Miro el reloj levantándose de un salto, entrando a la ducha a la velocidad de la luz.
Una vez aseada y vestida corrió las cortinas de su apartamento y volvió a resoplar, llovía copiosamente. Desayunó rápidamente, café y un par de tostadas, cogió su paraguas y salió corriendo pues lloviese o nevase tenía trabajo, un reportaje más que rodar.
A sus veintiocho años, Regina Mills era una de las mejores reporteras de Nueva York, codiciada por las grandes cadenas aunque se negaba a cambiar su puesto de trabajo, una pequeña televisión local dedicada a pequeñas historias que llegan al pueblo.
Ese día debía rodar en uno de los orfanatos más antiguos de la ciudad, las mil historias que esos muros encerraban eran apasionantes a la par que desgarradoras. Un escalofrío recorrió su espalda bajo la incesante lluvia de camino a ese lugar donde había quedado que se encontraría con el resto de su equipo.
Solo estaba a un par de manzanas de su apartamento por lo que coger un taxi bajo esa lluvia lo encontró estúpido, andando con prisa por esas aceras, bajo esos balcones, entre esas farolas, sintiendo el viento en su rostro perfectamente maquillado, sus rasgos hermosos, como esculpidos por el más capaz de los maestros. Sus tacones resonaban a su paso al igual que su pelo bailoteaba bajo ese paraguas que la protegía del aguacero.
Llegó al orfanato y el halo a abandono y dolor la invadió encogiendo su estómago. Aceptó ese reportaje pues sabía que así se crearía conciencia de la cantidad de niños que necesitaban el calor de un hogar y jamás lo recibirían. Frente a la puerta estaba el resto de su equipo mas ella solo se dirigió a su cámara, la misma que le seguía en todas la aventuras que emprendía. Gen le dedicó una sonrisa también bajo un paraguas, sus ojos color miel y sus largos cabellos rizados al viento eran inimitables, podía reconocerla a kilómetros de distancia si fuese necesario.
-Gina, puntual como siempre
-"¿Vamos? Quiero terminar con esto cuanto antes, no me gusta este lugar"
-Claro, grabamos en cuanto des la orden
Cogió su micrófono, preparándose para comenzar cuanto antes, dibujó en su rostro una hermosa sonrisa mientras gen encendía la cámara y le daba paso, con un gesto.
-"Buenos días Nueva York, aquí Regina Mills frente al histórico Orfanato, hoy penetraremos entre sus muros, conoceremos su historia, reiremos o lloraremos entre sus paredes…"
El resto del día se dio sin grandes complicaciones, grabando entre esos muros, hablando con algunos de los niños más mayores, con las personas dedicadas a cuidarlos, rieron con el descaro de algunos de los muchachos y terminaron ese reportaje con una entrevista a la gobernanta del lugar.
Con la cámara ya apagada y todo el material necesario para llevarlo a producción, Regina le dio las gracias a la mujer que había hecho posible su trabajo, cuando notó como algo o mejor dicho alguien se aferraba a su pierna con fuerza. Bajó la mirada y se encontró con unos enormes ojos azules y una cabellera rubia y desordenada mirándola con admiración y curiosidad.
La muchacha era muy pequeña, abrazaba su pierna con fuerza y no apartaba sus enormes ojos de ella mientras dibujaba una sonrisa que mostraba como le estaban saliendo los dientes, llenando su alma de ternura. Se agachó y la tomó en brazos, sabía que no debía hacerlo pues estaba ahí por trabajo mas fue un impulso imposible de detener. La pequeña agarró sus cabellos riendo y se abrazó a su cuello, diciendo una sola palabra, una palabra que la desestabilizó por completo.
-Mamá
La Gobernanta en ese momento se dio cuenta de que Regina portaba a la niña y de las palabras que la pequeña pronunciaba, acercándose con el rostro escarlata esperando que la joven reportera no se sintiese avergonzada. Llegó a su altura y tomó con cuidado a la pequeña, separándola de la morena, la niña empezó a lloriquear al verse lejos de los brazos de Regina mas las palabras tranquilizadoras de la gobernanta le hicieron reír, depositándola en el suelo y mandándola con los otros niños. Regina la vio desaparecer, medio corriendo medio andando y medio gateando, sintiendo como su alma se quebraba sin saber por qué.
-Lo siento señorita Mills, Kathe no sabe lo que dice
-"Kathe, bonito nombre"
-Está aquí desde que nació, la encontramos en la puerta una noche de lluvia, lo único que dejó la madre fue su nombre, tiene un añito y es muy inteligente
-"¿Por qué no tiene familia? ¿Nadie quiso adoptarla?"
-Es demasiado pequeña para su edad, la gente que adopta suele buscar la perfección
Regina permaneció en silencio, durante unos instantes eternos hasta que sus compañeros llamaron su atención, debía irse por lo que se despidió de la gobernanta dándole nuevamente las gracias y se marchó, sin poder sacar de su mente los ojos claros de esa pequeñaja que la había llamado mamá.
Llegó a su casa, aun sumida en sus propios pensamientos, dedicándose a observar la lluvia tras la ventana y a recordar las palabras de la gobernanta del orfanato, abandonada una noche de lluvia, demasiado pequeña, solo buscan la perfección para adoptar…
La rabia recorrió su cuerpo, apretó sus puños con fuerza y se dedicó a mirar su apartamento, tan grande y vacío, tan solitario…
Una locura pasó por su mente, quizás había perdido la cabeza pero los engranajes encajaron y el puzle tenía sentido, una noche de lluvia esa pequeña se quedó sin familia y una día lluvioso encontró a alguien dispuesto a asumir el papel de su madre.
Tomó la chaqueta, saliendo por la puerta con prisa, sus pasos la llevaron otra veza ese lugar, ese orfanato. Llamó a la puerta con ansia, había olvidado el paraguas y estaba empapada mas no le importó, los nervios bailaban en su vientre cuando esa puerta se abrió y ante ella la Gobernanta mirándola, parpadeando asombrada al reconocerla.
-Señorita Mills ¿Olvidó algo?
-"¿Cómo puedo hacerlo?"
-¿Hacer el qué?
-"Cómo puedo adoptar a Kathe"
