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AMO A PATCH. Me haré una camiseta que diga I (L) Patch. Porque él es tan sexy y adorable y siempre con su aire de «oh-Nora-qué-mona-eres» ¡Y SU MOTO! ¡Él tío tiene moto! -Hiperventila- Pues eso, y ya. Todo de Becca Fitzpatrick.


Twice Ideal

«Era un sueño y una pesadilla,

y un poco más de ambas»

Patch hacía cosas estúpidas. Patch era un imbécil con el mundo en general y con Nora en particular. Patch era un inútil para algo más que observarla fijamente mientras Nora hacía sus deberes tarareando en voz baja, apartándose cada dos por tres un mechón de cabello de la cara y sintiendo como él trazaba una y otra vez una línea caliente con su mirada. Patch era un zopenco para prestar atención y ser amable, porque le contestaba de malas maneras al primer tío que se acercara a pedirle la hora. Patch era un cretino cuando alguna chica guapa y popular se acercaba a pedirle la tarea de matemáticas, y le decía «me enteré de que en el club de Ciencias están vendiendo cerebros» incluso antes de que Vee pudiera mandarle a tomar viento. Patch se burlaba de ella cuando hacía algo mal y luego le daba besos sobre la nariz y la llamaba cosas ridículas, como «adorable» o «encantadora».

(Y a veces Nora sentía las piernas ardientes y el cuerpo pesado, la cabeza lánguida, la boca seca y le quería tan cerca, tan rápido y tan fuerte como fuera posible. No sabía por qué ni de qué modo, pero le quería. Ya).

Patch criticaba a Vee por tener personalidad y ser un tanto amoral y copiarle con descaro las respuestas que no sabía, por responderle al profesor, en vez de una réplica ingeniosa y que te dejaba como un listillo (sí, exactamente como hacía él), con un seco, borde y afilado «déjeme en paz, por el amor de Dios» y a veces añadía algún dato sobre estadísticas sexuales y maestros que disfrutaban la tortura.

(Y cuando estaban solos, sentados sobre su cama, con las manos entrelazadas y casi juntos, casi lejos, le susurraba cosas tan indecentes al oído que le daban ataques de taquicardia y sentía el picor de un beso no dado sobre la boca).

Patch era un metiche y no confiaba en ella. No la dejaba irse sola a casa y cuando llegaban, se encerraban en su habitación y le revisaba unas cuantas veces cada cuaderno, comentando lo ordenada que era su letra. Patch tenía algo que decir sobre cada cosa, tema, situación, trasero o profesor (y esto no estaba necesariamente entrelazado).

(Patch le metía las manos bajo la falda, muy despacio, tocándola sin tocarla, sin hacer nada más que dibujar su nombre sobre la piel joven y en esos momentos a Nora le daba por pensar en lo atractivo que se veía morderlo, y también de lo posible que se veía el derretirse, volverse líquida y morirse de pura ansiedad).

Patch hacía cosas estúpidas. Ridículas. Casi infames. Patch tenía toda la pinta del chico que te esperaría en un callejón para darte una paliza. O violarte, por supuesto, obviando el hecho de que Patch no podía violar a nadie porque incluso la lesbiana de la clase lo miraba dos veces y hasta Marcie Miller, fingiendo que se sacudía el cabello lo escrutaba por el rabillo del ojo (la perra hipócrita... diría Vee, pero Nora nunca pensaría algo así). Patch era un mal partido, como diría su madre, un gilipollas muy follable, pero un gilipollas, en opinión de Vee. Y Nora sabía todo eso.

(Cómo le odiaba entonces cuando abría la boca y salía una lengua maliciosa a pasear sobre su paladar, su mejilla, su nuca, su cuello. Patch escribía cosas que la quemaban por dentro. Y nunca soltaba su mano).

Pero cada pequeña cosa que hacía le parecía adorable y (que alguien la amordazara) un poco... atractiva. Un poco. Nora tenía ojos y sabía cosas, como la curva fuerte de su cuello, la línea suave de su mejilla, el dobles burlón de su boca.

(Nora era agua de mar y viento con olor a sal, arena fría, manos pequeñas, letra prolija).

Patch era lo contrario. Lo ideal.