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Genero: (Drama, Romance)
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Clasificación: (+18)
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Advertencias: (Muerte de un personaje, Lenguaje obsceno, Violencia, Lemon, Lime, etc.)
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Diclaimer: Naruto y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MIA, y no es permitido tomarla sin mi autorización
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Resumen: "Que harás" " Voy a cogerte y a darte tan duro que gritaras de puro placer mi nombre" " No, no esper-a". El peligro era tentador y la tentación era excitantemente peligrosa
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Peligrosa tentación
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Capitulo 1
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"Entre el rosa y el negro"
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Sakura Haruno observó como las pequeñas gotas de lluvia se deslizaban por el cristal de la ventana. El día estaba frío y gris. Grandes nubarrones cubrían todo el cielo y el agua azotaba con fuerza contra el tejado de la casa.
Suspiró por lo bajo mientras se ponía de pie, dando media vuelta luego y alejándose del gran ventanal.
Se acercó a uno de los sofás y se dejó caer. Con la espalda contra los acolchonados cojines y la mirada al techo. Se cruzó de piernas y estiró su vestido de pijama, mientras suspiraba sonoramente.
Era sábado. No había clases en la universidad y ese daba la pinta de ser un día deprimente. Con el clima, lo único que apetecía era dormir, aunque el sueño hacía ratos hubiera desaparecido.
Se encontraba sola en la casa, la energía había sido cortada y no había señal. Su amada abuela había salido desde muy temprano sin avisarle, para hacer las compras de la semana. No la había llevado consigo, lo que ciertamente le molestaba, ya que siempre iban juntas.
Sakura suspiro, mientras su mirada vagaba por la casa.
Vivían en el pequeño poblado de Konoha, a las afueras de Yokohama. Su casa, una construcción antigua de dos plantas, demasiado grande para solo dos personas como lo eran ella y su abuela.
Sus padres habían muerto cuando ella era solo una pequeña niña de seis años. Apenas recordaba su tiempo juntos y las fotografías que tanto atesoraba su nana eran lo único que no le habían hecho olvidar aun sus rostros.
Una mueca cruzó su rostro, su pecho se contrajo. A pesar del poco tiempo que había vivido con sus padres, ella les amaba, porque naturalmente le nacia hacerlo. No había día en que no pensara lo distinta que sería su vida si ellos estuvieran juntos. Lastimosamente, revolcarse en la nostalgia no cambiaría el hecho de que ellos jamás volverían.
Sacó su celular observándolo con curiosidad, no había señal telefónica, por lo que estaba totalmente descomunicada, ni siquiera podía hablar con sus amigas para distraerse y perder el tiempo. Ingresó al único juego que tenía en el teléfono, que por cierto, casi no usaba y se dispuso a distraerse, presionando las teclas del supuesto piano, pero rápidamente se aburrió.
Sakura frunció el ceño dejando el celular de lado. Miró al techo y pensó que simplemente esperaría a su abuela. No debía tardar mucho pues siempre se iba antes de las seis de la mañana y ya pasaban las ocho.
— Si, la esperare — pensó mientras sus ojos lentamente se cerraban.
Y luego todo se volvió oscuridad.
[…]
—Camina mas rápido —le ordenaron empujándole del hombro. Sasuke Uchiha apretó los labios mientras sus pies se apresuraban buscando equilibrio. Sus manos, esposadas a su espalda se presionaron con demasiada fuerza.
El moreno dio una mirada por sobre el hombro, fijándole en el sujeto que había tenido la osadia de tratarle como una basura. El tipo le devolvió la mirada con una sonrisa prepotente en el rostro, era mas que evidente que estaba satisfecho con su papel de policía y Sasuke como recluso no podía hacer nada.
Furioso, dirigio su atención al frente. La mandíbula le dolía por la fuerza con la que apretaba los dientes. Los brazos le molestaban en aquella posición y estaba terriblemente cansando, debido a que no había logrado pegar un ojo en toda la noche, temeroso de su destino.
Sus pies siguieron por inercia la fila. Sasuke, entre dos presos caminaba hacia un autobús, transporte que le llevaría hacia la presión de máxima seguridad de Tokio, Fu Chu.
En la entrada habían otros dos policías, entre ambos le quitaron las esposas y las tomaron, volviendo a ponérselas entorno a su muñeca, esta vez a la altura de su regazo. Gruño por lo bajo cuando sintió como el sujeto de cara estreñida las presionaba mas de lo necesario, pero se negó a quejarse sabiendo que era una perdida de tiempo.
No espero indicación subiendo las cortas escaleras del autobús y pasando las celdas que dividían a los pasajeros de los conductores. Dentro habían mas presos, algunos de los que habían subido antes que él y otros de otra cárcel seguramente.
Su mirada oscura se deslizo por los asientos. Habían dos divisiones, una a cada lado del autobús, las cuales tenían un total de diez filas. Sasuke se dirigió por instinto a los asientos del lado izquierdo y busco los que estaban libres en el medio pegándose a la ventana, su mirada se perdió en el exterior.
—¿Que hago aquí? – se pregunto frustrado mientras apoyaba los puños en las rodillas.
Los demás presos también tomaron un lugar y uno de ellos lo hizo a su lado. Sasuke lo ignoro deliberadamente, mas interesado en sus pensamientos.
Sin embargo, un robusto policía entro al autobús pisando fuerte. Sus grandes botas hacían un sonido agudo al chocar con el suelo. Sasuke dirigió una mirada de reojo en su dirección y no le costo nada reconocerle, su reputación le precedía. Ibiki Morino, el peor hijo de puta de toda la cárcel. Su monstruosa altura, en combinación con su absurda musculatura y la fea cicatriz que le cruzaba el rostro era nada en comparación con su actitud del demonio y sus ínfulas de rey del mundo.
Sus manos entrelazadas a su espalda en vez de inofensivas, le daban un aspecto aun mas peligroso, pues sus brazos parecían troncos y las mangas de la camisa parecían a punto de reventar. Sasuke miro como una sonrisa perversa cruzaba su rostro.
—Muy bien princesos. Como bien saben este será un viaje largo y tedioso. Lamento las molestias que puedan pasar, pero tienen que comprender que sus comodidades no nos interesan — su rostro adquirió una expresión amenazante mientras se plantaba frente a los asientos, con las piernas bien separadas y los brazos cruzados —. Espero que no causen problemas, no queremos tener que arreglar las cosas de la peor manera. Recuerden que el encargado en este viaje soy yo y estoy seguro que en Fu Chu no les importara recibirlos con algunos golpes.
Sasuke entrecerró los ojos pensando en que los derechos humanos definitivamente no significaban nada para aquel hombre. Era mejor pasar desapercibido.
—No queremos ningún problema ¿cierto? — se burlo mientras empezaba a caminar por los asientos. Se tomo el costo de verificar a cada preso, uno por uno poniendo en pie incluso a quienes creía que escondían algo. Al final se acerco a la puerta trasera, chequeo que estuviera bien cerrada y a continuación volvió al frente de los asientos.
—Que tengan buen viaje – dijo antes de tomar la puerta de la celda y halar de ella hasta cerrarla. Sasuke desvió la mirada escuchando como aseguraba aquella, que era su única barrera entre ellos y él.
Poco después tres oficiales mas ingresaron y unos veinte minutos luego, el bus arranco.
Sasuke se acomodo bien en su asiento apoyando la espalda contra el respaldo duro y dejando caer la cabeza.
El día era gris, triste y lúgubre, tan parecido a su actual estado emocional. Las gotas de lluvia empezaron a caer azotándose contra la ventana. Sasuke observo como estas se deslizaban lentamente por el cristal. Inhalo suavemente un poco de aire y dejo salir su aliento, la ventana se empaño, el clima había bajado unos pocos centígrados.
—¿Que hago aquí? – volvió a preguntar desolado.
Hacia poco mas de un mes estaba en su pequeña oficina. Con su escritorio atestado de papeles y los teléfonos sonando cada cinco minutos. No era precisamente el paraíso, pero Sasuke amaba su trabajo, le había costado mucho esfuerzo y dedicación llegar hasta donde estaba y todo se había perdido de un dia a otro.
Su familia, la tradicional y perfecta familia Uchiha había sido siempre conocida por su éxito. En Yokohama eran uno de los principales exportadores portuarios. Tenían múltiples negocios. Tenían renombre, poder y su trabajo era conocido desde hacia demasiados años.
Sasuke no había soportado ese peso. Jamas había sido tan perfecto como su buen hermano Itachi Uchiha. Sasuke había experimentado toda una vida ser la desgracia de su familia y a sus diecinueve años se había cansado.
Había empezado por su propia cuenta, tirándose al mundo de los negocios con un sueño y la esperanza de que sus esfuerzos lo llevaran a la realidad. Había empezado de cero y había escalado poco a poco. Definitivamente no había logrado el conocimiento soñado, pero en dos años había avanzado mas de lo que todo mundo había esperado hasta que de la noche a la mañana todo se había visto un caos.
Demanda tras demanda habían llegado con su nombre como protagonista. Fraudes, sobornos, negocios ilícitos, ilegalidad, dinero de origen desconocido. En pocos días su vida había cambiado. Su caso había sido llevado a juicio, las acusaciones eran demasiadas, su firma estaba en papeles que le estipulaban como responsable y que Sasuke jamas había visto. Las pruebas habían sido insuficientes para comprobar su inocencia y las posibilidades de salir bajo fianza nulas. El ultimo juicio se daría en una semana, pero hasta el momento la balanza no estaba a su favor. Si era declarado culpable seria sentenciado a doce años de cárcel.
Ahora, un mes después de estar en la cárcel de Yokohama le trasladarían, por normas federales, a la prisión de máxima seguridad de Fu Chu en Tokio.
—¿Como te llamas? — salio de sus pensamientos frunciendo el ceño. Intento no cambiar la expresión en su rostro y por un segundo considero ignorar a la persona a su lado, no quería hablar, no quería socializar con delincuentes y menos aun quería toparse con su realidad, pero el tipo le pullo las costillas con suavidad y Sasuke supo instantáneamente que no dejaría estar el asunto.
—Oye tu — repitió el pelirrojo. Sasuke volteo molesto y le observo a los ojos con frialdad.
No recordaba haber visto al tipo antes, aunque a pesar de haber pasado un buen tiempo en la cárcel, nunca había socializado con nadie, mas unas pocas palabras que había intercambiado con su compañero de celda.
Sus ojos claros, del color de la azúcar fundida hablaban por él, era un sujeto corriente pero definitivamente astuto e inteligente. Tenia la melena desordenada de un rojo fuego, la piel enfermizamente pálida y unas severas ojeras oscuras le rodeaban los ojos, tenia los labios agrietados, cicatrices en el rostro. Era delgado y parecía alto. Tenia una sonrisa perversa y Sasuke instintivamente pensó que algo en él era peligroso.
—Uchiha Sasuke — dijo secamente.
—Soy Akasuna Sasori — se presentó el otro sonriendo con confianza. El moreno le ignoro desviando la mirada hacia enfrente —. Dime Sasuke… ¿Que hiciste para terminar aquí? — le escucho preguntar. Sasuke le miró con frialdad y luego la ignoro —. Bueno pues ¿Cuántos años te darán?
Sasuke opto por no contestarle, mientras menos se relacionara con él, mas fácilmente seria ignorado. Solo le tocaba pasar desapercibido mientras su caso era solucionado.
—Me gusta tu actitud, pareces ser muy reservado — el pelirrojo no se rendía y Sasuke que siempre había admirado la tenacidad en las personas, no pudo evitar fastidiarse —. Cuéntame… ¿cuantos años te darán? — pregunto con evidente curiosidad.
Sasuke lo fulmino con la mirada esperando acallarlo, el hombre en cambio se rió entre dientes, encontrando divertida su actitud. Volvió a insistir y Sasuke nuevamente volvió a acallar. Nunca le había gustado hablar de su vida privada y aun menos de algo que consideraba tan delicado, pero el sujeto era alguien realmente persuasivo y en la tercera ocasión que pregunto, Sasuke no pudo evitar contestar.
—De doce a quince años — le corto bruscamente.
—¿Pues que hiciste? – soltó Sasori en burla -. A mi me dieron catorce… solo por usar y desechar a cinco perras…¡Malditas putas! — murmuro divertido —. Si supieran la verdad me darían cadena perpetua — se echo a reír ruidosamente.
Los barrotes de la celda sonaron. Ibiki se había levantado y había golpeado las varillas con un palote, queriendo llamar la atención.
—Silencio bestia! — le acallo en un grito. Sasori se acomodo en el asiento e irguió la cabeza con una sonrisa zorruna en el rostro.
—¿Debería tenerte miedo Ibiki? — se burlo.
El silencio se volvió tenso. Sasuke observo la escena un momento y luego desvió la mirada con desinterés. En el mes que había estado en prisión, había visto peores arrebatos y había llegado a un punto en el que ni siquiera le inmutaba.
—¿Tu que crees? — Ibiki dejo a un lado el palote y saco de su cinturón un arma. Sin vacilación señalo a Sasori. Sasuke se tenso.
—Vamos ¡Dispara! — le animo riéndose sonoramente. Su actitud claramente era de alguien que no tenia sus facultades mentales completas. Sasuke sintió que algo muy malo sucedería a continuación.
—Ganas no me faltan de matarte hijo de puta — gruño el hombre entre dientes, sin embargo, bajo el arma y poco después la guardo
—Y te quedaras con ellas pendejo — se mofo Sasori con cinismo. El rostro de Ibiki se puso como el granito.
—Pero te confias perra… El mando lo tengo yo y me encargare de que tu estancia en prisión sea muy larga y tortuosa — saboreo cada palabra con dulzura. La sonrisa en los labios del Sasori se borro al instante mientras fruncía el ceño. Ibiki se echo a reir y tranquilamente tomo asiento.
—Ese tipo — susurro Sasori entre dientes. Sasuke le observo de reojo —. Ese gran hijo de puta me pagara todas las que me ha hecho… tendrá una muerte lenta y muy dolorosa — musito volviendo a sonreír.
Sasuke observo como empezaba a mover las manos, por lo que automáticamente bajo la mirada. Para su sorpresa le miro arañar su palma. Hubo sangre y luego saco lentamente de por debajo de la piel una delgada y larga aguja. Dirigio una mirada a su dirección antes de empezar a hondar en la cerradura de las esposas.
Sasuke desvio la mirada hacia enfrente sabiendo que los problemas se avecinaban.
Sasori lanzo miradas fugaces al frente comprobando que nadie se diera cuenta de sus intenciones. Tardo un momento y tras varios intentos fallidos la primera esposa cedió. Sus manos se encontraron pronto liberadas, pero Sasori evito moverlas para no hacer ningún sonido que revelara su intención. Se inclinó hacia enfrente y esperó unos segundos para ver si sucedía algo anormal antes de voltear la mirada hacia la parte trasera del autobús, donde en el ultimo asiento había un rubio de larga cabellera y ojos azules. Un asentimiento basto para que la acción empezara.
En un movimiento rápido el rubio, que también tenia también las manos liberadas, se acerco a las puertas traseras empezando a patearlas sonoramente. El ruido llamo la atención de los oficiales. El primero en accionar fue Ibiki quien tomando una escopeta se acerco a la celda.
—¡Aléjate de ahí Deidara! — grito fuertemente, furioso. Abrió la reja y la corrio entrando rápidamente mientras levantaba el arma y le apuntaba en la cabeza al rubio.
—Te voy a disparar — le aviso cargando el arma. Hubo un momento tensó de silencio. El rubio dio lentamente la media vuelta con las manos elevadas en señal de rendición. Sin embargo, en cuanto le dio la cara, en lugar de mirarse molesto por su intento de fuga fallido, mostró una enorme sonrisa en el rostro.
—Estas justo donde te quería — se jactó. Ibiki le miró desconcertado y luego frunció el ceño apuntándole al pecho molesto.
—Loco de mierda.
—¿Cómo estás hijo de puta? — Sasori se puso a su espalda y antes de que el policía pudiera reaccionar, se agachó e impulso con todas sus fuerzas para atestarle un duro golpe en las costillas.
El pelinegro gruñó, bajo los brazos y con ello el arma, y se preparó para darle media vuelta y enfrentarse a él, pero Sasori sabía que Ibiki era una enorme hijo de puta por lo que no espero a que accionara y le dio con ambos puños en la nuca.
El policía cayó de rodillas, la escopeta resonó contra el piso. Sasori no le dejó tomar ninguna respiración y a continuación, le dio una serie de patadas alcanzando su rostro, garganta y pecho. No se detuvó hasta que el gran hombre se vio tendido en el piso, quejándose de dolor, con la sangre brotando por doquier.
Inmediatamente después tomó la escopeta y dio media vuelta. Además del conductor, habían dos policías restantes. Uno de ellos bastante fuera de forma y evidentemente avanzado en edad y otro demasiado joven e inexperto. Ambos le apuntaban con el arma y ambos temblaban por igual.
Sasori sonrío mientras apuntaba con el arma a la cabeza de Ibiki.
—Saben lo que tienen que hacer — les advirtió con humor. El más joven volteó hacia el mayor mirándole tembloroso. El de cabellos canosos frunció el ceño mientras bajaba el arma lentamente. Sasori sonrío, dio media vuelta y de un golpe detuvó los quejidos de Ibiki, dandole con la retaguardia de la escopeta a un lado del rostro.
—Nos va a matar de todos modos — gritó el chofer como intentando detener la rendición. Las palabras de aliento parecieron servir de algo pues el sujeto volvió a levantar el arma en su dirección aún cuando las manos le temblaban visiblemente. Sasori respiró profundamente antes de voltear hacia él y sonreír.
—Podemos negociar — el pelirrojo se mostró del todo encantador.
—¿Negociar? — el más joven le miró fijamente, bastante esperanzado en buscarle una salida a aquella situación.
—Claro… Somos tipos razonables ¿No chicos? — hubo murmullos de afirmación.
—Cállate Akihiro — el policía de más edad observó a su compañero con el ceño fruncido —. Nosotros no negociamos con delincuentes.
—Pero Hitoshi…
—Tengo autorización de abrir fuego en casos de ataque y con el mayor caído creo que soy el siguiente al mando por lo que las decisiones las tomare yo — una mirada de firmeza se instaló en sus ojos —. Te recomiendo chico que pienses muy bien las cosas, con este tipo de situaciones solo lograrás alargar tu condena y…
Un disparo interrumpió bruscamente el monólogo. Hitoshi se vio impulsado hacia atrás por la fuerza del impacto contra su pecho. La sangre no tardó en brotar. Asustado, Akihiro intentó sostener el peso muerto que se volcaba sobre él pero terminó cayendo también al suelo.
—Mucho hablaba… Maldita sea, parecía que nunca acabaría — dijo Sasori frustrado.
—Mierda… No, no, no — Akihiko intentaba detener el flujo de sangre con sus manos, pero la herida de la escopeta era demasiada grande y profunda. Sus manos pronto se vieron empapadas de carmesí y Hitoshi poco después murió, entre convulsiones desesperadas por obtener aire cuando la sangre había empezado a salir por su nariz y boca, ahogándolo.
—Les di la opción de negociar, pero son unos hijos de puta, tenían que hacerme molestar — Sasori bajo el arma y camino unos pasos hacia la reja. Akihiko se puso inmediatamente de pie, luchando contra las intensas ganas de vomitar —. Yo no planeé esto, fue su culpa — le hizo ver el pelirrojo al chico señalando al cadáver sangriento. Akihiko no entendía muy bien lo que quería decir, el miedo arrasaba todo dejándole echo un túmulo de nervios y temblores.
—Yo…
—Tú también ¿verdad? Eres un puto inconforme — se dio media vuelta hacia él, pero el chico en medio del pánico olvido guardar la compostura.
—No, yo no… — un disparo también interrumpió su pobre intento de respuesta y poco después su cuerpo cayó como un peso muerto también.
—Bueno, bueno… Hay nuevas reglas aquí ¿no? — se rió Sasori volteando para ponerse de frente hacia los pasajeros —. ¡Deidara! ¡Desatalos a todos! — se escucharon silbidos de alegrías.
Deidara se acerco a Ibiki y empezó a registrarlo hasta encontrar las llaves de las esposas en su chaleco, luego se encaminó hacia la primera fila de los asientos del lado derecho y empezó a liberarlos uno a uno. Algunos se levantaron y empezaron a registrar todo el autobús. Hubo uno con la apariencia de una mole que se acercó al conductor del bus y se sentó al lado de él. Por la manera en la que el policía se irguió y tensó, Sasuke se dio una idea de lo que hablaban.
—Registremos todo y veamos que encontramos — Sasori había tomado el mando y parecía bueno en ello. Se encaminó hacia la cabina y ocupó el lugar del tipo gigantesco para observar al chófer y apuntarle tranquilamente con la escopeta. Poco después se inclinó y empezó a registrarlo.
Sasuke esperó pasivamente a que el tipo rubio terminara de liberarlo. Inmediatamente este continuó con el resto de los convictos, se frotó las muñecas marcadas y dirigió su mirada al exterior griseado. Las gotas de lluvia impactaban duramente contra las ventanas y el techo del autobús.
El moreno procuro mantener el rostro imperturbable mientras analizaba lo que sucedía, intentando mantener la compostura a pesar de que su corazón latía desfavoridamente contra su pecho. Las manos le sudaba y temblaban ligeramente por lo que las entrelazo y froto simulando darse calor. Empezaba a tener un ataque de pánico por lo que cerró los ojos y procuro regularizar su respiración.
Aquellos eran de los peores delincuentes con los que alguna vez hubiera esperado encontrarse. Ninguno parecía tener compasión por Ibiki o los otros dos policías caídos, más ocupados en registrar todo el lugar. Sasuke sabía que varios de ellos eran tipos de cuidado, homicidas, secuestrados y violadores, ninguno mostraría compasión para encargarse de cualquiera y sabía que si alguno de ellos sospechara la razón por la que se encontraba alli aquello podría tornarse peligroso para él.
Debía intentar comportarse como ellos pero sin dañar la integridad de nadie. Debía encontrar la manera de escapar y alejarse.
—Sasuke — le llamo Sasori deslizándose en el asiento a su lado. El moreno volteó y le dirigió una mirada calculadora. Su corazón había vuelto acelerarse pero no podía mostrar ningún signo de alarma, aunque sus manos a los costados estaban apretadas en puños, con las uñas clavándose en su piel —. No te ves muy feliz.
Sasuke no tenía mucho que decir al respecto sin revelarse por lo que optó con el silencio.
—Esta bien… voy agarrándole a tu actitud — sonrío con confianza, Sasuke sentía el estómago revuelto —. Mira, acabo de encontrar esto — dejo caer un arma en su regazo, el moreno instintivamente bajo la mirada —. Puedes usarla ¿cierto? — hubo un brillo en sus ojos que le tensó por dentro. A pesar de lo desgarbado y poco brillante que se veía Sasori era un sujeto inteligente y Sasuke lo supo al instante. Aquel era un tipo de cuidado.
—Por supuesto —. Y no mentía, claro que sabia como usarla, había aprendido muy joven y tenía un arma en casa para protección, sin embargo, nunca la había disparado hacia ninguna persona. Tomó la pistola y deslizó el cargador observando las seis balas que tenía. Volvió a insertarlo mirando fijamente al pelirrojo.
—No esperaba mas — Sasori le sonrío antes de ponerse de pie. Su mirada fija en el conductor del auto.
Mientras se encaminaba hacia la cabina se vio interceptado por su rubio compañero. Deidara llevaba en sus manos todo lo que había encontrado. Entre esto cuatro billeteras, diversos juegos de llaves y algunos papeles.
Entre los dos se tomaron un tiempo para registrar las billeteras, sacando los yenes que encontraron.
—¿Que haremos? — preguntó Deidara en cuando hubieron terminado, tirando las billeteras al suelo. Sasori miró hacia la cabina, pensando seriamente en conseguir que el oficial les llevará lejos de Yokahama, más al lado sur del país.
Unos quejidos le interrumpieron antes de que vocalizara sus ideas. Desvió la mirada y observó al suelo, donde el antes inconsciente Ibiki estaba. Ahora el policía había empezado a recuperar la conciencia y trataba de apoyar las manos en el suelo, queriendo incorporarse, esta vez inútilmente, pues no tenía las fuerzas suficientes. La sangre cubría por completo su rostro que había empezado a hincharse.
—Vaya, vaya… al fin despertó la bella durmiente — dijo acercándose a él — Vigila a este tipo — encomendó a Deidara, el rubio asintió y se acercó a la cabina amenazando al conductor con una navaja.
—Chicos, porque no me ayudan — solicitó Sasori a dos sujetos que estaban hasta el fondo, entretenidos en una conversación, ambos de estatura alta y músculos prominentes.
Los hombres se vieron entre ellos y tras un asentimiento se acercaron a Ibiki y tomándolo de ambos brazos lo arrastraron hacia los primeros asientos. Así lo obligaron a sostenerse sobre sus pies antes de dejarlo caer con brusquedad. El policía no se quejó, pero apretó tanto la mandíbula que la sangre volvió a brotar de la herida de su labio.
—Gracias — Sasori asintió hacia sus ayudantes y luego se acercó a Ibiki. El hombre estaba tan mal herido que apenas podía sostenerse sentado, pero sus ojos jamás dejaron de seguirle con esa mirada de odio infinito. Sasori estaba harto de su prepotencia. Ibiki no había comprendido aún quien era el jefe allí. Desvió la mirada y observó a sus compañeros, que parecían muy atentos a lo que sucedería ahora, todos esperaban que Sasori por fin acabará con la vida del policía que les había hecho su estadía en la penitenciaria más allá de lo imposible a la mayoría.
Solo había un solo preso que les ignoraba y era Sasuke Uchiha. A Sasori ese hombre le intrigaba. Su personalidad hermética e indiferente era un incentivo a querer saber que escondía, le parecía un tipo de cuidado y tal vez demasiado inteligente, no debía estar allí por nada, seguramente había hecho algo grande para haber terminado en la cárcel.
—Sasuke… ¿porque no me acompañas? — solicitó observando su expresión. Otra vez nada, Sasuke solo desvió la mirada hacia él y le observó con esos ojos negros tan penetrantes.
El Uchiha por otra parte, sentía el corazón en la boca, no podía respirar, no podía hablar. Había visto como dos sujetos levantaban a Ibiki y lo llevaban hacia Sasori y sabía el final que le darían. El tipo nunca había sido de su agrado, era demasiado narcisista y abusaba de los derechos de los prisioneros, pero era un ser humano después de todo, y saber su muerte a unos pasos de él le tenía con un nudo en el pecho.
Había desviado la mirada rápidamente, negándose a observar el suceso y se había centrado en sus pensamientos intentando armar un plan para escapar de allí. Pero Sasori parecía muy interesado en involucrarlo en todo aquello y maldita sea si podía negarse.
Se puso de pie y camino hacia donde estaba el pelirrojo. El arma que el mismo le había dado estaba guardada en el cinturón elástico de su pantalón y pesaba más de lo que realmente lo hacía.
Se plantó a un lado de Sasori y lo observó a los ojos, negándose a desviar la mirada hacia el otro tipo.
—¿Que quieres? — le preguntó con un exceso de confianza que no sentía. Sasori lo miró con una enorme sonrisa en los labios. Se le acercó, eran casi de la misma altura, aunque Sasuke le pasaba por unos escasos centímetros, sin embargo, la delgadez de Sasori lo hacía parecer una espiga.
No quito los ojos del pelirrojo mientras el mismo lo tomaba con confianza dándole media vuelta hacia el asiento donde estaba Ibiki. La mirada de Sasuke inevitablemente fue a dar al maltrecho policía. El otro lo observó con odio. Su rostro hinchado y lleno de sangre le restaban amenaza a su semblante, aun cuando Sasuke supiera que Ibiki seguramente quería matarlos con sus propias manos.
—Conoces a ese hijo de puta ¿verdad? — Sasori señaló despectivamente al policía —. Es el mismo hijo de puta que nos ha jodido la vida a todos — hubieron murmullos de afirmación.
Y que? — soltó Sasuke con despreocupación.
—Quiero matarlo y quiero que me ayudes en ello — le dio una palmada en la espalda. Sasuke soltó un monosílabo pensando en todos los problemas que se le presentaban en frente. No podía disparar a un policía, eso le convertiría en alguien igual a aquellos delincuentes. No quería hacerlo, pero de negarse ellos podrían sospechar de él. Podrían ponerlo en su mira y él podría terminar como los policías. Muerto.
Era su vida o la de él, si no mataba a Ibiki posiblemente Sasori lo mataría, a si que no tenia muchas opciones.
Tragando el nudo intenso en su garganta, Sasuke tomó el arma que reposaba en el cinturón de su pantalón. Apuntó hacia el policía y quito el seguro. La presión en su pecho se intensificó, así mismo lo hizo el latido de su corazón. Un movimiento de su dedo y el cañón se disparo. Hubo un tensó momento de silencio y un solo murmullo de sorpresa.
—¿Que demonios? — se dejó escuchar la voz de Sasori, entre perpleja y molesta.
Sasuke volteo hacia él y lo miró con seriedad antes de volver a ponerle el seguro a su arma.
Ibiki sudaba frío observando el pequeño agujero que se había abierto en el suelo, a un lado de su pierna, a causa de la bala. Había visto la manera en la que el tipo Uchiha manejaba el arma con confianza. No era un novato en aquello, pero había optado por perder una bala en vez de matarlo y debía admitir que eso le desconcertada.
Así mismo se sentía el pelirrojo.
—No lo haré — soltó Sasuke con demasiada calma observando cómo el ceño ya fruncido de Sasori, se arrugaba aún más, desformando su rostro.
—Que putas te…
—Creí haberte escuchado decir que tú le daría muerte — Sasuke pensó rápido, sintiendo un intenso latido a un lado de su cabeza —. Creí que sería una muerte muy lenta y dolorosa ¿no?
Sasori se quedo un momento en silencio. Recordaba claramente haber soltado aquellas palabras, pero había visto en aquel momento su oportunidad de descubrir que tipo de persona era Sasuke. No lo había visto titubear mucho a la hora de levantar el arma y apuntar, su rostro jamás había cambiado esa expresión estoica, pero en el último momento había cambiado la dirección de su disparo y eso había logrado confundirlo.
Sasori se consideraba una persona muy malvada. No tenía compasión por nadie, la vida le había enseñado a ser de la peor manera y realmente le gustaba. La clase de personas con las que se relacionaba desde muy joven eran delincuentes y él conscientemente había decidido seguir el mismo camino, porque nada bueno se lograba siendo buen samaritano, las cosas le salían bien siempre a las personas malas.
Con el tiempo había adquirido el don de leer a las personas, eso le había servido de mucho y había sabido con quien tratar y con quien no, pocas personas había logrado nublar su buen juicio y Sasuke era una de ellas. Por una parte le parecía un tipo de cuidado, alguien peligroso y con quién era mejor no tratar, por otra le parecía demasiado misterioso, un sujeto que escondía demasiados secretos. El meollo del asunto era si podía confiar en él.
Involucrarlo en aquel asalto habría sido de lo mejor, pero Sasuke había tenido un punto valido sobre Ibiki. Él debía tener el placer de matarlo. Luego intentaría descubrir que tipo de persona era Sasuke.
—Tienes razón — le concibió agarrando con ambas manos la escopeta. La cargó con tranquilidad y luego disparo. Se escucho un alarido de dolor y la sangre empezó a brotar a borbotones. Sasuke miró seriamente a Ibiki, intentando por todos los medios controlar las nauseas que le atacaban. Pequeñas gotas carmesí habían impactado en su rostro. Ibiki chillaba cual niño pequeño sosteniéndose la enorme herida que casi le había arrancado el brazo.
—¿Así te gusta verdad perra? — se burló Sasori volviendo a cargar el arma. Apuntó nuevamente y con la mejor sonrisa volvió a disparar. Esta vez directo a los genitales. Sasuke volteó el rostro justo a tiempo sintiendo como unas pocas gotas de sangre caían en el lateral de su rostro y cuello. Ibiki empezó a gritar una y otra vez, en lamentosos alaridos del más puro dolor. Sasuke volteó hacía él haciendo recurso de todas sus fuerzas para no vomitar. El pobre policía era solo temblores y sangre.
—Te veo en el infierno — y con eso un último disparo sonó desformando el rostro de Ibiki. Sasuke no pudo voltear con suficiente rapidez y la sangre caliente baño su mejilla izquierda. El estómago se le revolvió y solo la más pura templanza pudo evitar que se pusiera a vomitar allí mismo.
Se sentía tan enfermo, tan asqueroso y tan odiosamente culpable. Había dejado que Sasori matara a Ibiki y no había hecho el mínimo intento por evitarlo, aún cuando supiera que de nada serviría.
—Eso fue gratificante — dejó salir Sasori con un suspiro satisfecho. Su tranquilidad logró que el estómago se le revolviera aún más —. Me siento mucho mejor — susurró antes de apoyar una mano en el hombro de Sasuke, le dio un suave apretón y siguió con lo suyo.
—¿Y ahora que haremos? — soltó Deidara sin despegar la mirada del conductor, claramente aterrado.
—Debemos alejarnos todo lo posible de aquí.
—¿Y dónde estamos exactamente? — indagó otro.
—A siete kilómetros de Konoha — soltó el rubio observando un cartel en la carretera.
—Hay que buscar la manera de llegar a Tokio — Sasori se plantó frente a todos con los brazos cruzados.
—No podemos alejarnos — masculló Sasuke instintivamente.
—Todas las miradas se pusieron en él.
—¿Como? — preguntó Sasori con el ceño fruncido.
Sasuke sintió como su pulso se aceleraba. Instintivamente había reaccionado al escucharles decir que querían alejarse, pues lo que menos le convenía era darse a la fuga con ellos, sin embargo no había medido sus palabras y ahora tenía que ver la manera de convertir la situación a su favor.
—Estamos demasiado cerca de Tokio, eso no se puede — carraspeo recuperando la voz. Se estaba poniendo nervioso y aunque no era usual, tendía a balbucear cuando sucedía, no podía darse el lujo de que le vieran dudar —. Tokio es el destino en el que nos esperan. No podemos pretender escondernos allí. Nos capturaran inmediatamente.
—¿Y que recomiendas? — el sarcasmo fue evidente en la voz de Sasori.
—Detenernos.
Se escucharon risas y más de alguno lo miró de muy mala manera, pero la mente de Sasuke trabajaba rápido y pronto empezó a idear lo que diría a continuación.
—¿Estas loco? — cuestionó un hombre de pelo canoso, quien sentado frente a Ibiki había apoyado sus pies sobre el cadaver del policía. Sasuke ni siquiera le dirigió una mirada mientras se cruzaba de brazos y observaba fijamente a Sasori.
—Estamos en un transporte policíaco, acaso crees que vamos a pasar desapercibidos… en cuanto sepan que nos hemos fugado lo primero que van a hacer es buscar este autobús por helicóptero — miró a la ventana aparentando tranquilidad —. Lo mejor es detenernos y tomar nuestro propio camino, de esa manera sería más fácil escapar — declaró.
El silencio le siguió a sus palabras. Todos estaban sorprendidos, por qué en la euforia de su escape, nadie había pensado muy bien las cosas. Sasuke había dado un punto muy válido. Si se separaban, cada uno tendría que ver por su propio escape y era mucho más fácil ocultarse si estaban solos.
—Tienes razón.- opino Sasori asintiendo con la cabeza al analizar mejor sus palabras. Se escucharon murmullos de afirmación.
—A si será mejor para todos — aportó otro.
Sasori no dudó un segundo antes de encaminarse hacia el policía, le dio un empujón de la cabeza antes de apoyar la escopeta a un lado de su cien.
—Detente — ordenó. El hombre tragó saliva con dificultad y visiblemente empezó a temblar. Sus manos apretaron con fuerza el volante, hasta que sus nudillos se pusieron tensos y blancos. Sasori sonrío, seguro de que en cualquier momento le daría un paro cardíaco.
—Cálmate perra, aún no te quiero muerto — susurró presionando a un más el arma contra su cráneo. El policía empezó a hiperventilar —. Para el bus — volvió a exigir el pelirrojo esta vez con más firmeza. El policía volvió a temblar, seguramente a un paso de algún colapso, pero de repente, Sasori le vio agacharse y presionar algo. Una luz roja empezó a parpadear, seguido de un ligero y agudo sonido.
—¿Que hiciste? — le gritó furioso mientras le tomaba bruscamente del cabello. El hombre gimió y desvió la mirada solo por un segundo hacia él. Temblaba exageradamente entre sus manos, pero Sasori supo instantáneamente que no se las pondría fácil, su mirada decidida lo decía todo.
—Acabo de mandar un aviso — soltó con un amago tembloroso de sonrisa.
—Hijo de puta — exclamó Sasori tomando el puñal de Deidara y apoyándolo en su cuello —. ¡Detenlo pendejo! ¡Ahora! — gritó más que furioso.
—¿Y que vas a hacer?… ¿Matarme? — el sarcasmo brotaba notablemente en sus palabras. Había miedo en sus ojos, pero la determinación con la que había dicho aquello era un claro indicio de que no le importaba morir con tal de hacer un pobre intentó de héroe. Sasori gruñó molesto.
—Deidara… prepárate. Tendrás que tomar el autobús — soltó alejando un poco el cuchillo. Su intención de rebanarle el cuello era demasiado evidente.
El policía cerró los ojos y respiró profundamente. Sus manos se movieron con rapidez, dando volteretas mientras hundía el pie con fuerza en el acelerador. Todos se vieron ligeramente impulsados hacia atrás, incluyendo a Sasori quien en un intento de mantener el equilibrio, movió bruscamente la mano en su dirección y le hundió el cuchillo alrededor del cuello.
El policía lo veía venir y tuvo un solo segundo para llevar su plan a ejecución antes de que perdiera demasiado sangre y el instinto natural de supervivencia le sobrepasará. Su pie soltó de pronto el acelerador y en cambio se hundió en el freno mientras movía su mano libre yéndose al freno manual. Sus manos volvieron firmes al volante y le dieron un giro extraordinario. Iban en una carretera de picada y llovía, lo que de cierta manera le ayudó. El olor de llantas quemadas inundó su nariz antes de que el desastre comenzará.
El autobús patinó por la calle hasta que el policía soltó el volante llevándose las manos al cuello, entonces hubo otro movimiento brusco y el autobús se volteó. Rodó dos veces hasta quedar sobre su propio techo y siguió patinando hasta que vio estrellándose contra un árbol.
Sasuke abrió los ojos con lentitud, sintiendo como sus párpados pesaban luchando por mantenerse cerrados. Intentó moverse, pero se dio cuenta que cada músculo del cuerpo le dolía. Un gruñido escapó de sus labios mientras intentaba mover los dedos de las manos.
—Maldita sea — exclamó alguien en algún lado.
Sasuke apoyó las manos en el suelo y lentamente intentó incorporarse, poniéndose primero de rodillas. Trató de hincarse pero el cuerpo le temblaba y solo logró caer sentado de golpe, lo cual mando una onda de dolor por cada músculo de su cuerpo.
—Argg — medio grupo, medio gimió mientras llevaba una mano a su cabeza. Sus dedos se vieron embarrados de un líquido viscoso. No necesito mirar sus dedos para saber de qué se trataba. La cabeza había empezado a palpitarle, especialmente en la zona de donde provenía la sangre.
El moreno volvió a apoyarse en sus rodillas y se impulso, poniéndose de pie. Las piernas le temblaron, pero él las apretó hasta lograr erguirse en toda su altura. Pero fuera por el golpe o por la rapidez con la que se había levantado, que la cabeza empezó a palpitarle con más intensidad y sus oídos empezaron a zumbar. Era una sensación realmente desagradable.
—Hay que salir de aquí — se escucho la voz de Deidara. Sasuke ni siquiera pudo identificar de donde venía, demasiado aturdido —. Esta mierda huele a gasolina. ¡Vamos a estallar cabrones! — bramó. Sasuke reaccionó al instante buscando una salida. Se tuvo que sentar nuevamente y patear una de las ventanas hasta quebrar el vidrio; luego se arrastró hasta salir afuera.
La lluvia parecía haber aumentado en intensidad. Sasuke se levantó y alejó varios pasos sin quitar la mirada del autobús destrozado. El olor a gasolina parecía haberse impregnado en su ropa ahora húmeda. La sangre se lavó de su rostro debido a la lluvia, misma que hizo escocer el corte en su frente.
Sasuke miró a todos lados buscando una salida. La carretera estaba desolada, les rodeaban demasiados árboles y la lluvia no auguraba nada bueno. Debía salir de allí, buscar alguna manera de llegar a la comisaría más cercana y entregarse. No podía darse el lujo de que le creyeran un fugitivo, porque no lo era y lo que menos quería era que un estúpido error pudiera perjudicarle, aún tenía las esperanzas de que Naruto consiguiera las pruebas de su inocencia.
—Sepárense — gritó un tipo de cabello castaño, mientras se perdía en el lado derecho de la carretera, adentrándose en el bosque. Todos empezaron a hacer lo mismo, buscando su propia seguridad.
Sasuke no dudó en dar media vuelta y alejarse corriendo, por el lado izquierdo de la carretera, donde hasta el momento nadie había ingresado, no quería toparse en el camino con ninguno de ellos.
Mientras sus pies se deslizaban por la tierra enlodada, Sasuke recordó el arma que había guardado en su pantalón. Sus manos viajaron hacia aquel lugar, tanteandolo en busca de ella.
Por suerte, a pesar del accidente, la pistola seguía en la cintura del pantalón. Tenía que deshacerse de ella en cuanto pudiera, no podía aparecerse en ninguna comisaría portando un arma, le inculparía por todo lo que había sucedido.
Adentrándose a los más profundo del bosque, Sasuke empezó a temer que aquello no tuviera fin. No sabía muy bien dónde está, no conocía aquel lugar y la lluvia parecía volverse más fuerte y fría por cada metro que recorría.
Sus piernas empezaron a moverse con más insistencia deslizándose de un lado a otro, pronto se encontró corriendo, esquivando con sorprendente agilidad los árboles y arbustos que se atravesaban en su camino.
Solo se detuvo cuando escucho el ligero sonido de ramas siendo aplastadas. Venía a su espalda, por lo que tuvo que parar y dar media vuelta, una de sus manos se puso a su espalda, tomando la pistola en sus dedos. Solo segundo después pudo ver la peculiar cabellera roja de Sasori, el sujeto le había seguido.
—Mierda — susurro para si mismo —. Lo que faltaba.
El pelirrojo se detuvó a un par de metros de distancia, inclinándose y recuperando el aliento. Sasuke le observó en silencio, intentando contener su frustración, aquello no podía estar pasando.
—¿Porque me seguiste? — le gritó levantando la voz más de lo que acostumbraba. Por un segundo se tensó, recordando que no estaba tratando con una persona normal, sino con un asesino serial, luego se dijo que la mejor manera de tratar con ese típo de personas era de esa manera.
—Calma, calma… se que la única manera de escapar es ir contigo, eres muy inteligente y posiblemente serás el único al que no atrapen — el pelirrojo le miró con una sonrisa cómplice, mientras Sasuke solo pudo maldecir su suerte. ¿Qué haría ahora para liberarse de ese sujeto?
—No me gusta esto — le hizo saber con dureza, esperando que desistiera —. Es más fácil escapar cuando solo es una persona.
—Vamos hombre… Te aseguro que no me notarás.
—Como sea — aparento indiferencia, se dio media vuelta y siguió su camino, esta vez a un paso más moderado.
El tiempo empezó a correr con lentitud. Sasuke perdió la cuenta después de un momento. No estaba seguro si seguían un camino recto o si caminaban en círculos. Los pies habían empezado a dolerle, pues el calzado era de mala calidad y apretaba sus dedos con fuerza, siendo un número más pequeño que el que usaba. La lluvia seguía cayendo sobre sus cabezas y parecía que no remitiría por el momento.
Pasada más de la hora, Sasuke empezó a notar que el paso se les dificultaba a ambos. Hacía frío y estaban empapados por todos lados, tenían el riesgo de contraer una hipotermia y al parecer habían empezado a subir una colina, pues los músculos de sus piernas habían empezado a protestar por el esfuerzo.
Pocos metros después, pudieron notar lo que parecía un prado. Ambos, por instinto apresuraron el paso, hasta que observaron la extensión de hierba verde por todos lados. Estaban en una colina y más abajo pudieron mirar un sendero que llevaba a una enorme casa de dos pisos.
—Por fin — susurro Sasori visiblemente agotado —. Vamos a esa casa… necesitamos descansar — soltó antes de empezar a caminar por el sendero. Sasuke le siguió, rogando porque nadie estuviera allí en ese momento.
El camino les tomó más de lo que habían previsto. Sasori fue el primero en acercarse. Estaban en la parte trasera de la casa y Sasuke no necesitaba preguntarle, para saber que era preferible entrar por la puerta trasera en el caso de que alguien se encontrara en casa. El moreno le vio intentar abrió el pomo, pero este no cedió. El pelirrojo se quitó la camisa, la envolvió en su puño y dio un golpe rápido al vidrio, hubo un sonido ligero de trozos de vidrio cayendo al suelo y pronto la puerta se abrió.
El primero en entrar fue Sasori, Sasuke se vio debatiéndose entre hacerlo o no, pero al final le siguió esperando que no hubiera nadie en casa.
—Hay que separarnos — susurró Sasori mientras se acercaba al lavatrastros. Tomó un cuchillo y avanzó por el pasillo que daba fuera de la cocina.
Sasuke le siguió pasando por el comedor y deteniéndose frente a dos marcos, uno de ellos llevaba a un pasillo repleto de habitaciones y el otro a una esquina en "L" que le llevaría a otro lugar, por otro lado estaba además el pasillo que ya recorrían, que al parecer les llevaba a la sala de estar.
Sasori fue el primero en elegir su camino encaminándose por el pasillo de habitaciones, Sasuke decidió dirigirse por el que le llevaría a otro lugar, recorrió el pasillo y al llegar al final, doblo hacia el lado derecho que le llevó a la entrada principal de la casa.
La puerta blanca parecía burlarse de él, sin embargo sabía que no podía irse aún, no sabía muy bien donde se encontraba, afuera llovía a cántaros y Sasori podría descubrirle y asumir de aquella acción una traición. Definitivamente no.
En cambio, decidió buscar algún teléfono con el cual comunicarse con la policía, si bien no sabía dónde se encontraba, ellos podrían rastrear la llamada y encontrarle. Así aquella pesadilla terminaría, Naruto encontraría la manera de conseguir las pruebas de su inocencia y no mucho después se encontraría en su vida normal.
Sasuke dio la vuelta por la entrada hasta dar a un marco de llevaba a la sala de estar, echo un visto observando los muebles que le daban la espalda y se distrajo al notar una mesita de noche a un lado de las escaleras que se encontraba cerca de la cocina. El corazón se le aceleró. Sasuke observó a su alrededor buscando a Sasori, no estaba cerca.
Rápidamente se acercó al teléfono y marco al 911 pero un pitido agudo le detuvó. No había señal al parecer por lo que no había manera de comunicarse con nadie. Sasuke chasqueo la lengua frustrado y nervioso, su única oportunidad de salir de aquello era con ayuda de la policia, pero sin señal, no podría comunicarse con ellos.
Frustrado, siguió el camino que le llevaría a la cocina, ahora necesitaba encontrarse con Sasori y esperar que no hubiera hallado a nadie en la casa. No quería más victimas en aquella situación.
Sasori estaba inclinado sobre el lavado, el chorro de agua se escuchaba claramente. Le daba la espalda, pero Sasuke podía notar como movía las manos. Cuando el pelirrojo dio media vuelta, observó el cuchillo recién lavado.
—¿Ocurrió algo? — Sasuke frunció el ceño temiendo lo peor, observó los ojos fríos de Sasori e instintivamente desvió la mirada hacia la mejilla derecha del pelirrojo donde este tenia una pequeña cortada.
—Solo fue un accidente… un descuido mío — el Akasuna se encogió de hombros mientras limpiaba el cuchillo en sus pantalones —.¿Encontraste algo?
—Nada
—Muy bien… hay que seguir buscando hasta asegurarnos que no haya nadie además de nosotros — el pelirrojo se encaminó por el pasillo que antes había recorrido, Sasuke le siguió con un suspiro.
Su pecho pesaba y un mal presentimiento se había instalado en su corazón. Solo podía esperar que todo saliera bien.
[…]
—Sakura… sal de aquí.
—Abuela.
—Levántate, sal… no hay tiempo.
—Mmm — Sakura parpadeo recuperando la conciencia. Un bostezo escapó de sus labios por lo que se llevó la mano a la boca rápidamente. No se había dado cuenta de en qué momento se había dormido, pero el sillón definitivamente no era un buen lugar para descansar. Se incorporó con pereza notando como los musculosos de su espalda protestaba ligeramente.
Una mirada a su derecha y observó la figura que le daba la espalda, frente a la ventana.
—Abuela… ¿a que hora llegaste?- preguntó mientras se acomodaba el cabello.
—Hace un rato —susurro ella. Aún le daba la espalda lo cual era extraño viniendo de ella y sus estrictos modales —. La lluvia no parara y hará mucho frío.
—¿Crees? ¿Dijeron algo en las noticias?
—Ten mucho cuidado y piensa antes de actuar — su voz era apenas un susurro rasposo. Sakura la miró a los ojos fijamente, cuando dio la media vuelta.
—¿De que hablas? — se mostró confundida. Su abuela nunca daba vueltas a un asunto. De hecho, algunas veces pecaba de directa.
—Cuando eras pequeña eras muy impulsiva — rio levemente —. Y aun lo eres… aay hija, te extrañare mucho.- susurro con pesar.
—¿Vas algún lado?
—Confía en él Sakura… no dudes de lo que te diga.
—¿De quien hablas? — le preguntó totalmente perdida de sus palabras.
—Es un chico muy bueno, muy bueno — en su voz hubo ternura y mucha tristeza. Sakura comenzó a preguntarse porque su abuela se notaba tan melancolía.
—¿Quien abuela?
—Cuídate mi pequeña —su sonrisa era unica, tan bonita. Sakura sintió el impulso de levantarse y abrazarla, pero cuando lo intento, el cuerpo pareció no responderle.
—¿Abuela?
—Ahora debes despertar… despierta Sakura, despierta — y sus ojos por sorprendente que pareciera, empezaron a pesar hasta que se cerraron.
[…]
Sakura se despertó de golpe, incorporándose en un movimiento. El corazón le latía alocado y su respiración estaba agitada. Se llevó una mano a la frente, notando su piel ligeramente humedecida de sudor.
El sueño había sido extraño, sin embargo, instintivamente llevo la mirada al ventanal a su derecha notándolo vacío. Miró su celular y con ello la hora, pasaban de las nueve de la mañana, para aquella hora su abuela debía estar en casa.
Un escalofrío le recorrió la nuca, erizando los vellos de sus brazos. El viento meció apenas su cabello y Sakura lentamente se levantó volteando hacia el origen de aquel cambio. Tuvo que caminar hacia el pasillo para ver así la cocina, notando que la puerta trasera estaba abierta.
Su corazón ya acelerado se intensificó en su latido y las manos le sudaron.
La puerta siempre se mantenía con llave, no recordaba haberla visto así cuando había ido por su vaso de leche en cuanto se había levantado.
Camino hacia la cocina y busco en la pequeña isla que se encontraba en el centro, las bolsas de compra, tal vez su abuela había vuelta y había dejado la puerta abierta.
No habían rastros de compras y Sakura lentamente se acercó a la puerta y cuando iba a cerrarla, el viento movió la pequeña cortina blanca y pudo notar entonces el vidrio roto. Su mirada bajo por inercia y noto entonces los pequeños trozos cristalinos que estaban esparcidos por el suelo.
El pánico la inundó y pronto se encontró retrocediendo, solo avanzó unos pasos antes de que sus pies se deslizaran, se sostuvo apenas de una alacena, antes de caer de sopetón. Un pequeño chillido escapó de sus labios y sus ojos observaron asustados las marcas de lodo en el suelo de la cocina. Era marcas de botas.
De pronto, una mano fría le tapo la boca y un brazo húmedo rodeó su cintura. El más profundo miedo le instó a gritar, pero el sonido salió estrangulado. Sus manos fueron hacía los dedos que le impedian el habla y sus pies se empezaron a agitar de un lado a otro, mientras ella desesperada, se removía cual serpiente.
—Shhh — susurraron en su oído. Se trataba indiscutiblemente de un hombre, lo cual hizo que empezara a hiperventilar. Todos los escenarios más tenebrosos pasaron por su cabeza y el instinto de supervivencia le exigió buscar una salida a su captura —. Cálmate — volvió a decir, en un susurro ronco y varonil. La piel se le erizo, pero eso ninguna manera le tranquilizó.
—Parece que capturaste a alguien — hubo otra voz, aguda y escalofriante. Sakura no pudo hacer otra cosa más que quedarse quieta, esta vez presa del pánico.
Sasuke no pudo evitar maldecir su suerte. En cuanto había visto a la chica en la cocina, su acción inmediata había sido apresarla, esperando poder calmarla para explicarle la situación y así poder ayudarla a escapar, sin que Sasori se diera cuenta.
—Eso parece — le dijo a Sasori mientras volteaba hacia él.
Sakura empezó a temblar en cuando su mirada se topó con el otro sujeto. Era demasiado alto y tenía la piel de un enfermizo blanco pálido. Su cabello era rojo intenso y sus ojos dos pozos fríos de color miel. Las ojeras le cubrían la mitad del rostro y hubo algo en la manera en que la observó que simplemente le hizo sentir el más profundo terror.
Un gemido escapó de sus labios cuando su mirada finalmente se fijó en la vestimenta del pelirrojo. Llevaba esa traje naranja, tan mundialmente conocido. No había duda que era un presidiario.
—Te soltaré, pero no intentes nada — susurró el hombre a su espalda. Sakura se sobresaltó un poco, pero no pudo evitar asentir rápidamente.
En cuanto se vio libre, dio media vuelta quedando así frente al tipo que la había apresado. Era un hombre tan diferente al otro sujeto. Era casi igual de alto que el de cabello rojo, pero su cuerpo más corpulento le daba una postura más elegante. Sus cabellos era negros y espesos, sus ojos del mismo color era realmente atractivos.
—Muy bien lindura, es hora de irnos — el otro sujeto detuvó su escrutinio al aparecer tras ella, Sakura apenas pudo soltar un chillido antes de que dedos largos y fríos se envolvieran en sus cabellos con dureza.
El tipo pelirrojo la llevo rápidamente a la sala, se movía como si conociera muy bien el lugar lo cual le hizo sentir mucho miedo ¿Qué hacían unos delincuentes en su casa?
Se adentraron a la sala. Era un estancia espaciosa y muy bien organizada. Con un juego completo de sofás y una mesita de centro, además de una alfombra y un mueble de madera con un enorme televisor.
Sasori se acercó a uno de los sofás y tiro a la chica con brusquedad antes de encaminarse a los ventanales. Corrió las cortinas rápidamente y se acercó a la pared, mirando por una pequeña rajadura el exterior.
Sakura le miraba con los ojos llorosos, temblando. El corazón le latía, acelerado del miedo y un nudo atravesaba su garganta.
—Muy bien — el pelirrojo volteando hacia ella —. No te haremos daño si cooperas.
—¿Q-que quieren?
—Un techo para resguardarnos de la lluvia… luego nos iremos — a pesar de sus palabras, Sakura sabía que no podía confiar en ellos, tenía que encontrar la manera de escapar.
—No intentes nada — se sobresalto cuando la voz a sus espalda se escucho. Era el hombre pelinegro de nuevo. Sakura no pudo evitar voltear hacia él, observándolo a los ojos.
—Sasuke — llamo Sasori, el mencionado desvió la mirada hacia él —. Revisa que todo este en orden — el pelirrojo aún miraba atravez de la ventana.
Sasuke se debatió internamente entre sí ir no, pero al final se dijo que era la mejor manera de conseguir alguna manera algo con lo que comunicarse con la policia. Tras dirigirle una mirada a la chica, volteó hacia Sasori y asintió antes de dirigirse a las escaleras, pensaba ir a investigar a la segunda planta de la casa.
Sakura sintió pánico al ver como él se iba, su mirada lentamente volteó hacia el pelirrojo notándolo aún en la misma posición. Había algo en ese sujeto que realmente le causaba pánico, había algo realmente perverso en él.
El corazón se le aceleró cuando la mirada miel se fijó en ella. Cuando le había tirado en el sofá, la pijama se le había subido, Sakura no lo sabía hasta que había notado cómo los ojos de él se posaban en sus piernas descubiertas. Aterrada, busco taparse todo lo posible.
—Eres muy hermosa — susurró él alejándose de la ventana. Sakura empezó a respirar agitadamente, presa del pánico.
—Pareces una muñeca de porcelana — ladeo el rostro pálido —. Mi mama tenía una de esa cuando era pequeño, nunca me dejaba tocarla. Son tan frágiles — recorrió su silueta y se detuvó en sus pechos, Sakura se sintió ultrajada —. Tan inocentes.
—No — susurró apenas.
—¿No que? — el se detuvó frente al sofá y se puso de rodillas casi rozando sus piernas, Sakura intentó hundirse en el mueble, queriendo ocultarse de esa mirada perversa.
—No, no...
—Shh — el puso sus sucios dedos en sus labios, luego le acarició un mechón de cabello. Sakura empezó a temblar —. Eres muy pequeña ¿Cuánto tienes? — puso ambas manos a los lados de sus muslos, encerrándola.
—Yo, y-yo…
—Contesta — hubo algo amenazante en su voz. Sakura quiso llorar.
—Di-dieciocho.
—Mm — se relamió los agrietados labios. El estómago de la pelirrosa se revolvió —. Tan pequeña, tan inocente — su mirada parecía perdida por un segundo y eso no le hizo sentir mejor de ninguna manera —. Me gustan menores — sonrío y sus manos frías se apoyaron en sus muslos. Sakura se estremeció de pies a cabeza.
Había lujuria y maldad en su mirada. Era el mismo demonio personificado.
—Tu y yo nos divertiremos muñequita — le aseguro antes de presionar los dedos en sus muslos y halarla hacia él.
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FIN DEL CAPÍTULO
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