Tenía que escribirlo xD
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—Espera, espera... lo estoy recibiendo.
Sorrento miró a Julián antes de echarse a reír.
—Nadie me rechaza —imitó Kanon sin contener una carcajada luego de eso—. Sabes, serás un sex-simbol pero Saori Kido es Athena, y lo puro no se le saca ni aunque le ofrezcas su cuerpo a un sátiro.
Sorrento nunca había reído tanto como en aquella ocasión, bueno, después de todo. Los varios tragos que fue a tomar con Kanon en lo que esperaban a que la fiesta de Julián terminara le jugaron una pasada interesante. Agradeció que tolerancia era bastante si se trataba de alcohol.
—Los dos son tan simpáticos. —Julián tamborileó los dedos sobre la mesa a la vez que daba un largo sorbo a su vaso de whiskey. Esa no fue su mejor noche.
—Dame eso —murmuró Sorrento sacándole el vaso de las manos. Conocía a Julián y sabía que de tomar más, él si caería bajo los efectos de aquella bebida—, ve a dormir.
Un gruñido escapó de Julián. Kanon rodó los ojos y tomó el vaso que Sorrento había arrebatado.
—Esto es para machos.
Julián suspiró antes de limitarse a fruncirle el ceño a Kanon.
—Eres peor que mi mamá.
—Eres peor que mi mamá —imitó nuevamente—. ¿Acaso no tienen que dormir? —preguntó el general marino cruzando las piernas sobre la mesita de la sala.
Sorrento bostezó apoyando la mejilla sobre la barra del bar. Sintió pena por su amigo, capaz que en serio sentía algo por esa Saori.
—No te pierdes de mucho Julián, tener una relación es difícil... ¿te quieres casar tan joven? No seas idiota.
—Saori no es como Thetis, si es a lo que te refieres —sugirió Julián pasando las manos detrás de la nuca.
Sorrento hizo una mueca al recordar que la sirena aún no olvidaba esa relación que tuvieron unos meses atrás. Nunca más.
—Igual —resopló el de cabello violeta.
—La cosa es que no quieres llegar a los cuarenta años como Kanon y ser un viejo solterón.
—Un viejo solterón y borracho.
—Cierren la boca —gruñó Kanon.
Los tres se mantuvieron en silencio hasta que por fin, Kanon volvió a hablar.
—Habrán más mujeres, Julián.
—Tiene a las que quiere. —Sorrento se acomodó en su silla estirando los brazos—. Su problema es que siempre se quiere comer a las imposibles.
Julián enarcó una ceja.
—¿Has dejado que beba mucho? —preguntó Julián mirando a Kanon, su entrecejo se frunció un poco al soltar la pregunta.
—Aunque no lo creas, es difícil de emborrachar —sugirió Kanon encogiéndose de hombros—. Una mesera algo subida de tono se le ofreció.
Sorrento apartó la mirada frunciendo un poco el entrecejo.
—Te dije que no se lo digas a nadie.
—¿Y no pasó nada? —Julián observó sorprendido a Sorrento.
—A ver, dime, ¿qué esperabas? ¿Que sucediera algo? Paso. A comparación de ustedes yo tengo respeto hacia las mujeres.
—Oh, presidente del movimiento feminista. —Kanon lo había dicho con tanta seriedad y sarcasmo a la vez que logró hacer reír a Julián con verdaderas ganas—. Gracias a ustedes dos, no deseo casarme ni tener hijos.
