Hola, he vuelto; espero que me hayan echado de menos xD porque pienso publicar mucho, mucho, mucho... ;) Como tengo varios proyectos de shots he decidido que voy a compilarlos todos en este mismo fic, así estoy más organizada jajaja Los shots no tendrán relación entre sí y abarcaran todos los géneros.
Este es un pequeño shot hecho para las actividades del II Aniversario de The Mentalist: Foro en Español. Es una especie de segunda parte del fic de Lucyyh, Esperanza, que recomiendo que lean porque está muy bien.
Disfruten de la lectura...si pueden ;D
Promesas y Esperanza
Esperanza. No es más que un estado de ánimo en el que se nos presenta posible lo que más ansiamos –no podía evitar sonreír amargamente ante este pensamiento-. Una vez había pedido un poco para sí mismo a una estúpida estrella fugaz y ahora se preguntaba si había sido ingenuo por su parte. "Claro que sí". Pese a lo romántico del momento y lo alucinante de contar estrellas fugaces como un niño pequeño y pedir cuantas cosas quieras ver cumplidas en tu vida, es tan irreal, tan absurdo, como creer en las hadas. La gente tiene esperanza, no importa cuantas desgracias ocurran, la gente sigue conservando ese sentimiento esforzándose por confiar en que las cosas irán mejor y sus sueños y deseos pueden cumplirse. Él había pasado mucho tiempo sin saber lo que significaba. Años sin esperar ni ansiar nada más que lo que sabía que al final cumpliría: su venganza. No necesitaba esperanza ni ilusiones, sólo pruebas, pistas, ir un paso por delante de su presa. Sí, él había perdido la esperanza en medio de un charco de sangre y ese mismo rojo había cubierto también sus ilusiones y metas convirtiéndolas en lejanos recuerdos que a menudo parecían no haber existido en realidad. Sus días se llenaban de oscuros e intensos pensamientos que llenaban su cabeza sin compasión. No había esperanza en su corazón ni opciones en su vida. No era un delirio ni una ilusión porque seguiría tras su objetivo hasta el fin de sus días, pero lo conseguiría porque lo tenía todo controlado. Ir tras un monstruo, así le costara convertirse también en uno, era su cometido, su castigo, y su razón de vivir. Nadie se lo impediría. Nada ni nadie podría ahondar tanto en él como para cambiar su parecer.
Entonces, ¿por qué estaba ahora con la mirada perdida en la inmensidad de un cielo azul oscuro, casi negro, que amenazaba tormenta y sin una sola estrella brillando, pidiendo una única cosa con tanta desesperación? ¿Era esperanza eso que albergaba en su corazoncito? ¿Era esperanza para él o para ella? ¿Esperanza para ser salvado de la oscuridad que se adueñaba de él o para salvarla a ella? ¿Cuándo había empezado a tenerla? Hacía tres días. En otro tiempo habría deseado poder seguir adelante, que nada hubiera pasado o al menos que un golpe certero en su cabeza hueca borrara los recuerdos de su familia, que se borrara toda prueba de que en un tiempo pasado tuvo una vida feliz y lo estropeó todo por avaricia, por el reconocimiento y las luces de la fama, por jugar con un tipo al que creyó más estúpido que a sí mismo. Quería acabar con todo eso, borrarlo de un plumazo de su mente. Quería vivir. Sin la culpa, sin el odio, sólo caminar hacia adelante. Pero ahora, en la situación actual, en esa misma habitación en la que llevaba tres largos días sólo quería una cosa. No le importaba seguir viviendo cada día con la sombra de lo que ocurrió, con la culpa comiéndole por dentro, mirando la vida desde la distancia…Lo único en lo que podía pensar ahora mismo era en que ella sobreviviera. Rezongando volvió a pasear por la habitación, otra vez.
OooO
¿De verdad estaba en el hospital? ¡Pues qué bien! Ahora sí que todo se había ido a la mierda. No podía ver nada, era evidente, pero oía todo lo que sucedía a su alrededor. Los pitidos de las máquinas, el soplido de la respiración asistida (que ya le habían retirado y sí, respiraba, al menos), apenas sentía su cuerpo y parecía estar en un universo paralelo. Pero sabía que no era así. Estaba en casa. Bueno, al menos en Sacramento, aunque atada a una cama de hospital. Durante no sabía cuánto tiempo había oído gente a su alrededor, a veces sólo caminando como ahora, en silencio, otras veces personal médico hablando sobre su estado o personas que la visitaban y le contaban cosas. Sabía que VanPelt iba y sollozaba, probablemente hasta que Rigsby ponía una de sus grandes manos en su hombro, y Cho le apretaba un tobillo y decía algo como "cuídate, jefa". Y luego estaba su flamante Jane que, lleno de culpa, había permanecido a su lado. Se empeñaba en que todo lo que ocurría a su lado era responsabilidad suya, incluida ella. "¡Qué tontería!" Ni que ella no fuera mayorcita para saber lo que hacía o dónde se metía. Ojalá pudiera hacer que Jane cambiara de idea en cuanto a su venganza. "¿De verdad estás pensando en cómo ayudar a Jane cuando ni siquiera puedes ayudarte a ti misma?".
Se sentía cansada, como en medio de una nebulosa camino a ninguna parte. Era así durante todo el tiempo hasta que un ligero roce o una leve caricia la hacía estar más cerca de la realidad, de la vida; como ahora, que alguien, suponía que Jane, le agarraba la mano.
-Lisbon, te prometo que si te despiertas no volveré a meterte a ti o a la Brigada en ningún lío. – le había oído decir en una ocasión a la desesperada.
"Promesas, promesas" había pensado ella.
OooO
"Oh, maldita sea". Iba a preguntarse qué hacía allí, pero ya lo sabía. Una vez resuelto el caso no le quedaba otra cosa más que esperar. ¿Qué pasaría cuando se despertara? ¿Qué pasaría si no se despertaba? Lisbon era su amiga, la única persona en la que confiaba. En realidad, era la única persona en su vida…
Volvió a acercarse a ella. Había estado allí durante horas, días, sin dejar de mirarla. También se había camelado a un par de enfermeras con trucos de magia para que le llevaran té y otras cosas. Los hospitales le repugnaban, sobre todo si tenía que esperar a que alguien se recuperara. Se preguntaba si lo lograría. En realidad, se preguntaba tantas cosas en ese momento. ¿Y si todo hubiera sido diferente? ¿Y si él hubiera actuado de forma diferente? ¿Y si no tuviera que luchar más, si pudiera dejarse llevar? ¿Y si…? De pronto se encontró inclinado sobre ella y sin saber bien qué hacía, guiado por una fuerza extraña, rozó con su boca los labios de Lisbon en un corto beso. Ella siguió allí, como si durmiera plácidamente, blanca como una hoja de papel, ajena a todo. Tampoco es que esperara un milagro o que despertara por su atrevida acción. Ya no sabía lo que esperaba. Besó su frente antes de alejarse otra vez.
OooO
"Me ha besado, lo he sentido". Le habría dado una paliza si hubiera podido pero lo cierto era que le había gustado sentir esa pizca de calor, de suavidad, en medio de tanta confusión. Su mente se perdía en los recuerdos de una noche estrellada, una noche de estrellas fugaces y deseos de esperanza. Deseaba tanto tener otra oportunidad, deseaba tanto poder despertar…
OooO
Cinco días. Habían pasado cinco días. "Maldita seas, Lisbon, despiértate ya" masculló por lo bajó después de una infructuosa discusión con el médico, para continuar luego paseándose por la habitación a grandes zancadas. Había recorrido tantas veces esas cuatro paredes. La miró. "Esto no está funcionando". No lo estaba haciendo. Por más que había rogado para que la historia no se repitiera, lo estaba haciendo. "Es inútil". Se pasó una mano por el pelo, desesperado, dispuesto a marcharse cuando un impulso lo detuvo; no, más que un impulso, había vislumbrado un reflejo, un movimiento por el rabillo del ojo. Cerró los ojos y respiró para girarse hacia la cama casi temeroso de estar imaginándolo.
Allí estaba, moviendo la cabeza. Se lanzó prácticamente sobre ella. Aún tardó lo que parecía una eternidad en abrir los ojos. Gimió y lo miró llena de preguntas.
-Estás en el hospital.
-Lo sé, lo recuerdo todo. – de pronto frunció el ceño – Lo que no recuerdo es tu nombre. ¿Quién eres tú? ¿Te conozco?
-¿Cómo? - Estuvo a punto de estallar en carcajadas pero la expresión de Lisbon no daba lugar a dudas.
-¿Puedo beber agua?
- Cla…claro. Ten. – No sabía qué hacer.
- Gracias. Estoy tan sedienta… y me duele todo.
- Es normal. Tú…
-¿Sabes? Lo he oído todo. ¿De verdad piensas portarte bien a partir de ahora, Jane? – preguntó enfatizando su nombre.
-¿Qué? ¿Cómo? – sonrió - ¡Serás bruja! Sabes quién soy.
-Pues claro. Para bien o para mal, es difícil olvidarse de Patrick Jane.
-Estabas fingiendo. Te despiertas de un coma de cinco días y lo primero que haces es… - estaba pasmado y enfadado aunque todo eso quedaba bastante detrás del gran alivio que sentía – y además demasiado bien. Casi me lo trago.
-Nada de "casi". Te lo has tragado. Aprendí del mejor ¿verdad? Además te lo debía.
-Supongo que sí.
-Te asustaste ¿eh?
-¿Yo? Ni lo sueñes.
-Sí, admítelo. Dios, qué buena soy – tenía la boca demasiado seca para tanta charla y le dio un ataque de tos. Jane le dio unas palmaditas en la espalda mientras se recuperaba.
-Vale, genio, pero ten cuidado.
-Entonces…
-¿Qué?
-Ya sabes…
-No, no lo sé.
-¿Te portarás bien?
Sin poder evitarlo la abrazó.
-Auch – exclamó Lisbon, pero aun así sonrió -. Mis costillas.
-Perdona, me alegro de que sigas con nosotros. – siguió abrazándola.
-¿Eso significa que es una promesa? ¿Te portarás bien?
-Bueno, no dije exactamente que me portaría bien. – se rio – dije que no te metería en líos.
-Patrick Jane eres un tramposo y un mald...
-Está bien. Esto es una promesa: no te meteré en líos e intentaré no causar problemas. Y un día cuando menos te lo esperes habré cambiado y me portaré bien.
-Hum, no sé qué pensar, no pareces muy convencido…
-Ten fe, Lis, siempre hay esperanza ¿no?
-Supongo que sí.
Bueno, nunca se había fiado mucho de Jane pero…quizás sólo por esta vez… la esperanza no fuera en vano y las promesas se cumplieran.
FIN
