Disclaimer: Ranma ½ pertenece a Rumiko Takahashi-sama.


Realidad rota.

Capítulo 1: El Accidente.

-1-

Aquello había sido un error. ¿Cómo pude ser tan estúpida?

Pataleé desesperada, tratando de llegar a la superficie, más sin poder alcanzarla. No creí que fuera tan profundo, no creí que el agua se moviera tanto. La corriente generada por la cascada de agua que caía a montones me estaba atrayendo cada vez más y más al fondo del cuerpo acuático. Quise gritar, luchar contra la corriente. Lo único que logré fue que más líquido entrase en mi cuerpo por mi boca. Tiempo atrás había logrado sacar la mano a la superficie, pues sentí el cambio de temperatura, pero ahora no estaba ni cerca de volverlo a hacer. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Tenía frío.

Mis ojos comenzaron a cerrarse.

Lo siguiente que supe fue que algo cálido presionaba con fuerza mi pecho y una voz me hablaba, aunque no era capaz de comprenderla. Tras unos momentos, mis sentidos comenzaron a funcionar correctamente otra vez. Reconocí a Ranma como la voz que me llamaba, pidiéndome que despertara. Abrí los ojos de a poco, encontrándome con los preocupados –y molestos- ojos azules claro de mi amigo. Llevaba el cabello y el torso mojado, la trenza que siempre usaba se encontraba ahora pegada a su hombro debido a la acción del agua.

No llegué a abrir la boca para hablar, pues, en su lugar me puse a toser.

—¿Estás bien? —me preguntó y yo asentí—. ¡¿Acaso eres estúpida, Akane?! ¡¿No que no sabías nadar?! ¿Cómo se te ocurre lanzarte de allí si no sabes nadar? —me empezó a gritar, señalando el risco del que había saltado… no, saltado, no. Me caí de allí.

Decidí ignorar su reprimenda, él y yo siempre peleábamos, aunque fuéramos amigos. En su lugar, busqué con la mirada a las dos parejitas que estaban con nosotros antes.

—¿Dónde están todos?

—Ukyo y Shampoo fueron a buscar las mochilas para ver si tienen algo con lo que te puedas secar —explicó, su ceño fruncido, sus brazos cruzados y su mandíbula tensa eran más que una indicación de cómo se sentía—. Mousse y Ryoga subieron al risco porque al idiota le pareció que te caíste.

—Ranma… no creas que estoy loca, pero… creo que algo me empujó del risco.


-2-

A la mañana siguiente, salí a la escuela como todos los días, como si nada hubiera pasado. Ranma ya me esperaba en la acera, pues vive en la casa junto a la mía. Veía que traía los auriculares puestos, así que sólo lo saludé con la mano y sonreí. Él respondió a mi gesto, sin sonreír. Le resté importancia, suponiendo que seguía molesto por lo del día anterior.

«Rayos, no debí haberme acercado tanto a la orilla del risco» recuerdo que pensé.

Ryoga, Shampoo y yo habíamos subido al risco porque allí había unas cuantas bayas silvestres y estábamos juntándolas. Me acerqué al borde para admirar la vista del lugar que habíamos elegido para pasar el día; un bello monte lleno de árboles y vida silvestre. Obviamente no estaba tan al borde, un par pasos me separaban del mismo, pero a mis amigos no les pareció lo mismo. Ryoga había tratado de prevenirme y lo tranquilicé, Shampoo estaba de acuerdo conmigo y cuando él quiso corregirle algo que había dicho mal –Shamps tiene un pequeño problema de gramática vocal- fue cuando pasó.

Sentí escalofríos y temblé, causando que Ranma me mirara raro, arqueando su ceja.

El problema era que, estando allá arriba, había sentido como dos manos perfectamente formadas, se apoyaban en mis omoplatos y me impulsaban hacia adelante. Trastabillé, acortando la distancia entre el precipicio y yo. La caída fue relativamente rápida… sólo cinco o seis metros separaban el abismo del agua helada del lago.

«Al menos no me caí dónde caía la cascada, podría haber sido peor…».

—Oye, Akane… —me llamó Ranma, quitándose uno de sus auriculares—. Sólo… quería que supieras… que ayer Mousse y Ryoga no encontraron nada en el risco que pudiera haberte empujado.
—P-parece que entonces debo haber tropezado —le corregí, con una risa nerviosa.

Me miró extrañado, pero no dijo nada. Habíamos llegado frente a un restaurante, del cual salió nuestra amiga Ukyo, pues vive sobre el restaurante de okonomiyakis de su papá. Me sorprendió cuando la vi salir con su cabello castaño suelto, ya que para ir al colegio siempre lo ata en una coleta baja. En cuanto sus ojos azules se posaron en mí, no dejó de preguntarme cómo estaba, si me sentía bien, etc. Tras tranquilizarla, comenzamos nuestra caminata matutina camino a la escuela.

Ukyo iba haciendo conversación conmigo mientras Ranma seguía en su mundo con su música. Un par de calles más nos unieron a nuestro grupo, nuestro extraño y variopinto grupo. Shampoo se acercó corriendo y tomó la mano de Ranma, tironeando de ella. Ella es en definitiva la más rara del grupo, no sólo por su largo cabello azul o sus ojos marrones tan intensos que parecían rojos, sino por un cierto brillo que aparecía en sus ojos a veces, como si supiera algo que los demás desconocemos, como si disfrutara de una broma que nadie más que ella es capaz de entender.

—Buen día, Shampoo, ¿qué sucede? —preguntó Ranma, quitándose nuevamente un auricular.

—Saotome, manos fuera de mi novia —se quejó Mousse, acercándose mientras ataba su cabello negro largo en una coleta baja. Miró mal a Ranma por encima de sus lentes.

¿Mencioné que a Shampoo le encanta poner celoso a su novio?

—¿Ya empezaron? —preguntó Ryoga con la voz cansada, antes de que Ukyo le diera un beso en la mejilla.

Ryoga tiene los ojos miel y el cabello negro con un alborotado flequillo que siempre era sostenido con una bandana amarilla de detalles negros. Y, siendo sincera, nunca lo he visto si n ella. Ese día sin embargo, lo noté distinto, más ojeroso y un poco decaído. Al preguntarle al respecto, me aseguró que nada pasaba, que sólo había tenido un encuentro nocturno con Don Insomnio y me agradeció que me preocupara por él. El grupo rió por eso del "encuentro nocturno", pero no llegué a entender por qué.

—Esta tarde nos juntamos en mi casa, ¿no? —preguntó Ranma.

—Sí, ¿a quién le toca elegir la película? —le siguió Ryoga.

—¡A mí! —exclamó contento Mousse y con razón, él es todo un cinéfilo y siempre escoge buenas películas.

—Ninguna mierda de zombies, Mousse —le previno el que iba a poner casa.

—Oww… —se quejaron él y Shampoo.

Éramos un grupo muy unido y hacíamos casi todo juntos. Aun así yo era relativamente nueva. Me había mudado hace dos meses, a mediados del verano. A Ranma lo había conocido el día que llegué a la ciudad, cuando Tía Nodoka y Tío Genma nos trajeron las llaves de la casa.

Cuando llegamos a la escuela, había mucho cotilleo, tal vez deba preguntarle a mi hermana Nabiki al respecto más tarde… ella siempre sabe lo que anda sucediendo.


-3-

Salí de mi casa ya cambiada y con mi mochila sobre el hombro, me despedí de mi hermana Kasumi y de mi papá, para luego salir a la calle, cruzándome a la casa de al lado, donde vive Ranma. En el patiecito estaba Tía Nodoka, con su cabello marrón casi pelirrojo en un prolijo moño y sus amables ojos chocolates concentrados en su tarea, la cual era regar las flores.

—Hola, Tía —saludé con una sonrisa.

Ella se acercó a mí y me saludó con un beso en la mejilla.

—Hola, Akane, querida. Eres la primera en llegar, Ranma está arriba en su habitación. Primera puerta a la izquierda subiendo las escaleras, subiré en un momento —la última parte me sonó muy parecido a una advertencia.

Asentí y entré a la casa, guiándome por las instrucciones de la tía. Golpeé levemente con los nudillos.

—¿Quién es?

—Soy yo, Ranma —dije, abriendo la puerta.

—Ah, pasa, Akane. ¿Quieres sentarte? —me preguntó.

Ranma estaba acostado sobre su cama con un auricular puesto y el otro en la mano, seguramente se lo quitó cuando me oyó llamar.

La casa de de Ranma era de un estilo japonés tradicional, más su cuarto tenía una aire moderno y occidental. Las paredes estaban pintadas de un azul cobalto fuerte, había pósters de bandas de rock en las paredes y algunos dibujos hechos en graffiti, una estantería repleta, un escritorio con una laptop gris, una silla llena de ropa, un armario con espejo y una televisión con reproductor de DVD. La televisión estaba encendida.

Al no haber sitio en la silla, tuve que sentarme al borde de la cama de Ranma.

—Eres la primera en llegar —comentó, quitándose los auriculares, para luego desconectarlos del teléfono y, finalmente, tirarlo sin cuidado sobre la mesita de noche.

—Sí, eso mismo me dijo tu mamá.

Me levanté y empecé a mirar la pequeña estantería en la que descansaban libros escolares de texto, cómics occidentales, mangas y algunos muñecos de colección. Me mordí el labio. «Aw, Akane, tranquilízate. Sólo estás en la habitación de Ranma, a solas con él… ¡Es totalmente normal! Porque tú y Ranma son amigos, es súper normal que estés en su cuarto… a solas con él…». Traté de concentrarme en los títulos frente a mí, pero era un poco difícil.

—¿Quieres algo de beber? —escuché justo detrás de mí, haciéndome pegar un salto.

—¡Ay! ¡Me asustaste, bobo!

Una pequeña sonrisa engreída se abrió paso en sus labios mientras me miraba cruzado de brazos. Estaba parado justo detrás de mí, ni lo escuché acercarse.

—¿Estás nerviosa, marimacho? —me preguntó, apoyando su mano contra la estantería y acercándose más a mí.

—Claro que no —le discutí, tratando de ignorar su comentario—. Sólo estaba… viendo que tienes muchos mangas. Se ve que te gusta el shonen (1).

—¿A ti te gusta?

—Uh-huh. Aw, ¿te gusta Death Note? —dije tomando una figura de colección de Ryuk— ¿Dónde compraste esta?

—En la tienda a dos calles de la escuela, tienen mangas baratos ahí. Ahora que me doy cuenta, es la primera vez que vienes a mi casa.

—¿Y?

—No, bueno, pues que vivimos al lado y hace dos meses que nos conocemos.

Estábamos en esa conversación cuando llegó el resto. Ukyo había traído unos okonomiyakis calentitos del restaurante de su papá así que debíamos apurarnos para que no se enfriasen. Fuimos a comerlos a la cocina-comedor. Cuando hubimos terminado, nos pusimos a conversar sobre el último chismerío de la escuela. Continuamos hablando, olvidándonos de todo lo demás por el momento…


-4-

¡NO! ¡AKANE! ¡Espera! —me rogó Ranma, mientras yo salía corriendo en dirección a mi casa.

Logró agarrarme del brazo pero me zafé y, con los ojos llenos de lágrimas, lo miré directo a los suyos.

—No vuelvas a buscarme —le dije con sequedad antes de correr a mi casa, hecha un manojo de lágrimas...


HASTA AHÍ.

Muy bien, primer capítulo de una historia que llevo tiempo planeando... Espero allá sido de su agrado y gracias por leer, los reviews son súper agradecidos.

Dee-Dee Zednem

27/01/17

08:52 PM