Bueno esto es una historia que me acaba de venir a la cabeza... espero que les guste seguiré subiendo cuendo pueda...
Prólogo:La ciudad oscura.
La noche cayó sobre la oscura fortaleza y poco a poco la luna atravesó las pequeñas ventanas de la torre. Antaño aquel edificio había sido una torre orgullosa que sometió todas las demás tierras. Ahora era sólo una pieza del pasado, una reliquia en decadencia y olvidada. Su tejado enmohecido se había abombado y muchas de las piedras de la muralla exterior se habían caído, dejando sólo pequeños montículos y trozos de muro ennegrecidos. La estructura del castillo se perfilaba por unas paredes sin techo y algunas estaban medio derruidas. El único elemento que daba aún dignidad a aquella fortaleza era la alta torre, que aún se mantenía erguida a pesar de la implacabilidad de los años y relativamente en buen estado.
No muy lejos de aquella estructura del pasado se encontraba un pequeño pueblo bastante activo que celebraba la primera noche de verano con jovialidad. Unos jóvenes estaban en pleno jolgorio cuando otro bastante serio se les acercó con aire desafiante. Al instante los tres muchachos dejaron de bailar y miraron al desconocido con cuiriosidad mientras éste los miraba con superioridad. Finalmente uno de ellos se dispuso a hablar y romper el tenso ambiente que se estaba creando.
-Vamos¿por qué no bailas un poco?, te vendrá bien.-
Sin embargo el otro joven se limitó a dirigirle una mirada severa y de nuevo centró su atención en el chico del medio. Finalmente se decidió a hablar, su voz áspera apenas audible por encima del griterío de la fiesta.
-Tengo entendido que presumís de ser los más valientes del condado. ¿Es eso cierto?-
El más alto se adelantó y se encaró al extraño con rapidez.
-¿Qué quieres de nosotros?.-
De nuevo el desconocido ignoró a los acompañantes y se fijó en el chico del centro.
-Necesito que me hagaís un trabajo.-
-Lugar. Fecha y objeto.-
El joven del centro había hablado y miraba con avidez al extraño. Cada nuevo trabajo era un reto y no desaprovechaba las oportunidades como la que tenía delante.
-Un cetro de hace dos siglos. Lo necesito para mañana al atardecer...-
-¡Un momento, no hacemos trabajos los días festivos!-
-Cállate Tom, veamos que necesita.-
El más alto de los cautro refunfuñó y dejó que el desconocido terminase de hablar mientras se cruzaba de brazos.
-... El cetro es pequeño, dorado y con incrustaciones de esmeraldas.-
-¿Dónde está?-
Un pequeño momento de silencio hizo que los dos amigos del que parecía el líder se mostrasen inquietos e incómodos.
-La fortaleza caída de Surdana.-
Tom lanzó un grito de protesta, su compañero palideció y comenzó a temblar. Sin embargo el joven del centro se mantuvo impasible y enarcó una ceja.
-¿Cuanto pagas?-
-Si lo tengo al amanecer dos bolsas de oro por cabeza.-
Una sonrisa feroz asomó a los labios del líder del grupo. Los otros dos se miraron alarmados, conocían esa sonrisa a la perfección.
-Pero Jhon, es demasiado peligroso... Surdana...nadie ha vuelto de allí y dicen que no hay nada tampoco...además es fiesta y no tomamos trabajos en fiesta...-
-Dos bolsas de oro por cabeza es más de lo que nos han pagado nunca por sitios más peligrosos y con menos tiempo. Yo voy, y vosotros hacéis lo que queráis. Si os quedáis la recompensa será para mí. Acepto el trato, en este mismo lugar al amanecer.-
Acto seguido Jhon se alejó de la fiesta y se dirigió a su hogar con rapidez. Sus compañeros se miraron molestos y lo siguieron a regañadientes mientras fulminaban al extraño con la mirada. Al poco tiempo se pusieron en marcha hacia la fortaleza mientras repasaban su inventario.
-Ajos, estacas, plata, pistolas, ballesta... Sam tienes el garfio ¿verdad?-
-No hace falta garfio, Surdana se cae a pedazos. Toda la fortaleza fue saqueada, el único lugar al que no pudieron entrar fue la torre, y si no pudieron con escaleras no podremos nosotros con garfios. Buscaremos otra forma...-
-¿Has estado allí antes?-
Jhon sonrió enigmáticamente y se encogió de hombros mientras instaba a su caballo a ir más rápido.
-Por el día lo vi de lejos una vez. Es un montón de piedras rotas, no tiene nada de especial. Hasta ahora no nos hemos encontrado con ninguna criatura que no sea humana. Son todo mentiras y pamplinas y esta no es la excepción, la gente tiene miedo y nosotros no. Ésa es la diferencia.-
-Jhon, dos bolsas de oro es mucho dinero. No nos las ofrecería si no hubiese algo que...-
-Sam, nos las da porque las necesita ahora. Y punto. Mira, ya hemos llegado, dejad los caballos por aquí y coged las cuerdas, cuanto antes terminemos mejor...-
Con rapidez los tres bajaron de la montura y Sam prendió un farolillo con un poco de yesca. Con cuidado de no caer se fueron acercando a la fortaleza y pasaron por una grieta enorme de la muralla. Tom se estremeció al mirar la ciudadela desierta y centró su mirada en la torre mientras Sam maldecía por lo bajo.
-Este sitio me da escalofríos.-
Jhon soltó una carcajada y se dirigió decidido a los pies de la torre. A sus espaldas sus compañeros se apresuraron detrás de él y navez alcanzaron la base de la torre miraron hacia arriba estupefactos por la inmensidad de la antigua estructura. Sam chasqueó la lengua y Jhon empezó a recorrer la estructura. Con una exclamación de júbilo llamó a sus compañeros y les mostró la puerta dela entrada a la torre, sin embargo cuando intentaron abrirla descubrieron que estaba cerrada a cal y canto. Haciéndose a un lado Jhon señaló la puerta y Tom se abalanzó sobre ella con el hombro delante. La puerta crujió y cedió ante la brutalidad del hombre y con un montón de polvo cayó al suelo haciendo un ruido ensordecedor. Los amigos sonrieron con picardía y entraron uno tras otro a la torre mientras examinaban su amplio interior. En la base había una sala redonda, con unas mesas y sillas gastadas y marcadas por los años, y en las paredes algunos tapices roídos y muertos. Jhon sonrió con aire triunfados y se adelantó hacia las escaleras. Tom lo siguió con rapidez y los dos comenzaron a subir hasta que llegaron al segundo piso.
Sam se entrtuvo un poco más mirando los tapices y le pareció distinguir un movimiento en las escaleras. Supuso que eran sus amigos y se dispuso a seguirlos cuando una mano gélida le tapó la boca con uan fuerza sobrehumana y otra movía sucabeza a un lado. Su resistencia fue vana y cuando los colmillos atravesaron la piel de su cuello ahogó un grito en la mano del vampiro. A los pocos segundos cayó inerte sobre el suelo de la sala.
Sus compañeros arriba no se dieron cuenta de nada hasta que Tom preguntó por Sam. Extrañados por su ausencia, Tom bajó a buscar a su amigo mientras Jhon se quedaba la luz. A mitad de las escaleras Tom sintió un dolor agudo en su cuello y ahogó un grito. Comenzó a rodar por las escleras y al caer se topó con el cuerpo aún caliente de Sam. Unas manos rodearon su cabeza y la torcieron en un ángulo imposible, matándolo en el acto.
Jhon escuchó el grito de su compañero y comenzó a bajar las escaleras cuando escuchó el chasquido del cuello de Tom. Sin poder contenr el temblor de sus manos el joven bajó las escaleras de dos en dos para encontrarse con los cadáveres de sus amigos en el suelo. Jhon ahogó un grito y se giró con rapidez para distinguir una pálida figura a pocos centímetros de él. De sus labios color carmín caían gotas de sangre, sus ojos negros mostraban un monstruo indomable y la belleza de sus facciones aterrorizaba a su espectador. Jhon retrocedió mientras se llevaba una mano a su bolsa, sin embargo no podía controlar el temblor de sus miembros y no logró abrirla, la luz se le cayó al suelo y empezó a llorar. Totalmente aterrorizado empezó a girar sobre sí mismo buscando la figura que había visto antes. Sabía que era una mujer, sabía que había matado a sus amigos y que lo buscaba a él, pero se negaba a aceptar que estviese ante un vampiro.
-¿Quién eres?- No obtuvo respuesta -¡¿Quién eres maldita zorra?! -
Una risa inhumana llegó a los oídos del joven y se orinó encima.
-No son maneras de dirigirse a la anfitriona de est lugar, humano.-La voz suave y aterciopelada llegaba dsede todos los puntos de la habitación y el joven se dejó caer de rodillas.-No teníais ningún derecho a invadir mi casa, además, tengo hambre...-
-Déjame ir, por favor, no volveré jamás...por favor...-
Jhon sintió cerca de él una presencia, sin embargo no pudo distinguir el lugar exacto en el que se encontraba y se encogió sobre sí mismo.
-Antes me has hecho una pregunta, te responderé, no veo qué ma lte hará saberlo. Soy Rehina, la Vampiresa sin Tierra.-
Acto seguido Jhon sintió unas manos heladas en su cuello y gritó con fuerza, intentó resistirse, en vano. La vampiresa echó su cabeza a un lado y clavó sus colmillos con fuerza en su cuello. Al poco Jhon empezó a transpirar y Rehina lo soltó un instante antes de romperle el cuello.
Rehina suspiró y se limpió los labios con el dorso de la mano. Tomó los cuerpos y los dejó extendidos en un lado de la sala mientras examinaba sus pertenencias. Gruñó cuando sacó los ajos y los soltó con rapidez a la vez que las cruces. La vampiresa frunció el ceño y dejó los cadáveres y las bolsas apilados en un montón. Con un suave gesto de su mano el montón ardió y se consumió en apenas segundos. La vampiresa colocó de nuevo la puerta en su lugar y partió de nuevo escaleras arriba esperando dsecansar aquella noche.
Esto es todo por ahora...comenten porfavor
