Aquí va el primer capítulo de mi primer fic de Shingeki no Kyojin, dedicado a la pareja de Eren y Mikasa. Espero que lo disfruten tanto como lo he hecho yo mientras escribía. Avery Z Ackerman, ya sabes que va dedicado a ti, así que, más te vale decir qué te ha parecido.


Mikasa era una joven muy bella y responsable que era perfecta en todo lo que hacía y, por tanto, le era imposible pasar desapercibida a pesar de sus esfuerzos. Era admirada por todos, su piel de luna, su cabello azabache y sus ojos gris profundo eran un imán para los chicos. Detrás de su fachada de permanente serenidad se escondían horribles fragmentos de su pasado, grabados con fuego en su mente, sus padres fueron asesinados ante ella a sangre fría y fue salvada por Eren, quien se convirtió en su hermanastro, mejor amigo, confidente y objeto de todos sus pensamientos y preocupaciones.

Eren, un joven de cabello castaño, ojos esmeralda y un leve bronceado, contrastaba con su hermanastra. Su carácter siempre risueño y cálido dio un giro radical cuando una tarde gélida de invierno regresó a casa junto con Mikasa y vio los cadáveres de sus padres frente a él. La policía había asegurado el perímetro y no les dejaron entrar. Lo único que pudo contemplar fue que su madre estaba descuartizada en dos partes. Tras ese momento, vive alimentándose de la sed de venganza con el objetivo de encontrar a los asesinos de sus padres y hacerles lo mismo que les hizo a los asesinos de los padres de Mikasa. Así como ella destacaba en todo, él solo lo hacía en gimnasia y en los problemas que causaba.

Este par de hermanastros se mudó a una nueva ciudad con la esperanza de no vivir en el pasado, un antiguo conocido de Mikasa los acogió, eso sí, con ciertas condiciones.

— ¡Maldición, Eren! ¡Te he dicho miles de veces cómo debes limpiar tu habitación, parece una pocilga! — decía Levi clamando a los dioses por encontrar un pañuelo de papel fuera de la papelera y una camiseta sin estar doblada a la perfección. Además de ser su amo de llaves, también era un maniático de la limpieza y uno de los profesores más estrictos de la academia a la que asistían.

— Qué quieres que diga…yo lo veo bien, ahora, estaba estudiando con Mikasa para el examen de matemáticas. Si quieres mantener tu buena reputación en la academia deberías bajar el volumen de tu voz— reprochó con algo de duda en su voz, llevándose una dura y gélida mirada como respuesta que simbolizaba "ya hablaremos de esto, jovencito" a lo que tragó saliva imaginando la severidad de su castigo.

— Eren, volvamos a estudiar, no provoques más a Levi— Mikasa era la única persona capaz de calmar a Eren solo con su voz serena y pausada, tomó su mano y lo llevó a su habitación.

Ambos continuaron con su sesión de estudio amenizada por su mutua presencia y un silencio repleto de miradas furtivas, curiosas y cómplices que muy rara vez eran interceptadas.

— Gracias, significa mucho para mí que hayas podido sacar tiempo de tu agenda como presidenta del consejo estudiantil para estudiar conmigo, prometo compensarte— agradeció sonriente con una voz que solo era conocida por ella, ella era lo único que le quedaba y por ello decidió ser más autosuficiente y protegerla, aunque al final siempre terminaba siendo defendido y ayudado por Mikasa.

— Tranquilo, verte sonreír es más que suficiente— esas palabras salieron de su boca involuntariamente, no pretendía hacer otra cosa que no fuera pensarlas. El rubor se hizo presente en sus mejillas y llevó ambas manos a sus labios para evitar que alguna otra palabra se escapara.

El joven la contempló enternecido, no era habitual ver a la grandiosa Mikasa Ackerman en ese estado.

— Supongo que tienes razón, mi sonrisa casi no ve la luz desde aquella noche. Tú también deberías sonreír más, después de todo, el mejor complemento de una mujer es su sonrisa— se acercó a ella para arreglar la bufanda que él mismo le regaló, sentía como su corazón se aceleraba y como su cuerpo se deleitaba por la deliciosa sensación del contacto de sus dedos con la tersa y suave piel femenina.

Ella le dedicó una tierna mirada y él se sintió atraído a besar su mejilla con fugacidad.

— Voy a limpiar el "caos" de mi habitación, puedes tomar un baño mientras, conociendo a Levi, la cena debe de estar casi preparada— tras pronunciar esas palabras se levantó y salió de la habitación de la joven, dejándola en un estado complicado, su mano viajó a la mejilla que acababa de ser besada y la otra a su corazón que latía con fuerza y velocidad.

"Idiota, no sabes lo que provocas en mí con esas acciones. Por mucho que me esfuerce no puedo verte como a un hermano, nunca lo he hecho" con esos pensamientos se dirigía al baño, sumergiéndose lentamente en el agua cálida que calmaría sus pensamientos.

Tras varios minutos llamó a la puerta de la habitación de su guapo hermanastro para decirle que aprovechara el agua y el calor del baño. Él asintió y entró a dicha habitación, normalmente no le gustaba bañarse después de ella porque una serie de pensamientos extraños lo atormentaba durante el baño, pero no podía decirle eso. Lo primero que sintió fue una oleada de calor invadir todo su cuerpo, su olor estaba en el aire, ese perfume que conseguía calmarlo y acelerarlo según la situación; en el momento en que se metió en la bañera una imagen de la pelinegra totalmente desnuda bañándose y frotando cada rincón de su cuerpo con delicadeza llegó a su mente, su abdomen tan perfecto, sus senos y su cabello humedecido; todo ello provocó que tragará saliva, no lograba entender por qué pensaba eso.

"Mikasa estaría muy decepcionada conmigo si supiera en la forma en la que la imagino. No entiendo nada, es como mi hermana, ¿no?" esa era una pregunta retórica que él mismo debía responder.


Durante la cena reinaba el silencio y la tensión habitual, aunque la joven encontró algo extraño en el comportamiento del castaño. No se atrevía a mirarla a los ojos y ni siquiera intentaba romper el hielo con alguna de sus ocurrencias, así que decidió preguntarle mientras subían las escaleras rumbo a sus respectivas habitaciones.

— Eren, ¿estás enfadado conmigo? — preguntó con preocupación, ambos se pararon en seco y la luz de la luna que entraba por las ventanas iluminaba sus rostros.

— No es nada Mikasa, solo estoy cansado y algo nervioso por el examen de mañana— mintió sin mirarle a los ojos, lo que provocó que ella se acercara y levantara su mentón, obligando a mirarla.

— Mientes Eren, mientes fatal, te conozco demasiado bien como para tragarme eso, y ahora, ¿por qué no me miras?

— Yo…lo siento, no quería preocuparte— posó su mano sobre la de la chica, el frío permanente en su piel lo calmaba cuando más lo necesitaba, mientras que la calidez de su cuerpo dotaba a la chica de una sensación de protección.

— Buenas noches— ambos se despidieron entrando a su dormitorio y cayendo tras la puerta, apoyando su espalda en ella.

Sus corazones latían con tal fuerza que era dificultoso respirar, el joven no podía borrar la imagen de Mikasa desnuda frente a él, tentándolo e invitándolo a descubrir su cuerpo; y ella, no podía apartar todas esas sensaciones tan deliciosas que le propinaba Eren con su toque.

"Eren, si tan solo me vieras como yo te veo…no sé por cuanto tiempo podré seguir conteniéndome" pensaba intentando apaciguar los latidos de su corazón, entrando en sus suaves sábanas impregnadas de su perfume.

"Soy un cerdo, pensar en ella de esa forma tan obscena, ¡malditas hormonas! Y lo peor es que no me desagrada, al contrario, me excita… ¿qué me está pasando? No entiendo nada, ¿cómo voy a mirarla a los ojos después de pensar todo esto?" Se fue a dormir con un sentimiento contradictorio, culpabilidad fundida con deseo y curiosidad.


La noche transcurría apaciblemente en aquella casa, Mikasa se levantó para beber agua en mitad de la noche y al regresar a su dormitorio se asomó para contemplar la imagen de Eren durmiendo como un angelito, pero esa imagen no era tal y como esperaba, no paraba de moverse atormentado, susurraba y sollozaba el nombre de sus padres e incluso el suyo. La curiosidad y la preocupación pudieron con ella y entró a su "templo" personal, contemplando con cuidado y delicadeza a aquel chico que le robaba los suspiros, parecía estar sufriendo, pero no podía despertarlo.

Mientras tanto, en los sueños de Eren:

Unos niños iban caminando tomados de la mano, compartiendo una bufanda roja y sonrientes hablaban entre ellos.

— Mikasa, ¿qué crees que habrá preparado mamá para cenar?

— No tengo ni idea, pero, tratándose de la comida de mamá, seguro que está deliciosa— contestaba con una gran sonrisa, pensando en todo lo que había cambiado la vida desde que él llegó a su vida como su salvador.

— Tienes razón, estoy deseando de llegar a casa, no hemos pisado en ella desde esta mañana, seguro que papá tiene alguna historia divertida que contar, sus pacientes son muy graciosos.

— Eren…—le dijo con temor, acababan de llegar a su hogar y las cintas policiales y oficiales rodeaban el solar. Se aferró con fuerza a su manga, no quería perder otra vez a su familia.

— Papá…mamá, ¿qué ha pasado? — comenzando a correr y esquivando todos los obstáculos encontró algo que hizo que se derrumbara, los cadáveres de sus padres estaban siendo fotografiados. Su padre yacía con heridas de bala de gran calibre a quemarropa y su madre…su madre había sido partida en dos. ¿Qué clase de psicópata había hecho eso? No dejó mirar a Mikasa, le cubrió sus ojos y se alejó de allí mientras sus lágrimas quemaban su piel debido al frío de la noche.

— Eren, no veo, ¿qué es lo que ha ocurrido?

— Juro que te protegeré, aunque me cueste la vida, a partir de hoy nos tenemos el uno al otro, no pienso dejarte ir, no pienso dejar que nadie te haga daño. Quiero que seas feliz.

En ese mismo instante despertó cubierto de sudor frío mezclado con sus propias lágrimas, desorientado y encontrándose con la mirada preocupada de aquella chica a la que salvó. No dudó en abrazarse a ella para asegurarse de que estaba ahí con él, de que nadie le había arrebatado lo que más quería y atesoraba.

— Eren, tranquilo, has vuelto a soñar con aquella noche, ¿verdad? No llores más, sigues siendo un bebé llorón, no has cambiado nada desde entonces y eso, me alegra. Llora todo lo que necesites, estoy aquí para ti— calmaba con una voz dulce, cálida y delicada, sentándose sobre el colchón y acariciando su suave cabello castaño para relajarlo.

Él se limitaba a mirarla, embelesado por su belleza y su afán protector, se encontraba mucho mejor gracias a su presencia.

— Mikasa... ¿podrías quedarte aquí hasta que me duerma?

— Haré lo mismo que cuando éramos niños, tomaré tu mano y no la soltaré hasta que te duermas, te lo prometo.

"No sé qué haría sin ti en mi vida" pensaron ambos.


En contraste con tanta emotividad y sentimentalismo, los sueños de Levi eran mucho más sanguinarios.

Se imaginaba como una especie de soldado con chaqueta marrón, pantalones blancos y un equipamiento algo extraño que le permitía manejarse en el aire como si volara. Estaba matando monstruos gigantes y horribles de aspecto humanoide, aunque no dejaban de regenerarse, solo morían cuando eran cortados en su nuca.

La sangre cubría su cuerpo y encontrándose sobre una montaña de cuerpos inertes, lamió la sangre del filo de la hoja de sus cuchillas, justo cuando una castaña con gafas llegaba ante él montando a caballo. Sus ojos se iluminaron cuando vio tantos titanes y en especial a uno que seguía vivo.

— Lo dejé vivo porque pensé que te gustaría investigar con él— dijo con su voz fría e inexpresiva de siempre, ocultando el orgullo de haber conseguido su propósito.

— ¡Cómo me conoces! — exclamó la castaña, abalanzándose sobre él y abrazándolo con fuerza.

— ¡Hey, tranquila! Se está regenerando y por la manera en la que te mira, diría que te considera su presa— habló intentando zafarse de su abrazo y consiguiéndolo. La mujer se alejó aproximándose al titán mientras sus ojos brillaban con intensidad.

— Hola pequeño, tú y yo lo vamos a pasar muy bien— en esa frase salió su parte psicópata y casi pierde un dedo al acercarlo a su boca.

— ¡Hange! Se supone que tienes que investigarlo, no ser su comida.

— Parece que alguien está hambriento, ¿no tendrás comida por ahí?