-Introducción-

Lunes 13 de Noviembre de 2009.

23:57 p.m.

-Ha llamado al 112 ¿Cuál es su urgencia?

-¡Por favor ayúdeme! ¡Quiere matarme!

-¿Puede decirme donde se encuentra? ¿Cómo se llama?

-¡Gumball! No sé donde estoy ¡Por favor ayúdeme!

-¡Señorito Gumball necesito que se tranquilice y me diga que tiene a su alrededor para poder ayudarle!

-¿Señorito sigue ahí? ¿Seño-..?

-¡Ayúdeme! ¡Ya viene a por mí! ¡Quiere matarme!

-Mantenga la calma lo estamos localizando. Escondase si le es posible.

¡NO! ¡DETENTE!

-¿¡Señorito Gumball!?

-¿Oiga? ¿¡Señorito!? ¿¡Se encuentra bien!?

-¡Tranqui tía!. Esta bien. Está conmigo. Mientras se este callado todo irá bien.

-¿¡Qué!? ¿Quien es usted? ¿¡Qué le ha hecho!?

-Buenas noches señorita...

pi...pi...pi...

Una semana después de aquella extraña llamada, en un arcén al lado de una vieja carretera, apareció el cuerpo de Gumball C. Candy, un estudiante de Bachiller que llevaba desaparecido 3 semanas. Había sido violado, torturado y asesinado a sangre fría; fue colocado cuidadosamente con las piernas abiertas y flexionados, totalmente desnudo. Tenía marcas de lucha y, según los forenses, había muerto de un tiro en la sien.

No encontraron huellas, aunque si semen, pero no había el suficiente como para una muestra de ADN.

A pesar de los esfuerzos realizados por la policía, durante 3 largos años la mayoría de las pistas obtenidas eran falsas, colocadas por el asesino para despistar y jugar con los agentes, quienes no habían descubierto nada por esos 3 eternos años en los que, una pequeña niña de recién cumplidos 12 años esperaba , a que el asesino de su hermano mayor apareciera.

Fue declarado Caso sin resolver.