Clasificación: APH Hetalia. DRAMA ROMÁNTICO Y ERÓTICO. Clasificación M por escenas futuras. AU. Human. Longfic. Novela al estilo clásico.
Pairings: OTP RusPru. IvanxGilbert. Otras parejas principales (PruAus, Frain) y secundarias, yaoi y hetero (algunas históricas aunque consideradas crack por el fandom. P. Ej: RusiaxTurquía).
Personajes: Prusia, Rusia imperial.
-Otros personajes: Austria, Hungría, Alemania, imperio otomano (turco), Escocia, Luxemburgo, Francia, España, Suiza, "Bielorrusia" y "Ucrania" como parte del imperio ruso. Cameos de Bélgica, Suiza, Lituania, China, Japón y Estados Unidos.
Warning: Yaoi. Hetero. Multipairing. Posibles muertes. Lemon. Leve incest. Violencia. Angst. Fluff. Romance. Desarrollo psicológico.
Acerca de la historia: Esta obra viene a ser como un culebrón de los largos, dicho sea de paso con todo el respeto del mundo, puesto que ¿qué son las propias óperas sino culebrones de gran postín? También Canción de Hielo y Fuego lo es y, en mi opinión, es lo mejor que se ha escrito en los últimos 30 años. :).
Estructura de la obra: 2 partes.
-1ª parte del capítulo 1 al 17 (principalmente PruAus, niñez y parte de la adolescencia de los protagonistas).
-2ª parte del capítulo 18 al [final] (principalmente RusPru, parte de la adolescencia y adultez de los protagonistas).
-1 Sidestory, publicado como oneshot adicional y que amplía la historia. (LuxemburgoxPrusia).
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INSISTO: (Ya que he recibido dos críticas muy negativas en esta historia de gente que va de "literata". Palabras textuales). Quienes busquen en este fic algo semejante a Unsere Mauern Brechen, Unsere Herzen Nicht, no encontrarán una historia parecida. Es decir, se parecerá más a partir de la segunda parte (en cuanto comience el Ruspru), pero Sangre y Hierro, evidentemente, es otro tipo de historia.
Sangre y hierro es un homenaje a obras magníficas del siglo xix (románticas, góticas, sentimentales, también realistas). Es un folletín. Es un melodrama. No es tan intimista ni trágica como corresponde a Unsere, una obra situada en la posguerra. Aborda muchos temas diversos desde una perspectiva -en apariencia- más ligera (homosexualidad en la era en que empezaba a considerarse una enfermedad, la obsesión, el honor, las promesas, los cambios vitales, la influencia de los padres en el carácter de sus hijos, y, por supuesto, el amor. El amor puro y el carnal, como tantas obras decimonónicas se complacieron en contraponer).
Lo que algunas han denominado cliché está buscado voluntariamente. Juego con la premisa de que Hetalia es, en sí, una obra que se sustenta de clichés, y a partir de ahí le doy la vuelta a algunas situaciones "típicas" de este periodo histórico. ¿Qué parte de folletín y culebrón no han entendido? Si no comprenden que este fic es, en parte, una parodia a las novelas por entregas de la época, háganse un favor y mejor no la lean (Digo en parte, porque a diferencia de los malos folletines, yo sí desarrollo los personajes, les doy profundidad psicológica y aquí no verán ninguna lucha simploide entre el bien y el mal. Y, en sentido estricto, Dumas, Flaubert, Tolstoi... todos ellos escribieron "folletines". Guerra y Paz, la mejor obra que existe, fue publicada también por entregas).
Es por eso que aquí encontrarán una orgía de bailes, valses, vestidos, duelos, aristócratas, lujos, exotismos, óperas, caballos, carruajes, mansiones, palacios, compromisos de boda, matrimonios concertados, costumbres y vestigios del antiguo régimen. Pero esto es lo que hallarán si solo son capaces de rascar la superficie. Hay crítica a otras muchas cosas que bien podrían aplicarse al siglo XXI o a cualquier otro momento de la historia: el bullying, el perdón, la venganza, la intolerancia, el amor a distancia, el sexo, el poder absoluto, la superación, la lealtad, la amistad, el amor egoísta y el desinteresado, la devoción... Y así podría seguir hasta el infinito. No voy a dar más explicaciones, porque suficientes son ya.
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Descargo de responsabilidad: Los personajes de Hetalia (APH) no me pertenecen ni cobro un céntimo por escribir esta historia.
Nota: ¡Hallo, meine Freunde! He vuelto a escribir y no me lo creo ni yo. Esta vez la cosa arranca tras la creación (y posterior y pronta ruptura) de la Liga de los Tres Emperadores por iniciativa del grandioso Otto von Bismarck, que alió en 1873 al Imperio Ruso, al Austro-húngaro y al recién creado y nacido Imperio Alemán bajo los auspicios de Prusia.
Aunque yo no escribo a los personajes de Hetalia como países sino como humanos, mi idea es ajustar la historia real de los países a los hechos particulares de mi propio relato (explicando, en el proceso un poco de historia de esta época sin llegar a ser pesada. Espero xD). Así, además del trío mencionado (o cuarteto, contando con Elizabeta), tendrán que aparecer Gran Bretaña y Francia y algunos otros. Todo depende de cuánto abarque la historia, pero de momento quería llegar desde el último tercio del siglo XIX a la Primera Guerra Mundial. En este periodo hay mucho lío y eso me encanta XD.
Sobre el inicio de la historia, tan solo quería decir que empiezo, como siempre hago, in media res. Es decir, que tomo una escena importante y la adelanto hasta el principio para volver a ella más adelante (se correspondería con la ruptura de La Liga de los Tres emperadores, que se produjo en 1885). Es una escena en primera persona y no sé ni por qué la he escrito así, pues todos los demás capítulos irán en tercera.
¡Ah! Las notas históricas irán al final de cada capítulo según corresponda.
Por favor, denle una oportunidad si quieren leer una historia larga y con mucho sentimiento. Para quienes me conozcan de mi otro fic largo RUSPRU, aviso de que este no será tan dramático, sino que incluso tiene partes de humor. Aunque... no prometo nada. [EDITO: Sí que es dramático. Y mucho]
Gracias por estar ahí.
"No te dejes arrastrar por la tendencia cada día más general a reformar lo existente, pero evita también la predilección por lo antiguo. Fomenta, en cuanto tus fuerzas alcancen, la concordia entre las potencias europeas, pero procura que jamás se divorcien Prusia, Rusia y Austria".
(Federico Guillermo III de Prusia, en su testamento dirigido a su hijo Federico Guillermo IV. 1827)
...
VIENA, 1885.
La culpa de todo la tuvo el ruso.
Debo sosegarme. Aún me tiemblan los dedos sobre las teclas de mi preciado Bösendorfer y me aterra extraer de él una simple nota, pues estoy seguro de que sonaría tan desgarrada y desafinada como en estos instantes se halla mi corazón. Oh, Gilbert, esa mirada… Con esa mirada ya no hacía falta que dijeras nada.
Y lo peor es que yo no he sido capaz… No he sido capaz de decirte lo que pensaba. Nunca he podido convertir mis pensamientos más íntimos en palabras, reales, honestas, certeras, y todo por no hacer daño a nadie. Por no contagiar a los demás de la confusión y de la oscuridad que reina en mi alma desde que tengo uso de razón. Pero claro, en ocasiones el silencio hace tanto o más daño que la verdad, ¿no es así, Gilbert?
Ahora te acabas de marchar por esa puerta, sin mirar hacia atrás, herido y furioso y traicionado, lo sé. Pero ha sido todavía peor la mirada que me ha dedicado tu hermano cuando tú ya salías. Ludwig, que tanto me ha adorado siempre, ese pequeño Ludwig que se quedaba a mis pies, transido de emoción con sus límpidos ojos celestes enturbiados mientras yo tocaba los valses de Strauss o de Tchaikovski. Mi primito, que ni siquiera sabe que ese Tchaikovski que tanto lo fascina es ruso. ¡Ruso! De esa nación de… de campesinos salvajes. De bárbaros barbudos y de reyes cubiertos de oro, joyas y pieles como las que exhibe ese mismísimo príncipe del hielo.
Maldita sea, ahora mismo destruiría este piano con mis propias manos; este piano que es lo único que me mantiene con un mínimo de cordura. ¿Ves, Gilbert? Me voy a volver loco por culpa de ese ruso tuyo. ¿Pero cómo voy a creerte? Me has espetado que tu lealtad hacia mí está por encima de todo. Por encima de todos los imperios rusos, de los traicioneros franceses, de los cínicos e hipócritas británicos, y de cualquier Braginski-Romanov, por mucho que se pasee y pavonee por Viena como si la más bella ciudad del mundo le perteneciera. Pero entonces, ¿por qué cuando me asegurabas que yo, tu primo, estoy por encima de todo había tantísimo dolor en tus ojos y tanta rabia en tus palabras? Dime, ¿por qué parecías estar rompiéndote en pedazos?
«Mañana mismo nos marcharemos a Prusia Oriental. Ya hace mucho que tendría que haber dejado Viena atrás. En el fondo siempre he despreciado esta vida cortesana, ociosa, ridícula, imperial, vacía». Eso me acabas de decir hace un rato, pero cada palabra aún reverbera en este salón como si de una marcha fúnebre se tratara y se me clavan como estacas en lo más profundo del alma. ¡Gilbert, no te vayas! Eso me hubiera gustado gritarte, pero me limité a observarte, con el semblante inexpresivo, tragándome mi propio dolor. ¡Quédate y olvídate de ese malnacido! ¿Acaso no ves que tan solo busca tu destrucción? Ese bastardo no tiene alma. Ninguno de esos zares sanguinarios y crueles la ha tenido jamás y él, lo quieras o no, pertenece a ese mundo tan lejano al nuestro. ¿Acaso no te lo ha demostrado ya? ¿Qué más tiene que hacer?
Piensa en Elizabeta. Debes hacerlo. Pues aunque ella no diga nada, también está sufriendo. Es mi prometida, lo sé, pero yo siempre la he querido como a una hermana. Y ya sé que tú nunca la tomas en cuenta, pero ella a ti te aprecia más de lo que tú nunca sabrás.
Siempre pienso en lo curioso y terrible que es el destino, y lo que en principio puede parecer inocuo e inocente, termina siendo el pistoletazo de salida que trastoca el curso de nuestra existencia. Si aquel día no nos hubiéramos peleado los tres… Si tú no te hubieras comportado como el idiota insensible que siempre has sido, y si Elizabeta no te hubiera arrojado aquella piedra para defenderme de tus… de tus salidas de tono… Oh, Gilbert, si no hubieras sido el idiota orgulloso e insufrible que también has sido siempre, no te habrías ido solo y nunca habrías conocido a ese demonio rubio y embaucador que hoy dice una cosa y mañana te dirá la contraria. ¿Es que no lo ves? ¡Él tiene toda la culpa! Desde las lágrimas a escondidas de Elizabeta hasta la perfidia de los franceses, de esa desvergonzada francesa aún más embaucadora que finge ser nuestra amiga y que solo espera el momento adecuado para asestarte una puñalada por la espalda. Primito, eres tan inocente… A pesar de tus medallas, de tus uniformes perfectos, de tus galones y de tu pericia en el campo de batalla, en verdad apenas sabes nada del mundo.
Muy bien. Soy un cobarde. Tú mismo me has acusado de ello en numerosas ocasiones. Tú, que ofreces tu vida por tu patria, por Prusia y por Alemania, mientras que yo tan solo soy un «músico enfermo y enamorado de esa maldita mesa de madera negra con teclas y cuerdas». Pero esta vez se acabó. Te lo juro. Ahora verás de lo que soy capaz de hacer por las personas a las que quiero. Porque solo hay una persona sobre la faz de esta tierra con un orgullo mayor que el tuyo, Gilbert, y ese soy yo. Voy a hacer lo que todo caballero debería hacer cuando el honor está en juego y es cuestionado. Es posible que salga en el Wiener Zeitung, que anuncien mi «hazaña» en forma de remilgada esquela, aunque es más probable que acabe en las portadas de todos los periódicos de Europa. Quién sabe. Quizá sea mi pistola la que dé en el blanco y quizá sea yo quien desencadene una conflagración que azote a toda esta vieja Europa que se pudre.
¡Un príncipe Romanov asesinado en Viena en un duelo a manos de un pianista austriaco que perdió la cabeza! No sé… a los rusos y a vosotros, los prusianos, os gustan mucho los duelos, aun cuando en el resto de los demás países civilizados ya son tan solo apenas una reliquia de ese pasado bárbaro que vuestros imperios se resisten a abandonar. Me temo que habéis llegado tarde a la historia, querido primito. Y pagareis caro por ello.
Pero quizás yo ya no esté aquí para verlo.
Voy a hacer lo que deberías haber hecho tú. Tú, que me llamas a mí cobarde. Tú, que en vez de enfrentarte a la realidad, huyes a Prusia Oriental..., más lejos de Viena, sí, pero mucho más cerca de San Petersburgo.
