En una ostentosa mansión ubicada en una campiña de España, vivía una familia de magos. Esta familia no era cualquier familia, se trataba del nuevo embajador del Ministerio de Magia de España. Su nombre era Bartolomeu Barcasnegras, un hombre apuesto, alto, esbelto, piel blanca y cabello negro azabache, ojos marrones y de mirada profunda y sensual. Estaba sentado en el suntuoso comedor, de madera negra muy fina y elegante con diseños poco comunes y algo tenebrosos, bebiendo su café junto a su esposa que digería un pequeño desayuno de frutas muy ligero. Fiel creyente de la pureza de la sangre en los magos.
Su esposa se llamaba Emmanuelle Barcasnegras, hermosa mujer muy delgada, elegante y delicada, cabello negro azabache y muy lacio recogido con peineta de plata y zafiros azules, y ojos miel. Algunas veces era una mujer fría que no le gustaba demostrar sus sentimientos a nadie, ni siquiera a su propia familia.
"¿Lidia aún no ha despertado? Debemos darle la nueva noticia, amor"- dijo Bartolomeu bebiendo zumo de calabaza.
"No debe tardar querido, pero me atrevo a decir que me he adelantado y le he dicho que nos mudamos mañana y también le hable de su nuevo colegio."- Respondió la bella mujer mirando a su esposo.
"Buenos días"- se oyó una delicada voz melodiosa mientras se acercaba a desayunar, ambos padres giraron sus cabezas y le sonrieron.
Era Lidia Barcasnegras, la única hija de los Barcasnegras. Una chica de cuarto año, muy delgada igual que su madre, pero heredo las curvas de su abuela paterna, cabello negro largo muy lacio y unos enormes ojos marrones con largas pestañas y cejas perfectas. Al contrario de su familia, era una chica bondadosa, tímida pero con un enorme corazón.
"No se preocupen, ya tengo todo listo para mañana, le dije a Pinky que no necesito más maletas pero ya saben cómo es él"-dijo Lidia sentándose frente a su madre alegremente- "Insistió demasiado en que llevo poca ropa, incluso intento empacar algo de comida para el camino pero…"
"! Ese elfo inútil!"- exclamo su padre haciendo que tanto su esposa como Lidia lo miraran extrañadas- "¿Cuántas veces te he dicho que si no quieres algo, él debe obedecer tus órdenes y no cuestionarlas?"-exclamo su padre.
"No, no. Está bien papá, no quise decir que insistió… sólo sugirió que llevara más maletas. Él solo buscaba mi bien, papá."- intento explicar Lidia preocupada por el elfo.
"¡Lidia, ya! Come rápido que tú y yo nos iremos hoy. Tu padre vendrá mañana porque aún debe alistar unas cuantas cosas en el ministerio antes de ir. Además, hemos sido invitadas por una de las familias más influyentes de toda Inglaterra a tomar el té."- interrumpió inmediatamente su madre antes que comenzaran a discutir- "Es más, deberías arreglarte un poco más querida. Tienen un hijo y sería una maravillosa idea que dos familias tan influyentes se unieran para preservar el linaje".
Lidia miro asustada a su madre. ¡Simplemente no podía creerlo! ¿Un matrimonio arreglado? ¿Qué creía su madre? Pero no estaba de humor para discusiones, asique decidió desayunar en silencio su avena con canela y una pizca de miel mientras sus padres discutían cómo decorarían la nueva mansión que ocuparían por unos cuantos años y en lo conveniente que sería si su hermosa y querida hija se uniera con un chico de alguna familia tan influyente y respetada como la que visitarían en la tarde.
Al terminar el desayuno, Lidia, subió a su cuarto algo nostálgica por su partida. Una escuela era algo nuevo para ella. En España no había escuelas para magos, no estaban acostumbrados a un colegio ni nada por el estilo. Ella sólo tuvo una institutriz egresada de Hogwarts hace ya muchos años y ella le había contado sobre el enorme castillo, las experiencias que tuvo. Incluso ella siguió el mismo programa que tiene Hogwarts en sus materias, aprendió a volar con la escoba con un profesor privado que jugó mucho tiempo para el equipo español. Pero la mayoría de los niños magos que no tenía recursos para institutrices ni profesores privados, eran educados por sus propios padres. Algunos otros era enviados a colegios extranjeros pero no Lidia, sus padres querían educarla al estilo que todas las mujeres fueron educadas.
Un rato más tarde su madre subió para organizar todas las maletas que iban a llevar pero no las tomaron. Las maletas serían enviadas más adelante. Como Lidia no tenía edad suficiente para aparecer, su madre decidió acompañarla en el viaje mediante un traslador.
"Deberías ponerte ese hermoso vestido azul marino que nunca te pones. Enseña tus mejores atributos y te verás muy elegante"- le aconsejo su madre mientras sacaba un vestido hermoso de seda azul marino del closet- "Es muy importante que causes una excelente impresión"- volvió a insistir.
Lidia tomo el hermoso vestido azul marino de tiritas muy finitas, era ajustado en la cintura y suelto en las caderas y del corto perfecto. Se admiró un poco en el espejo asegurándose que estuviera bien puesto y tomo sus zapatos de tacón alto y plataforma al frente de color piel. Se maquillo natural, un poco de blush rosa y delineador negro en los ojos para destacarlos más y mucho rimmel. Se admiro otro rato en el espejo y se volvió a su madre para partir.
"Ponte un poco más de delineador de ojos"- dijo su madre al verla maquillada, Lidia rodo sus ojos molesta- "¡No me pruebes, Lidia! ¡Ve y ponte más! Tus ojos son divinos, almendrados y debes destacarlos"
"¡Ya voy!"- exclamo Lidia molesta.
Se regreso a su cómoda por más delineador, se lo puso y miro a su madre enojada.
"¿Contenta?"- pregunto Lidia molesta.
"Algo"- respondió su madre con un tono de superioridad- "Lidia, sé que esto será una nueva experiencia para ti y siempre te has comportado como tu padre y yo te hemos enseñado. Espero que continúes así"
"Yo no les pretendo desobedecer pero me parece exagerado eso de conocer a un chico y que familias se unan y que se yo"- reclamo Lidia
"¡Es sólo un chico!"- exclamo su madre.
"¿Y si es como los demás? Un pedante, arrogante, egoísta, odia elfos y muggles"- dijo Lidia de forma atropellada
"Es un excelente muchacho y te hará bien tener una relación con alguien de alcurnia como él"- dijo su madre mientras acomodaba el cabello de su hija- "Tienes todo lo necesario para obtener lo que quieres, nunca lo olvides"- dijo sonriéndole.
"Gracias, mamá"- respondió Lidia sin animos esbozando una sonrisa forzada.
"Bueno, debemos partir"- dijo la madre de Lidia.
Ambas tomaron un traslador en forma de cepillo y fueron llevadas a una enorme mansión, la cual no era muy diferente a su antiguo hogar. De hecho eran iguales. Tocaron a la puerta y su madre le acomodo un poco el vestido y le sonrió.
"¡Mamá! Ya"- se quejo Lidia en voz baja.
"Los siento. Te ves hermosa hija"- dijo su madre al terminar de acomodarla mirándola como si fuera un trofeo, Lidia solo sonrió forzadamente y miro al piso.
