¡Hey, hey, hey! Ya regresé :3 Ahora regreso con un fic sobre una pareja a la que le tengo mucho cariño pues me parece de las más lindas de la mitología ^_^ Hades y Perséfone.

El formato es el siguiente: se irán alternando capítulos ambientados en la era mitológica con capítulos ambientados en la era actual. En los primeros trataré de desmenuzar el mito poco a poco. En los segundos desarrollaré fragmentos de mis fics previos (Mi Ángel Guardián y "Dorados y Dioses") y que tienen relación con ellos y que tenía pendiente desarrollar.

¡Disfrútenlos!

Violetas y Narcisos

Capítulo 1
Primer encuentro

Era mitológica

-Señor Hades, se inclinó respetuoso ante él.
-¿Qué quieres, Tanathos?, preguntó el dios mirándolo de reojo, con desinterés.
-Vuestra hermana ha dado a luz a una hermosa diosa. Su nombre es Kore.
-Así que una niña, repuso con leve interés, afirmando sus manos en los brazos del trono de ébano lo que lo hizo impulsarse levemente hacia adelante.-Supongo que es otra de mis sobrinos a los que no conoceré jamás. Aquí abajo nunca viene nadie.
El hijo de Nyx sonrió, incómodo.
-De hecho, señor, vuestra hermana desea que la conozcáis.
-¿Para qué? ¿Para después encerrarla y alejarla del mundo, para que no le pase lo que a ella? Conozco a Deméter, Tanathos. Esa niña vivirá sobreprotegida.
-También es la hija de vuestro hermano. No podéis desairarlo.
El dios entrecerró los ojos hasta convertirlos en dos rendijas.
-Está bien. Si tanto quiere que la conozca, deberá ser aquí. Díselo así a mis hermanos. Esperaré a mi sobrina dentro de cuatro lunas.
Tanathos se inclinó y se retiró despacio.

Se encontró con su hermano en el campo de Asfódelos.
-¿Y?, inquirió Hypnos.
-¿Cómo que "y"?, contestó su gemelo de malos modos.- ¿Esperabas alguna reacción de parte de nuestro señor acaso?
-No exactamente, pero no sé por qué creí que pasaría algo.
-Si le hubiera dicho que Deméter dio a luz a un monstruo no hubiera obtenido mayor reacción. Sin embargo, se ha negado a subir a la superficie. Esperará a la doncella dentro de cuatro meses.
-Si es tan bella como dicen, dudo que para ese entonces sea doncella.
-Está convencido de que Deméter sobreprotegerá a su hija, Que no la dejará sola ni un segundo.
-No puede cuidarla para siempre. Alguien se las arreglará para poseerla de algún modo, repuso tranquilamente el padre de Morfeo.- ¿Y entonces qué hará Anesidora?
-A mí no me preguntes, yo no sé nada, se defendió Tanathos.
-Lo que sí es cierto es que está preocupado pues desea una esposa, pero está consciente de que nadie querrá venir a vivir aquí abajo.
-Creo que es parte del sarcasmo que me pareció percibir cuando le dije que Deméter había dado a luz a una niña. Trata de aparentar indiferencia, pero a mi parecer le preocupa.
-Yo solo espero que alguna diosa lo acepte pronto. O de lo contrario preveo problemas, comentó Hypnos.
-Ya verás cómo se estará preocupando por nada.
-Ojalá tengas razón, hermano.
-Ya verás como sí, lo tranquilizó aquel que personificaba a la Muerte.-Debo de ir a decirle a Hermes la decisión del señor Hades.

En el Olimpo, la segunda hija de Cronos ponía mala cara hacia lo que le estaba comunicando Hermes

-No puedes obligarlo a que suba a la superficie si él no quiere, querida tía. Permítele al menos que el encuentro se realice en el Inframundo.
-Conozco a Hades mejor que tú, querido sobrino. No le interesa conocer a mi hija. Si le interesara vendría él aquí.
-Concédeme al menos conocer el parecer de mi padre a este respecto. Yo iré con ella, no se verá a solas con Hades sí es lo que te preocupa, expresó el hijo de Maya, sin decir lo que realmente pensaba.
-De acuerdo, pregúntale a Zeus. Pero si no queda otro remedio, yo iré con ella.
El mensajero se inclinó y se dispuso a marcharse. Mientras lo hacía, la muchacha entró por la puerta. Ostentaba una belleza virginal e inocente, reflejada en las mejillas cubiertas de rosas. Los ojos brillaban como dos dulces turmalinas castañas y sus cabellos danzaban sobre su espalda con un lustre achocolatado y destellos dorados.
-¡Madre, mira!, exclamó, tendiendo las manos.-Encontré una flor muy hermosa en los jardines de Afrodita.
-¿De veras quieres ver a esta hermosa flor marchitarse entre las sombras del Inframundo, Hermes?, se oyó la voz altanera de Deméter.
Éste hizo caso omiso. Cuando estuvo a una distancia prudente, resopló, mientras sacudía la cabeza negativamente.
-Mi tío tenía razón, manifestó.-Esa pobre niña crecerá sobreprotegida como nadie.

Se encaminó hacia los aposentos de su padre, sabedor de que debía convencerlo de que inclinara la balanza a favor de Hades. Tocó la puerta con delicadeza.

-¡Adelante!, se escuchó una voz femenina. El Argifontes maldijo en voz baja, dándose cuenta de que seguro se encontraba en compañía de Hera. Empujó la puerta y entró en la habitación.

-Ya he regresado, querido padre. Traigo la respuesta del señor del Inframundo, expresó, ignorando completamente a Hera.
-¿Cuál es el parecer de mi hermano?, inquirió éste, sin apartarse de la ventana.
-Está dispuesto a conocer a la doncella. Pero ha rehusado subir a la superficie. Quiere que el encuentro se realice en el Inframundo...
-¿Qué ha dicho Deméter?, preguntó Hera, con el interés brillando en sus ojos negros.
-Se rehúsa a dejarla bajar. Y al parecer, a dejarla sola. Dijo que si ha de bajar, bajará con ella. Al parecer, yo no soy suficiente protección, refunfuñó.
-Hmmm, interesante, intervino el señor del Olimpo.-Entonces, imagino que acudes a mí para que te desagravie, ¿verdad?
-No es solo por eso. No creo que mi tío le haga algo malo a Kore de buenas a primeras. Lo que hará su presencia será echarlo todo a perder, me parece. Según Tanathos, ya Hades sabe que esa niña será sobreprotegida por su madre. Y ahora me ha dicho que no quiere verla mezclada con las sombras del mundo inferior. Me parece que lo que Hades piensa es que no vale la pena subir para ver a una doncella una sola vez.
-Eso tiene sentido, intervino la de los níveos brazos,-Por otro lado, no entiendo la actitud de Deméter. ¿De verdad quiere mantenerla alejada de todo? ¿De todos los varones?
-Sigue resentida con Gaiiochos, ¿no? Creo que ve así a todos los hombres. O talvez, quiere reservarla para alguien especial. No sé.
Creo que deberías impedirle a Deméter que baje, Zeus, sugirió la señora de los dioses.-Pienso igual que Hermes. Esa niña es muy curiosa. Merece poder conocerlo sin las limitaciones de su madre.
Él entrecerró los ojos grises, pensativo. Las cejas rubias se plegaron mientras pensaba.
-Deméter se olvida de que esta niña también es mi hija, determinó, al fin.- ¿Qué dijo mi hermano exactamente?
-No parece ser la intención de Hades desairarte, padre. Tan solo se niega a subir. Quiere verla dentro de cuatro meses.
-Tiempo suficiente para que Deméter se haga a la idea. Baja con ella, Hermes. Le prohíbo a mi hermana que baje. Después de todo, es solo una visita corta. No veo nada grave en ello.
Hera sonrió, con cierta petulancia.

-Ya hablaré yo con ella, para que conozca sobre Hades. Así cuando lo vea, no tendrá la cabeza llena de pamplinas sobre el Inframundo, que de seguro Deméter le dirá, expresó.

Hermes se retiró tras inclinar la cabeza. Al pasar por el jardín, vio a Kore charlando con Hebe y se le ocurrió una idea. Se acercó a ellas caminando despreocupadamente.
-Buenos días, señoritas, saludó con tono jovial.
-¿Qué estás tramando, Hermes?, le preguntó la diosa de la juventud con suspicacia.
Él eludió la pregunta y se fijó en la otra diosa. La joven estaba extrañamente callada, y miraba al suelo con expresión sombría. Las manos le temblaban sobre el regazo.
-¿Qué te pasa, hermanita?, le preguntó extrañado. Los labios de ésta temblaron.
-Me estaba contando que Deméter le prohibió bajar al Inframundo. Le dijo que deberá esperar a que haya un consejo de dioses para que conozca a Hades. Eso ha supuesto una desilusión para ella, pues al parecer, quería conocer allá abajo, reportó Hebe, sobándole la espalda a la joven. Esta gimoteó.
-¿Cómo..,?, tartamudeó Hermes.-Pero nuestro padre ha dicho que...
-¿Hablaste con él?, preguntó Hebe.
-De eso vengo. Hasta tu madre encontró extraña la conducta de Deméter, querida hermana. Y no creo que sea bueno desairar a Hades. Nuestro padre ha dicho que no encuentra motivos para que no baje, ya que es solo una visita corta. Y que le prohibiría a Deméter bajar con ella.
-Entonces creo que no le quedará más remedio que dejarla bajar. No sé por qué, pero veo venir un nuevo berrinche.
-La sobreprotege demasiado. Ahora iré a decirle, y apuesto que irá a gritarle a nuestro padre, lo que sólo servirá para que tu madre se burle de ella.
-Pues buena suerte. ¿Quieres cera para los oídos?, se burló Hebe.
-Gracias, pero no gracias, repuso él con tono bromista.

-¿¡Cómo que no puede bajar conmigo!?, chilló.
Hermes se encogió.
-Así lo ha dispuesto nuestro padre. Dentro de cuatro meses, deberá bajar al Inframundo. No te preocupes, querida tía. Nada malo va a sucederle. Me dijo Hebe que Kore está triste porque no la has dejado bajar. No seas tan arpía.
-Iré a hablar con Zeus, determinó, mientras se levantaba. Él volteó los ojos.
-Está con Hera, la previno.-Así que si no quieres que se burlen de tí, deberías obedecer. Además, Kore también es su hija y Hades es tu hermano. No puedes hacer esto.
-Está bien, está bien. ¿Cuatro meses, has dicho?
-Sí. Cuatro lunas.
-Pues si no queda más remedio... ¡Pero yo la acompañaré hasta la entrada del Inframundo!
-Como quieras...mientras no bajes...

El mensajero se retiró, pensando en lo raro que era el carácter de aquella diosa caprichosa.
-Se va a morir del coraje, algún día, susurró

Cuatro meses después

-Recuerda, pequeña, no hables demasiado y sé prudente.
-Sí, madre.
-Cuídate, cariño.
-Sí, mamá.
-No tard...
-¡Está bien, ya es demasiado!, se impacientó Hermes.-Vas a ponerla nerviosa.
Deméter hizo un mohín pero los dejó marcharse.
La oscuridad los envolvió y se los tragó, dando paso al mundo inferior. La joven intentaba ver por dónde caminaba, pero estaba tan oscuro que no lo lograba.
-¿Qué ha sido eso?, preguntó asustada, volviéndose para mirar hacia atrás.
-Debió ser la sombra de algún muerto, no te preocupes, no pueden hacernos daño. Solo no te separes de mí, le recomendó él.
Caminaron despacio por la orilla del río Aqueronte hasta toparse con el barquero. Éste esbozó una sonrisa llena de dientes.
-Vaya, vaya, Hermes. ¿A qué hermosa jovencita traes esta vez?, dijo extendiendo la mano, como reclamando el dinero del viaje.
-Cállate, Caronte, dijo solamente.-Y no pretendas que te pague nada. Ella es la hija del padre Zeus y la criadera Deméter que viene a conocer a mi querido tío. Más te vale que nos pases o te costará caro.
La joven diosa le hizo una graciosa reverencia al barquero. Éste esbozó una leve sonrisa algo boba y los dejó subir. El viaje transcurrió sin más novedades, mientras la joven miraba alrededor. Se asomó a un costado de la barca y extendió la mano para tocar las aguas del río. Hermes le cogió la mano a tiempo.

-¡No la toques! El agua del Aqueronte es peligrosa. De todos los ríos del Inframundo, en realidad.
-No sabía que el Inframundo era tan lúgubre, susurró Kore por lo bajo.-No se parece en nada al mundo exterior.
-Sí, no es un lugar agradable. Pero no te preocupes, nos iremos pronto.

La barca tocó suavemente la orilla opuesta. Inmediatamente, se recortó contra las sombras la silueta del perro tricéfalo de Hades. Avanzó lentamente, entre gruñidos y bajó las cabezas olfateándolos. Soltó un amenazador ladrido al darse cuenta de que ambos estaban vivos. El Argifontes extendió el caduceo y golpeó con él el hocico del perro. Éste gimoteó.
-Quítate, Cerbero. Vamos, quítate,
-No es necesario que hagas esto, Hermes, se oyó una voz suave. Yo la llevaré hasta el señor Hades. El hijo de Nyx que personificaba al Sueño se adelantó.
-¡Hypnos!, se sorprendió éste.-Quisiera hacerte caso, pero del otro lado me espera Deméter. Como salga sin ella me matará.
-Sabes bien que hasta aquí se te está permitido entrar, pues tu trabajo es solamente conducir las almas hasta el Aqueronte. Aunque sea una orden del gran Zeus, no puedo dejarte pasar.
-Está bien. Si insistes, la esperaré aquí. De aquí no paso, querido Hypnos, prometió, volviéndose a Kore.-Ve con él. Cuando regreses te esperaré aquí.
-¿Estarás bien?, preguntó ésta, preocupada.
-Estaré bien. Vete tranquila. No tienes nada que temer.
-Venga conmigo, señorita, le indicó Hypnos.-No hagamos esperar más al señor Hades.
Ella se apresuró al lado de Hypnos, dejando atrás al mensajero de los dioses.

-Bien...ni mi padre ni mi tía se tienen que dar cuenta de esto, se encogió de hombros, mientras se sentaba en una piedra a esperar que volviera la doncella.

Mientras tanto, los otros dos habían llegado a la altura del Campo de Asfódelos. La joven lanzó un grito de alegría y se le iluminó el rostro mientras echaba a correr entre las flores. Se agachó, para deleitarse con su aroma.

-¿Puedo arrancar algunas?, le preguntó a Hypnos. Éste asintió imperceptiblemente y se detuvo a esperar que la joven terminara su improvisada recolección. Algunos minutos después, la joven se incorporó, con un gran ramo de asfódelos en los brazos. El hijo de Nyx tragó saliva. No había figurado que arrancara tantas.

-¿Quién es esta joven, Hypnos?, se oyó una voz suave y femenina, proveniente de algún lugar. A continuación, hizo su aparición una dama de largo cabello negro, y rostro maternal.
-Mi señora Mnemosine, inclinó la cabeza con deferencia.-Ella es la hija que Deméter tuvo del Crónida, le hizo una seña a Kore. Ésta se adelantó sujetando el ramo con fuerza.-Ella es Mnemosine, la madre de las nueve musas.
La joven se sonrojó, tímida y se inclinó.
-Así que ella es Kore. Mis hijas me han hablado de tí. Suelen pasar mucho tiempo juntas, ¿verdad?
La otra diosa batió las pestañas, en un mudo asentimiento.
-Es hermosa. Y me sorprende que no se vea opacada por las sombras del Inframundo. Al contrario, parece traer luz a éste lugar desolado. Eres una chica muy especial, sonrió, mientras le acariciaba la mejilla con cariño.
-Vámonos. Nos están esperando, la apresuró Hypnos.
Kore se despidió con una muda reverencia y caminó tras Hypnos, sujetando las flores con fuerza.
El resto del camino lo hicieron en silencio, hasta llegar a las puertas del palacio que le servía de morada al hijo mayor de Cronos y Rea. Ahí los esperaba Tanathos. Éste se escandalizó al ver el gigantesco ramo de asfódelos.
-¿Por qué la dejaste arrancar tantos?, regañó a su hermano, apenas moviendo los labios.
-¡No sabía que arrancaría tantos!, se defendió Hypnos, de la misma forma.-Estaba algo desanimada, así que creí que recoger algunas flores la animaría.
-Desde aquí irás con mi hermano Tanathos, le dijo a la muchacha, señalando a su hermano con la cabeza. Éste experimentó algo muy extraño cuando se sintió observado por aquellas grandes turmalinas. Le hizo una seña y la dejó ir adelante, mientras le hacía una seña significativa a su hermano con la mirada. Éste lo ignoró.

-El señor Hades es algo frío y severo, así que no te alarmes si te trata con poco interés o frialdad. Éste lugar tiene muy pocas cosas interesantes como podrás haber notado, así que no suele mostrar mucho interés por nada.

-La joven asintió, algo intimidada. El gemelo tocó la puerta con energía.- ¿Señor Hades? Su sobrina está aquí.
-Adelante, se oyó una voz grave y carente de emoción alguna.

-Ven, le indicó haciéndole una seña, mientras abría la puerta. La joven se puso en movimiento, apretando fuertemente el ramo de flores contra el pecho. Tanathos dudó en quitárselas y dárselas luego, pero lo descartó al ver que la joven se aferraba a aquel ramo, como a un talismán. La guió por el largo salón, iluminado de manera sombría hasta llegar a unos pocos metros del trono de ébano sobre el que reposaba el dios. Éste desvió su atención hacia la joven. Ésta lo miraba sin tapujos, lo cual lo sorprendió provocando que arqueara una ceja.
Tanathos no supo cómo reaccionar al ver aquel gesto de súbito interés en su señor. Optó por desaparecer
-Yo...yo me retiro. Estaré en la puerta sí me necesitan, se excusó, mientras retrocedía con lentitud. Cuando salió del campo de visión de ambos dioses apresuró el paso y salió casi a la carrera.

Un silencio incómodo se apoderó de la estancia tras el portazo.

Tío y sobrina se observaron por espacio de tiempo que se alargaba más y más. Él sentía una especie de incomodidad en el pecho que se extendía hasta la garganta. Sin embargo, su rostro no traicionó aquella súbita demostración de sentimientos y se mantuvo frío. Cuando tomó la palabra, su voz salió grave y fría como siempre.

-¿Cuál es tu nombre, sobrina?

-Me llamo Kore, dijo, observando con curiosidad el rostro severo del dios. Nunca había visto un rostro tan frío, similar al mármol sin expresión alguna.

-Me sorprende que te dejaran venir sola. Creí que mi hermana bajaría contigo, o al menos Hermes.

-Hermes me trajo, pero se quedó con el perro. Y mi madre nos espera afuera, dijo ella, tratando de memorizar cada aspecto del que tenía delante. La incomodidad de él iba en aumento. Apretó los brazos del trono en un intento de tranquilizarse. La atmósfera de vida que emanaba de la joven le intrigaba más que otra cosa. No podía distinguir bien los rasgos de la joven que tenía delante por las sombras que la rodeaban, pero aquellos ojos castaños mostraban una luz que pocas veces se encontraba en el Inframundo.

-Veo que te has aprovisionado bastante, susurró con más dureza, refiriéndose a los asfódelos.

-Sí, repitió ella sin amedrentarse por la actitud cortante de Hades,-me encantan las flores y me gustó mucho encontrar un campo de ellas en éste lugar, extendió la mano y le ofreció un asfódelo con una gran sonrisa.

Por compromiso, él se inclinó para recibirla. Cuando sus dedos tocaron los de la diosa sintió un súbito calor acompañado de una descarga eléctrica.

Kore sintió lo mismo. Levantó la vista y se encontró con el rostro ruborizado del emperador del Inframundo. Los ojos seguían siendo fríos, sin embargo un ligerísimo tono rosa cubría sus mejillas. El rostro de ella presentaba un tono rojo más subido y los ojos le brillaban.

Hades se echó hacia atrás de súbito, con el corazón latiendo aceleradamente dentro del pecho. La flor cayó al suelo. La tensión subió como una horrible niebla.

-¡Tanathos!, exclamó con voz algo estridente. Se oyó un portazo, y éste apareció caminando apresuradamente. Se inclinó torpemente.

-¿Sí, señor?

-Acompaña a mi sobrina al exterior por favor. Extiéndeles a mis hermanos mis felicitaciones por haber tenido una hija tan hermosa. Estoy complacido de que Deméter haya dejado que bajara hasta aquí. Agradécele por eso.

-Como ordene, señor, comentó éste, con tono obediente, mientras se volvía hacia la joven.-Señorita Kore, si gusta seguirme….

-Adiós, se despidió ella, algo sorprendida por la brevedad del encuentro.

-Hasta que nos volvamos a ver, querida sobrina, repuso, recuperando su fría tranquilidad.

Observó cómo la joven se iba, con una extraña mezcla de ansiedad y alivio. Suspiró profundamente, mientras se levantaba del trono y apartaba la cortina que había detrás, misma que ocultaba las dependencias interiores. Se detuvo a medio camino y volvió la cabeza. Su mirada de esmeraldas se fijó en el asfódelo que había quedado abandonado sobre el suelo. Dudó sobre si dejarlo ahí o no. Finalmente, su cuerpo decidió por él. Se acercó despacio y rejuntó la flor con cuidado. Caminó con rapidez hacia sus aposentos y cerró la puerta recargándose en ella. La respiración se alborotó en menos de un segundo y empezó a caminar de un lado a otro como un león enjaulado. No comprendía la avasalladora mezcla de sentimientos que le producía el tan solo pensar en aquella joven diosa.

El repique de la puerta lo sobresaltó.

-¿Quién?, preguntó, con voz fría.

-Soy Hypnos, señor Hades.

-¿Qué quieres?

-¿Le sucede algo? Vine a decirle que habrá un consejo de dioses dentro de poco. El gran Zeus quiere discutir algunos asuntos. Se solicita su presencia.

-¿Dentro de cuánto?

-Unas cuantas semanas. Se le avisará luego de la fecha exacta.

-De acuerdo. Lárgate.

-Sí, señor.

Mientras, del lado opuesto, Tanathos acompañaba a Kore hasta la orilla del Aqueronte donde la esperaba Hermes. Éste levantó la cabeza con sorpresa al verlos aparecer.

-¿Ya? ¿Tan rápido?

-El señor Hades no está de humor, le explicó Tanathos.

-Siempre está de mal humor, comentó Hermes.-Necesita una esposa.

-¿No está casado?, se sorprendió ella.

-¿Quién crees tú que va a bajar hasta aquí a vivir con él?, refunfuñó Hermes.

-Yo lo haría.

-¿Lo dices en serio?, se sorprendió él.-Yo no bromearía con eso.

-Creo que su carácter severo es por eso. Solo necesita un poco de afecto.

-No seas ingenua, querida. Ése es ya su carácter.

Regresaron por donde habían venido.

Deméter casi asfixió a su hija al abrazarla.

-¡Ay! Madre déjame, se zafó del abrazo de la diosa de la agricultura.- ¿Puedo ir a recoger flores?

-Está bien, mi pequeña. Diles a Athena y a Ártemis que te acompañen.

-¿Puedes poner éstas en remojo?, expresó, plantándole a Hermes el ramo de asfódelos en la cara. Éste las recogió con torpeza.

-Parece que mi hermano no la trató tan mal como yo temía, expresó ella.

-Te preocupas por nada, querida tía.

Mientras la joven corría de camino hacia su campo de flores preferido. Pero esta vez no le avisó a sus hermanas, sino que decidió que necesitaba un tiempo a solas para asimilar la impresión que le había causado su adusto tío.

Empezó a recoger flores, distraída, hasta que se sintió observada. Se volvió con brusquedad y paseó la vista por los árboles y arbustos que rodeaban el campo, pero no fue capaz de percibir quién era el que la observaba. Volvió a su labor, mientras la persona que la observaba se volvía a hacer visible.

El dios observó a la joven recoger las flores, sintiendo cierta fascinación por lo bella que era. No había podido apreciarla bien en el Inframundo, pero ahora se daba cuenta de lo hermosa que era. No podía comprender por qué había abandonado el Inframundo solo para observar a aquella niña. Pero la cándida belleza que emanaba de la hija de Deméter, su desenvoltura y la ausencia de miedo por él, lo habían capturado, aunque él todavía no se daría cuenta de ello hasta mucho tiempo después.

Estaba tan absorto observándola que no se dio cuenta de que la joven había vuelto la cabeza disimuladamente hacia atrás y lo observaba a su vez desde donde se encontraba. Sus mejillas se colorearon de rojo, halagada por haber atraído la atención del esquivo emperador del Inframundo.

Sonrío y siguió recogiendo flores, observándolo disimuladamente hasta que la llegada de Athena y Ártemis lo ahuyentó.

-¿Por qué no nos dijiste que habías regresado?, la regañó la gemela de Apolo.

-No se preocupen, estaba bien protegida, sonrió con franqueza, mientras miraba hacia los árboles que ahora no ocultaban a nadie.

Awww, cositos :3 Me gusta taaaanto esta pareja. Vamos a ver cómo Hades se va descongelando poco a poco. Ya de entrada no quiere admitir nada XDDD

Me basé en las versiones del mito en las cuales antes del rapto hubo un enamoramiento previo. Es que es tan linda la idea ^/^

Los Campos (o Prados) Asfódelos es la región del Inframundo donde son juzgadas las almas y donde permanecen áquellas que vivieron una vida en equilibrio entre el bien y el mal. Dichas flores le sirven de alimento a los muertos. Perséfone siempre ha estado ligada a las flores así que me pareció un bonito detalle relacionarla con éste lugar del Inframundo.

"Anesidora" es un epíteto de Démeter que significa "dadora de bienes" Yo no sé, pero la divina da más dolor de cabeza que beneficios XDDD

"Gaiiochos" (gr. Γαιήοχος) significa "El que estremece/sacude la tierra" Es uno de los epítetos del dios Poseidón.

"Cronión" significa "hijo de Cronos" Es un patronímico dado a Zeus como sucesor de su padre en el gobierno del mundo.

"La de blancos/níveos brazos" (gr. Λευκώλενος) es un epíteto de la diosa Hera. Hesíodo también le aplica este epíteto a Perséfone.

Mnemosine (gr. Μνημοσύνη) es una de las doce titanes hijos de Urano y Gea. Zeus subió a su lecho nueve noches seguidas, engendrando así a las nueve musas que luego nacieron en un parto múltiple. A veces se la tiene como personificación del río Mnemosine, el cual le estaba prohibido a los muertos, que debían beber del Lete para olvidar su vida pasada antes de reencarnar. Las doctrinas mistéricas como el orfismo animaban a sus adeptos a beber del Mnemosine en vez del Lete. Como sus hermanas y el resto de las titánides, no participó en la Titanomaquia, por lo que no perdió sus privilegios al subir Zeus al trono, ni fue encerrrada en el Tártaro. Sin embargo, igual que una buena parte de los titanes es considerada una deidad ctónica y habitaba en el Inframundo.

Hypnos (gr. Ὕπνος) es el daimon que personifica al Sueño en la mitología. Su palacio era una cueva oscura donde el sol nunca brillaba. A su entrada crecían amapolas y otras plantas hipnóticas. Según algunas fuentes, vivía junto con Thanatos en un palacio subterráneo cercano al de su madre Nix. Según otras, lo hacía en una cueva bajo una isla griega, a través de la cual fluía Lete, el río del olvido. Era hermano gemelo del daimon que personifica la Muerte, Tanathos ( gr. Θάνατος) Ambos se sometieron al mandato de Hades cuando éste tomó el control del Inframundo.

Se dice antes de ser la emperatriz del Inframundo, la hija de Deméter era llamada Kore (gr. Κόρη) que significa "la doncella/muchacha" Este se convirtió en el único epíteto de esta diosa, por lo que aquí utilizaré este nombre para referirme a ella. Es común la interpretación de que ella representa la vida en contraposición a su marido, que es fiel representante de la muerte.

¿Porqué "Violetas y Narcisos"? Primero, amo las flores ^_^ Segundo, las violetas son flores consagradas a Perséfone. Los narcisos se le consagran a Hades. Aún no sé la razón de ello, así que le preguntaré a la profe a ver qué me dice. Lo que he encontrado dice que Narciso fue convertido en flor para complacer a Hades. Eso no tiene ni pies ni cabeza, así que no sé. Lo otro, (que parece más obvio) es que Perséfone estaba recogiendo narcisos cuando él se la llevó al Inframundo. Eso tiene más sentido, pero preguntaré por si acaso.

La próxima vez damos un paseo a la era actual con el reencuentro de esos dos después de tantas Guerras Santas :3

Espero que les guste el fic y le den una oportunidad ^_^ Como siempre, imágenes de referencia en mi Facebook

¡Un beso grande!