Disclaimer: Los personajes (excepto Olivia) no son míos, si no de Masashi Kishimoto.
Advertencias: OoC, UA. Rating T por insinuaciones y lenguaje.
Editado. Regalo a Olivia, porque quería un pedacito de Sasuke, aunque se merecía algo mejor.
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Esa mañana, cuando la alarma sonó a las cinco a.m., la chica despertó sobre algo diferente que su esponjosa almohada. Levantó la cabeza, todavía bastante adormilada, y lo vio.
Allí estaba él, con su cabello azabache completamente desordenado y sus ojos negros cerrados por el peso del sueño. Si no lo conociera de verdad, la chica hubiera dicho que parecía casi, casi angelical.
Soltó una risita por lo bajo, se levantó perezosamente del pecho de Sasuke Uchiha y caminó hacia el ropero de madera. Sacó una camiseta gris de él, que le quedaba por la mitad del muslo y se puso sus propios jeans, que estaban tirados en el suelo.
Antes de salir de la habitación, miró a su amante. Era… hermoso. Aunque esa definición se quedaba corta.
Era una lástima que ella no pudiese apreciarlo todo el tiempo.
Fue a la cocina, porque sabía que él no tardaría en despertar y querría algo para desayunar. Se sabía perfectamente cada rincón de la mansión Uchiha, mansión que en algún momento podría haber sido suya.
Una vez en la blanca y lujosa cocina, puso un par de rodajas de pan en la tostadora y preparó café.
Se sentó en la mesada de mármol también blanco y miró el techo, aún perdida en la imagen de su amante. No había momento en el que no pensara en él. Siempre había estado presente en su vida, y aunque había llegado a pensar que era inalcanzable, había logrado que fuera suyo. Y ella suya.
Pero había un problema. Un problema llamado Sakura Haruno.
Al pensar en ella, la castaña gruño, y apretó los puños.
-Maldita zorra descerebrada de cabello teñido- susurró.
Si no fuera por la pelirrosada, ella…
Un sonido la sobresaltó. El pan estaba tostado. Lo sacó del tostador y apagó la cafetera, y sirvió dos humeantes tazas. Suspiró mientras echaba azúcar en la bebida.
Si no fuera por la pelirrosada y por su maldito casamiento arreglado con el azabache, ella se hubiera casado con Sasuke, ella viviría con Sasuke y ella podría disfrutar cada día de su vida con él.
Se sonrojó pensando en cómo él la miraba, cómo la besaba, cómo la tocaba…
Y la idiota esa no lo disfrutaba. Las comisuras de los labios de la castaña se curvaron en una sonrisa mientras sorbía el café caliente.
Porque mientras ella disfrutaba de Sasuke y todo el amor que le daba, la pelo de chicle se paseaba de bar en bar, buscando a alguien que la consolara "porque su marido apenas la miraba de reojo".
Ja. Además se creía bonita. Casi sintió pena por ella. La castaña sabía a la perfección que ella era cien, no, mil veces más bonita que la frentona esa. Mientras dejaba la taza sobre la mesada, vio un movimiento por el rabillo de su ojo. Había alguien en el marco de la puerta. Y esa persona era justo en quién había estado pensando.
-¿Quién eres tú?
Sakura Haruno estaba casi balanceándose en la entrada de la cocina, considerablemente borracha, con sus ojos jades enrojecidos y la camiseta al revés.
La castaña sonrió con superioridad y peinó un poco su cabello de costado. La miró fijamente con sus ojos verdes y se acercó a la ella.
-Soy Olivia. Simplemente Olivia. Y soy a quien quiere tu esposo, a diferencia de ti.- dijo con burla y caminó fuera de la habitación, dejando a una confundida e iracunda Sakura en el umbral.
Abrió la puerta de salida y antes de irse, miró hacia atrás, encontrándose a un Sasuke solo vestido con unos jeans, con los ojos como platos.
-Olivia ¿tú…?
Pero no lo dejó continuar la frase, porque se dio la vuelta y salió de la mansión rumbo a la calle, aún con una sonrisa en los labios y muchas ganas de volver.
Porque ella siempre tendría algo que Sakura no. Porque ella simplemente era Olivia, y lo que ella tenía era el corazón de Sasuke Uchiha.
