El Príncipe de Hielo

Summary: Había una vez un príncipe engreído, malcriado y muy orgulloso. Pero la última cualidad es entendible, considerando que su padre es el mismísimo Draco Malfoy, pero ésta no es su historia, es la historia de su hijo y un matrimonio forzado, comienza así…

Capítulo 1

Realidades Absurdas

Scorpius Malfoy llegó al despacho de su lujoso castillo de verano en Francia con una mueca de fastidio en su rostro. Usualmente cuando recibía una carta de su padre, su majestad el rey, no eran muy buenas las noticias que se encontraban en el contenido de la misma. Tomó asiento en su silla de cuero y observó la mesa donde reposaba el sobre esperando que él lo abriera; en ese preciso instante tuvo dos impulsos, el primero, levantarse y regresar a su entrenamiento de esgrima como si nada fuera de lo común hubiese sucedido. El segundo, tomar el sobre, destruirlo en pequeños trocitos y luego quemarlo. Sí, le estaba gustando la segunda opción, pero al mismo tiempo sabía que no podía ignorar tan abiertamente un llamado de su padre, así que haciendo acopio de toda la paciencia de la que fue capaz, tomó entre sus manos el sobre y lo abrió. Observó la caligrafía del secretario de su real majestad y odió un poquito más a su padre por no tener el tacto de sentarse a hacerle una estúpida carta a su propio hijo y menos cuando ésta sólo tenía tres tristes líneas…

¡Dile adiós a las fiestas! Es hora de que el pueblo conozca a su príncipe y futuro rey. Mañana partirás de vuelta a Inglaterra. Sé que ya culminaste tus estudios, sin embargo, considero necesario que te gradúes en tu propio país; Hogwarts te espera con ansias.

Tu padre.

¡Lo sabía! Cada carta proveniente de su real majestad traía consigo un obsequio muy placentero: las diez plagas de Egipto. Sintió la furia extenderse por cada resquicio de su cuerpo, sintió las mejillas calientes y poco a poco sus manos fueron cerrándose provocando que el papel se arrugara, pero no le importaba, quería destruir esa estúpida misiva. ¿Irse? ¿Estaban bromeando? Con un rugido de ira, arrojó la carta al suelo y la pisó una y otra vez con la suela de su zapato. Ciertamente era un acto demasiado inmaduro, pero tenía que descargar todo lo que sentía en su interior. De vuelta a Inglaterra, de vuelta a su prisión, de vuelta ser vigilado, a ser admirado. ¡Al diablo con todo eso! No quería irse, estaba harto de ser la marioneta de su padre, harto de hacer todo para él. ¿Por qué no podía ser libre?

Observó su elegante varita en el escritorio, era un regalo de la familia real, se suponía que todos los príncipes la habían portado y si ésta se negaba a su dominio significaba que la persona en cuestión no era apta para llevar el peso de dirigir a la comunidad mágica. Entonces, la misma pregunta que se había formulado millones de veces, apareció una vez más en su mente mostrándole un mundo utópico muy fuera de su absurda realidad y tan hermoso que le dolía en lo profundo de su alma. ¿Y si la varita no lo hubiese escogido? ¿Qué hubiese sido de él?

Caminó hacia el bar y se sirvió una copa de wisky de fuego, se desató la corbata y se acercó a la ventana para observar el cielo soleado de París. Se había acostumbrado tanto a la ciudad, a la gente, no creía que estuviera preparado para volver a su tierra natal y a todos los compromisos que eso conllevaba. Observó a los sirvientes que se paseaban por el castillo ajenos de lo que a él le sucedía y de verdad los envidió, porque ellos eran libres, y él, él era una marioneta en manos de la corona…

Cuando Lily se despertó el lunes por la mañana, supo que iba a ser un mal día. Primero, había perdido su primera clase porque la noche anterior se había quedado despierta leyendo un libro realmente estúpido, acerca de los cuentos de hadas y tonterías como esas. Lily no creía en cuentos de hadas querido lector, y más adelante les explicaré porqué...

Segundo, (seguimos enumerando sus males), todas sus compañeras de cuarto se habían esfumado. Vale, eso no le importaba mucho, lo que de verdad la hacía rabiar es que ninguna de ellas se habían molestado siquiera en despertarla, eso solo significaba una cosa, algo realmente importante (para los demás y no para ella) iba a ocurrir. Se dignó por fin en levantarse de la cama, corrió las cortinas, ya que le gustaba dormir en completa oscuridad, y observó el desastre de habitación que compartía con las demás. El suelo no era suelo, era ropa de las chicas. Gruñendo, se acercó al baño para lavarse la cara, lo primero que vió, fue el espejo manchado de lápiz labial, decía lo siguiente:

¡Hoy nuestros sueños se harán realidad!3

Dicha frase venía acompañada con un puto corazón en un costado. Gruñendo cada vez más audible, tomó papel de baño, limpió lo mejor que pudo el espejo y se dedicó a cepillar sus dientes. Cuando estuvo lista y salió de su sala común, realmente lamentó haberlo hecho.

Verán, el castillo era un desastre, más o menos igual que su habitación. Las niñas corrían de un lado para otro, las más grandes estaban reunidas en grupo repartiendo instrucciones de Merlín sabía qué. Y la única chica que no estaba conmocionada, era ella. Iba a preguntarle a alguien del porqué de tanto alboroto entonces giró hacia el gran comedor y todas sus preguntas fueron respondidas, allí en la entrada estaba colgado un tremendo afiche con la cara del ser humano más repulsivo del mundo, el príncipe, su real majestad, Scorpius Malfoy.

Era un terrible póster rosado acompañado de muchos corazones rojos, en el centro se encontraba el asqueroso rostro del rubio que miraba a todos melancólicamente. Más abajo había unas letras que decían "Bienvenido a casa, Howgarts te ama"

-¡Lily!

-Ay no…- intentó ignorar las voces que la llamaban, pero honestamente, esas chicas eran ineludibles. Observó a Pipper Macmillan acercarse contoneando su rubia cabellera. Ese día sí que se había esmerado en arreglarse, llevaba un exótico vestido rojo se que adhería a sus curvas y sinceramente no dejaba nada a la imaginación. A su lado, Mayra Boot venía con una sonrisita y un enorme pergamino donde iba anotando todo, sí, ésa era la achinada, poniendo orden y repartiendo obligaciones entre todos los estudiantes. Ésta iba vestida más formalmente, con un vestido negro corto pero coqueto. Lily se preguntó si ella era la única que llevaba su uniforme.

-¿Por qué estás vestida así?- inquirió la rubia como si estuviera hablando con una retrasada. Lily se ajustó las enormes gafas y suspiró.

-Porque sí. – respondió tajante. Obviamente, nadie le había comunicado que ese día todas las chicas debían vestirse como putas para tratar de seducir al príncipe. Pipper sonrió, decidiendo ignorar el tono áspero de la chica, y tomándola por los hombros la encaminó hacia el comedor que estaba repleto de chicos furiosos porque pronto, ninguno de ellos sería importante.

-Bueno, nos alegra que estas cosas no sean importantes para ti. Por eso queremos pedirte un favor. – Lily se quitó un mechón pelirrojo de la cara y observó a la rubia con fastidio.

-Está bien Pipper, no me apareceré por la estúpida ceremonia que estás organizando. – dijo soltándose del agarre de la muchacha y sentándose en la mesa de Gryffindor, tenía un hambre atroz, pero Mayra decidió interrumpirla. La chica en cuestión le agradaba, tenía ese aire de tía Hermione que la hacía sentir familiarizada, pero como toda Weasley que era nuestra protagonista, odiaba que la interrumpieran en su desayuno.

-Lily, eso no es lo que venimos a conversarte. El director nos pidió que dieras el discurso de bienvenida para el príncipe. Como tu padre es Harry Potter, y éste salvó al reino del terrible Voldemort, blablablá. Él dice que eres apta para ello.

-No- dijo secamente. Las dos chicas se miraron sin saber qué hacer. La pelirroja las ignoró y se sirvió pastel de manzana. ¡Amaba el dulce para desayunar!

-Hey Potter, ¿podrías dejar de ser tan egoísta por una vez en tu vida?- participó Pipper algo furiosa por el comportamiento de la chica, es decir, se trataba del príncipe por Merlín.

Lily las miró molesta, quiso decirles que no le importa el estúpido príncipe, tampoco le importaba ponerse un lindo vestido para intentar llamar su atención. Él era un inútil, así de sencillo, un inútil que nunca había vivido en su país natal y que tampoco conocía a su gente, por lo tanto el nombre de príncipe le quedaba muy grande, y cuando estaba a punto de exponer sus profundas ideas, la voz de Mike Oh Chang la interrumpió.

-¡Vaya, vaya! ¿Qué tenemos aquí? – el asiático se acercó al grupo con una sonrisa socarrona en sus lindos labios. – Pipper, luces hermosa. ¿Puedo saber cuál es el motivo de tu vestimenta tan… reveladora? – Lily sonrió para sus adentros. Hacía unos días, Pipper estaba locamente enamorada de Mike, el chico rebelde de la casa de Salazar, conocido y adorado por todas. Pero ahora con la llegada del verdadero príncipe, su influencia en las chicas había pasado a un segundo lugar, y la rubia se lo demostró muy bien.

-Eres agua pasada cariño.- el joven mostró una amplia sonrisa reticente, se acercó a la chica en cuestión y le susurró en el oído.

-No guardes muchas esperanzas, dudo que el principito desee pasarte por sus aguas. ¡Mayra! – Gritó girándose hacia la nombrada, la cual saltó en su asiento ante el llamado del joven.- Quita inmediatamente el maldito póster del recién llegado que ocupa toda la entrada a las mazmorras si no quieres que se lo rompa en la cara al niño mimado. – la achinada suspiró tratando de calmarse, ya tenía suficiente con Pipper y con todas las niñitas descerebradas del colegio para aguantarse a un asiático repleto de testosterona y además posesivo.

-No me grites, no soy sorda. Y yo no tengo nada que ver con los pósters que están en todo el castillo, eso fue idea de las fanáticas del príncipe.

-Hey Mike, deberías hacerlo…- comentó Lily con una sonrisita maligna, se le acababa de ocurrir una terrible idea... El chico levantó una ceja algo confundido. – tirarle en la cara el póster, seguramente se cagaría en sus pantalones del miedo. – el muchacho sonrió complacido por la idea.

-Tengo otra mejor, que tal si…

-¡No, no, no! Tú no harás nada- saltó May apuntando con el dedo al muchacho- ¡Y tú tampoco!- ésta vez señaló a la pelirroja - porque si algo sale mal, la culpa caerá sobre mí persona y no pretendo aguantar un regaño por sus culpas.- exclamó molesta, mirando a los dos inmaduros como si quisiera degollarlos. El chico rodó los ojos.

-Ya doña, deja el drama. No haremos nada, a menos que Potter me persuada.- y guiñándole un ojo achinado a la pelirroja, Oh Chang se alejó con su andar seguro y relajado, como si fuera a tragarse al mundo, o por lo menos a cualquiera que se cruzara en su camino. Pipper sonrió.

-Es todo un macho… Pero no, Pipper, el príncipe, no lo olvides.

Lily hizo una mueca, ella sabía que por más que Pipper se esforzara, lo único que iba a conseguir del maldito príncipe era un revolcón gratis y un adiós.

-Continuando con el tema, Lily, honestamente debo decirte, nadie quiere darle la bienvenida a ese niño, pero como estoy en el movimiento estudiantil…

-Acepto.- indicó la rojiza interrumpiendo a Mayra.

-¿Qué?- Dijo Pipper confundida. Lily pensó que seguramente había que hablarle más alto, quizás a sus oxigenadas neuronas les costaba hacer sinapsis, así que acercándose, prácticamente le gritó al oído.

-ACEPTO- Pipper se apartó mirando a la Potter como si tuviera sarna.

-No entiendo porqué tu cambio de opinión tan repentino, y aunque me asusta, prefiero no preguntar. Muchas gracias.- dijo May algo recelosa- Necesitamos que hagas un discurso. Me lo tienes que entregar para dárselo al director y que éste lo apruebe. El carruaje llegará a las doce en punto a los terrenos del colegio, el director lo saludará y luego vendrán al comedor, tú le darás la bienvenida y luego el sombrero seleccionador elegirá la casa en la cual debe estar.

¡Merlín! ¿Tanta ceremonia para un tarado? Se preguntó la rojiza, sin embargo, no quiso decirlo en voz alta por miedo de que su malvado plan fuera descubierto, así que asintió lo más prudentemente que pudo y les dedicó una sonrisa falsa a cada una.

-Por cierto Potter- comenzó Pipper algo cabreada- ni se te ocurra dar el discurso en el uniforme.- ¡Oh! Si eso era precisamente lo que haría.

-¡Pipper, basta! Ésta es una escuela por si se te había olvidado.- protestó la achinada levantándose de la mesa.

-Si es una escuela querida May, ¿Porqué llevas ese lindo vestido negro?- May rodó los ojos.

-¡Porque formo parte del comité! Todas estamos vestidas igual. Tú deberías imitar a Lily y usar el uniforme, no formas parte de nada. – se desesperó la chica, estaba harta de Pipper y su estupidez con el príncipe. – Gracias Lily, esperaré el discurso.- dijo dedicándole una sonrisa y levantándose de la mesa.

-¿A dónde vas?- chilló Pipper siguiendo a la Ravenclaw por todo el comedor taconeando insaciablemente.

-¡Al baño!- exclamó tratando de quitarse de encima a la insistente rubia.

-Voy contigo.- accedió la chica contenta.

-No te estoy invitando…

Lily las observó salir del comedor discutiendo, y sonrió internamente, pobre de May que tenía que soportar a tal mujercita.

Por otro lado, ella estaba ansiosa. Mike le había dado una idea genial para ridiculizar al principito, esa sería su mejor oportunidad y no la iba a rechazar.

Scorpius observó con furia el carruaje real en el cual partiría a su preciada tierra. Observó a los hermosos pegasos blancos que lo dirigían y se preguntó si podría escapar en uno de ellos pero descartó la idea rápidamente, sabía que escapar sería inútil, no tardarían en encontrarlo. Así que reuniendo toda la paciencia de la cual fue capaz, se montó en el carruaje, a los cinco minutos, sintió movimiento. Se asomó por la ventanilla y se despidió de la hermosa París, de su verdadero hogar.

-No será tan malo Scorp.- le sonrió Cris tomándole la mano. Su prima había accedido quedarse con él en París para darle compañía pero ahora le era imperativo regresar.

-No quiero ser príncipe Cris, lo sabes.- la castaña asintió con tristeza. Sabía que su primo tenía un espíritu libre e indomable. Odiaba que lo trataran como un muñeco, como solían hacer la mayor parte del tiempo.

-Scorp, no pienses solo en ti. Hay un pueblo que necesita de tu dirección. Eres el escogido.

-¿Y si la varita se equivocó? ¿Y si…?

-Sabes muy bien que no. ¿Qué pasó con ese niño que soñaba ser rey? Dirigir una nación entera hacia la justicia y paz social. ¿Qué pasó con esas tiernas ideas que tenías? - Scorpius formó una sonrisa reticente.

-Ese niño despertó de su estúpido sueño. – contestó con voz apretada, sintiéndose fatal. No sabía si su rebeldía se debía a su adolescencia, quizás fuera una etapa transitoria, pero realmente no lo creía ya que verdaderamente odiaba esa vida y quería estar lejos de ella. - ¿Y qué hay de ti? – Preguntó de vuelta, la castaña lo miró sin entender- sabes muy bien lo que te espera en Inglaterra. – el rostro de la chica se ensombreció, se sintió algo culpable por recordarle algo desagradable, pero quería que despertara y se diera cuenta de que sus vidas no le pertenecían y que ellos nunca serían capaces de dirigirla; la chica formó una triste sonrisa.

-No eres el único obligado a hacer algo que no quieres. – respondió calmadamente.

-¡Por eso mismo Cris! No entiendo cómo puedes estar tan tranquila, e incluso me consuelas cuando ambos sabemos el triste destino que nos espera.

-Quizás es porque yo creo en los milagros Scorpius, y estoy convencida de que algo pasará…

-¿Algo como qué? – preguntó con amargura, la castaña se encogió de hombros.

-No lo sé. Algo, cualquier cosa, pero sé que no todo lo que nuestros padres nos obliguen a hacer sucederá, no creo que nuestro destino sea tan cruel…

Scorpius se mantuvo callado el resto del viaje, sopesando las palabras de su prima. ¿Realmente el destino no sería tan cruel con ellos? Observó a Cris leer un libro y entendió porqué siempre tenía sus narices metidas en uno, porque la fantasía se le antojaba mucho más hermosa que su propia realidad. Un compromiso matrimonial con un extraño no era precisamente un cuento de hadas, y sabía que su prima tenía tanto miedo como él.

Se giró a observar la varita, que descansaba en su mano y se preguntó qué sorpresas lo estarían esperando en Inglaterra. Su padre había mencionado en su carta la escuela de magia y hechicería, Hogwarts, la había escuchado muy a menudo, era muy famosa en todo el mundo. Pero lo peor de toda la situación es que él ya se había graduado, pero quizás a su padre se le había metido en la cabeza que sería mucho mejor si volviera a repetir séptimo año y que se graduara en su propio país. ¡Genial!

El colegio no lo asustaba tanto, sabría adaptarse, lo que lo asustaba es que sabía que durante ese año, su padre le prepararía una tremenda agenda para conocer a todos los miembros del Ministerio, del Parlamento, a los funcionarios y demás magos notables, lo haría participar en las actividades culturales, deportivas y todo ese tipo de cosas que realmente lo aburrían; también sabía que al llegar lo iban a tratar con el máximo formalismo de lo que fueran capaces y él odiaba estar en esa situación, sin embargo lograba sacar provecho de ello, quizás por eso le decían el príncipe de hielo, porque mientras más formal lo trataran más desgraciado era. Realmente actuar de esa manera traía muchas ventajas, esa coraza la había descubierto muchos años atrás, él se refugiaba detrás de un hombre arrogante y orgulloso, porque sabía que no podía darse el lujo de ser vulnerable con nadie, la gente tendía a burlarse de las vulnerabilidades o aprovecharse de ellas. Por eso, él prefería estar del lado de los aprovechadores, no de los ultrajados.

-Llegamos Scorp…- despertó de sus pensamientos gracias al llamado de su prima, se acercó a la ventanilla y observó las nubes grises del cielo inglés. Sí, definitivamente, estaba de vuelta.

-¡Ahí viene!- Lily miró a todos los alumnos correr a la entrada del castillo con fastidio. De veras deseó meterle el pie a cada uno de ellos para que tropezaran, pero no tenía tantos pies. Observó el falso discurso que le había dado a Mayra con satisfacción. ¿Quién había dicho que la venganza era un plato que se servía frío? ¡Eso era una gran mentira! Se ajustó las gafas, se acomodó el cabello en una cola alta y sonrió.

-No sé porqué, pero esa sonrisa no me gusta.- Hugo se acercó a ella con los brazos cruzados y mirada escéptica. Lily sonrió.

-¿Sabes quién viene al castillo hoy?- Hugo asintió.

-Es imposible no saberlo, todas las chicas están actuando como desquiciadas…- indicó el pelirrojo no muy satisfecho, luego miró a su prima con semblante serio.- Lily por Merlín…

-No haré nada del otro mundo Hugo. – se apresuró la pelirroja a defenderse. El chico levantó una ceja incrédulo sin creer en la buena voluntad de su prima, la cual se sonrojó culpable ante la mirada del joven. – Bueno no me mires así, lo que voy a hacer se lo merece.

-Lily, eran niños.

-¡No me importa! Ese tarado rompió todos mis sueños, él los aplastó y por su culpa tuve que hacer una dieta rigurosa por toda mi niñez. ¡Lo odio!- Hugo rodó los ojos.

-Bien, has como quieras. Pero cuando la culpa venga a martirizarte, no digas que no te lo advertí.- y sin decir nada más, el pelirrojo salió del vacío comedor, quizás a su habitación o a la biblioteca, Hugo era un chico reservado.

Lily hizo un gesto con la mano restándole importancia al comentario y decidida a ignorar lo que su primo le había dicho, continuó repasando su verdadero discurso lleno de insultos.

Se acercó a los ventanales cuando sintió un griterío femenino. Observó el carruaje con los colores de la realeza y se deleitó con los hermosos pegasos que lo dirigían. Su corazón comenzó a latir vertiginosamente al darse cuenta de que pronto vería la cara del inútil príncipe y notó que de verdad necesitaba descobrarse por lo que le había hecho. Tomó su puesto cerca del púlpito donde el director solía hablar y soltó una risita verdaderamente infantil, nunca supo que fuese tan malévola.

CONTINUARÁ

¡Mis niñas! ¿Cómo están? Espero que muy bien. ¡He vuelto! Traje un fic que me tenía rondando la cabeza desde hacía mucho, o desde que vi Goong. Les comentaré que siempre quise escribir acerca de un matrimonio obligado y ésta será mi oportunidad de hacerlo. Como ya les dije, la idea de éste fic nació en agosto del pasado año, cuando comencé a ver el dorama Goong. (Quienes no lo hayan visto, se los recomiendo) Cuando lo terminé de ver me dije que sería una muy buena idea para un fic, y después de muchos meses, me aventuré a escribirlo. Debo decir que no fue fácil, no saben cuántas veces borré lo escrito porque no me satisfacía, sin embargo estoy muy contenta del resultado y confío con que ustedes también, les garantizo que después se pondrá mejor. Como verán, todo sigue prácticamente igual, la única diferencia es que Draco es rey y Scorp príncipe. Cualquier duda que tengan, les pido que sean pacientes ya que a medida que el fic se desarrolle muchas cosas serán aclaradas. Habrán personajes nuevos, varias parejas y diferentes escenarios por lo tanto les pido mente abierta y bastante tolerancia.

El personaje de Mike me inspiré por el chico que protagonizó Devil beside you, y que lleva su mismo nombre. ¡Lo amo! Además, me pareció genial tener otro chico al cual adorar, así que las que se quieran hacer una idea, búsquenlo, es taiwanés. Y para los que deseen ver el dorama, se los recomiendo, muy hermoso.

En cuanto a la longitud de los capítulos, creo que éste será uno de los más largos por ser el primero. Las que me conocen saben que no me gusta explayarme demasiado, sin embargo, eso lo veremos más adelante. Realmente no tenía pensado publicarlo hoy, pero como ya terminé el segundo capítulo, me pareció una buena idea, en fin, ustedes dirán si sí o si no.

Espero que les haya gustado el primer capítulo, ya me comentarán. Las ama, Cris

PD: Un saludo muy especial a mi fiel amiga May, espero que tu personaje esté a tu altura, y debo decir que lo explotaré muy bien, te amo amiga, gracias por tu apoyo.