Encadenados

Tal vez sería mejor que no volvieras
quizás fuera mejor que me olvidaras
Volver es empezar a atormentarnos
a querernos para odiarnos
sin principio ni final

Una mujer de cabellos oscuros, se internaba en el bosque, mientras pensaba y recordaba a su amado. Había hecho bien en alejarse de el, su amado debería olvidarla, después de todo su amor estaba arruinado, todo ese cariño había sido destruido gracias al odio y el rencor que sintieron en ese trágico momento, todo gracias a Naraku, el deseaba destruirlos a ambos, que irónica es la vida o mas bien el destino, el fue muy injusto con ella.

Nos hemos hecho tanto, tanto daño
que amor entre nosotros, es martirio
jamás quiso llegar el desengaño
ni el Ovidio, ni el delirio
seguiremos siempre igual

El los había obligado a matarse el uno al otro, en el dia mas importante de sus vidas, ya que inuyasha iva a usar la perla de shikon para ser humano, entonces esta seria purificada y yo seria una mujer normal, así ambos viviríamos felices para siempre. Pero Naraku, a causa de los celos de onigumo, decidió intervenir, el nos hizo odiarnos ambos, fue el causante de mi muerte y de sembrar el odio en mi, pero lo peor es que inuyasha termino sellado en un árbol. Admito haberte odiado un poco inuyasha y se que tu también lo hicisteis, pero ese odio nunca fue mas grande que mi amor hacia ti, pero aun así no pude evitar odiarte cuando fui revivida, desee matarte y llevarte conmigo al mas alla

Cariño como el nuestro es un castigo
que se lleva en el alma hasta la muerte
mi suerte necesita de tu suerte
y tú me necesitas mucho más

Este amor es una maldición, pero también fue lo más grande que me paso en la vida. Yo te necesito mucho inuyasha, te necesito a mi lado y se que tu también, pero ya no puedo adorarte ni amarte como antes, necesito vengar mi muerte y destruir a Naraku por mi misma, no se que sucederá cuando esto suceda, se que te dije que tu vida me pertenecía, pero no quiero que vengas a mi por una promesa, quiero que vengas a mi por que lo sientes.

Por eso no habrá nunca despedida
ni paz alguna habrá de consolarnos
El paso del dolor, ha de encontrarnos
de rodillas en la vida
frente a frente... y nada más

He llegado a la conclusión, que jamás podré dejar de amarte pero tampoco podré quitar ese resentimiento que sentí hace cincuenta años atrás y se que a ti te pasa lo mismo, por eso nada podrá consolarnos, ni enmendar nuestro error. Nuestro destino, amado mío, esta escrito, debemos amarnos y odiarnos ni paz habrá de consolarnos, así será por el resto de nuestros días, después de pensar esto la sacerdotisa, miro a los cielos y lloro en silencio, como tantas veces lo había hecho