Olaaaaa denuevo, cmo prometí, akí esta el primer capítulo del nuevo fic! Aunke la verdad, no estoy muy segura de ke lo continuaré, por que no tengo musas ideas, la verdad, y admás, etoys muy liada con el de Promesas de Arena… pro comp. Prometí ke lo iba a publicar… en fin, ste fic trata sobre mis experiencias cuando fui a Inglaterra, eso sí, exageradas al máximo... xD. Spero ke os gust y ke disfrutéis.

Muxos bsos, y ya sabéis: reviews!

Capítulo 1

Aquella mañana, el despertador no sonó, y, en vez del estridente pitido de éste, un grito de rabia fue el que tronó en la habitación 145, de aquel hotel a tan sólo dos horas del aeropuerto.

- ¡¿Qué? ¡¿Ya es esta hora?- un rostro moreno, cubierto por cabello castaño cortado a trazos desiguales, se agitó, furioso, frente a aquel aparatito que usualmente acaba destrozado en el suelo cada mañana, tras cumplir su misión.- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Y más que mierda! ¡Voy a llegar tarde!

Saltó de la cama, con tal mala pata, que cayó de mala postura, tropezó, y acabó de bruces en el suelo, comiéndose sus propias zapatillas de deporte.

Maldiciendo y farfullando por lo bajo, se levantó a duras penas y corrió al baño.

Tras lavarse la cara, los dientes, y cepillarse medianamente el pelo, volvió de nuevo al dormitorio, arrojándose sobre la ropa que se encontraba planchada y preparada sobre una silla.

Se embutió la camiseta de rayas blancas con la espalda al aire, y de un salto, consiguió entrar en los pantalones acampanados de color marrón oscuro.

Acto seguido, tras abotonárselos correctamente, se puso las zapatillas de deporte de color veis, y, tras echar una ojeada a la habitación, salió de ella a toda prisa, con la mochila verde, colgando de su hombro de mala manera y medio abierta, por lo que la ropa interior se asomaba con disimulo, haciendo que todos los que recorrían los pasillos del hotel, sobre todo los hombres, siguiesen con los ojos como platos el camino que seguía la muchacha. En la mano, la maleta de color azul marino, recibía continuos arañazos y golpes, por lo que en su interior, la ropa se revoleaba a más no poder, arrugándose.

La muchacha, jadeando, llegó por fin a la recepción del hotel.

En ella, se encontraba un hombre joven, de ojeras bajo los ojos, lago cabello castaño oscuro que le llegaba a los hombros, un pañuelo azul oscuro en la cabeza y un aspecto enfermizo que echaba para atrás a cualquiera.

- Bue… coff… buenos dí… coff… buenos… cof…cof…cof… dí… cof… cof… cof…

- Sí, sí, muy buenos días. Vengo a pagar la cuenta de la habitación 145- dijo la muchacha, apartándose el flequillo oscuro de la mente sudorosa.

- ¿A… a qué… coff… coff… nombr… coff… coff…?- la chica tuvo que apartarse de un increíble salivazo que salió de los labios del hombre que tenía en frente, cayendo al suelo, a tan sólo unos pasos de ella.

"Joder, ahora lo que me faltaba, con la prisa que llevo, me toque a un recepcionista que se me va a morir…"

- Me llamo Ran Hyrywa.

- Sí… ahora… coff…coff… enseguid… comprueb… coff…coff…coff… el nombr… coff…coff…

La muchacha no añadió nada, ya que, si lo hacía, estaba segura de que el hombre querría contestarle, y, por lo tanto, daría rienda suelta a otra tanta de toses y otras cosas aún menos apetecibles.

Miró con impaciencia su reloj de pulsera, como el recepcionista no se diese prisa, llegaría tarde al aeropuerto y perdería el avión, pues, aunque la habían citado con tres horas de antelación, por si había problemas con la facturación del equipaje o con los pasaportes, no sería buena idea quedarse atrás, y tenerlo que hacerlo todo por su cuenta.

Suspiró, y comenzó a tamborilear con la yema de sus dedos la mesa de la recepción, al poco, una nueva tempestad de toses le indicó que por fin, el hombre había encontrado su nombre en el ordenador.

La muchacha, con disimulo, entornó la cabeza, y torció el gesto al descubrir que la pantalla se había llenado de saliva y otras cosas a las que no quería seguir viendo.

- Ya… ya veo que… us… coughf … coughf coughf coughf coughf… es… Ra… coughf coughf coughf…

La chica tuvo que esquivar los continuos salivazos estilo matrix, a cámara lenta y haciendo posturas extremas.

De pronto, justo cuando el recepcionista iba a decirla alguna otra cosa, una potentísima voz destrozó los tímpanos a todos.

- ¡Hayate! ¡Otra vez! ¡Otra vez!- una recepcionista, de cabello negro recogido en una pequeña coleta y enfundada en un pegadísimo vestido negro con bordes rojos apareció de la nada, señalando histérica la pantalla del ordenador. En la placa que colgaba de su pecho, indicaba su nombre: Anko.

- ¡Joder tío, que esta es la quinta vez en esta semana!- se quejó a todo pulmón.

- Perd… perdona… Ank… coughf … coughf coughf coughf coughf…

Esta vez fue la recién llegada la que tuvo que esquivar todo aquello que salía por la boca del pobre hombre.

- ¡Vale! ¡Vale! No hables más, lo he pillado. Lo sientes.- La mujer que parecía encontrarse al borde una crisis de nervios.- Tranquila Anko, respira hondo y…

- … coughf…

- ¡Joder! ¡Que te he dicho que no abras la boca!

La mujer estampó un fuerte bofetón en la mejilla del pobre Hayate, que salió disparado hacia la otra parte del hall del hotel, atravesando todo lo que pilló.

- Eh… esto… he sido yo la que he tosido… lo siento…- la voz de Ran se escuchó como un débil murmullo entre la agitada respiración de la recepcionista.

- ¿Qué?

La mujer salió a toda pastilla de la recepción, y se arrodilló junto a su compañero, apartándole de su lado todo cristal que le rodeaba.

- Ay, lo siento mucho…- se disculpó débilmente .- Espera un momento, que ahora vuelvo con el botiquín de primeros auxilios…

Anko se levantó con brusquedad y desapareció tras una pequeña puerta escondida al lado del ascensor.

El reloj de la entrada marcó las diez de la mañana.

Definitivamente, Ran llegaba tarde.

La muchacha miró de soslayo la recepción desierta, al enfermizo Hayate en el suelo y sus maletas al lado de la puerta.

Sabía que lo que iba a hacer no estaba nada bien, pero…

Echó a correr con toda la velocidad que pudo, de un salto, pasó por encima del pobre recepcionista y agarró sus maletas en el momento que sus pies tocaron de nuevo el suelo. Miró por encima de su hombro, y acto seguido, los encogió.

- ¡Lo siento, cuando vuelva ya pagaré!

A trompicones, huyó por la puerta de la entrada.

- ¡Eh! ¡Ank… coughf… cougfh…! Ank…

- ¿¡Qué! ¿¡Qué pasa!- aquella a la que intentaba llamar volvió a aparecer, con un pequeño maletín blanco entre sus manos.

- La… la chic… coughf… coughf… se ha march… coughf coughf coughf…

La mujer se arrodilló junto a él, y le dio unas palmaditas en la espalda para tranquilizarte.

- Vamos, vamos… respira hondo… dime que ha pasado…- su voz sonaba peligrosamente dulce.

Hayate hizo lo que ella le había indicado, y, intentando calmar su dolorida garganta, comenzó a decir:

- La chica que yo… coughf… estaba atendiend… coughf… se ha marchado… sin… coughf coughf… pagar…

- ¿¡QUÉ!

Anko se puso de inmediato en pie, con el botiquín de primeros auxilios aún entre sus manos.

- ¡¿Y por qué has tardado tanto en decírmelo, pedazo de idiota?

PLAF.

Esta vez fue el maletín blanco el que se estampó en la mejilla de Hayate, la que aún había sido golpeada, impulsándolo, si aquello era posible, con mucha más fuerza. El pobre hombre, escupiendo dientes, acabó encima de uno de los taxis que esperaban en la entrada la salida de nuevos clientes.

Ran, que se encontró sorprendida por aquel proyectil, tuvo que agacharse para que no impactase contra ella. Se llevó las manos a la cabeza, cuando vio en el estado que había quedado.

- ¡Ay, dios…!

Volvió la cabeza, y soltó un grito de miedo cuando vio en la puerta corredera de entrada al hotel a la temida recepcionista, con los brazos cruzando y el botiquín temblando entre sus dedos.

- ¡Tú!- le gritó a todo pulmón.

- ¡Mi madre!

La muchacha salió corriendo a toda velocidad, arrasando a todo el que se cruzó en su camino (Incluyendo a una pobre ancianita que acabó patas arribas en la cesta de una pequeña bicileta).

Entre jadeos y gemidos de esfuerzos, Ran consiguió llegar a un taxi, al que se arrojó como una posesa, cerrando con fuerza la puerta tras de sí.

En el asiento delantero, una enorme peluca de color negro azabache, recubierta de enrevesados bucles, sobresalía del apoya-cabezas del asiento del conductor.

- ¡Arranque!- bramó la muchacha, cuando vio por el espejo de la parte superior del coche como Anko se acercaba a toda velocidad, esgrimiendo como una espada las tijeras para cortarse las uñas (Seguramente, las habría encontrado en el botiquín).

El conductor obedeció de inmediato, y, pisando el acelerador a fondo, salieron disparados de aquel lugar, con la tijera clavada en el maletero del coche.

Poco a poco, la figura de aquella histérica recepcionista, se fue perdiendo en la lejanía.

- Ufff… por poco…- Ran dejó de mirar por la ventanilla, y clavó su vista a delante.- ¡UAH!

Un rostro pálido, que pertenecía a una mujer de unos treinta y muchos años, de grandes ojos negros, uno más abierto que otro, con expresión escrutadora y la enorme pelambre antes mencionada se encontraba a tan sólo milímetros de su rostro, fulminándola con la mirada.

La muchacha se llevó la mano al corazón. Aquella mañana, acabaría seguramente con un infarto.

- Ran…

- ¡Eh! ¿Cómo sabe mi nombre?- preguntó, totalmente aterrorizada, hundiendo su cabeza en el asiento para alejarse de aquella cara.

- Lo sé todo de ti…

"Joder… que caguelo…"

- ¿Qué?

- Dime, Ran… ¿Por qué huías de aquella recepcionista?- su voz, totalmente melosa y siseante, ponía los pelos de punta a la pobre muchacha.

- Eh… esto…- la chica desvió la vista y miró por encima del hombro de la taxista. Ésta, a pesar de estar conduciendo, no prestaba atención al volante.- Yo… me he ido sin pagar la cuenta del hotel… porque… llego tarde al aeropuerto y voy a perder el avión…

La mujer achicó aún más uno de sus ojos.

- Pssssss…- negó con la cabeza, y se volvió hacia la carretera, haciendo que la pobre muchacha soltara un suspiro de alivio.- Tu sigue así…

Ran se quedó a cuadros, ¿Pero qué se creía aquella tía? ¿Quién era ella para decirle nada? Fue a abrir la boca, quizás para responder o simplemente, para informarle que al lugar al que quería ir era el aeropuerto, pero las palabras se le congelaron en la garganta cuando vio los grandes ojos de la mujer, clavados en el retrovisor de la parte delantera. Un espejo en que se reflejaba ella misma.

Se había quedado con la boca abierta, por lo que se apresuró a cerrarla. No sabía por qué, pero tenía el presentimiento de que esa taxista sabía ya bien a dónde se dirigía.

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Llegó al aeropuerto dos horas y cuarto más tarde, sobrepasando con creces la hora en la que el monitor había acordado ir a recoger al grupo de alumnos que llevaría a Inglaterra, al Konoha´s College, un importante internado en que los niños del país solían ir a mejorar su inglés.

Y como ella, tenía ese idioma por los suelos, a sus padres les había parecido buena idea mandarla a un lugar como aquel.

Suspiró de alivio, cuando por fin el taxi se detuvo frente a la puerta del aeropuerto. Rebuscó en su cartera, y entregó la cantidad justa a la taxista, que torció un poco el gesto al descubrir que no había recibido ninguna propina.

Antes de que la muchacha cerrase la puerta, le dijo:

- Te estaré vigilando… Ran Hyrywa…

Y dicho esto, pisando el acelerador, desapareció de la vista de la muchacha, disolviéndose, como por arte de magia, en el humo que produjo los neumáticos del coche al rasgar el asfalto con tanta brusquedad.

La chica, pasmada, se mantuvo en la misma posición unos minutos, hasta que de pronto, recordó que debía llegar a la terminal 1150, para así encontrar al grupo de chicos con el que realizaría el viaje.

"Será mejor que me dé prisa…"

Volcó su maleta sobre las pequeñas ruedas delanteras, y lo más rápido que pudo, atravesó las distintas terminales, burbujeantes de todo tipo de personas, algunas de aspecto verdaderamente sospechoso.

De pronto, una voz resonó en cada uno de los altavoces que cubrían todo el aeropuerto:

Señoras y señores, les anunciamos que trágicamente, el vuelo 4551564725447521452, con destino al aeropuerto de Porrow, ha tenido un ligero retraso… por lo tanto, rogamos a los pobres pringaos que iban al Konoha´s College que esperen un rato más. Si se aburren, les invitamos amablemente que saqueen nuestros restaurantes de comida rápida, como el Ramen King y el McRamen. Muchas gracias por su atención y…

¡Maldito mocoso de los huevos! ¡Es la quinta vez en éste día! ¡La próxima vez te dejamos colgado en el ala de tu avión, criajo!

Un impresionante barullo hizo eco, obligando que todos los que allí se encontraban se tapasen los oídos. Ran, con ambas cejas alzadas, pensó que, aquello que oía, debía de ser sin duda una broma.

Jajajaja! ¡Os fastidiáis! Para algo llevo esperando tanto tiempo…

¡Niñato! ¡Qué te alejes del micro!

¡Que te lo crees tú, ballenata!

¿Qué me has llamado, enano de los… (Piiii)?

Se escucharon forcejeos y gritos, sin duda, la pobre mujer que intentaba atrapar al chico que había cogido el micrófono no estaba teniendo mucho éxito en su captura.

Una ballenaaaaata, con cara de pasa,

se balanceaba para coger el miiiiicro.

Pero como veía, que no lo conseguía,

fue a llamar a otra ballenaaaaata.

Dos ballenaaaaatas, con cara de pasa,

se balanceaban para coger el miiiiicro.

Pero como veían, que no lo conseguían,

fueron a llamar a otra ballenaaaaata.

Tres ballenaaaatas, con cara de pasa,

se balanceaban para coger el miiiiicr.,

Pero como veían, que no lo conseguían,

fueron a llamar a otra ballenaaaata.

Cuatro ballenaaaatas, con cara de pasa,

se balanceaban para coger el miiiiicro.

Pero como veían, que no lo conseguían,

fueron a llamar a otra ballenaaaaata.

Y así, con cinco, con seis y con siete, pero, antes de que llegase a la octava ballenata, se oyó un tremendo grito, que cortó al punto la canción.

No había que ser un genio para adivinar que la mujer le había arreado al graciosillo del micrófono un buen guantazo.

Ran suspiró, y decidió hacer caso omiso a los nuevos gritos que se escucharon.

Aligeró el paso, y tras quince minutos de choques con otras maletas, algún que otro insulto, y atropellos continuos llegó por fin a su terminal, en la que como esperaba, un numeroso grupo de chicos y chicas, de un número que superaba a quince, que se agolpaban contra una de las taquillas de información.

La mujer, que se encontraba dentro de ella, parecía histérica.

- ¡Ya os he dicho que no sé nada sobre vuestro monitor!- parecía que ya era la décima vez que lo repetía.

- ¡Pero debía estar aquí hace casi una hora!- Gritó una muchacha de largo cabello plateado, recogido en una coleta alta y de claros ojos azules.- ¿No puede llamarlo para averiguar que le ha pasado?

- ¡Que no! ¡No estoy autorizada para realizar ese tipo de llamadas!- la mujer apartó con firmeza el teléfono de las manos de un muchacho de cabello castaño, que ya se apresuraba a arrebatárselo para llamar él mismo.

Un pequeño perrito que estaba apoyado tranquilamente en su cabeza, ladró, disgustado, sobresaltando a la encargada de Información.

- ¡Ey! ¿Sabes que no puedes llevar a tu perro libremente por el aeropuerto?- le preguntó, frunciendo el entrecejo.- Deberás llevarlo al lugar en el que se facturan el equipaje, para meter a tu perro junto a él.

El aludido se echó de inmediato hacia atrás, abrazando con fuerza a su mascota.

- ¡Nunca!- exclamó.

- Pe… pero…

- ¡Mi familia es una de las integrantes de Greenpeace, y tiene mucho poder en su tema, les diré que una tía encargada de una taquilla pretende maltratar a un pobre animalito indefenso como Akamaru!

- ¡Eso no es maltrato, tan sólo digo que…!- la mujer desvió la vista por momentos y soltó un grito al descubrir su mesa cubierta de trozos de comida, masticados medianamente.- ¡Uah! ¿¡Qué es esto!

- Perd… gromff gromff… me atoré…- se excusó un niño rechoncho de cabello castaño claro, que no dejaba de masticar todas aquellas chocolatinas que portaba entre sus manos.

- Maldita sea… niños… ¡Marcháos inmediatamente de aquí, si no, llamaré a seguridad!- gritó la encargada, perdiendo la paciencia.

- ¡Que va, si no hace falta!- la chica de cabello plateado señaló con su dedo a una pareja de policías, que, de mala manera, y elevándolo en el aire, trían a un muchacho de aproximadamente, la edad de Ran. Vestía con un chándal naranja y azul, y sus pies, cubiertos por duras sandalias, se movían frenéticamente. Su cabello rubio se movía de un lado a otro, debido a los grandes esfuerzos que hacía para volver la cabeza y morder a unos de los guardias que lo sujetaba. Sus ojos azules, bullían de rabia contenida.

- ¡Ah! ¡Es Naruto! ¡Lo han pillado otra vez!

La marabunta de niños que se encontraban alrededor de la taquilla de información se dirigieron hacia el recién llegado, que fue arrojado al suelo de mala manera.

- Ya te lo hemos dicho, mocoso, vuelve a coger el micro y serás un chico muerto.- Advirtió uno de los que lo había sostenido.

Se dieron la vuelta, y desaparecieron entre la multitud.

El pobre niño se levantó del suelo de un salto, frotándose con fuerza el trasero.

- ¡Bah!- rechazó, haciéndoles un corte de mangas por la espalda.

Ran, curiosa, se acercó al grupo, para enterarse de lo que realmente había pasado. Pero, justo cuando iba a llegar a la altura de aquel que había traído la policía, otro chico algo mayor que ella se le adelantó, empujándola levemente. Se volvió, molesta, pero cuando fue a decirle algo, sus palabras se quedaron congeladas en su garganta por segunda o tercer vez en el día, ya no lo recordaba bien.

Vestía con un estrafalario mono verde, igual al que se ponían los gimnastas profesionales, y en las piernas, unos largos calentadores naranja chillón.

Su cara, era igual de estrafalaria que su vestimenta.

El pelo negro azabache, bien abundante sobre su rostro redondo, estaba cortado con forma de tazón, dejando sobre unos ojos redondos y unas cejas impresionantes, un flequillo cortado de manera recta.

El chico se abrió paso entre los demás, y cuando llegó junto al muchacho rubio, le agarró de las manos, escupiendo lágrimas por los ojos.

- ¡Ay, Naruto! ¡Se ve en ti claramente la primavera de la juventud…! ¡En ti arde la llama de la rebeldía y de la pasión propia de los jóvenes!

Todos a una, se echaron hacia atrás, con el pasmo reflejado en sus caras.

El aludido se quedó quieto, a cuadros, mirando la mano que el chico de las enormes cejas le había garrado.

- Eh… sí, ya ves…- sacudió con fuerza aquella extremidad, y, a toda velocidad, se apresuró a alejarse de él.

Ran acabó quedándose aislada junto a aquel estrafalario muchacho, fue entonces, cuando los demás se dieron cuentan de que se encontraba allí.

- ¡Mirad! ¡Una nueva!- gritó un extraño chico mucho más mayor que ella, con el rostro pintado de rayas violáceas.

- ¡Oh! ¡Genial, otra chica más!- corroboró otro, con una cara que más parecía ser la de un tiburón.

- No seáis tontos… no creo que se vaya con alguien con vosotros…- murmuró sigilosamente otro muchacho, apoyado en una columna, algo alejado del resto.

- ¡Joder, Itachi, como deprimes!- protestó el último que había hablado.

- Además… esa frase era mía…

Ran se dio la vuelta, y descubrió que tras la marabunta, otro chico, muy parecido al llamado Itachi, pero algo más pequeño, apretaba los puños por encima de su cabeza y lo fulminaba con la mirada.

- ¡Luchemos aquí y ahora!- gritó.

- Bah … más tarde Sasuke… estoy ahora demasiado cansado…

- ¡Siempre dices más tarde!

- Para eso soy tu hermano mayor…

- ¡Eh! ¡Menos chulería…!

La pobre recién llegada, rodeada por todos, se apresuró a saludar a cuantos pudo, en los que se incluyó el gamberro que había cogidos los micros, una chica de cabello rosa, sospechosamente teñido, otra rubia, que tampoco se le quedaba atrás, una muchacha mayor que ella, de moños firmemente recogidos en el cogote y al chico del perro, que hablaba tranquilamente con otra de ojos plateados, que se mostraba sumamente tímida.

Después de algunas presentaciones y besos en cada mejilla, consiguió salir del barullo, y pudo respirar tranquila, algo alejada de los demás.

Sonrió, irónica, ¿Pensaban sus padres que, con semejantes liantes iba a aprender algo de inglés?

Lo llevaban claro…

- ¡Eh! Perdona…- alguien le tocó el hombro.

Se volvió de inmediato, y observó como una chica dos años mayor que ella, de cabello color pajizo recogido en cuatro coletas, ojos azules de color apagado, enfundada en un corto vestido violeta era la que le había llamado.

- ¿Sí?

- ¿Es aquí para lo del Konoha´s College?- preguntó educadamente.

Ran asintió, feliz, por fin una persona normal.

- Sí, es aquí.

- Uffff… menos mal… pensé que no llegábamos…- se volvió, e hizo un gesto a alguien que se encontraba algo alejadas de ellas.- ¡Gaara! ¡Ven, es aquí!- se volvió, con una sonrisa amable hacia Ran.- Es mi hermano pequeño… el que ves ahí con pinta de travesti haciendo el imbécil, intentando ligar con la chica de los moños, es mi otro hermano…

- Ah… ya veo…- joder, se veía lo bien que se llevaba con él.

De pronto, una figura apareció a su lado. Era más alto que Ran y su expresión atemorizaba hasta aquel loco de los micros. Sus ojos, ojerosos, se hundieron con frialdad en los cálidos de la muchacha, haciéndole dar un paso atrás. Su cabello rojo relucía bajo la luz del sol que entraba por las ventanas y, en su frente, mostraba una cicatriz que decía "Amor".

"Menudas pintas…" Pensó la chica sin poder evitarlo.

- Eh… esto…- Ran retrocedió otro paso más.- Hola…

El chico no le contestó, y, tras mantener un segundo más su mirada, se dio la vuelta y se alejó de su hermana y de ella, para llegar a apoyarse en una columna algo alejadas de ellas.

Frunció el entrecejo, menudos modales…

- No te preocupes, al principio siempre es así… ya hará más amigos…- le disculpó la muchacha rubia, aún sonriendo.- Por ciento, me llamo Temari. ¿Y tú?

- Ran.- Se presentó la chica morena.

- Pues hola, Ran. Por cierto… ¿Por qué aún no está el monitor aquí?- buscó alrededor con su mirada, pero no encontró a nadie.

- Eh… ni idea. Pero parece que se retrasa.- Dijo ella, encogiéndose de hombros.

- Bueno, ¿Y qué tal si vamos y nos sentamos en algún sitio? Tengo las piernas molidas…

Pero como no había ninguna silla, tuvieron que conformarse con el suelo, donde se arrojaron como posesas, cayendo encima sobre la decena de maletas que había traído la chica de cabello plateado.

Las horas pasaron, y el monitor seguía sin venir. A Naruto le dio el tiempo suficiente para subir de nuevo a la sala de los micros, como él la llamaba, para cantar su canción otras siete veces más, y por lo tanto, acabó de nuevo sobre el suelo, cuando los de seguridad lo trajeron de nuevo junto al grupo de chicos.

La mujer de la taquilla de información se vio invadida de nuevo por los futuros estudiantes del Konoha´s College , y tuvo que cerrar durante unos instantes la ventanilla para tomarse por lo menos cinco litros de tila bien cargada, acompañada por alguna que otra pastilla para los nervios.

Hubo una pelea entre aquel par de hermanos, en la que por supuesto, ganó el mayor con una buena ventaja. El perrito de Kiba, el chico de cabello castaño, dejó sus "Restos" por toda la terminal, el travesti, hermano de Temari, recibió sendos puñetazos de la chica de los moños, que acabó cansándose de él y Gaara, el pelirrojo, no se movió ni un solo milímetro del lugar en el que se había apoyado.

Por fin, cuando habían pasado ya dos horas, y quedaban tan sólo unos pocos minutos para coger el avión, un hombre de cabello grisáceo y el rostro cubierto por una máscara negra, apareció, llevando como equipaje una única mochila.

Ran alzó la mirada con incredulidad, junto a sus demás compañeros, ¿Aquel hombre llevaría así aquel pañuelo por que tendría alguna deformidad en la cara?

- ¡Buenos días, chicos!

La muchacha del cabello rosado, a la que Ran había oído decir que se llamaba Sakura (En aquellas dos horas, le dio tiempo para eso y mucho más) se puso en pie, y le señaló con el dedo índice, furiosa.

- ¡Llegas tarde! ¡Con casi tres horas de retraso!- chilló.

- Perdonad, pero es que…- tomó aire y se cruzó de brazos, adquiriendo una posición pensativa.- … antes de venir, se me enganchó la cremallera de la bragueta con la cisterna del váter, y tuvo que venir un cerrajero para ayudarme a desengancharla…

- ¿Qué?

Todos se quedaron a cuadros.

- ¡Eso no se lo cree ni tu abuela!- protestó el chico del perrito, torciendo el gesto.

El monitor volvió su único ojo visible hacia él, con fingida severidad.

- Un poco de respeto, chaval, que para eso soy tu superior.- Le dijo, descruzando los brazos.- Bueno, en fin, creo que será lo mejor que me presente antes que nada… me llamo Hatake Kakashi, pero podéis llamar con toda tranquilidad Kakashi a secas…

- ¿Y Kakashi-kun?- preguntó la chica de los moños.

- …no…

- ¿Y Hatake-san?- esta vez fue el travesti el que preguntó.

- Tampoco…

- ¿Kakashi-sama?- aquella pregunta fue proferida por Temari, que sentada al lado de Ran, bostezaba ostentosamente.

- ¡He dicho que Kakashi a secas!- el monitor comenzaba a mosquearse.

- Pero… Hatake-sensei queda mejor… ¿No?- insistió la de cabello rosado.

- ¡KA-KA-SHI! ¿¡De acuerdo!- ya gritó el aludido.- Menudo grupito de mocosos que me ha tocado… menos mal que tú estás aquí…- y dicho esto, acarició el tomo del manga Icha-Icha que tenía escondido bajo su chaleco.

- ¡Bueno!- exclamó, volviéndose a los niños.- Poneos todos juntos que os voy a contar… veamos… uno, dos, tres, cuatro, cinco… nueve, diez, once… trece… dieciséis y… ¡Ah! ¡Queda uno!- miró frenético la lista de los nombres que tenía en la mano.- ¿¡Naruto Uzumaki! ¿¡Alguien sabe dónde se ha metido Naruto Uzumaki!

En aquel momento, una voz ya conocida por todos, hizo eco en los altavoces.

Mil ochocientas cincuenta ballenaaaatas, con cara de pasa,

se balanceaban para coger el miiiiicro.

Pero como veían, que no lo conseguían,

fueron a llamar a otra ballenaaaaata.

Mil ochocientas cincuenta y un ballenaaaaaaatas…

Hasta akí el capítulo! Algo largo, no? Jejeje, pro espro ke aya valio la pna, porke la verda, m a costao bastant escribirlo...

Bueno, kizás no ayáis entndio mu bien kien es la taxista, pro si pensais ke es un personaje de naruto, possss, la verdad es ke no, e decidio poner a esa tia porke fue mi tutora de clase ste año. Ya veréis el mal rollo ke da + adlante... jajajaj, sta si ke no la e exagearao na... sta tía nos espiaba a través de las persianas del colegio, os lo digo yo... si algun amigo de clase lee esto, lo entendrá mu bien... jajaja, spero ke os gust est nuevo personaje, tanto como el de Ran Hyrywa, aunke x el momento, no s v muxo su personalidad... un adlanto, será muxo más alegre ke Alison Minagui, para quién abeis leío Promesas de Arena.

Bueno, m dspido ya, y ya sabéis, si kereis ke continúe la historia: REVIEWSSS!

Muxiiisimos bsos!