•ACLARACIONES: Los personajes de Naruto no son míos.
•Two-shot.
•Vivir de nuevo no es tan malo •
Después de haber ganado la cuarta guerra ninja, muchas cosas pasaron. Buenas, malas y otras muy extrañas. Hubieron perdidas tanto emocionales, materiales y sobre todo; perdidas de personas muy preciadas. Para su fortuna (o desgracia) algo había hecho que no pudiera volver al más allá, obligándolo a quedarse en esa época.
Se suponía que él ya debía de estar descansando, no estar viviendo de nuevo. Simplemente no se hallaba ahí, en ese presente. No está del todo infeliz pero tampoco es como si la idea de vivir le emocionara más. Aunque agradecía poder pasar tiempo con su nieta Tsunade, eso no quitaba que se sintiera extraño.
No podía evitar verse en un espejo cada que podía. Seguía manteniendo la edad en la que murió. Seguía siendo joven y la carne que ahora debería de ser putrefacta, por no decir que deberían ser solo huesos, era una piel viva y normal. Justo como la que tenía antes de morir.
Era demasiado extraño pero trataba de vivir con ello.
En ese momento vivía en Konoha, la aldea que lo vio crecer. Vivía una vida bastante normal y simple. Los aldeanos mostraban sumo respeto ante él y mucha amabilidad. Había tratado mucho con los ninjas de la aldea y le parecían sumamente profesionales. Concia a el equipo de Kakashi y aprendió a tratar con Sasuke Uchiha, aunque esté rara vez se pasaba por la aldea. Convivio con el equipo de Shikamaru Nara. Chico que a su parecer, era un genio en toda la extensión de la palabra. También había conocido al equipo de Guy. Lastimosamente faltaba un miembro de dicho equipo, uno al que jamás pudo conocer. Y por último, conoció al equipo de Kurenai. En el equipo de Kurenai Yui, había un miembro que le llamaba poderosamente la atención. En específico, una chica.
Se sentía un rabo verde.
Era un vejestorio literalmente, aunque no lo pareciera, y andaba enamorándose de chiquillas de diecinueve años. Si, hasta había averiguado su edad. Estaba obsesionado con ella, con su apariencia y con su forma de ser. Jamás se había enamorado pero presentía que lo estaba.
Se sentía mal por ello.
¿Por qué? Pues era simple.
¿En qué cabeza cabe que una chica como Hinata se pudiera enamorar de alguien como él?
Era ilógico y absurdo. Según tenía entendido, ella estuvo enamorada de Naruto Uzumaki, el héroe del mundo ninja. ¿Cómo podría el compararse a alguien como Naruto? Naruto era jovial y alegre, siempre con una gran sonrisa en su rostro. Y el, él era el rey de la rectitud. Era todo menos divertido y no creía que eso pudiera enamorar a la dulce chica. Además, estaba el hecho de que él tenía demasiados años de diferencia. Si, sabía que había "vuelto a nacer" con la edad a la que murió pero, ¿a que chica le agradaría salir con un hombre que regreso de la muerte?
La había conocido en una reunión, más bien en una fiesta. Había un cumpleañero, si no mal recordaba, era de Kiba Inozuka. Esa fiesta fue un año después de la guerra, un año después de su renacer. Habían asistido todos los novatos y Tsunade lo había invitado con la excusa de que si ella llegaba a emborracharse necesitaba a alguien cuerdo que la llevara de vuelta a casa, ya que Shizune estaba de viaje.
Pasó la fiesta sin mayor contrariedad y hasta se divirtió con los novatos. Cada quien tenía una buena personalidad, una que no acababa de sorprenderlo. Convivo con todos e hizo muy buenas amistades. Después de un rato la miro, la mujer más linda que había visto.
Su cabello azulino como la noche, sus ojos perlados y brillantes. Su cuerpo...
En serio, se sentía un rabo verde.
Y no solo le había atraído su espectacular figura, si no que también había hablado con ella y le pareció la señorita más encantadora que alguna vez hubiese conocido. Modales implacables, voz melodiosa y personalidad única.
Siguió viéndola y tratándola, fascinándose cada día más con ella. Hasta el punto en el que inevitablemente se enamoró de la joven.
Exhalo y miró a la nada mientras recargaba su barbilla sobre su mano. Era desequilibrado estar pensando en el tema. La respuesta de ella sería bastante obvia y entendible.
"—¡Por supuesto que no, enfermo!—" después saldría corriendo. A menos que también le diese un buen mojicón. Si, seguro y así sería.
Le dio una mordida a su dango. En ese momento estaba serenamente sentado sobre uno de los asientos de la aldea. Había comprado unos dangos e inclinó por ir hacia ahí, a su lugar de pensar. Esa zona era la más tranquila y menos transitada de toda la aldea. Definitivamente era su lugar favorito para relajarse y pensar. Desgraciadamente, los pensamientos que estaba teniendo no eran los más relajantes.
Cerró los ojos y exhalo más fuerte. Sin duda extrañaba estar muerto. Así no sentía ese tipo de emociones. Vivir era difícil sin duda.
—Suicidarse no es una opción...— dijo en voz baja y con los ojos cerrados.
—¿Que?
Sus ojos se abrieron de sopetón y su espalda se irguió tan rápido que hasta dolió un poco. Frente a él se encontraba Hinata, la chica de la que estuvo pensando en todo el rato. Esta lo miraba con una especie de angustia y miedo, ambos impregnados en sus ojos.
A pesar de su serio e imperturbable personalidad, sus mejillas adquirieron un color rosado casi instantáneo.
—Hinata-san.
—Siento entrometerme pero... no puedo hacerme la de oídos sordos y pasar por alto esto — expresó con las cejas caídas. Tobirama solo se dedicaba a observarla con inquietud y desconcierto.
—Yo no estoy entendiendo que dice, Hinata-san — expreso genuinamente confundido.
—Tobirama-san — nombró en un suspiro cansado. Sin previo aviso se sentó al lado del hombre, poniéndolo algo tenso —. Me alegra que sepa perfectamente que el suicidio no es una opción...
Tobirama entendió enseguida. Hinata estaba confundiendo las cosas. Quiso hablar pero Hinata no lo dejo.
—Pero aun así me preocupa que tenga un problema fuerte. Usted me agrada bastante y me encantaría ayudarlo en cualquier contrariedad que se le atraviese.
Una de las cosas que le gustaban de Hinata era el que siempre era atenta y empática. Le sorprendía el nivel de bondad que Hinata generaba. Era tan increíble.
Sonrió de medio lado y Hinata se sonrojo tenuemente sin que él se diera cuenta.
—Solo estaba cavilando, Hinata-san. No es nada de qué preocuparse. Solo pienso en que tal vez no debí de haber vuelto a la vida. Mi vida había acabado ya y siempre he pensado que no hay que interferir entre la vida y la muerte.
Hinata hizo un gesto de comprensión.— Aun así, eso me parece un problema. No me gusta que piense de esa forma. Si regreso a la vida fue por algo y yo pienso que es muy agradable tener a una persona como usted —opino con sinceridad. Volteo hacia él y le regalo una bella sonrisa —. Me agrada bastante, Tobirama-san.
Los ojos de Tobirama parecieron brillar al verla sonreír. El hombre trago saliva y sintió su cara arder. Fue algo muy lindo escucharla decir esas palabras. Aunque, un: "Usted me gusta" hubiese sonado embriagante.
Bajo la mirada con pena, tratando de esconder el luminoso rojo que cubría su rostro.
—Usted también me agrada, Hinata-san. Y agradezco haber vuelto a la vida. De lo contrario, entonces no hubiese tenido oportunidad de conocerla.
Hinata parpadeo con impresión y percibió a su corazón latir aceleradamente. Su rostro se sintió caliente y una sensación de cosquillas invadió su estómago. Sonrió halagada y también bajo la mirada.
Cuando conoció a Tobirama se maldijo a si misma. Se dijo reverenda estúpida. ¿Cómo era posible enamorarse de una persona en el primer encuentro? Era tan tonto, tan estúpido y demente. No era posible, y menos saliendo de un gran pero gran enamoramiento. Aun después de insultarse, aun después de prohibirse a si misma volver a enamorarse del... fue imposible.
Se enamoró. Si, nuevamente, Hinata Hyuga se enamoró de alguien imposible. De alguien que jamás le haría un mísero caso. Se sentía tan desdichada, tan ingenua y hasta sentía lástima de si misma. ¿Por qué se empeñaba de querer alcanzar a lo imposible? Tremenda tonta.
Su ánimo decayó notablemente, tan notable que Tobirama se dio cuenta de eso.
—¿Pasa algo, Hinata-san? — cuestiono con preocupación ante el cambio repentino.
Hinata negó con rapidez para después semi-sonreír.
—Todo está bien.
—Sabe que confía conmigo para lo que sea, de verdad. Puede sentirse confiada a que yo seré todo oídos y tratare de darle mi mejor consejo —prometió con mirada persistente.
Hinata soltó aire y bajo la mirada.—Me gusta alguien...
El cielo se le cayó en mil pedazos al escuchar esa declaración. Trago saliva con dolor pero aun asi trato de mantenerse sereno. Amaba a esa chica y si no era con él con quien quería estar entonces la ayudaría a encontrar su felicidad con otra persona. Sonaba estúpido y doloroso, lo sabia de antemano, pero esas eran las cosas que hacía una persona enamorada. Daría su propia existencia por ver sonreír para siempre a Hinata.
—¿A si? Que afortunado el tipo —expreso, sin querer, con un poco de desazón — ¿Que problema tiene con eso, Hinata-san?
—Es que...— su voz se apagó — soy una idiota.
Tobirama se impresiono grandemente. Negó repetidas veces con la cabeza.
—Eso es completamente falso, Hinata-san. Usted es una persona muy brillante.
La azabache comenzó a deslizar lentamente su pie sobre la tierra.
—No lo creo. Siempre meto la pata en todo y me ilusiono con lo inalcanzable. La persona que me gusta jamás me vería con los mismos ojos que yo y eso me hace sentir idiota. Parece que no aprendí de mi experiencia anterior.
Tobirama suspiro. Se sentía igual a Hinata.
—Yo creo que para una persona como usted nada es inalcanzable. Usted es fuerte, imperecedera respecto a sus metas, inteligente y con muchas virtudes más. Y, si me permite decirlo, la creo una chica sumamente bella.
El rostro de Hinata no tardo en ponerse colorado como una fresa.
—Us-usted, ¿De verdad piensa eso sobre mí? — murmullo mientras sentía algo cálido expandirse por su pecho.
Tobirama asintió enseguida, con la mirada perdida. No le sentaba bien ayudar a Hinata con esto pero lo hacía porque no quería que esa sonrisa se apagara nunca. Jamás quería ver los ojos perlados de esa chica apagados y sin vida.
Hinata se encontraba en una especie de éxtasis. Saber que la persona que a la que amas secretamente piensa todo eso sobre ti era como el paraíso. Jamás había sentido tanto cosquilleo en su vida.
Sonrió con felicidad y volteo hacia Tobirama.
—¿Cree que deba confesarle lo que siento?
—Por supuesto. No debe de tener miedo a la respuesta que le dé. Es inevitable, algún día tendrás que saber si siente o no algo por usted. Si no la acepta es porque es un idiota y no sabe valorar a una mujer tan bella como lo es usted.
—Bien — se levantó repentinamente de su asiento y se situó frente a Tobirama. Tomo el aire necesario, cerró los ojos y su cara se tornó carmín —¡U-usted me gusta, Tobirama-san!
De estar genuinamente deprimido paso a estar sorprendido, muy sorprendió. ¿Había escuchado bien? ¿No era un sueño más? Boqueo unos segundos, con los ojos bien abiertos.
El rostro del peli blanco se tornó de color rojo.
—Hi-hinata-san...— formuló.
—Y si no me corresponde, ¡Entenderé! Yo solo quería sacar lo que sentía por usted. Me gusta bastante, de hecho, creo que llegue a enamorarme de usted — susurro mientras se llevaba las manos al pecho —. Me parece una persona inigualable. Tan simpático, tan empático, interesante, paciente y tan buena persona. Me gusta bastante, Tobirama-san — susurro, sorprendiéndose al final por decir todo sin un tartamudeo.
Tobirama seguía de piedra. ¿Dios le estaba dando un regalo? De otra forma no creía que eso en verdad estuviera pasando. Se sentía tan dichoso, tan afortunado, tan...feliz.
Estaba seguro que su cara ahora solo reflejaba embobamiento.
La Hyuga comenzó a desesperarse por la ausencia de palabras. Bajo la mirada de nuevo y sonrió con tristeza.
—Gracias por escucharme. A pesar de esto, espero poder conservar su valiosa amistad y que olvide mi declaración. Nos vemos otro...— sus palabras fueron silenciadas abruptamente.
Iba a desmayarse si Tobirama no daba un paso para atrás y quitaba sus deliciosos labios de los suyos. Eran cálidos, carnosos, húmedos y al parecer no tenían intención de ceder.
Cerró los ojos, trato de relajarse y de dejarse llevar. El beso era suave, lento y muy inocente y tierno. Era el mejor primer beso que alguna vez pudo llegarse a imaginar. Los brazos de Tobirama se dirigieron a su cintura y los suyos se dirigieron a el cuello del hombre.
Tobirama hizo lo primero que le vino a la mente: Besar los labios que hace años había querido besar. Cuando los veía pensaba maravillas de ellos. Pensaba que besarlos sería lo más asombroso y sublime que alguna vez sus labios podrían tocar. No se había equivocado, para nada. De hecho, parecía que era mejor de lo que imagino. Si, eran perfectos.
El beso transcurrió un tiempo hasta que el aire les hizo falta a ambos. Con disgusto, tuvieron que separarse para tomar aire. Los rostros de ambos estaban sonrojados y no era tanto porque les estaba faltando el oxígeno. Ambos están apenados y emocionados.
—¿Eso es una respuesta?
—Si. Hinata-san, usted también me gusta, demasiado. Me gusta desde que la conocí — respondió. Saber que todo lo que Hinata le había contado era para él le hizo sentir una explosión de gusto dentro de su cuerpo. Había sido hermoso descubrir todo eso —. Y por eso quiero pedirle que sea mi novia —se sonrojo a un más al decir esas palabras —¿Me haría el honor?
Hinata lo miraba con fascinación. No tardó en asentir repetidas veces.
—Si. Sí quiero.
Tobirama sonrió ampliamente y la abrazó con fuerza.
Definitivamente, vivir de nuevo no era malo.
Continuará...
N\A: Pues estaba leyendo esto y dije: Si, pues quedo muy bonito. Estuve a punto de subirlo asi pero, la parte obscura y cochinota de mi ser me dijo: ¿Que haces, tarda? ¡A esto le falta lemon! Y si, me di cuenta de que hace falta lemon y no lo quise añadir en este capítulo pues porque no quería dañar el aura tan lindo y romántico ლ(´ڡ`ლ) En fin, este TWO-SHOT va dedicado a una de mis lectoras: Patohf. Espero que el primer capitulo te haya gustado y que puedas esperar con paciencia el siguiente. En el siguiente vendrá lo bueno ( ͡° ͜ʖ ͡°) Si gustan pueden dejarme sus sensualones Review. Nos leemos la proxima, ¡Los quiero!
