Capitulo 1: La declaración de Draco

Ese día los pasillos de Hogwarts estaban húmedos y fríos. Harry había salido con su capa de terciopelo negro y caminaba bajo la tenue luz lunar que se filtraba por los ventanales del colegio.

Había oído unos lamentos. La voz le resultaba familiar, pero en ella había una angustia profunda y calante. Era una voz masculina, pero afeminada. Doblo por un corredor oscuro y un frió cortante lo envolvió. La ventana estaba abierta y, con un pie en el marco, se encontraba Draco Malfoy. Los copos de nieve se arremolinaban en su pelo rubio platinado, y le conferían una apariencia angelical que hacia sentir a Harry cosquillas en el estomago. Tenía un infrenable deseo de abrazarlo y consolarlo. Draco murmuraba entre lamentos: "Mi amor... Mi vida... ¿Cómo se lo diré?... No tendré el valor... Es mejor morir... No merezco su afecto" En este punto, el ángel rubio (según lo veía Harry), subió los dos pies al marco y se dispuso a arrojarse a las heladas aguas que rodeaban el castillo.

Harry con una mueca de horror y desesperación, lo abrazó por la espalda con tanta fuerza que detuvo los intentos de Draco. La voz de Harry parecía chillona y entrecortada, todo su frágil cuerpo sudaba y temblaba como una hoja.

-¡No, Draco, por favor! ¡No quiero perderte! Yo te ayudare... En tus problemas amorosos.- Grito Harry con la vista nublada por las dulces lagrimas.

-No hay nada que puedas hacer...snif... Yo amo a...- Cuando se dio vuelta, Draco dejo de llorar y se le ilumino la cara. Sus ojos grises de cristal, como un día nublado y tormentoso, brillaron como cristales mojados, que ablandaron el corazón de Harry.

-eres... tu... ¡Mi vida! Siento todo lo que te he hecho. Siempre quise verme como un chico normal, creí que... Me hice una coraza para ocultar mis sentimientos, pero ya ves... En fin...Potter... snif-

Rompió a llorar nuevamente y, en una fracción, devolvió el abrazo y le dio un caluroso y húmedo beso. Harry, en un primer momento, se resistió, pero luego cedió a las mieles del amor que el ángel le ofrecía y se enlazaron en un mundo de brazos y piernas.