Hacía tiempo que no actualizaba como Dios manda. Decidí que ya era hora de escribir un Ron/Hermione centred decente y bastante lemon. No sabía qué rating poner; PG-13 me parecía demasiado poco, y R me parecía demasiado. De todos modos, he acabado poniendo R por si acaso.
Me he tirado casi dos semanas para terminarlo. Le tengo mucho cariño, porque es R/Hr, así que me da igual si a la gente no le gusta. Yo lo he pasado genial escribiéndolo.
Algunas notas de producción:
-Hay spoilers del quinto libro.
-Algunos datos me los he inventado yo (se supone que es lo que tiene escribir fan fiction).
-Todos los datos que veáis sobre la Aritmancia son verídicos (he hecho un poco de investigación previa antes del escribir el fic y he usado datos reales, teniendo en cuenta que los cumpleaños de Ron y Hermione son el 1 de Marzo y el 19 de Septiembre, respectivamente).
-Para redactar las escenas lemon, he escuchado música de The Corrs, que es realmente inspiradora, sobretodo la canción 'One Night'. Y la banda sonora de Romeo Juliet (el segundo volumen) es también inspiradora. Escuchad la versión instrumental de 'Kissing you', de Des'ree, y 'Balcony Scene' y lo entenderéis.
-Este fic estaba planeado en principio como un capítulo único. De hecho, así es aún (todo sucede en el mismo espacio temporal). Pero la trama se me alargó un poco, y lo he tenido que dividir en dos partes para que sea más legible y no se corte el fic (cosa que suele suceder en fanfiction.net con los capítulos largos).
-Los que hayan leído el magnífico fic de Megawacky Max podrán ver algunas similitudes, pero juro solemnemente que cualquier parecido es mera coincidencia. No es mi estilo plagiar a nadie, y menos a un autor al que admiro como es Max. Da la casualidad que llevaba medio fic escrito cuando él publicó su 'Amor Prefecto' (ved mi lista de Historias Favoritas), y casi me da un síncopa al ver las semejanzas; incluso pensé en dejarlo de escribir, pero me dio mucha pena, porque es un fic que me ha costado bastante. Lo he releído muchas veces, buscando fallos de Canon, faltas ortográficas, etc. Así que si veis algo raro, es culpa de ff.net. Por esto mismo, también quiero agradecerle a mi mani y Beta Reader ocasional, Fleur –también conocida como The Guardian Angel- la ayuda y la paciencia.
Y nada más que decir. Bueno sí, dos cosas. La primera: si os gustan las parejas Ron/Hermione, Harry/Ginny y Neville/Luna –o como mínimo sois unos enamorados del R/Hr- visitad nuestra recién estrenada comunidad (de Fleur y mía) en LiveJournal, 6 Thestrals [ http :www. livejournal. com / 6thestrals ]. Un comentario: si os interesa ser miembros, tenéis que tener en cuenta que no es una comunidad para cualquiera que se quiera meter a desvariar; somos gente seria, Fleur y yo. También estamos un poco locas, pero ante todo nos interesa formar una comunidad de calidad sobre estas parejas y sobretodo sobre Ron y Hermione. Because we're lovin' it! And they worth it –ejem- Así que antes de solicitar unirse, debéis leer con atención las reglas. Si las cumplís, ¡adelante! Rellenad el formulario y bienvenids. Si aún no tenéis cuenta de LiveJournal y cumplís con los requisitos, ¿a qué esperáis para haceros una? ; )
Y lo segundo y último: ¡Disfrutad del fic! Y para cualquier cosa, fallos, faltas, etc. pues dejadme un review –a no ser que seáis vagos o consideréis que no merezco un review, aunque sea un flame-. Constructivo, a ser posible. ¡Gracias por adelantado!
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-'Frescura de pino'- dijo en un susurro, como temiendo que alguien la fuera a oír. Miró a un lado y a otro, asegurándose que nadie la veía. La puerta se abrió en silencio, a diferencia de la última vez, que chirrió una barbaridad, como si le doliera abrirse. 'Filch la habrá arreglado', pensó. Hizo ademán de entrar, pero la inseguridad le hizo volver la cabeza hacia la derecha. Cuatro puertas más allá estaba la estatua de Boris el Desconcertado. Se le esbozó una tímida sonrisa en la cara al contemplar la estatua, porque parecía que ésta se hubiera perdido por el interior del colegio; que llevara los guantes a la inversa y ese aire despistado que se dibujaba en su rostro de piedra acentuaban más la sensación de desorientación, a parte de que daba la impresión de que se había topado cara a cara con un basilisco. Un escalofrío le recorrió la espalda con sólo pensarlo.
Miró hacia la izquierda, esta vez más segura, y sin dejar de observar el corredor, tenuemente iluminado por candelabros antiguos, entró en el baño de los prefectos.
Sabía que no estaba haciendo nada malo; bueno, teóricamente. Ella era prefecta y tenía potestad para entrar allí; el problema era que ya eran las nueve y diez minutos de la noche, y los de quinto curso tenían permiso para estar por los corredores sólo hasta las nueve. Incluidos los prefectos.
Pero ella había terminado la montaña de deberes (literalmente hablando) haría unos cinco minutos, y creía que se merecía un baño. Así que decidida a relajarse un poco, había hecho levitar sus bártulos y había salido en silencio de la biblioteca, ignorando las miradas burlonas de Malfoy y Parkinson y se dirigía a las escaleras principales con la intención de ir al quinto piso.
Sólo había usado ese baño una vez, y fue en compañía de Hannah Abbott, prefecta de Hufflepuff, y Anthony Goldstein, prefecto de Ravenclaw; al principio les dio pudor bañarse juntos, a pesar que llevaban bañador. Al cabo del rato, se encontraban chapoteando como patos.
El resto de veces usaba los aseos corrientes de chicas, situados en la tercera planta. Temía encontrarse con Pansy Parkinson y Draco Malfoy. No por cobardía, sino por la tensión y la incomodidad que provocarían tal situación.
Pensando en todo esto, observó con detalle su alrededor. Era un aseo fantástico. La primera vez que entró quedó muy impresionada. Harry tenía razón: merecía la pena ser prefecto sólo para poder usar ese baño. Las paredes blancas, así como los suelos, las toallas y las cortinas, igualmente blancos, daban sensación de pureza y limpieza absolutas. La piscina era cuadrada y ocupaba casi tres cuartas partes de la estancia; en ese momento estaba completamente vacía, así que empezó a abrir algunos grifos, situados en los bordes de la piscina; estaban todos revestidos de oro y tenían una joya incrustada en la llave de paso.
Pronto la piscina se llenó de agua y de espuma de diferentes colores, a la vez que desprendía un vapor cálido y un olor agradable que invitaban a darse un buen chapuzón. Se quitó la ropa, y fue cuando reparó que no había llevado bañador. Pensó en realizar un encantamiento convocador, pero desistió; no era plan que la gente viera un bañador volando solo por Hogwarts a esas horas de la noche.
-Es igual –dijo en voz alta –Luego usaré la varita para secarme la ropa interior.
Se quedó en bragas, y con mucho cuidado se sentó en el bordillo para luego meterse en el agua. Hizo un par de largos, se sumergió una vez para mojarse el cabello, y, medio adormilada por los efectos del vapor, se apoyó en un borde con los dos brazos, de espaldas a la puerta, y manteniendo el cuerpo dentro del agua, apoyó también la cabeza.
De pronto, le vino a la cabeza la asignatura de Aritmancia. Había pasado gran parte de la tarde repasando materia de tercer curso hasta el quinto, porque en Junio tenía los TIMOS. Se acordó del número dos, y empezó a recitarlo en su cabeza: 'El Dos es adaptable y sensible… Ron es tan sensible como una cucharilla de té… Es el seguidor, el que secunda en silencio uniéndolo todo y huyendo de las discusiones y conflictos… Ron y yo siempre estamos enzarzados en discusiones y conflictos… Y es que su naturaleza le induce a la unión y a la paz… Eso quisiera yo tener de vez en cuando y para variar, un poco de paz… Es muy diplomático y soñador, y siempre está dispuesto a cooperar… Ron sólo coopera en materia alimenticia…'
La sirena del cuadro que estaba colgado en la pared de enfrente la miraba, apoyada en el marco dorado, dedicándole una silenciosa y burlona sonrisa. La ignoró. Pero no se dio cuenta de que la sirena sonreía porque alguien más acababa de entrar en la habitación. Y ese alguien, al ver la espalda desnuda y mojada de Hermione, se puso colorado hasta la raíz del pelo.
Hermione se sintió observada, y se giró de golpe, cubriéndose los pechos desnudos.
-¡RON!
-Hermione, l-lo siento, n-no p-pensé que estarías aq-quí –balbuceó Ron, desviando la mirada hacia la derecha.
Hermione nunca se había sentido tan violenta. Estaba pensando en Ron y justo aparece en el baño de los prefectos y la ve semidesnuda. Notó que se ponía colorada, pero nada comparado con Ron, que parecía febril.
-Me voy, vendré luego cuando te hayas…
-Es igual, Ron –lo cortó Hermione rápidamente –Métete, de todas maneras no nos vamos a ver mucho, con todo esto –señaló las burbujas de colores y la espuma que había en la superficie del agua.
-Bueno… Vale –aceptó Ron, poco convencido –Pero date la vuelta, porque no llevo bañador –añadió, y las orejas se le pusieron aún más coloradas.
Hermione se dio la vuelta, y miró despectivamente a la sirena del cuadro, que al parecer estaba disfrutando del espectáculo. Ron se quedó completamente desnudo, e ignorando la risita tonta de la sirena, dejó su ropa al lado de la ropa de Hermione, y se fijó sin querer en un sujetador. El sujetador de Hermione. El sujetador de color salmón de Hermione. El sujetador de color salmón y de tela transparente de Hermione. 'Oh, Merlín', dijo con un tono de voz apenas audible. Se le puso la carne de gallina, y no era por frío. Entonces notó una sensación extraña que le recorría todo el cuerpo; se miró los pies, pero no se fijó en ellos; horrorizado, corrió hacia el borde de la piscina y se tiró estilo bomba.
-¡Ron! –exclamó Hermione, dándose de nuevo la vuelta.
-Lo siento –se excusó Ron con las mejillas rojas –Me encanta tirarme a lo bestia –mintió. Suerte que en la otra punta de la piscina había mucha espuma, porque lo estaba pasando realmente mal.
-No pasa nada, es solo que… Bueno, me has asustado un poco –explicó Hermione. Ron asintió en un gesto de haber comprendido, y ambos se quedaron en silencio.
-¿Qué hora es? –preguntó Hermione, tras varios minutos de silencio. Ron se acercó al borde la piscina, tomó su varita y dijo '¡Accio reloj!'. El reloj se posó con suavidad en la mano de Ron –Son las… ¿Qué ocurre? –Hermione iba a hablar, pero se calló -¿Qué pasa? –insistió Ron.
-No es nada, sólo que te iba a dejar terminar de decirme la hora antes de decirte que, bueno, ya dominas a la perfección el encantamiento convocador –explicó en voz baja pero audible, y sonrió un poco avergonzada.
Ron le devolvió la sonrisa, también avergonzado –Es tarde Hermione, son las diez menos cuarto y…
-¡Vaya, vaya! ¡La comadreja miserable y la ratita sangre sucia! –exclamó una voz arrastrada desde la puerta –Veo que has picado Granger –su sonrisa irónica se acentuó aún más –y encima mataré dos pájaros de un tiro.
-¿Qué coñ…? –empezó Ron, pero Malfoy fue rápido -¡ACCIO ROPA!
Toda la ropa (incluso el sujetador de Hermione) volaron a las manos de Malfoy, que salió como alma que lleva el diablo del baño de los prefectos, dando un portazo tras de sí.
Hermione y Ron se habían quedado boquiabiertos. Ron aún sostenía su varita en el aire, pero la dejó caer, muerto de rabia.
-¡ASQUEROSO CABR"N HIJO DE LA GRAN…!-
-¡No, Ron! – chilló Hermione, y empezó a correr como pudo -lo que la densidad del agua le permitía- para impedir que Ron saliera desnudo al corredor tras Malfoy. Ron había empezado a salir del agua, pero a medio subir se dio cuenta de que estaba como la señora Weasley lo había traído al mundo, aunque por suerte Hermione sólo le vio un poco el lugar donde la espalda pierde su casto nombre. Se quedó paralizado y muerto de vergüenza de nuevo. Hermione siguió avanzando hacia él, y aunque quería que el agua la tragara por la vergüenza que ella sentía también, no cesó hasta llegar a Ron y tirar de sus hombros para volverlo a meter en el agua.
-¡Ron! ¿Te das cuenta de lo impulsivo que eres? ¿Eres consciente de lo que has estado a punto de hacer? –inquirió Hermione muy nerviosa. El corazón le latía a mil –Imagina que sales del baño y pasan Filch o Snape, ¡o Umbridge!, y encima con la hora que… ¡Ay! –Hermione dio un pequeño saltito y se apartó unos centímetros de Ron -¡Algo me ha rozado la cadera! ¿No habrá nada raro en el agua, no? –preguntó Hermione un tanto asustada, mirando a su alrededor. Ron volvía a estar como un tomate, y estaba convencido de que poco le faltaba para sacar humo por las orejas. Hermione lo miró desconcertada -¿Ron? –Ron quiso decirle lo que ocurría, pero era demasiado vergonzoso para él contarle que… -Ay, no Ron, no me digas que… -empezó Hermione, con los ojos muy abiertos.
-¡NO ES MI CULPA! –aulló Ron, apartándose bruscamente de Hermione –¡Ha sido culpa de ese dichoso sujetador tuyo! –sentenció ofendido (y colorado).
-¿Perdón? ¿Qué tiene que ver mi sujetador en todo esto? ¿Y a ti quién te manda mirarlo? –exigió Hermione con furia.
-¡No es mi culpa de que tú lo pusieras encima de tu túnica, sin taparlo ni nada! ¡Parecía que el sujetador me dijera 'mírame, mírame' y yo no he podido evitarlo, con esa tela transparente de color salmón de que está hecho!
-¡No es color salmón, es rosa pastel! –corrigió Hermione, alzando la voz –Pero eso ahora no importa –añadió, algo más calmada y en un tono más bajo –Tendríamos que encontrar una manera de salir de aquí sin ser vistos.
-¿Cómo? –preguntó Ron, aún agitado por la reciente pelea entre ellos.
-En ese rincón hay toallas, podemos encantarlas y hacer dos túnicas con ellas.
Ron la miró con admiración. Se había olvidado de todo lo que se habían dicho hacía un minuto. Al parecer, Hermione también.
-¿Puedes darte la vuelta mientras salgo a coger mi varita? –pidió Hermione con timidez.
-¿Malfoy no te la ha mangado? Creía que estaba en algún bolsillo de tu túnica.
-La dejé en mi mochila, y por suerte Malfoy se interesa más por la moda que por el estudio –dijo ella, sonriendo.
Ron le devolvió la sonrisa y se apartó del borde para dejarla subir. A continuación, se dio la vuelta y se quedó observando la pared, como si fuera lo más interesante del mundo.
Hermione salió del agua, y a pesar de que Ron estaba girado, sentía cierto nerviosismo. Dio un corto rodeo por el borde de la piscina y cogió su varita de la mochila. Entonces, se dirigió al rincón donde yacían las toallas, y musitó algo que Ron, aún de espaldas, no entendió. Primero oyó un shhhh, luego un ras y finalmente un gemido de satisfacción. Y la tentación fue demasiado grande para él. Se dio la vuelta y vio a Hermione con la túnica blanca de toalla prácticamente pegada a su cuerpo. Se estaba poniendo malo –si no estaba ya lo suficiente-. Hermione se ruborizó un poco, y se giró.
-¿Qué? –preguntó Ron, sin entender.
-Nada. Que ya puedes salir del agua –contestó Hermione, divertida.
-Ah… Vale.
Ron apoyó ambas manos en el bordillo, y vigilando no caer sobre los grifos, se impulsó y salió del agua. Fue hacia donde estaba Hermione, y ésta estiró el brazo hacia su diestra, sin girarse, con la túnica-toalla en mano. Lo que sucedió a continuación fue rápido y confuso: Hermione, sabe Merlín porqué, siguió aferrada a la toalla por unas milésimas de segundo, y Ron tiró de la toalla con algo de fuerza por culpa del nerviosismo. Hermione se vio forzada a darse la vuelta. Y no pudo evitar que sus ojos se desviaran hacia las partes más nobles de su mejor amigo.
-¡¡Por Merlín..!! –exclamó Hermione, tapándose la boca con una mano.
Y es que Ron estaba bien dotado, para qué negarlo. Fueron dos segundos exactos los que tardó él en reaccionar.
-¡JODER! –y se tapó de abdomen para abajo como pudo. Pero el bulto seguía ahí.
-Vaya, nunca me imaginé que eras ENTERAMENTE pelirrojo –dijo Hermione con cierto tono de perversión y recalcando la palabra 'enteramente'.
-No tiene gracia, Hermione –espetó Ron, que aferraba la túnica-toalla con desesperación. Empezó a pensar que debía haber pisado una mierda de Thestral durante la clase de Hagrid. Definitivamente, ese no estaba siendo su día de suerte.
-Perdona Ron –murmuró ella muy avergonzada.
-Es igual. Ha sido culpa mía, para variar.
-No es cierto, ha sido mi culpa.
-Que no, Hermione.
-Que sí, Ron.
-Que no, Hermione.
-Que sí, Ron.
-Y yo te digo que no, Hermione.
-Y yo te digo que sí, Ron.
-Y yo te digo que no.
-Y yo te digo que sí.
-Pues yo que no.
-Pues yo que sí.
-Que no.
-Que sí.
-Que no.
-Que sí..!!
-Que no, que no, que no..!!
-Que sí, que sí, que sí..!!
-¡Bueno, es igual! –exclamó Ron, un poco harto –Si insistes, bien: tú has tenido la culpa –y viendo que Hermione abría la boca para replicar, se apresuró a decir: -Ahora tendremos que salir de aquí con mucho cuidado.
Hermione cerró la boca, y la volvió a abrir; volvía a ser consciente de la situación en la que estaban metidos.
-¿Qué hora es?
-Las diez y media pasadas.
-¡Madre mía Ron! –se escandalizó Hermione –Si nos pilla alguien aquí, a estas horas y con estas pintas, ¡ten por seguro que nos echan de Hogwarts!
-Les diremos la verdad. Les contaremos cómo Malfoy…
-¡No nos creerán, Ron! –dijo Hermione, desesperada –Y menos si el que nos pilla es Snape.
-La sirena es testigo de cómo Malfoy…
-¡La sirena es un simple lienzo, Ron! –le contestó Hermione exasperada.
-En tercero, Dumbledore creyó a la Dama Gorda cuando ella dijo que Sirius se había metido en el colegio, y McGonagall castigó a Neville después de que Sir Cadogan revelara que Sirius tenía las contraseñas de la Sala Común de Gryffindor –terció Ron.
-Entonces será peor para nosotros –le dijo en tono confidencial, mirando de reojo el cuadro de la sirena.- Porque ella nos ha visto llegar a una hora inapropiada y hacer el tonto.
-¿Hacer el tonto? –inquirió Ron, algo ofendido.
-Bueno, es igual… -repuso ella, arrepentida de lo que acababa de decir. –La cuestión es que aunque Malfoy sea castigado, nosotros no nos libraremos, y con razón.
-¿Por qué dices que hemos hecho el tonto? –insistió Ron.
-¡Eso que más da ahora! ¡Vamos! –y lo agarró del brazo, obligándolo a caminar hacia la puerta. Ron apenas andaba bien; por un lado, Hermione lo tenía cogido con fuerza, y por el otro, seguía sosteniendo la túnica-toalla como podía.
-Hermione, ¿puedes esperar a que me acabe de poner la toalla? –espetó Ron, zafándose de ella como pudo, de manera que no se le cayera la toalla. Se puso de espaldas a Hermione, pero giró la cabeza para mirarla.
-¿Qué? –preguntó Hermione.
-Que te gires, Hermione –respondió él con naturalidad.
-Sí… sí, claro –se dio la vuelta y aprovechó para cerrar su mochila y colocar su varita estratégicamente por si la requería durante el recorrido hasta la Torre de Gryffindor.
-Bueno, ya está –concluyó Ron; notó cómo Hermione se giraba al tiempo que lo escrutaba con la mirada. Oh, no, otra vez no…
-Ron, será mejor que me lleves la mochila. Así disimularás tus 'encantos'.
Ron estaba dispuesto a discutir esa frase, pero no tuvo tiempo; Hermione acababa de abrir la puerta y ya salía por ella. Corrió para alcanzarla.
Una vez fuera del baño, la puerta se cerró sola, con el mismo silencio con el que se había abierto. Ron y Hermione se miraron un momento, asintieron con un gesto breve y sacaron sus varitas, al tiempo que susurraban '¡Lumos!'. Echaron a andar en dirección contraria a Boris el Desconcertado, y cuando se hallaban a dos metros de las escaleras, oyeron la áspera voz de Filch a lo lejos.
-Merlín –susurró Hermione asustada -¡Nox!
Ron también apagó su varita, y ambos se quedaron quietos escuchando.
-¿Tú también lo has oído, verdad, señora Norris? ¡Alumnos fuera de la cama! –oyeron que Filch le decía a su gata. Apenas se veía nada; Filch no llevaba nada para iluminar, y daba la sensación que se guiaba por el tenue fulgor de los ojos de la señora Norris.
-Ron, ¿qué lleva…? –empezó a preguntar Hermione.
-¡Maldita sea, parecen nuestros uniformes! –Ron tenía los puños cerrados de ira contenida –Juro que Malfoy lo va a pagar caro.
-Vamos Ron, ¡al séptimo piso! –murmuró Hermione. Y acto seguido lo cogió de la mano y empezaron a subir las escaleras a zancadas. Por suerte, al igual que todo Hogwarts, las escaleras parecían dormidas y no se movían, por lo que no tuvieron ningún problema para llegar al séptimo piso. Cuando se dirigían hacia el tapiz de Barnabás el chiflado, Filch apareció de la nada.
-Vaya, vaya, mira lo que tenemos aquí, señora Norris –se dirigió a su gata con voz falsamente melosa –Dos Gryffindors merodeando a deshora…-
De repente, se escucharon unas voces que procedían de pisos inferiores, y tanto Ron como Hermione pudieron reconocer, aterrorizados, que se trataban de las voces de la profesora Umbridge y el profesor Snape. Filch no se había dado cuenta, porque seguía hablando con el deleite que le producía haber cazado a dos prefectos fuera de la cama a altas horas de la noche.
-…y además prefectos, he encontrado vuestros uniformes con las insignias detrás de la estatua de Boris el Desconcertado…-
-Ron –susurró Hermione con disimulo. Suerte que no había casi luz en el pasillo; así Filch no podía ver cómo Hermione le dictaba instrucciones a Ron en voz baja.
-…imaginar qué demonios estaríais haciendo, pero la profesora Umbridge estará…-
-¡Obliviate! –soltó Hermione de repente, apuntando con la varita a Filch y a la gata. Éstos quedaron aturdidos, y Ron aprovechó para quitarle de las manos los uniformes. Entonces asió a Hermione del brazo con la mano que le quedaba libre, y los dos corrieron todo lo rápido que las piernas les permitían hacia el tapiz de Barrabás el chiflado. Allí, cerraron con fuerza los ojos, y la puerta del Cuarto del Requerimiento se hizo visible. Entraron sin demora, sin ni siquiera mirar a Filch, que se estaba recuperando, y cerraron la puerta tras de sí.
