FIC

La Pequeña

Por Mayra Exitosa

Introducción y

Capitulo I

Fic alterno con los personajes de Candy Candy,

Las cosas no salían bien ante sus pequeños pasos, por más que deseaba hacer feliz a su madre, algo notaba que la entristecía, la falta de su papá, no solo ella lo echaba de menos, su mama, se sentaba horas y horas pensándolo, y sabía que pensaba en él, porque después de que por fin reaccionaba de estar sumergida en sus pensamientos, la pequeña Candy la escuchaba decir,

- Solo tu mi hermosa niña, eres quien más me lo recuerda, eres lo que mejor hicimos los dos y… él no lo sabe.

El llanto de su madre, hacía que Candy saliera de aquel salón donde su madre fungía como enfermera, pues el orfelinato, pertenecía a ella, ahí no solo cuidaban a niños sin padres, también estaba la opción de cuidar a niños con padres que trabajaban y eso era en parte muy triste, porque algunos niños observaban como venían por ellos y otros no. Candy tenía en su corazoncito la meta o ideal de que todos los niños del orfelinato guardería, fueran adoptados, así que ella mostraba buena disposición, muchos adres habían querido adoptarla, solo que ella si tenía a su mamá, y cuando se daban cuenta, tomaban la decisión hermosa de escoger a otra pequeña, si no parecida a la pequeña Candy, al menos si con una hermosa sonrisa.

Candy usaba el uniforme de los pequeños que no tenían padre, así al conocerla atraía a parejas que deseaban hijos y al final se daban cuenta que ella no estaba en adopción, contaba con una hermosa mami quien fungía como administradora y enfermera del lugar.

Candy contaba con cinco añitos cuando ya era muy independiente, jugaba con animales y se sentía la dueña de todos los que encontraba o rescataba, a tal grado que su madre al verla con los cuidados y el amor que ella los atendía, lloraba enternecida y no podía negarle a la pequeña el don que sentía había heredado, un corazón noble, colmado de grandeza y cierta valentía que la joven madre valoraba, pues alimentaba que ella fuera autosuficiente.

- Candy, ya es hora de comer.

- Si mami, me iré a lavar las manos. Toto, deja de morder ese alambre, no es bueno para tu colita que salgas aun, deja que puedas curarte y te daré un paseo agradable.

En el mismo orfelinato la madre de la pequeña había construido su casa. Ella también había sido una niña del orfelinato, hasta que cuando ya mayor, su padre la encontró y por fin tuvo un apellido, solo que ella ya estaba muy enamorada del padre de la pequeña Candy… aquí la historia de cómo esta pequeña, todo lo que se proponía lo lograba, incluso las metas mas grandes, podían no ser imposibles ante su gigantesco poder de optimismo.

- Si Toto, yo traeré a mi papá a casa.

Una tarde, la pequeña jugaba cerca del lago, un jovencito alto y mayor estaba sentado en una barca, esta comenzó a hundirse con un agujero donde brotaba un chisguete de agua. Candy observaba a la distancia, brincando de un lado a otro.

- ¡Salta! ¡Salta!

Gritaba la pequeña para que el jovencito nadara, a lo que el niño al escucharla le hizo caso y al saltar la barca se volteaba con él cubriéndolo, la pequeña se lanzaba al lago y fue nadando hasta él, ambos nadaban a la orilla, agotado la reprendía

- Pude haber tomado tiempo y remar hasta la orilla, mi camisa se ha arruinado.

- Bueno eso significa que estas bien.

- Cornwall, Archivald Cornwall.

- Candy, mi nombre es Candy.

- ¿Solo Candy?

- Si, solo Candy. Mencionaba la pequeña con una sonrisa tramposa como siempre lo hacía, así si el niño tenía padres, y la quisieran adoptar, se llevarían a otro de los niños del orfelinato de su mamá.

La madre de la pequeña, escribía de nuevo una carta, tenía que encontrarlo, ya había escrito muchas, y todas rechazadas, pero lo buscaría siempre, no perdía las esperanzas, de dar con él de una manera u otra.

La madre de Candy, había vivido un gran amor con el padre de la pequeña, ambos eran uno para el otro, la familia del padre se opuso a ese noviazgo y él, continuo con ella a pesar de lo que dijeran, la amaba y adoraba como a nadie. A pesar de ser de familia de muchos recursos, tuvieron un revés en las finanzas y casi pierden todo lo que tenían, pero gracias al padre de la pequeña, la fortuna se salvaba, solo que cuando el regresó a buscar a su movía, le habían dicho que ahora tenía apellido y ya no era para él. Aun con todo y eso, fue a buscarla, investigaba hasta encontrarla. Pensando lo peor o no, el no podía creer que su amada lo haya cambiado por otro en solo unos meses de ausencia.

El padre de Candy, ignoraba que su novia había quedado embarazada. La madre de Candy había sido encontrada por su padre y este al saber que estaba enamorada, feliz busco darle su apellido para casarla con su novio, pero pasaron muchas cosas…

La madre de la pequeña sufría un atentado de un auto, coincidentemente de la familia del padre de su hija, intentaron atropellarla, el abuelo materno la salvaba y al pensar que iba a perder a su hija, inmediato registraba a la pequeña bebita que había nacido con vida. A Dios gracias, la madre sobrevivía, con el paso de los años, tanto el abuelo como la madre de la pequeña, buscaban al padre. Pero no dieron con él, la misma familia se oponía y buscaba siempre negar el acceso a la información o el lugar donde podían encontrarlo, no era tal cosa, era que el padre de Candy también la buscaba y ambos así no se encontraban.

- Hija, la niña necesita un hogar y necesitas descanso.

- Papá, el orfelinato será cerrado, las encargadas fueron promovidas y…. desean cerrarlo, los niños serán enviados lejos de aquí, si yo pude encontrarme contigo, cuántos niños perderán la pista de sus padres si los buscan.

- Bien hija, comprare ese lugar y tu lo cuidaras, pero prométeme que ya no te acercaras a esa familia, no pudimos comprobar el accidente, ese hombre trato de matarte.

Cuando la pequeña cumplía tres años, el abuelo sufría un infarto, aun con toda su fortuna heredada a su hija, ella continuaba viviendo en el orfelinato con la sencillez con la que siempre había salido adelante.

En Europa, donde las pistas habían llevado al padre de Candy, continuaba viajando y buscando el paradero de su bella mujer, pues el hombre que se había casado, y el apellido que le habían dado, resultaba de un hombre mayor, imposible de que su novia se haya casado con él, así continuaban las investigaciones, sin volver a Lakewood, donde él había perdido a su novia, porque supuestamente otro se la había llevado a otro continente.

- señor, las investigaciones dicen que nunca salió de América, ella continua allá.

- Volveremos a casa, seguiré buscándola, jamás me rendiré, no confió en nadie.

Para cuando esta respuesta se daba habían pasado ya más de cinco años, los mismos que celebraba ahora la pequeña en el orfelinato con aquellos niños menos afortunados, los cuales festejaban el cumpleaños de la pequeña y ella aun no llegaba. Cuando su mami la vio soltaba a reír,

Su niña llegaba mojada, con sus rizos apachurrados y su vestido pegado a su cuerpo

- Candy, mi amor ¡¿Qué te pasó?

Ella sonreía sacaba la lengua traviesa y recordaba que si ella se veía mal, el niño que había conocido, se veía peor, sus cabellos lisos y pegados a su rostro, rus zapatos elegantes y mojados y no olvidaría jamás su camisa de seda, estaba con ramas y lodo por haber saltado.

- ¡Oh mami! Fue el mejor día de mi vida, vi a una serpiente parada en el lago, estuvo genial, tenía su piel pegadita y suavecita.

- ¡Candy! ¡Por Dios! Pudo haberte hecho daño.

- No mami, es negra y son de las del agua, las que se comen a las víboras malas, no paso nada. La pequeña apretaba su boca riendo, por la mentira que había dicho, no era una serpiente, era un nuevo amigo, pero estaba delgadito y remojado como las viborillas de agua que salían del algo.

- Vamos a darte un baño, todos estamos esperándote, ya tengo listo la torta rosita que te prometí.

- ¿Habrá también torta para mis mascotas?

- Por supuesto mi amor, si hice otra mejor para ellos, les encantará, festejaran tus cinco años

- Gracias mami, te quiero mucho. Aun mojada se abrazaba a su hermosa madre, quien no le importaba y la elevaba en sus brazos, su pequeña hija acomodaba sus piernas en su cintura y aun ensuciando su vestido de flores, la llevaba dentro para ponerla hermosa y que fuera a festejar con todos sus amiguitos. Si su padre la conociera, se enamoraría de su hijita bella.

En Chicago, en el aeropuerto, un hombre alto, rubio, de ojos azules, con cabello largo y una mirada lejana. Bajaba de un avión, topándose de frente con sus pequeños sobrinos, quienes lo esperaban ansiosos. Pues tenía dos años que su hermana había fallecido en Escocia y se había quedado con su sobrino como tutor, lo había enviado a Lakewood, junto a su Tía Elroy, su prima Sara y sus otros sobrinos que ya estaban ahí para quitar la tristeza del pequeño que había quedado sin sus padres. El pequeño rubio corría hasta llegar a él

- ¡Tío! ¡Tío!

- ¡Anthony!

Tras él, otros dos pequeños se unían a él y continuaban su camino Archie y Stear, quienes sus padres se encontraban viajando y se habían quedado bajo el cuidado de la Tía abuela Elroy

CONTINUARA


Gracias por continuar leyendo, la paciencia es una virtud, solo espero que me ayuden a continuar escribiendo

Un abrazo a la Distancia

Mayra Exitosa