Nota de autora: ¡Hola! Bueno, sé que tengo varias historias pendientes, pero estaba viendo las coreografías de Where have you been y She Wolf de Just Dance 2014 (Links: watch?v=l2IflHuFoAA y watch?v=XOCV4i8FfcU) y se me ocurrió esta historia (es de varios capítulos) Luego, pacieeencia, pronto incluiré a los RBBZ e intentaré subir más One-shot's y capítulos de mis otras historias. En fin, espero que lo disfruten.
Disclaimer:PPGZ y sus personajes no me pertenecen, el fic sí.
Advertencia:La trama no está relacionada con la historia original.
Kaoru's POV:
-¿Y a qué se debe, querida madre, que desees reunirme con las otras princesas de los elementos? –pregunté sonando lo más amable posible, ya que mi humor en esos instantes no era como que muy… bueno que digamos. ¿Por qué me hallaba de mal humor? La respuesta, o las respuestas, no eran complicadas. Tenía que conocer a las otras herederas de los Reinos Elementales, cosa que definitivamente no quería hacer y para rematar, debía presentarme como "la princesa del Reino del Fuego". Puff, vaya estupideces. ¡Detesto que me digan princesa! Porque, para comenzar, suena a nena consentida, cosa que no soy y además, suena a que soy insoportable… cosa que considero que tampoco soy.
-Hija, ya te explicamos tu padre y yo que es para que puedan entablar una relación de amistad y en un futuro, cuando tengas derecho a la corona, no ocurran discusiones entre las otras gobernantes y tú –explicó mi madre con una sonrisa. La misma excusa de siempre.
-Como sea –me crucé de brazos y desvié la mirada. Mi madre suspiró con resignación.
Miré por la ventana del carruaje en el cual viajábamos y observé el paisaje. Un hermoso bosque. Las criaturas abundaban, hasta parecía que más que la vegetación. Ciervos, pájaros, ardillas, osos, conejos, mapaches, jabalíes, entre otros animales corrían en dirección al carruaje al observarlo. No parecía que fuesen tímidos. Solo espero que la princesa de éste Reino tampoco lo sea.
Desvié mi mirada de la ventana y la dirigí a mi ropa. Traía puesto un vestido largo, que se arrastraba al caminar, color rojo. Tenía detalles en dorado y era sin mangas pero no strapless ni de tirantes. Bastante elegante, para ser honesta. Aunque si soy completamente honesta, admitiría que no me gusta. Es más, ¡Lo detesto! Detesto usar faldas… y vestidos. Además, el color. Digo, no es que no me guste el rojo, es bonito, pero me gusta más el verde, solo que mis padres insisten en que al ser la representante más jovial del Reino del fuego, debo vestir del color que lo representa. Que idiotez.
-Kaoru –escuché que me llamaban. Me volteé y vi que era mi madre.
Habíamos llegado.
Me bajé del carruaje y di un vistazo a mi alrededor. Observé el palacio del Reino de los animales. Era una estructura bastante grande y de color verde con detalles en café. Muy bonito.
Mi madre me hizo una señal para que la siguiese al entrar al castillo. Adentro, era realmente espacioso y tenía cuadros con fotografías de animales –un lugar raro, muy raro– y ninguna piel o algo parecido.
Nos sentamos en un enorme comedor para esperar a la Reina del Reino de los animales, una señora de avanzada edad, ya que, según me contó mi madre, los padres de la princesa de éste Reino murieron al quedarse varios días sin dormir ni comer por defender a las ballenas. En serio amaban a los animales.
De repente, una anciana entró al comedor sonriendo, por suposición supe que era la Reina. Se acercó a mi madre y la saludó de beso. Acto seguido, me volvió a ver y sonrió tiernamente.
-Es una joven muy hermosa –le dijo a mi madre mientras me observaba.
-Gracias –dijo ella– ¿Y su nieta, Reina Kiyoko?
-Oh, se quedó en su cuarto. Tan tímida –lo que me faltaba. Esperen… si conozco a mamá… No, no, no, ¡No!
-¿Y no le molestaría si Kaoru va a conocerla? -¡Joder!
-Claro que no, querida. Ve, dulzura –la señora me sonrió. Discretamente suspiré con resignación.
-Gracias, ¿Dónde queda su habitación? –pregunté intentando ser cortés, después de todo, la señora era muy agradable.
-Sube las escaleras de ahí y ve al pasillo de la derecha, la segunda habitación –me dijo señalando los lugares.
-Gracias.
Salí del comedor y me dirigí al lugar de la dirección que la Reina Kiyoko me había dado. Al llegar, toqué un par de veces la puerta, pero nadie respondió a mi llamado. Abrí un poco la puerta y me di cuenta de que estaba vacía. Suspiré con tranquilidad. Fui y bajé las escaleras, pero mientras lo hacía, escuché una voz cerca de las escaleras. Me acerqué al lugar del cual provenía el sonido y me escondí detrás de una mesita. Vi a una chica rubia, de ojos celestes como el cielo, piel blanca y sonrisa tierna. Traía puesto un vestido verde de mangas largas que le llegaba por las rodillas, con detalles de color café. En esos instantes, hubiese preferido estar utilizando ese vestido. De repente, me fijé bien en ella y fue entonces cuando me di cuenta de que estaba hablando con un ratón.
-Descuida amiguito, iré a la cocina y traeré un gran pedazo de queso sólo para ti –sonrió. El ratón hizo un sonido raro, creo que chilló–. No es nada, Kevin. Siempre que necesites mi ayuda, solo llámame –el ratoncito saltó de su mano y se escondió en un hueco de la pared.
-Em… Hola –dije saliendo de mi escondite. Ella al escuchar mi voz se sobresaltó y se asustó mucho al verme, lo noté por lo nerviosa que se puso.
-¿T-tú e-eres…? ¿E-es-estás a-aquí p-por…? –tartamudeaba con nerviosismo, aunque la verdad se veía muy divertida al hacer eso.
-Soy Kaoru, la… –suspiré con resignación– princesa del Reino del fuego. Vine con mi madre, la Reina del Reino del fuego. Tu abuelita me dijo que estabas aquí. Vine para conocerte –ella me sonrió tímidamente. No sé cómo, pero creo que mis palabras la calmaron un poco.
-Y-yo soy Miyako, la princesa de los animales. Por eso me viste hablando con Kevin, el ratoncito.
-¿Puedes hablar con los animales? –me acerqué más a ella, sintiendo que ya confiaba más en mí.
-Sí, es mi especialidad. Aunque cuando les pido algo a mis amiguitos, los animales, o les doy una orden, ellos me obedecen –sonrió nuevamente.
-Vaya, eso es genial.
-Gracias –dijo con dulzura– ¿Y cuál es tu habilidad?
-Bueno, puedo manipular el fuego como yo quiera y también lo hago aparecer cuando desee. Aunque aún no he conseguido mis habilidades máximas, como volverme de fuego, por ejemplo –los ojos de Miyako brillaron.
-¿Puedes volverte de fuego? –preguntó emocionada.
-Ahora no, porque apenas tengo 14 y no he desarrollado mis poderes, pero en un futuro, si entreno y me esmero, lo haré. El lado positivo, es que soy humana y no incendio lo que toco –la rubia rió–. Y dime, ¿Cuáles son tus habilidades máximas?
-Convertirme en cualquier animalito que desee. Pero al igual que tú, tengo 14 y aún no he desarrollado mis habilidades máximas.
-Vaya, sería genial ver a alguien convertirse en algún animal.
-Sí, espero que en un futuro lo pueda hacer.
-¡Kaoru! ¡Miyako! ¡Vengan, vamos a ir al Reino del Hielo! –oí a mi madre gritar.
Mi nueva amiga y yo nos volvimos a ver y sonreímos. Si Miyako era así de linda y divertida, no pude imaginarme cómo sería la otra princesa.
