Era por la mañana en Storybrooke y sus habitantes ya empezaban sus rutinas, Granny's abría sus puertas y preparaba el desayuno a sus clientes, Ruby colocaba las mesas y limpiaba para que estuviese todo a gusto de la gente. Como todas las mañanas, el Doctor Whale se presentaba en el establecimiento y pedía un café antes de ir a trabajar. Todos se preguntaban quién era en el mundo de los cuentos, ya que prefirió no decirlo, solo se sabía que odiaba a Regina por todo lo que le arrebató, y eso no daba muchas pistas. ¿Pero qué pudo arrebatarle a este interesante personaje? Henry se hacía muchas preguntas respecto a él, quería conocer todos los secretos de su pueblo, y estaba dispuesto a averiguarlos uno por uno. Aquí empieza la historia, con el nuevo plan de Henry, la "operación anaconda".

Ese día Henry no tenía clase, por las vacaciones de Navidad, lo que le daba más tiempo para investigar sobre Whale y los secretos que esconde tras esa bata de doctor, estaba convencido de que alguien tenía que conocerle aparte de Regina, que no le diría nada a su hijo. Y sabía que ese alguien sería el que todo lo sabe, el Oscuro, Rumpelstiltskin. Tal vez si hacía un trato con él le desvelaría algo sobre Whale, así que cogió un par de joyas de su madre y algunas de las cosas más valiosas que tenía, por si le podían interesar. Pero esto no lo iba a hacer solo, así que fue a buscar a Emma para que le ayudara, seguramente estaba en comisaría con David, tal vez él también quería ayudar, así que se puso en marcha a la comisaría. Cuando llegó estaban allí, tomando café y chocolate con canela, con donuts de acompañamiento. Henry entró con una gran sonrisa, Emma en cuanto le vio supo que le iba a pedir algo importante.


Ese día, Regina se levantó temprano, Henry dormía, y aunque sabía que no le importaba, le dejó una nota avisando de que no iba a estar en toda la mañana porque tenía que hacer algo importante, pero no decía a dónde iba ni lo que tenía que hacer, por si a Henry le daba por meter las narices en asuntos ajenos. Cogió su coche y se dirigió al bosque, aparcó en un terreno arenoso y continuó su camino andando, comprobando todo el rato que nadie la seguía, ya que todos pretendían matarla. Se dirigió a un gran árbol, un árbol centenario que había resistido de todo, se apoyó en él y se puso a escribir un mensaje que decía "9:30 árbol centenario, cueva de las almas cantoras", no lo envió directamente, esperó unos minutos, avistó a unos metros una cueva y le dio a "enviar". Sonrió satisfactoriamente, tenía algún secreto en esa cueva y ese árbol… Un rato después empezaron a llegar pájaros, venían desde lejos, no eran propios del lugar, se apoyaban en las enormes ramas del árbol centenario, esperando algo. Regina miró el reloj, aun faltaban quince minutos para las nueve y media, pero los pájaros parecían entusiasmados y deseosos de que empezara, como si no quisieran perder el sitio, pero, ¿por qué había tantos pájaros? ¿Qué esperaban? ¿y qué eran las almas cantoras? Regina sabía perfectamente lo que eran, y la persona a la que envió el mensaje también, y parece ser que estaba a punto de comenzar lo que quiera que fuese. Pasados diez minutos apenas quedaba un hueco en el gran árbol centenario, estaba lleno de pájaros y pequeñas criaturas del bosque, pero no hacían un solo ruido, como si no quisieran perderse nada. Regina miraba el móvil impaciente, pensando que no llegaría a tiempo, pero cuando solo faltaban dos minutos, se oyó un ruido a lo lejos que alertó a los animales, pero no abandonaron su puesto, unos segundos más tarde apareció el acompañante de Regina, esta le miró y volvió a sonreír con cierta satisfacción. El acompañante se acomodó en el árbol y Regina dijo : Que comience el espectáculo.


Emma no tuvo más remedio que acompañar a Henry a la tienda de Gold si no quería que se metiese en algún lío o hiciese alguna locura. El señor Gold estaba en el mostrador, esperando la llegada de Emma y Henry. Les miró, esperando que dijesen algo.

-Hola señor Gold, me gustaría hablar con usted.-Dijo Henry con decisión.

-¿De qué quieres hablar? ¿De tu madre, tal vez?- Bromeó Gold.

-Verá, usted lo sabe todo, así que tal vez podría hablarme sobre Whale y su conexión con mi madre. Y como sé que todo tiene un precio para usted, he traído objetos que tal vez le interesen.-Sacó los objetos, las joyas y demás, dejando a los adultos atónitos.

Sonó el teléfono de Gold, cuando vio el mensaje que recibió, sonrió y dijo:

-Lo siento, Henry, tengo que irme, continuaremos esta conversación otro día.-Dicho esto, salió de la tienda y se marchó con el coche.

Emma miró a Henry con seriedad, Henry miró al suelo, sabía que lo de las joyas no había estado bien, pero la curiosidad le pudo. La mirada de Emma daba a entender que la investigación sobre Whale había acabado, pero esto no quedaba así, había muchos más secretos en Storybrooke que podía descubrir, y ya sabía cuál era el siguiente objetivo: en una de las historias de su libro se mencionaban ciertos lugares en los que las parejas se solían reunir y que tenían historias bastante interesantes, uno de esos lugares era El Árbol Centenario, un viejo árbol que tenía unas raíces tan enormes que los enamorados se podían sentar en ellas y escuchar los cantos que provenían del siguiente lugar que se menciona, la cueva de las almas cantoras. Eran lugares que a Henry le interesaban mucho, y como bien decía el libro, el árbol centenario resistía todo, incluso la magia, así que pensó que el hechizo no pudo con él y que este estaría en el bosque de Storybrooke. Esta vez no le dijo nada a Emma, ni a sus abuelos, simplemente cogió la mochila y se puso en marcha hacia el bosque.