Nadie se percata de qué, en medio de un paseo abarrotado de gente se entrelazan dos manos. Dos manos que solían ser de dos enemigos. Las mismas que habían herido al otro en alguna situación. Ahora mismo, estaban juntas, disimuladas bajo los trajes de ambos hombres. Un austriaco y un suizo. Ambos caminaban, lado a lado, a través de la calle, sin dirigir demasiadas palabras. No les hacer falta. Nunca habían necesitado muchas palabras para entenderse. Tan solo miradas, a pesar de qué, de vez en cuando, también hablase una antigua sonrisa de Roderich.

Unos pasos les separaban de casa. Donde podrían dejar de disimular y podrían mostrar algo que no fuera un amor inexpresivo. Anduvieron con las manos cogidas y los sentimientos ocultos hasta llegar.

El austriaco abrió gentilmente la puerta, de mientras, el suizo, sin mirarle siquiera, pasó hacia dentro. El moreno le siguió y sin mucha demora se dirigió a la sala del piano.

"Espera"

No era una boca quien lo decía. Sino, una mano que impedía que se marchase. Aun sin mirarle a los ojos, Vash se puso de puntillas y le plantó un pequeño beso en los labios de Roderich. Este, se quedó gratamente sorprendido y se lo devolvió. Tras separarse, tan solo se sentó en el sofá y se quitó la chaqueta.

Por fin en casa- se limitó a exclamar.

-Sí. - asintió el suizo.

-El rubio era serio y malcarado, pero ambos sabían que, por muy poco que dijera, estaba a contento de llegar a casa.

-Si me disculpas, estaré tocando el piano.- dijo el moreno, levantándose. Inclinando ligeramente la cabeza, haciendo un gesto, invitando a su amante a que le acompañase.

Vash no le hizo caso alguno, probablemente, se quedaría en el sofá. De mientras, Roderich seguia su camino, fuera de aquel salón. Llegó a su querido piano. No era decisión suya, parecía más bien de sus dedos, estar tocando "Habanera" de Bizet.

La dulce melodía atrajo al suizo, quien iba recitando la letra por lo bajo.

*"L'amour est un oiseau rebelle, que nul ne peut apprivoiser, et c'est bien en vain qu'on l'appelle, s'il lui convient de refuser"

Sin hacer ruido, entró a la sala y se puso detrás de él. Roderich, se levantó al sentir su presencia. Dejando la pieza inacabada.

-Te has dejado la última parte.

-Lo sé.

-¿Por qué?

El austriaco se limitó a callar y decidió coger la mano del suizo y pasarla por las teclas del piano.

-Porque ahora mismo no necesito que el piano diga lo que siento por ti.

Tras esas palabras, se acercó lentamente al rostro del otro. Poniéndose tan cerca de él, que podía sentir su respiración. Junto sus labios con los del rubio. Fundiéndose en un beso. Tal y como el que había querido darle desde que estaban en la calle. Solo que ahí, ya se no habrían mirones. Ni objeciones ajenas de los que no eran ninguno de los amantes.

* "El amor es un pájaro rebelde, que nadie puede enjaular, será en vano llamarlo, si él prefiere rehusar"