-Ino. –La llamó con su pesada voz.

Sabía que su compañera iba a estar ahí. En el bosque. Donde nadie podría molestarla mientras lloraba y pensaba a su padre. Nadie que se acercara a ella por lastima o compasión, en donde podía dejar su papel de chica fuerte y nadie lo notaria.

La entendía a la perfección, él también estaba atravesando el duelo por la muerte de su propio padre. Su casa era un verdadero caos, su madre apenas dormía y durante la noche, se la pasaba sollozando hasta el amanecer, y durante el día no se comportaba como siempre lo hacía, con su característico carácter que ponía a todo el Clan Nara de rodillas.

Y ese era otro tema, tenía todos los días a miembros de su clan y a todos los superiores de los demás clanes en su casa, presionándolo para que tomara rápidamente el puesto de su padre, ya que había muchísimas reuniones a las que debía ir el represente del clan de los ciervos. Y sabía que lo mismo debía pasar en la casa de su rubia compañera, la única integrante femenina del equipo Asuma.

-Ino. –Volvió a llamarla. Claro que no se daría vuelta para dejar ver su rostro hasta contener un poco las lágrimas que caían por su bella cara.

-Shikamaru. –Susurro ella, girando su cuerpo y levantándose del césped. -¿Ha pasado algo? –Pregunto, ya que no sabía a qué se debía la presencia de su compañero y amigo.

-No debes pasar por esto tu sola. –Le dijo de la manera más cariñosa que pudo, ya que era un momento demasiado problemático, no dormía hace varios días y estaba demasiado irritado.

-Vinieron hoy a mi casa, Shikamaru. –Dijo la chica. El Nara puso una cara de confusión. –Los demás integrantes de mi Clan. Dijeron que si no estaba lista para asumir el mando y mi madre tampoco, buscarían a otro que se encargara. Por suerte Chōza-san y Chōji estuvieron ahí para defenderme, si no, no sé qué hubiese pasado–El chico de coleta apretó los puños con fuerza al ver a su amiga quebrarse delante de sus ojos.

¿Tan insensibles podían ser algunas personas? Las muertes de ambos líderes eran demasiado recientes, y ellos aún eran Chūnin, no podían tomar el mando así como así, aunque lo desearan con toda su vida. Era el único que entendía todo su dolor. Quería abrazarla y decirle que todo iba a estar bien, pero sabía que no podía, eso lo confundiría, ya que su cerebro no estaba andando al cien con toda lo que estaba viviendo.

-Mi madre dijo que se haría cargo hasta que me convirtiera en Jōnin. Para que nuestra familia no perdiera el mando, es demasiado problemático. –Le respondió caminando hacia ella, a quien se le comenzaban a inundar los ojos por las lágrimas.

Cuando quedo muy cerca de su amiga, rodeo con sus brazos su estrecho cuerpo, para que supiese que no estaba sola y que él, la apoyaría y mataría al que intentara hacerle algún tipo de daño, se lo había prometido a Asuma y también a el mismo, no dejaría caer a otro de los suyos.

El aroma de la Yamanaka lo embriago completamente, ese delicioso olor a flores y la suavidad de su largo cabello lo tenía completamente hipnotizado, no por nada su amiga era considerada una de las kunoichis más lindas de toda la aldea.

-Shikamaru. –La escuchó susurrar cerca de su oído, escondiendo la cara entre el cuello y el hombro del chico. –Eres como un héroe para mí en este momento. –El Nara se sonrojo y la abrazó un poco más fuerte.

Y así se quedaron varios minutos, no querían separarse y tampoco encontraban excusa para hacerlo. Después de todo para Ino, él era su vago problemático , aunque todos pensaran que estaba con Temari.