FINAL FANTASY VIII NO ME PERTENECE.
He reescrito este fan fic porqué había cosas que fallaban dela rgumento y del redactado, ahora ya lo tengo arreglado así que lo vuelvo a subir. He hecho caso a algunos de los consejos que me disteis en vuestros reviews (muchas gracias!!!)
Voy a subir los tres primeros capítulos a la vez, así los que os los leísteis podeis pasar al tercero ya (no he cambiado muchas cosas).
Capítulo 1: Preguntas y respuestas
Avistó la llamada curva del diablo. La llamaban así porqué ahí habían muerto muchas personas, él la había hecho miles de veces y no acababa de entender cómo podía haber tantos accidentes por esa maldita curva. Llegó a la conclusión de que los conductores debían ir bajo influencias de alcohol, drogas, sueño o lo que fuera que los distrajera. Al fin, había terminado el tramo de carretera más aburrido….esa larga recta con un paisaje repetitivo. Pisó el freno pocos segundos antes de llegar a dicha curva. No levantó el pie del freno. Hacía días que iba un poco fuerte, tenía que llevarlo al mecánico la mañana siguiente.
Apretó el pedal hasta el fondo.
Confusión.
De repente notó como si miles de agujas se clavaran en su cuerpo. Oía ruido por todas partes. Movimiento, todo se movía. Algo en su cuerpo se desgarraba, lo sentía pero no le dolía. Si tuvo tiempo de sentir algo sólo fue confusión.
Notó el aire frío de la noche en todo su cuerpo y, de repente, un fuerte golpe y su cuerpo paró en seco.
-Accidente de tráfico, Axel Corsa de matricula Bl2839, pertenece al Jardín de Balamb. Dos ocupantes de unos 19/20 años heridos gravemente. Uno es varón, sus principales contusiones son….
Abrió los ojos y una luz intensa le cegó por unos instantes. Se sentía cansado, muy cansado. Unos segundos después volvió a abrir los ojos sintiendo con ello un dolor intenso, aún tardó unos minutos a acostumbrarse a la luz de la sala. Cuando pudo ver con nitidez lo que tenia delante no reconoció el lugar, era un techo azul verdoso hecho de azulejo y con luces sencillas en forma de rectángulo. Le costaba tanto moverse como pensar, era como si todo su cuerpo estuviese bloqueado por una fuerza invisible que habitara dentro de él. Se sentía pesado e inmerso en un mundo sureal.
Sus oídos tardaron unos minutos en funcionar correctamente. Poco a poco, los sonidos a su alrededor se iban haciendo más y más claros hasta poder distinguir el latir de su corazón, pausado y rítmico, que emitía una máquina a su lado izquierdo. Quiso mirar el aparato pero no pudo, su mente estaba tan nublada que cualquier movimiento era una misión difícil de cumplir, su cuerpo estaba clavado a esa cama.
Notó como le dolían los ojos. Parpadear le cansaba. Sentía la necesidad de dormir, de descansar. Cerró los ojos.
Lentamente abrió los ojos, unos minutos después de despertarse. Notó movimiento a su lado y alguien que le cogía con fuerza del brazo.
Alguien se inclinó encima suyo y le habló. Él reconoció a la chica, era rubia, con los ojos azules, unos segundos después su nombre apareció en su mente: Quistis Trepe. Su cerebro no pudo recoger la información que salió de la boca de su amiga, todo parecía muy pesado, hasta sus ojos lo parecían.
Quistis, después de hablar sin ser oída, salió de la habitación unos minutos. Él seguía sin poder moverse, intentó comprender las palabras que habían salido de la boca de su amiga pero todo parecía formar parte de un sueño, todo parecía muy lejano a él. Decidió cerrar los ojos de nuevo¿Por qué le era tan difícil estar despierto?
Cuando dejó su sueño y abrió los ojos por tercera vez, había más gente a su alrededor: Quistis, Zell, Irvine y Selphie. Se dieron cuenta de que había despertado, se movieron y hablaron, entre ellos y con él .Pero él no pudo responder, aunque ya no se sentía tan y tan pesado, seguía siendo difícil moverse y su cerebro procesaba muy lentamente los acontecimientos.
Estuvieron unos minutos en silencio, Selphie lloró. Irvine la abrazó. Quistis cogida de su mano, sentía su tacto caliente, tenía la mano sudorosa.
Estuvieron un rato así, nadie habló hasta que Quistis tuvo el valor de hacerlo.
-Todo irá bien, no te preocupes, Squall.
El cerebro aún funcionaba con extrema lentitud pero se sentía con un poco más de fuerza. No podía pensar en nada, sólo podía ver lo que había en la habitación dónde él estaba estirado.
-Tómatelo con calma, ok ¿buana? – Irvine hablaba con un tono de voz tranquilo.
Esta vez sí entendió las palabras, su cabeza de iba aclarando poco a poco.
-Estás en el hospital de Dollet. – Informó Quistis.
-Dejémosle reposar. Cuando esté mejor ya le contaremos todo¿no¿Oyes, jefe¡Tu tranquilo! –sugirió Selphie
-Joder tio, qué chungo…-añadió Zell en un tono de voz triste, extraño en él.
-cállate. –no supo identificar la voz.
Entendió las palabras pero no pudo comprender la situación. Intentar pensar le provocaba cansancio y un tremendo dolor de cabeza.
Era curioso, lo único que podía controlar era su respiración, algo que en situaciones normales uno hace inconcientemente ahora se había convertido en una tarea difícil y que requería buena parte de su concentración. Sentía como si encima de su pecho hubiera mucho peso, que le costara mucho de levantar.
Una imagen fugaz se cruzó en su mente. Rinoa. ¿Dónde estaba¿Por qué no estaba allí¿Dónde, dónde? Quería saberlo, lo necesitaba. Oyó como su propio corazón empezaba a palpitar con rapidez dentro de su pecho, la máquina de su lado también lo indicó, se lo hizo saber a los demás. Se asustaron, pudo notarlo. Concentró toda su fuerza, su energía para gritar tan fuerte como su voz le permitiera pero sus labios solo se movieron unos escasos milímetros y de ellos no se escapó ningún sonido, ni un hilo de voz se oyó.
Quería saber porqué no estaba a su lado. Solo ella. Solo ella le importaba que estuviera allí. La impotencia se apoderó de sus sentimientos, que era lo único que existía dentro de su mente, ni racionalidad ni pensamientos, solo sensaciones.
Irvine había salido de la habitación a avisar a los médicos del cambio de palpitaciones de se corazón. Squall vio entrar una mujer con el pelo rizado y castaño a quién no conocía.
Le tomó el pulso y le miró las pupilas.
A penas notaba su tacto, sentía su alrededor como si estuviera sumergido en el agua, todo estaba enturbiado.
La mujer se separó de él y habló a los demás de modo tranquilizador antes de salir de la habitación.
Sentía como lágrimas amenazaban con derramarse por sus ojos y los cerró para poder evitarlo. Al hacerlo, sintió como el sueño le invadía por completo. Parecía que con los ojos cerrados el dolor se aliviaba, tanto el físico como el psíquico. Era otra forma más de evadir la realidad. Ojos que no ven, corazón que no siente.
Lo único que rompía el silencio de la noche era el incesable zumbido de las máquinas de su alrededor y su propia respiración. Estaba oscuro, solo se filtraba una luz muy tenue a través de las cortinas de la ventana.
Squall no podía dormir. Había demasiado en que pensar, demasiadas respuestas escondidas, demasiados silencios significativos, mucho más significativos que todas las palabras que había oído aquellos días.
-¿Dónde está Rinoa?- preguntó la tarde anterior, como tantas otras.
-No puede venir de momento, pero no te preocupes.
Que falso sonaba todo. Tenía que saber, no podía seguir así, sin saber dónde estaba ella, si estaba bien, aunque los demás dijeran que sí.
Poco a poco iba consiguiendo arrancar verdades de las bocas de sus amigos. Había estado cuatro meses tumbado en esa cama luchando entre la vida y la muerte, en coma. Sin embargo, no conseguía saber más sobre el paradero y estado de Rinoa, que era lo que más le importaba en esos momentos. Ni una palabra de ella, ni del accidente. Siempre recibía respuestas ingeniosas y taciturnas, le daba la sensación que se habían pasado esos meses pensando en qué respuestas darle cuando despertara. Le daba tanta rabia….sentía tanta impotencia…sin poder levantarse de esa cama y salir en busca de Rinoa. No era ni capaz de controlar su cuerpo y su fuerza, dependía completamente de los demás y eso era lo que más odiaba.
No recordaba nada de los días anteriores al accidente. Se forzaba a recordar hasta que estaba a punto de reventar de ese dolor agudo y penetrante de cabeza que le entraba cada vez que intentaba rememorar.
Cerró los ojos. Sería mejor intentar dormir…
-Sí, vete otra vez y déjame sola aquí de nuevo.- el tono de voz de Rinoa era frío, con muestras de rencor.- Siempre es lo mismo.- añadió con resignación.
Squall paró en seco antes de salir de la habitación y se giró para ver la expresión de su novia.
-¿Qué has dicho?
-nada.- suspiró la chica apartando su mirada de Squall.
-Repítelo.- pidió Squall, intentando mantener la calma.
Ella lo ignoró. Squall andó cerca de la cama del hotel. A menudo iban al hotel Galbadia, cuando, los fines de semana, hacían pequeñas escapadas a ese país para estar juntos, lejos del Jardín y de todo el marujeo de los alumnos.
-Rinoa…no empieces otra vez. Lo hemos hablado muchas veces.
-¡Oh! Perdone, maravilloso comandante.- Dijo la morena con sarcasmo y rabia en su voz.
Squall empezaba a cansarse de esa historia, no pasaba un mes sin que tuvieran la misma discusión…y cada vez era peor. Se estaba hartando del comportamiento de su novia, él hacía lo posible para que todo funcionara pero ella también tenía que entenderlo. No era justo que solo cediera uno de los dos y ese siempre fuera él.
-Muy bien, Rinoa. Ya no puedo más. Crece ¡por favor! – cuando alguien conseguía hacerle enfadar tanto no podía controlar lo que salía de su boca. - Solo piensas en ti, en ti y en ti. ¡Siempre tu! Quieres ser el centro del mundo y no lo eres. No puedes pedirme que abandone mi trabajo porqué tu tienes el capricho de estar conmigo esta mañana, de ir al cine o lo que sea que quieras hacer. Soy el comandante del mayor Jardín del mundo, Rinoa, y no puedo dejarlos colgados a todos cuando hay algún problema porqué mi novia tiene un caprichito. ¡Hay muchas cosas que dependen de mi, VIDAS dependen de mi!
Hubo una pausa en la que nadie dijo nada.
Las palabras de su novio habían ido directas dónde más duele. Sabía que en parte tenía razón pero ella necesitaba pasar más tiempo con él, comprendía que era el comandante de un Jardín y tenía responsabilidades muy importantes que atender y había intentado acostumbrarse a ello pero ella necesitaba más en su relación. No era cuestión de entender o no, sino de necesitar.
Rinoa amaba a Squall, y él a ella pero las circunstancias no se lo ponían fácil, jamás lo habían hecho.
-¿sabes?- Squall volvió a hablar después de unos segundos, algo más calmado y con un tono tranquilo y bajo- creía que habías crecido, que ya no eras la misma niña mimada que conocí en Timber.
Los ojos negros de la bruja se humedecieron y rápidamente sintió als lágrimas asomarse a ellos sin poderlo evitar. Le dolía todo aquello, lo que él decía y lo que ella sentía.
-Ni un solo fin de semana, ni uno, he podido estar contigo y disfrutar de tu compañía sin que tengas que irte corriendo al Jardín o sin que estés agobiado o pensando todo el santo día en tu trabajo. ¿Qué soy yo para ti¿soy solo un pasatiempo para cuando no tienes que ir al despacho? Porque te aseguro que es así como me siento. Y, sinceramente, tu personalidad no ayuda mucho a que me deje de sentir así.
Rinoa sabía que esas últimas palabras le dolerían a su novio, pero él tampoco había vigilado con lo que había salido de su boca. Squall era muy frío, aunque ella sabía que la amaba, pero le era difícil mostrar cariño, gestos afectuosos y aún más le costaba cuando estaban en público. En esos casos la trataba simplemente como a una más. Además, cuando se discutían le costaba recobrar su actitud normal hacía ella, seguramente se pasaba demasiado tiempo pensando en ello y lo pero era que sus discusiones se estaban convirtiendo en un hábito últimamente.
Squall suspiró mirando al suelo. No podía hacer nada para aliviar el dolor de Rinoa, no podía cambiar la situación.
-Me lo has dicho mil veces esto.- habló Squall, habiendo recuperado su tono de voz habitual.- ¿crees que no me gustaría a mi pasar más tiempo contigo? Si no lo hago es porque tengo una gran responsabilidad como comandante, no porque no quiera.
-Yo no puedo seguir así.- Confesó la chica, secando sus ojos con las mangas del jersey.
El comandante levantó la mirada hacía ella, una mirada triste.
-Y yo no puedo cambiarlo. Si no eres feliz conmigo…déjame. Eso es lo único que puedo decirte.
Acto seguido, el muchacho salió de la habitación y se dirigió al parking del hotel, entró en su coche y apoyó su cabeza contra el volante, intentando tranquilizarse y no llorar. Su corazón latía rápido y sentía que su pecho era un nido de sentimientos. Para él también era difícil todo eso.
Unos minutos después alguien subió al vehiculo, Rinoa, con las maletas hechas.
-Llévame a Balamb, yo también vuelvo. En su voz había una frialdad que rompió el corazón de Squall pero los ojos húmedos y enrojecidos revelaban que había vuelto a llorar.
Squall esperó una respuesta, saber qué iba a ser de su relación pero ella no dijo nada. ¿Necesitaba pensar un poco antes de decidir?
Sin decir más, dio el contacto del coche y lo puso en marcha. Rinoa no tardó mucho en quedarse dormida en el asiento de su lado. Así parecía un ángel, su ángel pero…¿hasta cuando lo seguiría siendo?
