U/A (universe Alternative)

Crack-paring

Soul mate

Edward Cullen x Hermione Granger


Para ser una persona o vampiro con más de 80 años; Edward se sentía condenado. Para él estar en la escuela era como una condena. Donde la escuela era como un purgatorio. Podía leer las mentes que pensaban todos los alumnos de aquella escuela. Y todos los alumnos de género masculino se imaginaban enamorándose de la chica nueva. Y esto era como un déjà vu.

La sobrina del jefe Swan. Se decía que la chica era la persona más aislada que hayan conocido aparte de su prima. Todos lo tomaron porque era demasiado tímida.

Ahora, era la hora del receso y se encontraban sentados en la cafetería mientras avisaba a su hermana que su prometido Jasper no estaba pensando en morderle la garganta a la chica bajita que estaba hablando con un amigo. La niña se pasó los dedos en su pelo corto, color café, y sacudió su cabeza. Eso logro enviar su aroma hacia Jasper. Su hermano Jasper sintió como se le acumulaba la ponzoña en la boca…

No era fácil de ignorar lo que su hermano estaba sintiendo. Su hermano sentía la sed de dos. La suya y la de él. Ver como su hermano se imaginaba levantarse del lado de su hermana y se paraba al lado de la chica. Pensaba inclinarse como si le fuera a susurrar algo en el oído y dejar que sus labios rozaran su piel de la garganta… podía imaginarse el cálido flujo de su pulso debajo de su piel…

Edward le propino una patada en la silla de Jasper.

Su hermano Jasper alzó la mirada y se vieron por un momento para después bajarla se culpaba por su rebeldía.

—Disculpa —musitó

Edward se encogió los hombros.

— No ibas hacer nada —murmuró su hermana en un intento de mitigar la culpa de su novio—. Lo vi.

Reprimió la mueca que hubiera echado por tierra la mentira de Alice; ella y el debían apoyarse el uno al otro. No resultaba fácil para ninguno de los dos oír voces y tener visiones del futuro. Eran los bichos raros, incluso entre los que ya lo eran de por sí. Se protegían los secretos entre ellos.

Deberían haber ido de caza el día anterior por la noche. Era absurdo enfrentar esa clase de riesgos, intentar demostrar entereza y mejorar la resistencia. Jasper tendría que asumir sus limitaciones y vivir con ellas. Sus antiguos hábitos no eran los más apropiados para el estilo de vida que habían elegido; no podría adaptarse a él.

Alice suspiró silenciosamente y se puso de pie, llevándose la bandeja de comida —un atrezo, en realidad—y dejándolo solo. Sabía hasta dónde llegar con su apoyo y cuándo dejar de hacerlo. Aunque era más evidente que Rosalie y Emmett mantenían una relación, Alice y Jasper se conocían tan bien que sentían los estados de ánimo del otro como si fueran propios. Parecía que también pudiesen leer las mentes, aunque sólo fuera entre ellos.

Edward Cullen.

Acto reflejo. Se volteó al oír su nombre, aunque no es que nadie lo haya pronunciado en voz alta, sólo lo habían pensado. Mi mirada se encontró durante una breve fracción de segundo con la de un par de enormes ojos marrones, de color chocolate claro, unos ojos humanos en medio de un rostro pálido, con forma de corazón, y rizos en forma de un arbusto. Edward conocía ese rostro a pesar de no haberlo visto nunca con sus propios ojos. Era el tema más destacado del día en todas las mentes: la nueva alumna, Hermione Granger, la sobrina del jefe de policía de la ciudad, que había venido a vivir aquí por algún cambio en su situación familiar. Hermione. Hasta ahora había corregido a todo el mundo que se dirigía a ella al no saber pronunciar bien su nombre; Her-my-oh-nee…

Edward desistió en seguir mirando hacia esa dirección al ver que la escena se repetía como hace una semana. Su prima Bella que había llegado recientemente a Forks había tenido esa charla. Edward le tomó un segundo al darse cuenta que esa chica no era quien había pronunciado su nombre. Regresó su vista a la mesa y notó que Bella lo observaba mientras su prima tenía un plato de ensalada y jugaba con el tenedor mientras escuchaba a lo que decía Jessica Stanley.

Trató de enfocar su don con aquellas primas y nada… era como el primer día que conoció a Isabella. La chica Granger aún estaba jugando con su ensalada mientras Jessica la miraba.

Le iría bien engordar un poco, continuó Jessica. En realidad, ni siquiera es guapa. No entiendo por qué Eric la mira tanto... o Mike. Hizo una mueca mental de dolor al pensar en el último nombre. El nuevo capricho de Jessica, el súper popular Mike Newton, no sabía ni que ella existía. Sin embargo, no parecía tan insensible a la chica nueva, de nuevo. Otra vez la historia del chico fascinado por un objeto brillante. Aquello dio un giro mezquino a los pensamientos de Jessica, aunque en apariencia se mostraba cordial con la recién llegada mientras le explicaba lo que todos sabían sobre la infame familia Cullen. La nueva seguramente habría preguntado por ellos.

Edward vislumbró a Hermione y notó que debajo de esas capas de ropa, su cuerpo realmente era delgado. Era una especie de desnutrición. La chica Granger a lo mejor tenía un trastorno alimenticio que está de moda últimamente.

—Jessica Stanley le está sacando a la Granger, la chica nueva, todos los trapos sucios del clan Cullen —le murmuró a Emmett, para distraerse del parloteo interno de Jessica Stanley, que se rió entre dientes y pensó: Espero que lo esté haciendo bien. —En realidad, es bastante poco imaginativa. Sólo le ha dado un toque escandaloso, nada más. Ni una pizca de terror.

Me siento un poco decepcionado. ¿Y la chica nueva? ¿También se siente ella decepcionada con el chismorreo?

Prestó atención a ver si escuchaba lo que esta chica nueva, Her – my – oh - nee, pensaba de la historia de Jessica. ¿Qué vería cuando se fijara en la extraña familia con la piel del color de la tiza, de la que se apartaban todos?

Y nada…

Nada

Era como su prima Isabella. Ambas chicas eran inmunes a su don. Espero pacientemente mientras leía las mentes de sus compañeros de alrededor.

Me pregunto qué música le gustará... Quizás podría mencionar ese nuevo CD..., pensaba Mike Newton, dos mesas más allá, concentrado en Hermione Granger, pero entraba en conflicto al ver a Bella Swan.

Eric Yorkie refunfuñaba mentalmente con sus pensamientos girando también alrededor de la nueva. Hay que ver cómo la mira. No le basta con tener a bella y a más de la mitad de las chicas del instituto pendientes de él.

Es vergonzoso. Cualquiera pensaría que es famosa o algo por el estilo... solo por ser británica. La mira incluso Edward Cullen... Lauren Mallory estaba tan celosa que, en realidad, su rostro debería haber tenido el color del jade oscuro. Y Jessica, haciendo ostentación de su nueva mejor amiga y bella solo viendo a Edward. Qué gracia... La mente de la chica continuó escupiendo vitriolo.

Apuesto a que todo el mundo le ha preguntado eso. Pero me gustaría hablar con ella. He de pensar en alguna pregunta más original... ¿Cómo es clima de Londres? meditaba Ashley Dowling.

Quizás esté en mi clase de Español… o ingles pensaba esperanzada June Richardson.

Esta noche tengo toneladas de trabajo. Trigonometría y los ejercicios de Lengua. Espero que mamá… Ángela Weber, un muchacha tranquila, cuyos pensamientos eran generalmente amables, algo poco habitual, era la única en la mesa que no estaba obsesionada con Her – my – oh -nee.

Él podía oírlos a todos, oía cada insignificancia que se les ocurriera conforme pasaba por su mente, pero nada en absoluto procedente de aquella nueva alumna con esos ojos aparentemente tan recelosos.

Eso sí, podía escuchar lo que decía cuando se dirigía a Jessica en vez de su prima Bella. No necesitaba leer la mente para oírlas hablar con voz baja y clara en el lado opuesto de la gran estancia.

— ¿Quién es el chico de pelo cobrizo? —la escuchó preguntar mirándolo disimuladamente de reojo, sólo para retirar de inmediato la vista cuando se dio cuenta de que él, la veía.

Edward consideró esperanzado que oír el sonido de su voz le serviría para captar el tono de sus reflexiones, pero enseguida se decepcionó. Lo normal es que los pensamientos de la gente tengan el mismo tono que sus voces físicas. Pero esa voz tranquila, recelosa, le resultaba poco familiar, no pertenecía a ninguno de los cientos que rebotaban por la habitación, estaba seguro. Era completamente nueva. Podía ya distinguir la voz de bella que era tranquila y tímida. Pero la de su prima era, tranquila pero calculada, al igual que receloso a lo desconocido.

¡Ja, buena suerte, idiota!, pensó Jessica antes de contestar la pregunta de la chica.

—Se llama Edward. Es guapísimo, por supuesto, pero no pierdas el tiempo con él. No sale con nadie —levantó la nariz, desdeñosa—. Quizá ninguna de las chicas del instituto le parece lo bastante guapa.

Volví la cabeza para ocultar la sonrisa. Jessica y sus compañeras de clase no tenían ni idea de la suerte que tenían al no interesarme ninguna de ellas en especial.

En ese estado de humor fluctuante, sintió un impulso extraño que no terminó de entender. Él quería hacer algo respecto al tono mezquino de los pensamientos de Jessica, de los que la nueva no era consciente… Sentía la extraña urgencia de interponerse entre ellas para proteger a Hermione Granger de los oscuros manejos de Jessica y la oscura mirada que Bella le estaba dando. Era algo muy raro en él, sentir aquello. Intentó llegar hasta las motivaciones que alimentaban aquel impulso y volvió a examinar a la chica. Quizás fuera un instinto protector, el del fuerte sobre el débil, sepultado en alguna parte desde hacía mucho tiempo. La muchacha parecía más frágil que sus nuevas compañeras de clase. Su piel era tan translúcida, que resultaba difícil creer que le ofreciera mucha protección frente al mundo exterior. Y esas ojeras que marcaban su pálido rostro le nacía querer protegerla. Si, definitivamente era un déjà vu.