Akagami No Shirayuki Hime.
One-Shot.
Deep Down.
Lord Haruka.
Este fanfic participa en el "Tercer Reto del 'El Reino de Clarines': 'Mientras tu no sabes nada/Himitsu'".
De fan para fans. Los personajes no me pertenecen son propiedad de su respectivo autor.
...
Lord Haruka miró de reojo nuevamente a Shirayuki trabajar en el invernadero, por octava vez que pasaba por ahí, discreto.
Arrugó el entrecejo, esa chica de cabello vulgar resultó ser más de lo que, resignadamente, él esperaba.
Se paseó más por el lugar, como si no tuviera trabajo pendiente que hacer. Deambuló, deambuló y deambuló, tranquilo, metido en sus pensamientos, con su expresión que indicaba todo lo contrario.
Se detuvo unos momentos en un pasillo, al reconocer en donde se encontraba al haber caminado inconscientemente.
Ese pasillo.
¡Como olvidarlo! Si fue en este lugar donde amenazó a la pelirroja, que se introdujo al castillo aún cuando él levantó la falsa orden de que estaba prohibido dejarla entrar.
Sonrió, dirigió su vista hacia su izquierda para poder observar el final del día, acompañada de esos árboles verdes que daban una vista hermosa.
Recordó.
Lo recordaba, esos minutos, esa emoción al blandir su espada y apuntar al rostro de la ojiverde, ese sentimiento al ser iluminados cálidamente por los rayos del Sol en su máximo apogeo, en aquella tarde.
Esa efímera mirada de la mujer, la recordaba.
Asustada.
Esa chiquilla, que consideraba falsa, aprovechada, mentirosa y sin ningún toque de educación.
Creyó, vanamente, que el Príncipe Zen tuviera por amiga a una mujer pelirroja y de clase social muy baja, además de otro reino, era imperdonable, que claramente hubiera arruinado su posición, manchado su honorable nombre.
O el suyo...
El rubio también supuso, de nuevo, erróneamente, que la corriente joven se asustaría, lloraría, imploraría e incluso huyera ante su inquebrantable intimidación y su imponente espada, pero, no hiso nada de eso, nada.
El ojicafé caminó, lentamente, derecho hasta poder observar bien el paisaje mientras el cielo siguiera con esos suaves tonos anaranjados.
Evocó, reiteradamente, su rostro sorprendido, sus manos sudando y su capacidad de razonamiento común bajando. ¿Por qué?, simplemente porque su plan no resultó ser como él esperaba.
Ella no corrió, no rogó piedad, no prometió nunca más regresar, solamente se enderezó, afiló sus esmeraldas ojos y se planteó ante él como un orgulloso ser, desafiándolo.
Que envidia.
El Príncipe Zen se podía conseguir tan buenas compañías sin su ayuda.
De cierta manera era admirable como la chica había superado todo lo que él le había impuesto. Y que todavía, se enfrentará a él, a Lord Haruka, en persona. Pero aún más impresionante, que le callará la boca y que le asegurará ser algo que el rubio no creería.
Pero que ahora es...
Su dignidad dolió.
A esa chica pelirroja no la quería, le parecía un estorbo, nada más allá que una embaucadora con imposibles sueños.
La odiaba.
El hombre volteó, se encaminó por donde había llegado, no queriendo aventurarse más.
Paso otra vez por el lugar donde Shirayuki seguía con su trabajo, quien ni siquiera reparó en su presencia por su concentración.
Rio, algo despreocupado, pero sobre todo orgulloso.
Lo hacía bien, su labor.
Continuó su marcha.
Tal vez esa chica de corto cabello vulgar, en el fondo, muy en el fondo, pero muy en el fondo...
Le agradara...
Aunque claro que nunca lo diría.
...
¡Ya!
Hola, al fin he terminado con esto, no me quedó de lo mejor pero es algo X)
Se me complicó un poco pensarme un secreto para el recto y digno Lord, así que esté fue el más normalito :v (?
Gracias por leer.
Se despide Johana Uzumaki.
Bye Bye.
