El Caso del Horticultor Oligarca

Una Historia de Zootopia

Capítulo Primero: Familia

Judy Hopps inhaló el suculento aroma del estofado de zanahorias de su madre. Cerrando los ojos, sostuvo un rato su cuchara, deleitando su nariz antes de saborear una rica cucharada de exquisita comida casera.

La hora de la cena era siempre una ocasión feliz para la familia Hopps. Era una noche de otoño a mediados de octubre. El viento estaba fresco, las calabazas estaban maduras y las manzanas casi doblaban las ramas en sus árboles. En el interior de la casa, todo era cálido y acogedor, y todos disfrutaban de la buena comida de mamá al final de un largo día de trabajo en la granja.

"Está requetearchidelicioso, mamá," dijo Judy, sonriendo a su madre desde el otro lado de la mesa mientras disfrutaba de otra cucharada de estofado.

"Me alegro tanto, cariño," dijo Bonnie Hopps con una sonrisa maternal.

"¿Cómo andan las cosas en la gran ciudad, Judy-Dudy?" preguntó el padre de Judy, Stuart Hopps.

"Lo mismo de siempre, por lo general todo tranquilo," dijo Judy. "Tenemos una nueva amiga en el Departamento Forense. La chica coyote a quien ayudamos en agosto, ¿recuerdan?"

"Oh, sí, durante ese incidente con la hipnotizadora loca y su cohorte," dijo Bonnie.

"Sí," dijo Judy. "Su nombre es Ámbar. Es muy tierna. Y es fanática total de Nick," añadió riendo. "No me sorprendería si tuviera una almohada de cuerpo."

"¿Qué es una almohada de cuerpo?" Stu le preguntó.

"Ah, eh... eh..." Judy titubeó.

"Mamita, ¿puedo comer un poco más?" preguntó la pequeña hermana de Judy, Bianca.

"Por supuesto, cielo," dijo Bonnie, tomando el plato de su hija.

"Esa es mi pequeñita," dijo Stu, dando a Bianca una caricia en su cabecita. "Un apetito saludable te dará mucha fuerza para ayudar a mamá y papá en la granja."

"Y si tienes dudas, sólo mira a papá," dijo Bonnie, dando a su esposo una sonrisa juguetona.

Judy rió, sintiendo un inmenso afecto hacia su querida familia.

"¿Y qué era una almohada de cuerpo, Judy-Dudy?" preguntó Stu, volviéndose hacia ella.

"Oh... eh..."

¡Riiiinng! El timbre de la puerta de enfrente sonó de repente.

"Yo abro," dijo Stu, levantándose y yendo a ver quién era.

"¡Uf!" pensó Judy. "Salvada por la campana."

Mientras Stu fue ver quién venía, Judy disfrutó el resto de su rica cena.

"¿Y, Judy? Apuesto a que Nick no ve la hora de que llegue la Navidad para venir a pasarla con nosotros, ¿verdad?" Bonnie le preguntó, volviendo con el plato de Bianca.

"Oh, no habla de otra cosa en nuestra hora de descanso," dijo Judy con una risilla. "Tiene permiso de diez días a partir de este sábado y hasta el próximo lunes. Afortunadamente, coincidirá con la última semana del mío. Estamos de vuelta en servicio el día 31 para la patrulla de Noche de Brujas."

"Tu padre está contando las horas," dijo Bonnie. "Él no puede esperar hasta el sábado para recoger a Nick y contarle todo acerca de su noche de naipes con los viejos muchachos."

"Ay, papacito," dijo Judy con una sonrisa afectuosa. "Si alguien me hubiera dicho hace un año que él estaría codeándose con un zorro como si hubieran sido amigos toda la vida, les diría que se fueran a casa a dormirse las copas de más."

Bonnie rió mientras se servía un poco de jugo de zanahoria casero.

"Hombres," dijo ella. "Son solo niños grandes, todos ellos."

De repente sonó el teléfono de Judy. Y el tono de llamada no podría haber sido más elocuente para delatar quién llamaba.

"…cosa más bella que tú
cosa más linda que tú
única como eres
inmensa cuando quieres
gracias por existir…"

"Y hablando de niños grandes," dijo Bonnie con una sonrisa pícara.

"Uy, lo siento. Tengo que atender esta llamada," dijo Judy con rubor en las mejillas.

"Estoy segura de que sí, cariño," dijo Bonnie con un guiño.

"Discúlpenme por un segundito," dijo Judy, levantándose.

"Ji ji ji," dijo Magda, una de las pequeñas hermanas de Judy. "¡El novio de Judy está llamando! ¡Besito besito y mucho cariñito!"

Todos las pequeñas hermanitas rieron. Judy rió también mientras se levantaba de la mesa y respondía la llamada.

"¡Hola, zorro astuto!" dijo ella.

"¿Cómo está mi pequeña tartita de zanahoria?" dijo la voz de Nick.

"¡Estupenda! Estamos terminando de cenar. ¿Cómo van las cosas por allá?" preguntó Judy mientras caminaba por el pasillo hacia la sala de estar.

"Todo tranquilo. Mañana es rutina normal, y luego el sábado es el día."

"Sí, lo es," dijo Judy con entusiasmo. "Oh, cariño, ¡no puedo esperar! Y todos aquí sienten lo mismo. Mamá ha tenido la habitación de huéspedes preparada desde hace una semana, y entra todos los días para retocar algunos pequeños detalles. Espero que te gusten las petunias, por cierto."

"Me encantan."

"Y papá está ansioso por jugar a las cartas contigo. ¡Va a ser tan divertido! Un fin de semana con la familia."

"Así será, preciosa," dijo Nick.

Judy entró en la sala de estar, pero se dio cuenta de que estaba ocupada. Stu estaba sentado en el sofá hablando con el tío de Judy, Terry. Su rostro estaba muy serio.

"Lo siento", susurró Judy y salió de la sala, yendo para su habitación que compartía con sus hermanas más grandes.

"Bueno, te cuento que Colmillán y Lobato tienen esta cosa nueva," dijo la voz de Nick. "Y al parecer yo también soy parte de ella. Es un poco difícil de explicar por teléfono, tienes que verlo en persona. Y Garraza piensa que hay que hacerlo en el canto oficial de victoria del departamento. No hace falta que te diga lo que piensa Bogo."

"Me imagino que es algo como '¡Maduren de una buena vez, manga de chiquilines!' o algo por el estilo," se rió Judy.

"Tú lo has dicho. Bueno, Zanahorias, por ahora debo llenar el buche y sentarme al teclado. Tengo que terminar un informe para mañana," dijo la voz de Nick.

"Está bien, tesoro," dijo Judy. "Que tengas un buen día mañana."

"Lo tendré," dijo Nick. "Y voy a tener un día aun mejor después de mañana."

"Apuesto a que sí," dijo Judy con voz melosa. "Besito a mi zorrito."

"Y a ti, mi conejita."

"Chuik chuik."

Y colgaron.

Judy se dirigió de nuevo a la sala para saludar a su tío, pero de repente le oyó hablar y se detuvo en el pasillo, escuchando.

"...es que tenía todo atado en la cosecha de este año," dijo su tío en voz baja. "No sé lo que voy a decirle a Margarita..."

"No vas a decirle nada que ella no necesite saber, Terry," dijo Stu. "Ahora, adelante. Llévatelo. Sólo paga tu deuda y ya arreglaremos."

"Te lo agradezco tanto, Stu," dijo el tío Terry. "No sé qué haría sin tu ayuda..."

"No hay de que, para eso son los parientes, Terry. Saluda a Margarita y a los niños de nuestra parte."

"Lo haré," dijo el tío Terry. "Gracias, muchas gracias."

Judy entró en la sala, haciendo como que no oyó nada y sonriendo.

"¡Hola tío Terry!" Judy dijo alegremente.

"Hola Judy," dijo su tío, su cara ilegible. "Eh, saluda a Bonnie de mi parte."

"Lo haré," dijo Judy, preguntándose por qué no la saludaba él mismo.

"El tío Terry ya se iba," dijo Stu. "Vamos, te acompaño a la puerta."

Cuando la puerta se cerró y Stu regresó a la sala de estar, Judy parecía desconcertada.

"¿Qué pasa con el tío Terry?" preguntó ella.

"Oídio," dijo Stu. "Le arruinó toda la cosecha. La deuda del banco no iba a poder pagarla, pues dependía de lo que sacaba con esta cosecha. Así que le presté el dinero."

"Aay, papito, eres tan bueno," dijo Judy, abrazando a su padre.

"Bueno, a los parientes hay que ayudarlos, ¿no?" dijo Stu. "Pero nunca he oído hablar de oídio selectivo antes. Por lo general arrasa con todo el valle, como lo hizo en el 67."

"Sí," dijo Judy, pensando. "Sí, eso sí que es raro."


"¡Póngala en el suelo y aléjese, Cabrera!" gritó la voz del Jefe Bogo en el megáfono. "¡Tomar un rehén solo empeorará las cosas para usted!"

Los coches patrulla estaban aparcados delante del edificio, formando un corral. Todos los agentes portaban pistolas eléctricas en las manos, pero estaban con el seguro puesto. Contra la pared del edificio, un gran almacén, una cabra con gafas sostenía a una niña leoparda pequeña en el brazo y apuntándola con una pistola eléctrica a la cabeza. La niña estaba llorando, pidiendo por su madre, que estaba detrás de la barrera policial, fuera de sí por la desesperación.

"¡POR FAVOR! ¡No haga daño a mi bebé!" sollozaba la madre con lágrimas corriendo por sus mejillas.

"¡Señor Cabrera, está rodeado!" gritó Bogo. "Suelte a la niña y entréguese."

"¡No soltaré nada, polizonte!" gritó Cabrera. "No hasta que Clayton suelte algunos cheques!"

"¡Señor Cabrera, sabemos que está molesto porque usted y sus colegas fueron despedidos!" dijo Bogo, tratando de sonar comprensivo. "¡Pero podemos solucionar esto de una manera pacífica! ¡Con violencia no se arregla nada!"

"¿Me tomas por bobo, búfalo imbécil?!" gritó Cabrera, quitándole el seguro a su pistola eléctrica. La pistola hizo el zumbido conocido de carga y todo el mundo se sobresaltó.

"¡Está bien, Señor Cabrera!" dijo Bogo y bajó el megáfono. "Usted no tiene que hacer esto. Podemos hablar como gente civilizada."

"¡Abajo las armas, todos ustedes!" gritó el señor Cabrera.

"Ya lo oyeron," dijo Bogo a sus oficiales. "Guarden las armas, todos."

Todos apagaron sus pistolas eléctricas y las colocaron en sus fundas.

"¡Ahora traigan al amarrete de Clayton aquí!" gritó el señor Cabrera. "¡Háganlo o juro que voy a freír a esta mocosa!"

"¡NO!" gritó la madre. "¡Por favor, no a mi bebé!"

Nick estaba detrás de la puerta abierta de su coche patrulla. Miró a la izquierda de la escena. Había un callejón al lado del edificio con una entrada lateral que estaba entreabierta.

"Hmm..." pensó en algo.

Rápida y sigilosamente, Nick se alejó de la escena, manteniéndose detrás de los coches de policía. Llegó al final de la cuadra y corrió alrededor de la esquina, elaborando un plan.

"Clayton tiene cable elástico ahí dentro, lo sé," dijo Nick a sí mismo. "Finnick y yo tomamos prestado unos cables una vez, y sin que él lo sepa, por supuesto. Y si todavía está allí..."

Corrió alrededor de la manzana hasta que llegó a la parte trasera del edificio de Clayton. Él se acercó en silencio a la puerta lateral que estaba entreabierta. Podía ver la barrera policial y escuchar al señor Cabrera.

"...¡Y quiero una disculpa por escrito de Clayton! ¡En su letra, nada de esa basura impresa por computadora! Escrita y firmada por el propio Clayton!"

"Que exigente," dijo Nick a sí mismo mientras entró al edificio y subió por una escalera. "El tercer piso, izquierda, cuarta puerta."

Nick entró en un depósito de almacenamiento con una sola ventana. Había grandes cajas de suministros en los estantes de aluminio y escaleras para llegar a las superiores. Y cerca de la ventana...

"¡Bingo!" dijo Nick, tomando varios cables elásticos con ganchos en los extremos de una caja grande.

Se ató firmemente con el cable y se acercó a la ventana. Desde la ventana, miró directamente hacia abajo y vio al señor Cabrera. La cabra había puesto a la niña en la acera, pero seguía apuntándola con su pistola eléctrica.

Nick alzó la vista y vio a un asta de bandera justo por encima de la ventana.

"Perfecto."

En silencio, abrió la ventana y arrojó el otro extremo del cable en el asta de la bandera. El gancho se pegó a ella de forma segura.

"Bueno," dijo Nick a sí mismo. "¡A volar!"

¡Saltó por la ventana! Podía sentir el viento en la cara mientras caía vertiginosamente. Y justo cuando estaba a punto de llegar al suelo, el cable tiró de él. Nick se detuvo por un segundo, justo al lado de la niña, y justo entre ella y un asombrado señor Cabrera.

"¡Ascensor subiendo!" Nick dijo, agarrando a la niña de forma segura en sus brazos antes de que el cable tirara de él hacia arriba.

Nick voló hacia arriba, abrazando a la niña de forma segura en un brazo, y se agarró del asta de la bandera. Luego, con un ágil salto, saltó de nuevo dentro del edificio por la ventana abierta y aterrizó sin problemas en el interior.

"Ahora estás a salvo, angelita," dijo Nick a la niña, acunada en sus brazos. "Voy a llevarte con tu mamita."

Mientras que Nick se dirigió hacia las escaleras y fuera del edificio, Cabrera fue detenido por los policías. Pero no antes de que él disparara su pistola eléctrica a Osorio.

Mientras los paramédicos asistieron a Osorio, Bogo paralizó con su pistola eléctrica a Cabrera y este cayó al suelo.

"Günter Cabrera, está bajo arresto por agresión física y verbal, toma de rehén y por agredir a un oficial de la ley," dijo Bogo mientras esposaba a la cabra.

"¡Muérete, búfalo sarnoso!"

"Tiene el derecho a permanecer en silencio, cualquier cosa que diga puede ser usado en su contra en un tribunal de justicia..."

Nick se acercó a la parte delantera del edificio con la niña leoparda en sus brazos. La niña estaba calmada ahora, aferrándose a Nick, sintiéndose segura en los brazos tibios del zorro.

"¡MI BEBITA!" gimió la madre, corriendo más allá de la barrera policial hacia Nick.

"A volver con mamá ahora, angelita," dijo Nick, devolviendo a la pequeña a su madre.

"¡Oh, Oficial Wilde! ¡Le salvo la vida a mi pequeña!" dijo la madre, abrazando a Nick con un apretón asfixiante. "¡Usted es un héroe! ¡Muchas, muchas gracias!"

"Sólo cumplo con mi deber, señora," dijo Nick. "Deje que te compre un poco de helado de allí en La Heladería de mi Tía, ambas tuvieron una experiencia traumática. Nuestra consejera policial estará muy feliz de ayudarlas. Su nombre es Flor..."


Nick entró en la sala de reuniones. Estaba llena y ruidosa como de costumbre. Se tomó su lugar habitual, sintiendo la silla media vacía sin Judy a su lado.

"¡Oye Wilde!"

Nick se dio la vuelta y vio a Colmillán y Lobato. Y él sabía lo que vendría después.

Somos los mejores!" dijo Lobato.

Somos vencedores!" dijo Colmillán.

Huyan, criminales, porque somos triunfadores!" dijo Nick.

"¡Aúúú!" todos aullaron parados en sus sillas.

"¡Está bien, silencio, todo el mundo!" dijo el Jefe Bogo, entrando en la sala.

Todos se sentaron a escuchar.

"El señor Cabrera se encuentra detenido, había 73 testigos, estoy seguro que el caso será fácil y rápido. Felicitaciones por un trabajo bien hecho, todos ustedes," dijo Bogo. "Pero no bajen la guardia. Estoy seguro de que habrá más empleados descontentos que fueron despedidos en el transcurso de este mes. Puede que deseen tomar el ejemplo de Cabrera, y es posible que no tengamos tanta suerte la próxima vez. Eso es todo. ¡Vuelvan a sus puestos!"

Todo el mundo se levantó y empezó a salir de la sala de reuniones.

"Wilde."

Nick se dio la vuelta. Bogo estaba mirándole directamente desde el podio, lo que sumaba varias pulgadas a su ya enorme altura.

"Un momento, por favor."

Nick se acercó al podio, preguntándose qué querría Bogo.

"Mis felicitaciones, Wilde," dijo Bogo. "Manejaste bien la situación. No es a menudo que quedo desconcertado, pero esta mañana fue una de esas ocasiones. Si no hubiera sido por tu manejo astuto de la situación, no sé lo que hubiera pasado. Me alegro de tenerte con nosotros."

Bogo le dio a Nick una de sus escasas sonrisas, apenas visible.

"Sólo cumplo con mi deber, señor," dijo Nick, saludando.

Bogo asintió en reconocimiento.

"Ya puedes retirarte," dijo Bogo con su malacara de costumbre.

"Gracias, Jefe," dijo Nick y se dirigió hacia la puerta.


La ráfaga de olor de pastelería y granos de café recién molidos siempre alegraban la nariz sensible de Nick cuando abría la puerta de la cafetería de la Vaquita Paquita.

"¡Buenos días, Paquita!"

"¡Buenos días, oficial!"

"Pastelito de zanahoria y café, para uno."

"Oh, oficial, lo siento mucho, pero nos quedamos sin pasteles de zanahoria. ¿Puedo ofrecerle un rollo de canela o una medialuna?"

"Claro, rollo de canela está bien," dijo Nick, sentándose en una mesa a su tamaño y colocando sus gafas de sol junto a la azucarera.

"Ha habido una escasez de zanahorias durante casi una semana, oficial," dijo Paquita mientras ella traía a Nick su pedido.

"¿Escasez de zanahorias?" preguntó Nick. "Primera vez que escucho. ¿Quién es su proveedor?"

"La Granja del Tío Gastón," dijo Paquita. "Mi hermana me dijo que fueron comprados por otra empresa."

"¿De verdad?" preguntó Nick. "Eso es un poco triste. Han existido desde que yo tengo memoria. ¿Será que les va tan mal?"

"Eso parece," dijo Paquita. "Las cosas están difíciles últimamente. El depósito del viejo Clayton fue comprado y el nuevo dueño despidió a todo el personal de la noche a la mañana."

"Sí, he oído," dijo Nick, recordando el incidente de hacía unas horas.

"El mundo de los negocios es un asunto de perro-come-perro, oficial," dijo Paquita. "Me alegro de ser una sencilla dueña de cafetería sin más preocupaciones que hornear cosas sabrosas para ustedes los policía tan buenos que nos protegen cada día."

"En eso estamos de acuerdo, Paquita," dijo Nick con una sonrisa amable.

"Bueno, tengo que volver a la cocina. Los pastelitos de crema ya estarán por cocinarse todo," dijo Paquita. "Disfrute, oficial."

"Gracias."

Paquita volvió a la cocina. Nick tomó un bocado de su sabroso rollo de canela y pensó en lo que había oído.

"Escasez de zanahorias," se dijo. "Hmm."

Pensó en los campos llenos de zanahorias de la granja familiar de los Hopps, mientras disfrutaba de su café recién cebado.


La jornada de trabajo terminó. Mientras Nick caminaba a casa, se detuvo en una tienda para hacer compras. Gustavo, el propietario de la bodega, estaba mirando la televisión en el mostrador. Sus astas se podían ver detrás de ella, haciendo que parezca como si fueran las antenas del televisor.

De repente, Nick pensó en algo.

"¿Zanahorias frescas, Gustavo?" preguntó Nick.

"Lo siento, oficial. Hace una semana que no tenemos zanahorias," dijo Gustavo sin apartar la vista de la tele. "Nos llegará un envío nuevo la próxima semana, entre martes y miércoles, más o menos."

"Hmm..." dijo Nick. "Me pregunto qué pasa con las zanahorias haciéndose la rabona."

"Usted y yo, oficial," dijo Gustavo.

Nick pagó por sus compras y caminó el resto del camino a casa.

Entró a su apartamento y se dirigió a la cocina, colocando las bolsas de comestibles en el mostrador y yendo a su habitación para cambiarse.

Cuando estaba desabrochando su uniforme, su teléfono sonó. Por el tono, supo quién llamaba.

Yo no se lo que me pasa cuando estoy con vos
Me hipnotiza tu sonrisa
Me desarma tu mirada
Y de mi no queda nada
Me derrito
Como un hielo al soool…

Nick se rió y contestó el teléfono.

"¿Quién podría estar llamando a esta hora?" dijo Nick.

"¿Y quién más podría ser, tontuelo? La luz de tu día, el calor de tus noches, tu cariñosa y dulce conejita," dijo la voz de Judy.

"¿Y a qué se debe este honor, oh ama y señora de mi afecto?" dijo Nick.

"No sabía que eras una estrella de circo, señor Wilde," dijo la voz de Judy. "¡Menudo truco que hiciste hoy!"

"Jeje," dijo Nick. "¿Quién te lo dijo?"

"Yo misma lo vi," dijo la voz de Judy. "Garraza me envió el video casi inmediatamente. Se volvió viral, ¿sabes? Y no me sorprendería si se convierte en el meme del año."

"Jaja," dijo Nick. "La información viaja rápido."

"Y tú también, tesoro, con cables elásticos en tus piernas," dijo la voz de Judy. "No hace falta que te diga lo maravillosamente heroico que estuviste hoy. Y creo que te mereces una recompensa."

"Bueno, esa es una de las ventajas de este trabajo. Tus recompensas," dijo Nick con voz seductora.

"Noche de película, entonces," dijo la voz de Judy. "Hay una película que quiero ver, que acaba de salir. Te invito a una noche de cine y tal vez podamos ir a dar un paseo por el parque después... y vemos qué sucede."

"Así será entonces, mi preciosa," dijo Nick.

"No puedo esperar a tenerte aquí, Nick," dijo la voz de Judy. "Los campos de zanahoria son tan hermosos en una noche de octubre."

A trescientos cincuenta kilómetros de distancia, Judy estaba de pie junto a la ventana en la sala mientras hablaba. Los campos de zanahoria brillaban en la luz de la luna con un efecto muy encantador.

Y entonces, Nick recordó algo.

"Zanahorias, ¿has oído algo acerca de una escasez de zanahorias?" dijo la voz de Nick en el teléfono de Judy.

"¿Escasez de zanahorias? No, en absoluto. ¿Cuándo escuchaste eso?"

"Esta mañana. Paquita de la cafetería y Gustavo el de la tienda dijeron que ha habido una escasez de zanahorias desde hace una semana," dijo la voz de Nick.

"Hmm, no oí nada de eso," dijo Judy.

Miró por la ventana, viendo las zanahorias jugosas y hermosas que maduraban en los campos. Estaban a días de ser cosechadas.

"Ciertamente aquí no."

"Hmm… debe ser algo regional," dijo la voz de Nick. "Bueno, voy a preparar algo de comer y luego voy a hacer mi maleta. Porque mañana..."

"…¡es el día!" completó Judy, sonrojándose con deleite.

"Nos vemos mañana, princesita de algodón," dijo la voz de Nick.

"Nos vemos mañana, corazón," dijo Judy. "Buenas noches."

Se besaron por teléfono y colgaron.

Y ni bien colgó, Judy recordó a su tío Terry y sus cosechas fallidas.

"Ah caray... quizás debí haberle dicho... ah bueno, mañana."


El tren se detuvo a las doce en punto en la estación de tren de Bunny Burrow. Apenas Nick salió del tren, Judy se acercó corriendo a él. Con una amplia sonrisa, Nick puso su maleta en el suelo y abrió los brazos. Ella saltó sobre él y él la abrazó con fuerza y la levantó, dando vueltas con ella en sus brazos como en las escenas de amor de las viejas películas en blanco y negro.

"¡Ahh, hace una semana que venía queriendo hacer eso!" Nick dijo cuando finalmente dejó de dar vueltas y abrazó a su dulce conejita.

"Siempre romántico empedernido, señor Wilde," rió Judy mientras ella le devolvía el abrazo.

"Lo de empedernido, lo acepto, pero romántico... eh, no sé," dijo Nick mientras la ponía de vuelta en el suelo y agarraba su maleta.

Judy rió mientras sostenía su brazo y se alejaron de la plataforma, yendo a la camioneta estacionada no muy lejos.

"Mamá está haciendo el almuerzo," dijo Judy. "Ella sincronizó su día para que todo sucediera a la hora exacta. Papá tiene las barajas sobre la mesa de la sala esperándote."

"Bueno, no los hagamos esperar más, entonces," dijo Nick.

Subieron a la camioneta y Judy condujo a casa. Nick admiraba los campos llenos de zanahorias y los huertos de calabazas y frutas otoñales.

"Se siente bien estar de vuelta," dijo Nick. "¿Puedes creer que era verano cuando estuve aquí por última vez? Se siente como si fuera ayer."

"El tiempo vuela cuando se está rescatando a la gente y siendo el protagonista de un video viral," dijo Judy.

"Jeje," dijo Nick. "Asumo que en tu casa ya lo vieron."

"Sólo una docena de veces," dijo Judy. "Isabelita hasta dijo '¡Yo no sabía que el tío Nick podía volar!'"

Se rieron de buena gana.

"Eres el héroe del momento, Nick," dijo Judy, tomando la mano tibia de su amado zorro.

"Bueno... todo es parte del trabajo, preciosa," dijo Nick.

Cuando llegaron al portón de entrada de la granja de la familia Hopps, Judy detuvo la camioneta. Se volvió hacia Nick, con los ojos llenos de adoración.

"Y el héroe siempre se queda con la chica," arrulló suavemente, acercándose a él.

"Esa también es parte del trabajo," susurró Nick, y se abrazaron cálidamente, compartiendo un tierno beso y acariciándose por un buen rato.


Nick tomó una profunda bocanada de aire puro mientras llevaba una cesta de manzanas a través del campo en una mano, caminando al lado de Judy y detrás del Sr. y la Sra. Hopps.

"Seguro que es agradable escapar de la ciudad de vez en cuando y disfrutar de la tranquilidad del campo, ¿verdad, Nick?" dijo Stu, examinando cada una de sus zanahorias mientras caminaban.

"No podría haberlo dicho mejor," dijo Nick. "Ustedes son muy afortunados de tener una granja tan maravillosa, Señor Hopps."

"Es mucho trabajo, pero lo hacemos con gusto," dijo Bonnie.

"Cultivar buenas zanahorias es como criar una familia," dijo Stu. "Se necesita mucho amor y cuidado, y tenemos más que suficiente para dar."

"Estamos completamente de acuerdo, Señor Hopps," dijo Nick. "Ah, ¡cómo amo a sus zanahorias!"

Los padres no se percataron, pero Judy sí. Ella le apretó el brazo con afecto, apreciando su juego de palabras. Él le dio un guiño mientras caminaban a lo largo de las líneas de saludables zanahorias.

"El Hospital Memorial Ratón Eurípides hace pedido especial de nuestro puré de manzana," dijo Bonnie. "Estamos muy orgullosos de ser sus proveedores."

"Me hace sentir aún más honrado de tener participación en la elaboración de su puré de manzana, Señora Hopps," dijo Nick.

A Nick le encantaba pasar tiempo en la granja de la familia Hopps. Las tareas eran agradables, el aire fresco, y le encantaba estar rodeado de gente que lo quería como a uno de la familia. A menudo, Nick pensaba si en dónde estaría cuarenta años en el futuro. Salir de la ciudad y establecerse en un pueblo agrícola pacífico como Bunny Burrow era una perspectiva muy agradable.

"Bueno, sólo un día más," dijo Stu. "Vamos a estar cosechando estas zanahorias en su punto. Ahora vamos a la casa, a limpiarnos y alistarnos para la cena."


"¡Brúm! ¡Brúm! ¿Lista para el despegue, Isabelita?" dijo Nick mientras sentaba a Isabela sobre sus hombros y la sostuvo con firmeza.

"¡Lista, tío Nick!"

Nick jugaba a que volaba con Isabela alrededor la sala de estar, a través del corredor y en la cocina, y luego de vuelta a la sala de estar.

"¡Preparándose para el aterrizaje!" dijo Nick y la colocó en el sofá.

"¡Eso fue divertido!"

"Bueno, ¿quién sigue?" preguntó Nick.

"¡Yo!" una docena de voces respondieron.

"Jeje, está bien. Vamos a empezar con las más chiquitas. Bianca, eres la siguiente."

"¡Hurra!"

Nicholas Wilde El Zorro Volador era el nuevo héroe de la casa de la familia Hopps, y todos los pequeños conejitos disfrutaban de viajar con él a través de la casa.

Judy rió y observó alegremente desde el sofá mientras sus hermanas y hermanos disfrutaban de su tiempo con Nick. Se le llenaba el corazón de alegría al ver sus sonrisitas y ver a su amado zorro traer tanta alegría a la casa.

"Bueno, mis pequeños pilotos," dijo Bonnie Hopps, entrando en la sala después de un tiempo. "La siguiente parada: la camita, y a dormir."

Los pequeños conejitos reían y charlaban alegremente mientras salían de la sala e iban a sus habitaciones. Pero una quedó.

"¿Me puedes llevar volando a mi cama, tío Nick?" Bianca le preguntó, tirando de su manga.

"Claro, sube y nos iremos volando, pequeña aviadora," dijo Nick y la alzó en sus hombros.

Judy y Bonnie miraron sonrientes como Nick llevó a Bianca a su habitación con sus hermanas. La llevó todo el camino y la puso suavemente en la cama superior de la litera, cobijándola con cuidado entre mullidas frazadas.

"Dulces sueños, señorita," dijo Nick.

"¿Tío Nick?" dijo Bianca.

"¿Sí?"

Ella se acercó a él y lo abrazó por el cuello.

"Te quiero mucho."

El zorro sintió que su corazón se le hinchaba con ternura cuando la pequeña conejita le besó en la mejilla.

"Ay, yo también te quiero mucho, pequeñita," dijo Nick. "Que descanses."

Cuando Nick salió de la habitación, sintió una pequeña lágrima de felicidad caer por su mejilla. Él se sentía amado. Una sensación sin igual. Una que casi había olvidado en sus veinte años de vivir rechazado por la sociedad y obligado a vivir de su ingenio y astucia para estafar a la gente y ganarse la vida.

Que bien se sentía ser amado.

"Ay, tu especie... son tan sentimentales."

Nick se volteó para ver a Judy de pie en el pasillo.

"Je," dijo Nick, frotándose los ojos. "Algo debió haberse metido en mi ojo, mientras estaba volando... debo usar gafas la próxima vez..."

"Oh, no estás engañando a nadie, corazón," dijo Judy, tomando su brazo y acurrucándose cerca de él mientras caminaban por el pasillo hasta la cocina. "Mucho menos a mí."

Nick se rió, limpiándose los ojos con su pañuelo.

"Es tan bueno tenerte aquí, Nick," dijo Judy, apoyando su cabeza sobre el pecho de su zorro.

"Es tan bueno estar aquí," dijo Nick, besando la cabeza de su conejita.

Entraron a la cocina, donde Stu y Bonnie estaban sentados a la mesa. Bonnie estaba sirviendo el té en cuatro tazas.

"Aquí tienes, Nick," dijo Bonnie, dándole una taza de té caliente.

"Gracias, Señora Hopps," dijo Nick con una sonrisa cálida. El sabía que el té de Bonnie era su mezcla especial, y ella lo guardaba como un tesoro y sólo lo prepararía para alguien a quien realmente quería. Eso lo hacía sentir aún más bienvenido en el hogar de la familia Hopps.

"Bueno, Nick," dijo Stu, barajando las cartas. "¿Listo para mostrarnos tu habilidad?"

"Cuando estén listos, Señor Hopps," dijo Nick, sentándose a la mesa y listo para un divertido juego de bridge con el Sr. y la Sra. Hopps y Judy.


Nick corrió en el prado con los brazos abiertos, sintiendo el viento y las flores en plena floración. El cielo era azul, las nubes esponjosas. Era tan feliz. A lo lejos, alguien corría hacia él.

"¡Nick!"

Era ella. Judy. Nick corrió con más fuerza, con ganas de llegar a ella. La hermosa conejita llevaba una cinta amarilla alrededor de la oreja, que flameaba sobre su espalda en el viento.

Se acercaba más, casi podía ver cada detalle de su hermoso rostro. Cuando de repente…

Nick perdió el equilibrio. Un gran estruendo hizo que su cuerpo se estremeciera, y el suelo debajo de él se abrió.

No podía gritar. No pudo emitir un sonido. Cayó y cayó...

"¡UUF!"

Nick aterrizó en el suelo. Él estaba en pijama, junto a la cama, en la habitación de huéspedes, en la casa de la familia Hopps.

Pero el ruido seguía allí.

"¿Eh?"

Nick puso su oído al suelo. Era un ruido lejano. Muy lejano. Era casi como si lo estaba imaginando, pero estaba allí.

Se movió. Nick lo siguió... hacia el pasillo, pasando por la cocina... en la sala de estar... a la entrada principal... y después desapareció.

Se arrodilló allí con su oreja al suelo. ¿Lo habría imaginado?

"Si estás buscando la cocina, tontuelo, está al otro lado," dijo una voz conocida detrás de él.

Nick se levantó y se dio la vuelta. Vio a Judy de pie en el pasillo en camisón púrpura. Tenía un vaso de agua en su mano y una mirada curiosa.

"¿Hace falta que pregunte?" dijo Judy.

Nick se rió un poco y se dirigió hacia ella.

"Creí haber oído algo," dijo.

"¿Algo cómo?" Judy preguntó, poniendo su brazo alrededor de la cintura de Nick y llevándolo a la sala de estar.

"No sé," dijo Nick. "¿Ruidos, como un gruñido?"

"Realmente tu estómago debe ser tu motor si te ha traído hasta aquí," se rió Judy mientras se sentaba con él en el sofá.

"Já já," dijo Nick. "¿Tú no escuchaste nada?"

"Lo único que escucho es una pequeña voz en mi cabeza. Dos voces, en realidad," dijo Judy, acercándose a él. "Una está diciendo: 'Bésale.' La otra dice: 'Morreo de medianoche en el sofá es cosa de adolescentes, Judy, y tú eres mejor que eso.' Y francamente, no sé a cuál hacerle caso."

"Bueno, deja que la pequeña voz en mi cabeza elija por ti, entonces," dijo Nick, abrazándola en el sofá y besándola apasionadamente, olvidando los ruidos extraños y concentrándose en el agradable morreo de medianoche, tratando de no hacer mucho ruido para no despertar a los padres.


Las pieles de las manzanas eran difíciles de pelar en una sola pieza, en tiras largas como resortes, pero Nick lo consiguió después de su vigésimo intento. Bonnie le dio instrucciones mientras pelaban cestas de manzanas para puré. Ella realmente apreciaba tener un aprendiz. El día pasaba más rápido cuando Bonnie tenía alguien con quien hablar y a quien enseñar cosas nuevas. Era como tener un hijo grande que todo lo tenía por aprender.

"Así, solo relaja las manos y deja que la manzana de vueltas mientras deslizas el pelador alrededor," dijo Bonnie, mirando con aprobación cuando Nick peló una manzana por completo de una sola vez. "Muy bien, Nick. Así se hace."

La cocina estaba lista con todos los elementos necesarios para preparar el puré de manzana de La Granja Hopps. Ya habían pelado casi suficientes manzanas para iniciar la cocción.

Stu y Judy entraron en la cocina del patio para beber un poco de jugo de zanahoria. Los dos estaban con sombreros y guantes de jardinería. Se quitaron los guantes y los colocaron sobre el mostrador cerca de la puerta trasera.

"¿Cómo están los botones de oro esta mañana?" Bonnie preguntó mientras servía a su esposo y a su hija dos vasos de jugo de zanahoria.

"Sensacionales. Construir el invernadero fue una idea brillante," dijo Stu con sus pulgares en los tirantes de su overol, sonriendo con orgullo.

Había tomado un préstamo del banco y comprado dos hectáreas de tierra cerca de la parte sur de su granja. Decidió construir un invernadero para el cultivo de flores durante todo el año. Resultó muy bien, y ahora la familia Hopps podría cultivar flores además de todos sus productos comestibles.

"Este año va a ser muy generoso," dijo Stu felizmente mientras miraba sus campos llenos de deliciosas verduras y frutas y su nuevo y brillante invernadero. Una granja fértil y rica con productos sanos era una sinfonía para el corazón de un conejo agricultor. Todos ellos lo sintieron.

Incluso Nick comenzó a sentir dentro de sí la alegría de ver la granja tan llena de excelentes delicias agrícolas. Él sentía que realmente podría ser feliz aquí en Bunny Burrow. Era una mezcla de tranquilidad, sencillez, trabajo, cooperación... y familia. Por sobre todo, lo más bello era la familia.


Esa noche, después de cenar, la familia se reunió en la sala de estar. Había un fuego alegre que soltaba humo fragante en la chimenea y todo el mundo se sentó en una gran ronda. Stu tomó un patito a cuerda con traje de marinerito y lo colocó delante de él en el espacio en el medio de la familia.

"Muy bien, todos," dijo Stu. "Es hora de '¿Qué aprendimos hoy?'"

"¡Lo que hemos aprendido al patito le diremos! ¡Y con toda la familia la lección compartiremos!" recitó toda la familia.

Stu le dio cuerda al patito y lo soltó. El pequeño pato de juguete graznaba y se movía... y se detuvo frente al regazo de Pablo, el hermano mayor de Judy.

"Lo que he aprendido hoy," dijo Pablo. "Aprendí a reparar la cadena del tractor con mi hermano Tom. Cuando se afloje de nuevo, yo podré componerla en un instante."

"¡Muy bien, Pablito!"

Todo el mundo aplaudió. Pablo le dio cuerda al patito y este caminó graznando por un tiempo, luego se detuvo frente a Joel.

"Lo que he aprendido hoy," dijo Joel, el hermano menor de Judy. "Aprendí a atrapar las manzanas en el cesto mientras que mi hermano Marcos sube al árbol y las lanza hacia abajo. Y ahora podemos juntar las manzanas en menos tiempo."

"¡Esa, Joel!"

Joel le dio cuerda al patito. El juguetillo caminó en línea recta y se detuvo justo en frente de Nick.

Nick tomó el patito y sonrió, mirando a toda la familia.

"Lo que he aprendido hoy," dijo Nick. "Aprendí cómo pelar una manzana de una sola vez. Y hacer que la piel cuelgue como un resorte, ¡boing boing!"

Todos los pequeños conejitos rieron.

"Te felicito, Nick," dijo Bonnie con alegría.

Nick le dio cuerda al patito y este se dirigió en línea recta y se detuvo frente a Isabela.

"Lo que aprendí hoy," dijo Isabela. "Aprendí lo divertido que es hacer mis tareas cuando el tío Nick me ayuda. Él me ayudó a recoger las manzanas que estaban demasiado altas para mí, y me alzó hacia arriba y pude llegar a todas las manzanas."

"Ayy..."

"Muy bueno, mi vida."

La familia entera aplaudió. Nick sonrió cálidamente. Isabela puso a andar al patito y este se caminó en una línea suelta y se detuvo frente a Bianca.

"Lo que aprendí hoy," dijo Bianca. "Aprendí lo divertido que es tener un tío tan bueno que ayuda a todos en la casa, incluso a mamá y papá con sus quehaceres. No sabía que mamá y papá necesitaban ayuda con sus tareas, pero el tío Nick les ayuda igual. Es el mejor tío del mundo entero."

Nick sintió que sus ojos se humedecían. Él se esforzó para contenerlo, pero en vano.

El patito se detuvo frente Magda, y ella se puso de pie y cruzó el círculo, yendo directamente hacia Nick.

"He aprendido que todo es más divertido cuando el tío Nick está con nosotros, y todo el mundo es feliz cuando él está aquí, mamá y papá y la hermana Judy y todos nosotros, y espero que siempre sea nuestro tío y nos quiera siempre como nosotros lo queremos."

Y le abrazó a Nick lo mejor que pudo, siendo tan pequeñita.

Judy lo vio primero. Nick no pudo contenerse. Grandes lágrimas rodaban por sus mejillas. Su labio tembló. Sus ojos se cerraron, dejando caer las lágrimas, abandonando cualquier esfuerzo para evitar demostrar lo que sentía.

"Ayy, mi cielo...", dijo Judy, abrazándolo por la cintura y acurrucándose cerca de él.

Stu le dio palmaditas en la espalda. Bonnie tomó su mano. Los pequeños conejitos todos se acercaron a él y lo abrazaron lo mejor que podían. Pronto el zorro estaba rodeado de conejos, todos ellos demostrando su afecto de una manera que él nunca imaginó que alguna vez habría de merecer.

"Gracias... a todos," fueron las únicas palabras que pudo pronunciar, con la voz temblorosa y llena de emoción.

"Si pasas más tiempo con nosotros, Nick, vas a terminar tan sentimental como un conejo," dijo Judy, besando su mejilla con dulzura.

Por una vez en su vida, a Nick no se le ocurrió ninguna respuesta ingeniosa. Se limitó a sonreír y dio gracias a las fuerzas que lo habían llevado a él y a Judy a conocerse.


Por fin, ¡llegó el día de la cosecha! Todo el mundo se levantó muy temprano. Guantes y sombreros y ropa de trabajo y todos los elementos esenciales estaban listos para ser usados. Judy miró a Nick y no pudo evitar reír con alegría.

"Vaya, señor Wilde. Cualquiera que te viera ahora diría que naciste y creciste en la granja."

Nick llevaba un overol de trabajo y un sombrero de heno, una camisa a cuadros, guantes y una gran sonrisa.

"Entonces elegí bien," dijo Nick sonriendo.

"Ya lo creo, encanto. Pero hay algo que falta," dijo Judy.

"¿Y qué sería eso?"

"Hummm..." Judy entrecerró los ojos y se acercó más a él, mirándolo de cerca.

Judy tomó un tallito largo y delgado de heno y lo puso entre los dientes de Nick. Nick sonrió y sostuvo el tallito de heno en su boca, dándole el aspecto perfecto de un agricultor.

"Ahí," dijo con aprobación. "Ah, y una cosa más..."

Se puso de puntillas, poniendo sus manitas tibias en el pecho de su zorro, y lo besó en la mejilla.

"Ahora estás todo listo," susurró con amor.

Nick sonrió feliz mientras Stu y Bonnie y los conejos de más edad entraron en el granero donde él y Judy estaban.

"Bueno, vamos a empezar," Stu dijo con entusiasmo. "John, tú prepararás el almacenamiento con Halley. Manny, quiero que tú y Sindi empiecen desde el extremo sur. Judy y Nicholas pueden empezar al medio e ir hacia el sur. Juan y Tamara iniciarán desde el extremo norte. Mamá y yo comenzaremos..."

Pero fue interrumpido por una voz fuerte. Una voz que venía de los campos, de alguien corriendo hacia el establo.

"¡Paaa!" gritó Pablo.

Todos se dieron vuelta. Pablo venía corriendo hacia el granero. Había desesperación en sus ojos.

"¡Pa! ¡Será mejor que vengas a ver esto!"

Todo el mundo siguió a Pablo. Y lo que vieron quedaría para siempre en su memoria.

"Yo... yo no entiendo," dijo Stu, mirando a sus zanahorias.

Estaban marchitas y apachurradas. Estaban de color marrón. Estaban muertas.

"Estaban jugosas y saludables ayer," dijo Stu.

"Oídio, pa," dijo Manny. "Al igual que en el 67, cuando el abuelo casi perdió la granja."

"¿Llamo al doctor Gilbert, Pa?" preguntó Pablo. "Tal vez pueda ayudar."

El doctor Gilbert era el doctor de plantas. Él vivía cerca, a unas pocas millas antes del pueblo.

"No, Pablito, Gilbert no nos puede ayudar," dijo Stu, su expresión devastada, las orejas caídas, cada fibra de su ser en estado de shock absoluto. "Están muertas."


La familia Hopps revisó cada zanahoria en su granja. Todas ellas estaban muertas. Marchitas, marrones, de aspecto enfermizo. Ni una sola sobrevivió.

Stuart Hopps no podía creer lo que estaba ocurriendo. Se sentó en el sofá en la sala de estar, mirando al vacío. Su mente le decía de vez en cuando para despertar de este sueño horrible. Pero luego miró por la ventana hacia sus campos... y se dio cuenta de que esto no era una pesadilla, y no despertaría de ella.

"Yo... no entiendo," dijo Stu. "Todo estaba bien. Estaban listas para ser cosechadas..."

"Stu, querido," dijo su esposa, haciendo todo lo posible para consolarlo a pesar de que ella también estaba desconsolada. "Un año de cosecha fallida no nos va a quebrar."

"El préstamo..." murmuró Stu. "Todo lo tenía atado en la cosecha de este año. ¿Cómo voy a pagar el préstamo?"

"Nos las arreglaremos, amor," dijo Bonnie. "Nuestros ahorros..."

"Le di mis ahorros a Terry... para que pudiera pagar su deuda... ¿qué voy a hacer ahora?"

Todos estaban reunidos a su alrededor. El dolor era pesado en el aire. La vida de los Hopps dependía de una buena cosecha. Esto era una catástrofe.

El pesado silencio fue interrumpido repentinamente por un fuerte bocinazo. Un vehículo llegó afuera.

"Oh... ese es Gideon," dijo Bonnie. "Eh... niños, ¿pueden llevar las cajas de puré de manzana afuera a la camioneta de Gideon?"

Los niños así lo hicieron en silencio. Nick los observó mientras salían de la habitación, sus orejas caídas, sus caras tristes. Miró a Judy a su lado. Ella tenía la misma expresión que había visto un año atrás... que él pensó que nunca volvería a ver... esa noche, delante del Jefe Bogo... en el Distrito Forestal...

"Yo, eh... iré a ayudar con el puré de manzana," dijo Nick, saliendo de la habitación. Nadie lo detuvo. Nadie le respondió.

Nick entró en la cocina y tomó dos cajas de Puré de Manzana Casero de la Granja Familiar Hopps y salió con ellos. Una furgoneta de color rosa y amarillento estaba estacionada no lejos de la casa. Gideon Gray, el zorro panadero de Bunny Burrow, y némesis de la infancia de Judy, estaba hablando con Pablo mientras ayudaba a cargar las cajas en la parte trasera de su camioneta.

"Yo...yo no puedo expresar lo mucho que lamento escuchar eso," dijo Gideon. "Mi abuela me contó de la gran ola de oídio del 67. Arrasó con todo todo el valle, casi mata de hambre al pueblo."

Nick se acercó con sus cajas y Gideon lo vio. Tenía los ojos sorprendidos. Claramente, los zorros eran una rareza en Bunny Burrow, y ver a uno que no era del pueblo era un evento.

"¡Oficial Wilde!"

"Buen día, Gideon," dijo Nick, dándole las cajas de puré de manzana.

"¡Cuanto me alegra conocerle por fin!" dijo Gideon, colocando las cajas de forma ordenada en la parte trasera de su furgoneta. "He oído hablar mucho de usted."

"He oído todo sobre ti también," dijo Nick.

La cara de Gideon cambió. Parecía avergonzado.

"Uh, las cosas buenas, claro," dijo Nick rápidamente. "Judy me cuenta que eres un panadero excelente."

"Ah, bueno... es algo de familia," dijo Gideon.

"Hijo de panadero, siguiendo el negocio de la familia," dijo Nick. "Parece ser la manera de hacer las cosas en el campo. Me gusta esa filosofía. Hace las cosas mucho más simples."

"Bueno, usted tiene muchas opciones en la gran ciudad, por lo que he oído."

"Ah, no es tan genial como lo quieren hacer sonar," dijo Nick. "Pero cada lugar tiene sus ventajas. Bueno, vuelvo en un momento con más de lo bueno."

Nick volvió a entrar en la cocina y agarró las dos últimas cajas de puré de manzana. Estaba a punto de salir afuera, cuando de repente se detuvo.

Oyó sollozos. Devastados sollozos llenos de tristeza. Provenían de la sala de estar. La familia estaba desconsolada. Y el sonido del padre de la familia rompiendo en llanto así...

"No," dijo Nick a sí mismo. "¡No va a suceder! No mientras yo esté aquí."

Hizo su elección. Rápida y silenciosamente, corrió a la habitación de huéspedes y cogió su maleta de debajo de la cama. Vació el contenido sobre la cama y cerró la maleta. Luego se la llevó con él afuera, junto con las dos últimas cajas de puré de manzana. Gideon estaba mirando a los campos de zanahoria, con una expresión perpleja.

"¡Oye, primo!" Nick dijo, poniendo las dos últimas cajas dentro de la furgoneta.

Gideon se dio la vuelta.

"¿Vas al pueblo?" preguntó Nick.

"Sí, tengo que etiquetar y enviar estas cajas en el próximo tren," dijo Gideon.

"¿Te importa darme un aventón? Tengo algunos asuntos que arreglar en el pueblo."

"¡Claro, Oficial Wilde! ¡Suba!"

Nick miraba en el espejo retrovisor como la granja de la familia Hopps desapareció por el camino. Sostuvo la maleta vacía en sus manos, con un solo pensamiento en su mente.

"Entonces, ¿qué le parece nuestra comunidad, Oficial?" Gideon preguntó, tratando de mantener una conversación mientras conducía.

"Es como un segundo hogar para mí," dijo Nick. "O un primer hogar, dependiendo de cómo lo mires. No me importaría jubilarme y mudarme aquí después de cuarenta años. Tal vez comprar una pequeña granja, junto a un arroyo, vivir el resto de mis días en paz y tranquilidad. Pero me estoy precipitando."

"No. Siempre es bueno tener sueños," dijo Gideon. "Creo que la mayoría de la gente aquí no sueña lo suficiente. No es que lo necesiten, estamos bastante contentos con nuestras vidas aquí."

"Sí," dijo Nick, mirando por la ventana las tierras de cultivo que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

"Lástima lo de la podredumbre de oídio," dijo Gideon. "Esa es una cosa que sí afecta nuestra vida rural."

"Sí," dijo Nick. "He oído de varias personas en la ciudad que los cultivos han fallado en algunas de las granjas que abastecen a las tiendas de comestibles."

"Es la cuarta granja aquí en Bunny Burrow," dijo Gideon. "Los Di Algodón perdieron sus cultivos hace tan sólo unos días. Los Jones, Liebrington, y ahora la granja Hopps. Espero que no se extienda más allá."

"Tú y yo, primo," dijo Nick, tomando una respiración profunda y soltándola lentamente.


Gideon dejó a Nick en frente del Banco de Barkley. Con una mirada determinada en su rostro, Nick entró en el banco y se puso en la fila. Unas pocas personas lo miraron. Era muy conspicuo, como un forastero siempre lo es cuando está en un pueblo pequeño.

"¿Puedo ayudarte?" dijo el cajero caniche cuando llegó el turno de Nick.

"Sí, me gustaría hacer una extracción," dijo Nick, sacando su billetera.

"Apuesto a que sí," dijo el caniche calladito, disimulando una cara de burla.

Nick miró directamente a los ojos del caniche y abrió su billetera, levantándola para que pudiera ver. Entonces la cara del caniche se transformó de burla a espanto.

Vio la placa dorada y rutilante de Nick.

"¡Oficial!" exclamó el caniche con una voz audible y todos en el banco miraron hacia él.

"Así es," dijo Nick en voz alta, descartando toda sutileza. "Oficial Nicholas Piberius Wilde, Departamento de Policía de Zootopia, número de cuenta 793074-92-8. Estoy retirando todos mis fondos menos la cantidad mínima para mantener mi cuenta abierta, ¡y apúrate, papanatas…!"

Nick se detuvo. Sus puños cerrados... le temblaban las manos...

"...mi familia me necesita."


Nick bajó los escalones de la entrada del banco y se dirigió a la acera. Era un día tranquilo, los habitantes del pueblo estaban cada uno en lo suyo.

De repente, Nick vio un coche de policía que se detuvo a su lado. Policía de pueblo pequeño, deteniéndose frente a un forastero, que llevaba una maleta... justo lo que le faltaba… y de pronto…

"¡Oficial Wilde!" dijo una voz alegre.

Nick miró y sonrió. Era Perruchio Pastor, el perro ovejero alguacil de Bunny Burrow.

"¡Alguacil Pastor!" Nick dijo, yendo al lado del coche y extendiendo su mano. Pastor le dio un cálido apretón de mano a través de la ventana con una sonrisa alegre en su rostro.

"No sabía que estaba usted en la ciudad," dijo Pastor. "Qué bueno verle. Apenas tuvimos la oportunidad de conocernos la última vez que estuvo aquí, el día del juicio oral."

"Sí, lo recuerdo," dijo Nick, recordando la audiencia en el juzgado en la que Nana Bernardina, la vecina más antigua de Judy y residente más anciana de Bunny Burrow, fue absuelta de todos los cargos durante el famoso incidente del carnaval criminal.

"Voy camino a la granja Hopps," dijo Nick. "Tengo algo para ellos."

"Suba, Oficial, que yo le llevo," dijo Pastor abriendo la puerta del acompañante.

El coche patrulla de Pastor estaba limpio y olía a pino fresco. Era un modelo de principios de los años 70 y corría suave y sedoso como si había sido comprado ayer. Nick admiraba los coches clásicos bien conservados.

"No he tenido la oportunidad de darle las gracias personalmente, Oficial Wilde," dijo Pastor. "Usted ha hecho tanto por mi antigua niñera, Nana Bernardina. Fue gracias a usted y Judy que los verdaderos criminales fueron capturados y todas las personas a quienes ellos inculparon fueron absueltas."

"Bueno, sólo respondíamos a la llamada del deber, alguacil," dijo Nick.

"Es bueno saber que tenemos buena gente del pueblo manteniendo la ley y el orden en la gran ciudad," dijo Pastor. "Todo el mundo estaba sorprendido y asombrado cuando Judy se convirtió en la primera de su clase en la academia y fue asignada al corazón de la ciudad."

Miró a Nick.

"Y es bueno saber que tenemos gente buena de la ciudad cuidando nuestro humilde pueblo tanto como las personas que han nacido y crecido aquí."

Nick no sabía qué decir. Sonrió y miró las tierras de cultivo mientras Pastor condujo por el camino hacia la granja Hopps.

"Solo deseo poder ayudar," dijo Nick después de un largo silencio. "Es terrible lo que los agricultores están pasando."

"Se ve bastante mal," dijo Pastor con gravedad. "Recuerdo la gran ola de esporas de oídio de 1967. Yo era un cachorro corriendo con mis hermanos. Todos los conejos agricultores estaban desesperados. El abuelo Hopps y sus muchachos hicieron todo lo posible para ayudar a todo el mundo. Todo el pueblo se solidarizó y logramos aguantar el invierno. Incluso los Gray contribuyeron, y los tiempos no podrían haber sido menos amables con ellos."

"Sí, me imagino," dijo Nick, recordando al caniche cajero del banco.

"Eso es una cosa que tienen los pueblos pequeños," dijo Pastor. "Nos toma mucho más tiempo cambiar nuestras creencias que la gente en la ciudad. Tenemos la tendencia a aferrarnos de nuestras raíces y creencias mucho más, para bien y para mal."

Pastor condujo el coche por el camino de tierra de la granja de la familia Hopps. Condujo hasta el fondo y se detuvo cerca de la casa. Bonnie y Judy salieron por la puerta de entrada cuando Nick y Pastor se bajaron del coche.

"¡Nick!" dijo Judy. "¿Dónde estabas?"

"Perdón por desaparecer así," dijo Nick. "Sólo tenía que arreglar algunos negocios en el pueblo."

"Buenos días, señora Hopps. Judy," dijo el Alguacil Pastor, quitándose el sombrero cordialmente.

"Buenos días, Alguacil Pastor," dijeron las damas.

"Si hubiera sabido que Nick estaba contigo, no me habría preocupado, alguacil," dijo Bonnie.

"No se preocupe, señora Hopps," dijo Shepard. "Todo estará bien. Todos nos ayudaremos a vencer esta crisis."

El alguacil se despidió y se marchó. Nick, Bonnie y Judy se despidieron y entraron en la casa.

"¿Dónde fuiste?" preguntó Judy. "¿Y por qué la maleta?"

"Voy a explicarte en breve," dijo Nick. "¿Puedo hablar con su padre por un momento?"

"Él... um... está en la cama."

"¿Eh?"

"Stu tuvo una pequeña crisis nerviosa... hace un momento...", dijo Bonnie. "Le mandé a la cama, tiene un poco de fiebre. Penélope está dándole un poco de té de manzanilla. Espero que eso le ayude."

"Señora Hopps," dijo Nick. "Realmente necesito hablar con su esposo. Sólo por un momento. Por favor."

"Por supuesto, Nick," dijo Bonnie, sin saber qué más decir.

Judy miró a Nick. Esa mirada en su rostro... ella nunca había visto esa mirada antes.

"Nick..." comenzó ella, pero él estaba a mitad de camino por el pasillo ya, agarrando firmemente la maleta en sus manos.

Bonnie y Judy se miraban de lado y asintieron. Siguieron al zorro en silencio.

Nick llamó suavemente a la puerta abierta de la habitación del matrimonio Hopps.

"Adelante", dijo una voz débil.

Nick se acercó cuidadosamente. Encontró Stu Hopps acostado en la cama bajo un edredón cálido. Tenía una toalla mojada en su frente y su hija Penny, unos años más joven que Judy, le estaba dando cucharadas de té de manzanilla.

"Nick," dijo Stu, débil pero claramente avergonzado. "Realmente siento que tengas que ser testigo de esto."

"No diga eso, señor Hopps, estoy aquí para todos ustedes en los momentos buenos y malos por igual," dijo Nick.

Penny acercó una silla para su tío Nick y él se sentó junto a la cama de Stu.

"Creo que el golpe me dejó tan apachurrado como mis zanahorias," dijo Stu, sonriendo débilmente. "Nadie lo hubiera creído..."

Se quedó en silencio, cerrando los ojos y estremeciéndose un poco.

"Ahh... lo siento."

"No se disculpe, señor Hopps," dijo Nick, sosteniendo la mano del conejo.

Judy y Bonnie estaban en la puerta, escuchando y observando la escena. No sabían qué pensar, era todo tan irreal.

"Señor Hopps, quiero que descanse tranquilo sabiendo que usted no tiene que preocuparse por sus obligaciones con el banco," dijo Nick torpemente.

"Está bien, Nick," dijo Stu. "Nos las arreglaremos de alguna manera. Tal vez podemos vender unas pocas parcelas y..."

"¡No!" dijo Nick repente.

Todo el mundo se quedó en silencio, sorprendidos por su arrebato.

"Señor Hopps, nunca fui bueno para demostrar mis sentimientos, pero últimamente no sé lo que me ha ocurrido, pero no importa... el punto es, aquí tiene," dijo Nick y abrió la maleta.

Bonnie y Judy se quedaron sin aliento. Los ojos de Stu se abrieron de sorpresa, y Penny se tapó la boca con sus manos.

La maleta estaba llena hasta el tope... repleta hasta el mismo borde... de dinero.

"Tome, y pague sus deudas. ¡Y no se atreva a decir 'No puedo tomarlo' porque no voy a aceptar "No" por respuesta y voy a dejar este dinero aquí y correré y tomaré el autobús más cercana a Patolandia o a algún lugar lejano y no volveré hasta que lo hayan utilizado para pagar sus deudas y eso es el fin de la historia, porque todos ustedes significan mucho para mí y no podría ni comenzar a hacerles entender lo mucho que han cambiado mi vida y les quiero a cada uno de ustedes desde el fondo de mi corazón y esta es la única manera que conozco para demostrarles a todos ustedes lo mucho que les quiero en este momento de gran necesidad! He dicho," dijo Nick.

Hubo un silencio asombrado.

Y luego vinieron las lágrimas.

"Oh Nick..." Judy fue la primera.

"Eso es... tan generoso..." siguió Bonnie.

Las mejillas de Stu parecían cascadas de lágrimas mientras abrazaba a Nick, toalla mojada en la cabeza y todo, lloriqueando como un niño con pura emoción.

Nick le devolvió el abrazo. A continuación, Judy y Bonnie le abrazaron. Penny también encontró un trozo de zorro para abrazar.

"Ay, su especie... son tan sentimentales," dijo Nick, y toda la habitación se volvió borrosa delante de él con lágrimas que corrían libremente de sus grandes ojos verdes y que él no hizo ningún esfuerzo por contener.


Stu Hopps se sintió mucho mejor al día siguiente. Caminaba alegre por la casa e incluso logró conducir con Judy y Nick al pueblo para hacer exactamente lo que Nick le había dicho que hiciera.

Había un poco más de alegría en la casa ahora que el padre se sentía mejor y las preocupaciones de la deuda se habían ido. Los pequeños conejitos se sentaron con Nick en la sala de estar para mostrarle sus trabajos escolares esa noche. Nick se sentó en el suelo delante de la mesa de café. Judy se sentó en el sofá detrás de Nick con sus manos sobre sus hombros, mirando por encima del hombro del zorro los dibujos que sus hermanas y hermanos habían hecho en la escuela.

"¿Ves? Eres tú, tío Nick, volando y salvando a los niños de los malos," dijo Kevin, el hermanito de Judy.

"¡Se ve muy bien, Kevin!" dijo Nick.

"Y este eres tú, tío Nick, volando a la parte superior del árbol y recogiendo manzanas," dijo Bianca, mostrando a Nick su dibujo a crayolas.

"Vaya," dijo Nick. "¿Es una capa?"

"¡Sí! ¡Porque eres un superhéroe, tío Nick!" Bianca dijo, abrazando a su tío amorosamente.

"Ayy," dijo Nick, abrazando a la pequeña conejita con un brazo.

Judy apoyó la cabeza en el hombro de Nick, respirando profundo y disfrutando de su acogedor aroma varonil. Lo que él había hecho por su familia, por su padre y madre, por la granja... nada en este mundo jamás podría ser suficiente para agradecerle por su bondad.

En este momento tan difícil, él había puesto sonrisas en los rostros de su querida familia una vez más. Les había dado esperanza cuando todo parecía perdido.

Judy le dio un beso en la mejilla con dulzura a su querido Nick, deseando poder expresar con su beso todo lo que tenía en su corazón. Toda su gratitud, todo su afecto... todo su amor.

Nick inclinó la cabeza y le acarició la mejilla con la suya. No necesitaron decir nada. ¿Por qué utilizar palabras cuando lo que se quiere decir es tan claro?

De repente, se oyó el timbre de la puerta.

"Yo abro," dijo Penny y cruzó la sala y se dirigió a la entrada.

Pronto, escucharon la voz del tío Terry.

"¡Hola, tío Terry!"

"Buenas noches, todos," dijo el tío Terry. "Um... ¿está Stu?"

"Sí, él está," dijo Stu, entrando en la sala.

"Caray, estoy feliz de verte mejor, cuñado," dijo el tío Terry.

A continuación, una pausa incómoda. Judy se dio cuenta de que su tío estaba sosteniendo algo. Una carta. Y parecía oficial, sellado con lacre y todo.

Stu notó también.

"Bueno, ¿qué es lo que tienes ahí, Terry?"

"Um... bueno, si no te importa, Stu, me gustaría hablar contigo y Bonnie... sólo un minuto, lo prometo," dijo el tío Terry.

"Claro, vamos a la cocina, te preparáremos algo caliente para beber," dijo Stu mientras conducía al tío Terry a la cocina.

Nick siguió mirando los dibujos de los niños. Judy apoyó la cabeza en el hombro de Nick una vez más y, sintiendo una cálida somnolencia, cerró los ojos y se durmió cómodamente cerca de su amado zorro.

Luego, en uno de esos silencios extraños que suceden repentinamente en todos los hogares de vez en cuando, la voz de tío Terry se oyó de la cocina.

"Nunca me han ofrecido tanto," dijo el tío Terry. "Es más dinero de lo que hemos ganado en nuestras vidas. Si firmo, compran toda la granja. En una sola vez. Dinero en efectivo en el banco."

Las orejas de Nick se irguieron. De repente, como un recuerdo lejano, oyó voces en su cabeza.

"Ha habido una escasez de zanahorias durante casi una semana, oficial."

"El mundo de los negocios es un asunto de perro-come-perro."

"La granja del Tío Gastón fue comprada por otra empresa."

"Despidieron a todos los empleados, de la noche a la mañana."

"No hemos tenido zanahorias en toda la semana."

Como una alfombra de fuego en su mente, de repente vino a él.

"¡Magda!" Nick dijo el primer nombre que le vino a la mente.

"Sí, tío Nick?" dijo Magda.

"¿Sabes dónde está la granja Di Algodón?"

"Claro que sí."

"Um... ¿me podrías mostrar?"

"Claro."

Nick buscó en su bolsillo y sacó su teléfono. Judy abrió los ojos y de repente se percató de un cambio en la actitud de su querido zorro.

"¿Estás bien, amor?" ella preguntó.

"Sí," dijo Nick distraídamente mientras buscaba en Zoogle el mapa de Bunny Burrow. "Um... ¿dónde está la granja de la familia Di Algodón?"

"Justo aquí, tío Nick," dijo Magda, señalando una granja a algunas millas de distancia. "Conozco un secreto," dijo ella, inclinándose más cerca y susurrando en el oído de Nick. "Fabrizio Di Algodón es el novio de Penny."

"Magda," dijo Penny, sonrojándose como loca. "Es sólo mi amigo."

"Yo lo vi besando tu mejilla en la feria del condado, por lo tanto, es tu novio," dijo Magda.

Las pequeñas hermanas se rieron.

"Cosa de niñas," dijo Kevin, haciendo una mueca.

"Je je," Nick rió entre dientes, pero su mente era un torbellino. "¿Y me puedes mostrar la granja de Jones?"

"Justo aquí, tío Nick," dijo Magda, señalando a la granja justo al lado.

"Ya veo... ¿y la granja Liebrington?"

Magda señaló la granja Liebrington.

"Y aquí estamos nosotros," Magda dijo, señalando a la granja Hopps.

"Ya veo," dijo Nick.

En ese momento, Bonnie entró en la sala para anunciar la hora de acostarse.

"A la cama, hijos," dijo ella con una sonrisa maternal.

"Buenas noches, tío Nick," dijeron todos los pequeños y besaron a su tío (excepto Kevin, que prefirió darle palmaditas en la espalda) antes de ir a la cama.

Nick y Judy se quedaron solos en la sala de estar. Nick estaba buscando algo en Zoogle en su teléfono.

"Tío Gastón… granja…"

"¿Un centavo por sus pensamientos, Señor Misterioso?" preguntó Judy.

"Las granjas que fueron compradas..." dijo Nick. "Hay más de una... ¡sí! ¿Ves?"

Buscó en Zoogle las granjas que fueron compradas en la última semana. La lista era sustancial.

"Ahora…"

Abrió Zoogle Mapas de nuevo y se fijó en la ubicación de las granjas. Luego...

"Si seré tutú de hipopótamo," dijo Nick.

El mapa mostraba la ubicación de las granjas que habían sido compradas por terceros. Todas ellas formaban una línea. Una línea que formaba un semi-cuadrado de tres lados, y en el centro del cual estaba Zootopia.

"¡Bingo!" dijo Nick.

"¿Qué es?" preguntó Judy.

"Zanahorias... acompáñame."

Se puso de pie, tomando la mano de Judy en la suya, y se dirigió hacia la cocina con ella. Stu y el tío Terry estaban hablando. Bonnie les estaba sirviendo café. Había un papel sobre la mesa. Era un documento de aspecto oficial con una línea de la firma en la parte inferior. Estaba en blanco.

"¡Tío Terry!" dijo Nick, entrando en la cocina. "No firme nada."

Todo el mundo se detuvo y miró a Nick. Ellos no sabían qué decir. El repentino exabrupto fue totalmente inesperado.

"Están tratando de estafarle," dijo Nick. "Su granja vale diez veces más de lo que le están ofreciendo. Alguien está engañando a la gente y sacándoles sus tierras, forzándolos a salir."

"Pero Nick..." dijo Stu. "Um... eh..."

"Puede que no sepa mucho sobre agricultura, pero sé reconocer un juego sucio cuando lo veo," dijo Nick, agarrando el papel de la mesa sin contemplaciones. "Y esta... Terra Firma Incorporada," dijo Nick, leyendo el nombre en el papel, "es más torcida que un tirabuzón."

Judy miró a Nick mientras él arrugó el papel delante de todos y lo lanzó a la basura al otro lado de la cocina. Fue bastante impresionante, y un poco intimidante. Todo el mundo estaba en silencio.

"Tío Terry, Señor Hopps, no hay epidemia de oídio," dijo Nick. Y sus siguientes palabras pesaron sobre cada uno de ellos como un saco de plomo. "Alguien mató sus cultivos a propósito."


El miércoles por la mañana fue un torbellino. Nick empacó sus cosas de forma ordenada en su maleta.

Su rostro mostraba determinación. La conversación que había tenido la noche anterior con Judy y su familia permanecía en el aire.

"Pero, ¿cómo puede alguien matar los cultivos sin rociarles veneno o algo?" Tío Terry había preguntado.

"No sé, pero lo voy a averiguar," Nick había respondido. "Hasta entonces, que nadie venda ni siquiera un puñado de tierra a ninguna empresa, sin importar lo mucho que estén ofreciendo. Alguien está tratando sacarles la tierra de cultivo a los pueblos alrededor de Zootopia en un radio de quinientos kilómetros, y voy para averiguar quién y estragarles el juego aunque sea lo último que haga."

Judy entró en la habitación de huéspedes. Nick tenía lista su maleta. Ella no dijo nada. Todo lo que hizo fue abrazarlo con fuerza. Nick le devolvió el abrazo.

Esa mañana había sido un remolino de eventos.

"Señora Hopps, ¿tiene bolsas resellables, como bolsas de sándwich?" Nick había pedido a Bonnie.

"Por supuesto, Nick," había sido la respuesta.

Nick había salido al exterior y recogió una de las zanahorias enfermas cuidadosamente con la bolsa y la selló, empujando afuera todo el aire que pudo. Ahora, la zanahoria estaba guardada de forma segura en su maleta, entre sus calzoncillos de algodón y su buzo azul.

"Nick... no te imaginas cuanto..." Judy comenzó, pero Nick se llevó un dedo a los labios de su conejita y la hizo callar.

"Shh...", dijo, se inclinó más cerca de ella y la besó.

Se besaron durante tres minutos completos antes de que Nick se apartara, cogiendo su maleta y tomando de la mano a Judy.

"Vamos, Zanahorias," dijo amablemente. "Tu padre está esperando para llevarme a la estación de tren."

Toda la familia se despidió de Nick en el frente de la casa.

"Te echaremos de menos, tío Nick!"

"¡Ten buen viaje!"

"¡Voy a estar de vuelta tan pronto como sea posible!" Nick dijo, saludando a todo el mundo. "¡Vendré volando!"

Todos los pequeños conejitos se rieron y lo despidieron.

"Gracias por todo, Señora Hopps," dijo Nick.

"Oh, Nick, soy yo la que debo estar dándote las gracias," dijo Bonnie.

"Puede darme las gracias cuando haya llegado al fondo de esto, querida señora," dijo Nick. "Voy a averiguar lo que está pasando y poner fin a este asunto, o mi nombre no es Nicholas P. Wilde."

Se despidió mientras él y Judy subieron a la camioneta y Stu les llevó a la estación.

El tren llegó a tiempo. Stu abrazó a Nick y le deseó buen viaje. Judy le dio un beso y le deseó buena suerte.

"Te llamaré tan pronto llegue a casa, Zanahorias," dijo Nick mientras se despedía de Judy.

"Voy a estar contando las horas, mi vida," dijo Judy.

Nick subió al tren y encontró su asiento. Y fue entonces que Judy vio a alguien a quien nunca había visto antes. Un pequeño alguien con gafas gruesas. Un topo, en traje de negocios impecable.

"Oye papá," susurró Judy a su padre. "¿Lo conoces?"

"No," dijo Stu. "Nunca lo había visto en mi vida."

El topo subió al tren justo cuando estaba cerrando sus puertas y alistándose para partir hacia Zootopia. Judy y Nick se lanzaron besos hasta que el tren salió de la estación y aceleró hacia Zootopia.

Y así comenzó todo.