[[ Este fic participa en el "Minireto de noviembre" para el "Torneo entre Distritos en la Arena", del foro "Hasta el final de la Pradera". ]]
Tributo fuera de lugar
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Susanne Collins y sus respectivos dueños. Yo sólo los tomo un rato para compartirles la historia que inventé. La cual tiene 581 palabras después de varias horas de corte.
La oscuridad total me rodea y la adrenalina comienza a correr por mis venas, haciendo que desee que el tiempo trascurra aún más rápido, porque los septuagésimo cuartos Juegos del Hambre van a comenzar. Me he preparado toda mi vida para esto, todos los escalofríos que pudieran existir se congelaran; como si ya hubiera empuñado mi espada, listo para ganar. Recién comienzo a estar frente a tanta luz y entrecierro los ojos para ver más allá del brillo solar que me lo impide: estamos en una gran explanada donde se sitúa la Cornucopia, aquel tan preciado lugar que tendrá todo aquello que necesitaremos para sobrevivir aquí... Con la mirada ya he comenzado a escoger con que decidiré quedarme, sin contar mis afiladas armas que esperan a que las empuñe y las use para mi beneficio. El gong de salida resuena en los alrededores, mientras comienzo a correr lo más rápido que puedo.
El viento que da contra mi rostro se vuelve mi aliado, dándome la bienvenida en un escenario más que perfecto para mí. La punta de mis dedos se encuentra al cero absoluto en el momento en cual logro empuñar mi primer espada, el peso resulta reconfortante, la frialdad del acero como un apretón de manos.
Doy un giro para comenzar la matanza, sintiéndome aún más fuerte: este es el momento de demostrar todo lo que sé, no dejaré a la debilidad escapar.
Hay una figura extraña, la de una mujer. Resulta sorprendente, por el hecho de que aquí sólo debería haber chicas, no mujeres. Se da la vuelta y logro ver su figura: no es delgada, sin caer en el sobrepeso; su cabello cae en tonos rubios y se alcanzan a distinguir tonalidades blancas en las raíces.
—¡Cato! —Grita la mujer mirando en mi dirección. ¿Quién es esta? No tengo idea de haberla visto en toda mi vida ¿por qué sabe mi nombre?
—¡Largo! —Atino a gritarle sin que se me ocurra cómo reaccionar. Si es tan adulta como aparenta, lo más probable es que sea un error que se encuentre aquí y en cualquier momento vendrán a sacarla.
—¡Cato! ¡Soy yo, Suzanne Collins! —Grita la señora—. ¡Tienes que ayudarme! No sé que estoy haciendo aquí, yo te creé y sé que eres capaz de ayudarme.
No estoy entendiendo nada ¿ayudar? ¡Por favor! Soy un profesional, no ayudo, me alío. ¿Esta señora me creó? ¿Cuándo? Ya me hartó la situación, si lo que está intentando hacer es confundir no queda más remedio que dejar en claro su verdadera función: es una prueba hecha por los Vigilantes para que caiga en ella y así quitarme de en medio. No lo van a lograr.
—Dame la mano —me dice la mujer mirándome a los ojos, como si deseara entablar una alianza entre los dos. ¿Cómo puede estar tan segura si estamos en pleno Baño de Sangre? Ya lo he decidido, no voy a caer en su trampa.
—Con mucho gusto —respondo estrechando su mano.
—No se te ocurra matarme ¿eh? —Me dice, cómo si me conociera—, recuerda que es mi historia.
—¿Es tu historia? —Respondo ligeramente molesto—. Me temo que entonces estamos escribiendo un What if.
Giro la espada en mi mano, preparándome para el ataque. La mujer sólo tiene unos segundos para comprender lo que estoy haciendo.
—Adios, Suzanne Collins —le digo sonriendo y pensando en todos los buenos momentos que hemos pasado juntos. Oh sí, una gran eternidad en pequeños minutos. Mi espada atraviesa a Collins y ella se desvanece en pequeñas estrellas.
