¡Saludos!
Antes de comenzar, quiero aclarar que está basado hasta el capítulo de "Hit the Diamond".
Esta pensado en tener unos 5 capítulos mínimo, ya veré que pasa mientras lo continúo, así que tengan paciencia. Y lo publico antes del Steven Bomb que inicia el 18 de julio para poder seguir con cierta libertad creativa.
Espero lo disfruten tanto como yo al escribirlo.
Steven Universe, al igual que todos los personajes que conforman la serie, no me pertenecen sino a Rebecca Sugar y Cartoon Network.
Capítulo I, Primer contacto
-No estoy segura que esto funcione- dijo Lapislázuli con la mirada fija en el horizonte.
- ¿Qué dices? - cuestionó Peridot mirándola con extrañeza. -No ha pasado ni un día desde que Steven se fue y ya das por hecho que no podemos vivir juntas- terminó ella, con los brazos extendidos al aire, aun viendo a Lapis.
Las dos gemas estaban sentadas sobre paja, dándole la espalda al granero, esperando ver el atardecer aunque se sentían incomodas haciéndolo.
Steven les había dicho que tenían que intentar hacer algo juntas para conocerse mejor y llevarse bien ahora que compartirían el granero. De todas las actividades que él enlisto como sugerencias, ésta fue la única en la que ambas estuvieron de acuerdo en hacer.
-Bueno, es un inicio- les dijo un día antes de partir al templo con las Gemas de Cristal.
Ahora que estaban juntas, y totalmente solas, esperando a que el sol se ocultara, sentían que era una tarea imposible de realizar. Peridot fue la primera en expresar su inconformidad al jugar con sus pies. Se estaba esforzando para poder hacer las paces con Lapis, pero parecía que a ella no le interesaba. Por su parte, Lapis simplemente estaba inmóvil, con los brazos cruzados, su espalda suavemente recargada al granero y la vista al frente. Lo único en lo que podía pensar era en irse lejos del granero y conocer el mundo, pero sabía que Steven se desilusionaría mucho si realmente hacia eso. Y aunque le aterraba un poco la idea de recorrer un planeta desconocido por su cuenta, pensaba que tampoco soportaría tener que compartir su nueva casa con la pequeña gema verde que estaba sentada a su lado.
Mientras ella estaba retraída en su letargo, Peridot se había acomodado justo como ella, sólo que al ser más pequeña simplemente recargó su cabeza en vez de su espalda, y ahora la observaba. Le intrigaba a la pequeña gema verde entender a su compañera de cabello azul. Si ella, Peridot, había logrado fraternizar con las "Tontas de Cristal", a quienes realmente había intentado eliminar, no había alguna razón aparente para que no pudiera hacer lo mismo con la gema azul que estaba sentada a su lado.
Además, pensaba que ella era la única que podía entenderla. Nadie más podría comprender cómo se sentía: sin el Planeta Madre se había convertido en una especie de huérfana. No, no era la palabra correcta, pero así se sentía en ese momento. Ya no era parte del grupo de Diamante Amarillo como tampoco pertenecía a las Gemas de Cristal. Y aunque le habían permitido vivir en el granero y en ese planeta, no se sentía identificada con éste.
-Excluida- dijo Peridot en un susurro.
Esa era la palabra correcta. No pertenecía a ningún lado, a ningún grupo. Estaba sola, y ese mismo sentimiento era el que la motivaba a esforzarse tanto en llevarse bien con Lapis. Steven podría ser amable y estar dispuesto a ayudarla en todo, pero no la podría entender de la misma forma en que podría, o mejor dicho puede, hacerlo la delicada gema azul que ahora era su compañera de granero. O por lo menos eso era lo que creía la pequeña gema verde mientras contemplaba a su compañera.
Mientras ella pensaba en eso Lapis suspiro profundamente. A Peridot le sorprendió aquello y volteó rápidamente hacia el frente, ahora un poco ruborizada por el susto y la vergüenza de que Lapis la hubiera descubierto mientras la miraba.
-Creo que esta rotación es más larga que las otras, ¿no lo crees Lapis? – dijo Peridot en tono de broma. Tal vez el humor no era su fuerte pero definitivamente tenía que intentar algo si quería acercarse a ella.
La gema de cabello azul no había escuchado a su compañera y su respuesta muda desmotivó a la pequeña gema verde, quien bajó lentamente la mirada al piso. Mientras que una había concluido que la mejor forma de convencer a su amigo sin desilusionarlo era quedándose he intentar convivir con una gema que no le agradaba, la otra empezaba a creer que nunca podría hacer las paces con su compañera.
Ambas estaban demasiado distraídas para apreciar el bello, y fugaz, atardecer.
Para el momento en que ambas reaccionaron, el sol ya se había ocultado, algo que alivió a Lapis.
-Bueno, ya anocheció- dijo Lapis con su voz suave.
Se levantó, extendió sus alas y voló hasta el techo del granero, su lugar favorito porque nadie la molestaba ahí. Peridot tardó un poco más en reaccionar ya que miró alternadamente al ausente sol en el horizonte y a la ahora ausente Lapis a su lado.
'Perfecto, mi oportunidad de hacer contacto con ella y la desperdicio' pensó la molesta gema verde aún sentada. Mientras se levantaba y se disponía a trabajar en sus proyectos logró escuchar un sonido raro. Recorrió con la mirada su alrededor, intentando encontrar el origen de aquel sonido. Nada parecía fuera de lo común hasta que notó un pequeño destello entre los arbustos.
Con más curiosidad que miedo la pequeña gema verde se acercó discretamente al origen de aquel destello. Volvió a escuchar el sonido, ahora más fuerte. Era una especie de "clac", como si la puerta de una nave se cerrara rápidamente. Ya estaba cerca de los arbustos cuando notó que estos se empezaron a mover. Fue hasta ese momento en que Peridot pensó en que se podría tratar de algo peligroso, como un animal salvaje, pero el reflejo que había visto la hizo considerar otra posibilidad: Jasper.
Ese pensamiento detuvo su cuerpo por completo. Estaba paralizada y un escalofrío recorrió cada centímetro de su ser. Ni ella ni Lapis eran capaces de enfrentarse a Jasper frente a frente y salir victoriosas. A tan solo un par de metros del arbusto y a varios metros lejos del granero, la asustada gema verde volteó lentamente a ver a su compañera, a quien podía ver perfectamente desde su posición, esperando que ella entendiera que podían estar en peligro.
La gema de cabello azul estaba observando como aparecían las primeras estrellas en el cielo. Pensaba en lo que Steven le había dicho de que sería su decisión quedarse ahí. Al principio no parecía tan mala la idea, hasta que se enteró de que compartiría el granero con Peridot.
Era suficiente tener que soportar a la Gemas de Cristal cada vez que quisiera ver a su amigo como para aguantar a la gema que la obligó a regresar a ese planeta. Era cierto que Peridot simplemente cumplía órdenes de sus superiores, igual que ella antes de ser prisionera del espejo, pero la indiferencia que había mostrado la gema verde hacia la vida que existía en la Tierra, la vida de otras gemas o la de su amigo, le parecía algo insoportable.
Sentada con las rodillas pegadas a su pecho, la melancólica gema azul cerró los ojos y sintió correr el aire alrededor de ella, acariciando la gema que estaba en su espalda. Dejó caer su cabeza al frente y suspiró.
Al abrir los ojos sintió una mirada familiar. Volteó lentamente hacia los árboles y logró ver a la gema verde entre ellos, o por lo menos una parte de su cabello amarillo antes de poder verla claramente. Ella la estaba mirando, inmóvil, y podía ver el miedo que transmitían sus ojos. '¿Qué está pasando?' pensaba Lapis cuando vio que algo reflejaba la luz entre los arbustos, cerca de donde estaba la paralizada gema verde. Había algo ahí, algo a lo que Peridot le temía.
Trató de ver entre los arbustos, sin mucho éxito, entonces escuchó el mismo sonido que había escuchado Peridot y sintió la mirada de alguien más. Lapis cerró su puño con furia y golpeó al aire mientras decía con su voz entre cortada - ¡Déjame en paz! -. Acto seguido, el agua del pequeño estanque se alzó para formar un puño gigante y se dirigió violentamente hacia los arbustos.
Lo único que pudo hacer la atemorizada gema verde fue ver aquel puño de agua golpear a lo que estaba en los arbustos hasta chocar con un árbol. Tal vez Peridot no era una experta en lo que respecta a sentimientos, pero pudo percibir el enojo de Lapis al atacar.
-Por lo menos esto no puede empeorar- dijo la gema verde para verificar qué o quién estaba en los arbustos. Al retirarlos por completo no se encontró con un animal salvaje o con la gema naranja que no podían enfrentar, sino a un humano indefenso e inmóvil.
