N/A: Hola, mundo! Bien, llevo como medio año obsesionada con esta pareja… y de por sí Glee ya me encantaba. En fin, estoy aquí con una nueva historia que se me ha ocurrido viendo demasiadas telenovelas y leyendo demasiadas obras dramáticas escolares. Blaine y Kurt, vamos, son lo más tierno del mundo mundial, pero como soy mala y eso, pues les he puesto en algo completamente dramático. Aclaro que soy muy lenta actualizando así que paciencia y… pues nada, me callo y espero disfruten unos momentos para sufrir, por alguna razón este género se me da mucho.

Título: There´s a moment, Love.

Autora: MsEnny

Fandom: Glee

Clasificación: M

Pareja: Blaine/Kurt

Canción: Pretending – Glee


Capítulo 1 – Pretending.

Face to face and heart to heart

We're so close yet so far apart

I close my eyes I look away

That's just because I'm not okay

But I hold on I stay strong

Wondering if we still belong

¿Alguna vez has escuchado que la suerte es sólo el destino jugándote una mala pasada? Yo sí. Muchas veces, en el pasado, mi padre me lo dijo como si quisiera advertirme de algo, y yo le creí. Era sencillo porque aquél hombre siempre fue mi centro familiar y me ha dado tan buenos consejos que era de esperarse que confiara en sus palabras. Pero sin duda yo no estaba captando el verdadero significado, porque sólo cuando vives en carne propia situaciones tan inverosímiles es cuando te das cuenta que el tiempo es tan rápido que no te da oportunidad de manejar correctamente tu vida.

Tengo en cuenta que a lo largo de mi vida he cometido no uno, si no muchos errores. Pero si algo sé, fue que mi mayor acierto fue él, Kurt, la persona que enamoró mi corazón incluso sin yo saberlo. Lo conocí a tan temprana edad y por ello fue mágico, a los quince años ya era mi mejor amigo, a los dieciséis mi novio, pero a los diecisiete supe que era el amor de mi vida. Por eso le pedí matrimonio aquella tarde en la graduación, su graduación.

Sabía que lo perdería, la posibilidad era real y el miedo me pudo en muchos sentidos, lo admito, eso fue lo que me impulsó a proponerlo; tener algo con que retenerlo y que me esperara. ¿Saben lo horrible que es ser un año menor? Bueno, tuve que tomar medidas al respecto. Sin embargo, repito, fue la mejor decisión de mi vida y no la cambiaría

Hace tres años, cuando aquél anillo blanco tocó por primera vez su mano fue cuando el mundo me sonrió, cuando la vida me dijo afortunado, y cuando me casé con él y ambos cantamos "Somewhere only we know", porque ese es el tema que nos recuerda que nunca nos diremos adiós, fue la culminación de mi felicidad. Es tan romántico como sólo Kurt puede serlo y me gusta.

Miro mi reloj después de cavilar dentro del auto por tanto tiempo que ni cuenta me he dado. Miro la casa, nuestra casa, y una sonrisa se dibuja en mi rostro. He llegado algo tarde pero estoy un noventa por ciento seguro que mi esposo aún está despierto, esperando para calentarme la cena y platicarme cómo le ha ido hoy en el teatro, mientras yo le cuento de los detalles finales que le harán a mi próximo disco como solista.

La vida no ha parado de sonreírme y me siento extasiado.

Bajo de mi auto y rebusco en mi bolsillo por las llaves mientras me planto frente a la puerta. Las calles están desiertas y el silencio es algo inquietante, sólo la luna me ayuda a no andar por completo a ciegas ya que los faroles siguen descompuestos y parece que ningún vecino piensa comentar nada al respecto. En fin.

Abro la puerta y la oscuridad me vuelve a recibir desconcertándome un poco. Está bien, ésta no era la escena que esperaba, pero probablemente había una explicación. Tal vez Kurt salió con Rachel o Mercedes y se ha olvidado comentarlo, no sé, realmente no me preocupé.

Al menos hasta que encendí las luces y un nuevo panorama se abrió a mis ojos.

Kurt no había salido esa noche. De hecho, mis pensamientos no habían desertado tanto.

Tan guapo y adorable como siempre, Kurt descansaba en una silla con sus brazos apoyados en el comedor, ocultando parte de su perfecto rostro. Probablemente llevaba un buen rato así porque apenas movía un poco la cabeza al respirar, podía notar las marcas rojizas en sus mejillas. Sonreí ante la imagen y me quedé unos segundos de pie frente a él, simplemente admirándolo, porque ni con los años podía dejar de apreciar sus rasgos tan sexys y vulnerables al mismo tiempo.

Escuché la lentitud con la que suspiraba entre sueños y como movía de vez en vez los labios, como si inconscientemente quisiera decir algo. Ladeé la cabeza y con total precaución me acerqué un poco más, tomándolo por los hombros y abrazándolo. Supe que aún así mis esfuerzos serían en vano, no logré evitar que se alterara con mi presencia y lo sentí saltar mientras se despertaba.

Me mordí los labios y lentamente mi sonrisa se borró.

Sus ojos… sus ojos lucían irritados y definitivamente no eran por el sueño o cansancio.

Parpadeé repetidas veces y noté que él hacía algo parecido para poder observarme mejor. Entonces su semblante se crispó en una mueca incómoda y temerosa. Y eso me sorprendió, porque no recuerdo ni una sola vez que él haya temido de mí, nunca.

No pude seguir cuestionándome porque sus manos tomaron las mías y me guiaron en silencio a la silla contigua a la suya. Mi cabeza sólo me decía cuan pequeño lucía le comedor ahora. Aunque, un detalle más resaltable es que, sobre el mismo, un par de platos del mejor material descansaban con una ensalada y puré de patatas en ella completamente frías, como si… como si… oh, mierda.

–La cena con las chicas. –murmuré nervioso y avergonzado, porque sí, lo olvidé completamente.

–No importa –dijo con la voz ronca y suave. Sentí un extraño nudo en mi interior al observarle, no sé si realmente era el sueño o si de verdad Kurt estaba molesto conmigo. ¿Pero llorar? Vamos, no era tan grave… aunque me obligué a recordar que de quien se trataba era él, mi chico drama.

Nos quedamos unos momentos en silencio, momentos eternos si me lo preguntan. Él jugaba con sus manos, las cuales por cierto temblaban un poco, mientras yo sólo miraba de un lado a otro, sin saber porqué en realidad, solo yo y la sensación de que había algo diferente en esa casa que ha sido nuestro hogar desde que nos unimos y venimos a vivir a Nueva York. Algo extraño, algo fuera de lugar sin duda.

Regresé mi mirada a él, quien ahora si me ofrecía la suya. Era tan fija, tan atenta, tan decidida… y tan distante que realmente me preocupé aún más. ¿De qué me estaba perdiendo?

–Blaine, te amo. –dijo con rotundidad, sorprendiéndome. Yo lo sé, aunque Kurt no sea de palabras cursis que le dejen en algún grado de vulnerabilidad, él tiene su manera de demostrarme su cariño y por ello nunca he dudado de él. Sin embargo no puedo evitar mostrar mi mejor rostro de felicidad, porque así me hace sentir con sólo tres palabras al aire. –Lo hago demasiado.

Yo asiento rápidamente, acercándome un poco más a él pero sin dejar mi asiento. Tomo sus manos con delicadeza, sabiendo en parte que si Kurt está así, es culpa mía.

–Y yo soy la persona más feliz de tenerte, también te amo, como no imaginas.

–Gracias. –solloza de una manera tan dolorosa que mis emociones se suben a una montaña rusa y ahora van de bajada. Con la tímida luz de luna puedo ver el inicio de sus lágrimas retomando fuerza en sus ojos y eso me daña el corazón poco a poco. Realmente odiando el verle sufrir. –De verdad, han sido los tres mejores años de mi vida, a pesar de todo, lo sé…

–No entiendo, Kurt. ¿Por qué estás así? ¿Es por mí? ¿Por la cena? De verdad, lo siento mucho, no era mi intención faltar y ayer te prometí venir temprano, sé que querías que todos estuviéramos juntos como cuando la secundaria, que fuera perfecto, sé que te esmeraste.

–Blaine, no se trata de… no es sólo eso. –niega el castaño mientras aprieta sus manos entre las mías.

–¿Entonces? ¿Puedes aclararme? Son las dos de la mañana y no coordino muy bien.

–Voy a irme.

Cierro los ojos y me paso una mano sobre ellos. Realmente me sentía cansado, sin ánimos para seguir este acto de ataque depresivo, pero no podía dejarlo así, no iba a dejarlo de esa manera.

–No, Kurt, no te vayas a dormir así, no quiero dormir peleados, sabes que nunca lo hacemos y…

–Blaine. Voy a irme de la casa.

¿Les ha pasado que una noticia te tira casi de tu lugar? ¿Qué unas palabras pronunciadas demasiado a prisa te dejan perturbado pero sin saber en sí lo que acabas de escuchar? ¿Sí? Bueno, entonces se acercan un poco a lo que sentí en ese momento. Y supongo que si su temperamento se acerca un poco al mío, saben que el miedo a lo desconocido no es mi fuerte. No puedo sobrellevarlo por más esfuerzos que haga.

–¿¡Pero qué rayos dices, Kurt! –exclamo completamente asustado. Él no podía hablar en serio. No podía simplemente decir que me amaba y luego botarme tajantemente.

–Digo que no podemos seguir juntos, viviendo esta farsa de matrimonio que según los demás es absolutamente perfecta. Y si me lo preguntas lo único perfecto que veo aquí es vida, porque la mía es sólo un mal chiste.

–¡No puedes botarme sólo así! ¿Dónde está ese supuesto amor que me estabas diciendo hace apenas un par de minutos? ¿Te estabas burlando de mí? Ibas a dejarme, ¿pero querías el tiro de gracia? Eso es… eso es una maldita tontería.

–Jamás usaría esas palabras para decir una mentira, Blaine. De verdad no quiero lastimarte, pero ya no puedo, ya no voy a soportar esto. –dijo alzando las manos, señalando nuestro entorno, nuestro hogar.

–Tú no querías lastimarme. –repetí entre dientes, con un tono tan amargo que me hizo estremecerme de pies a cabeza. –Dios, ¿sabes qué? No te salió muy bien. Estoy más que lastimado Kurt. ¡Me estoy desangrando! ¿Sabes qué venía pensando de camino acá? Lo mucho que te quiero, lo feliz que soy desde que nos casamos, lo feliz que me siento de ser quien soy, de lograr lo que logré y… y al final sólo eran palabras por que, al parecer, ¡no tengo nada!

–Lo tienes todo, Blaine, ¡Todo! ¿Recuerdas a Kurt Hummel? No éste despojo de él, si no el verdadero, con el que fantaseabas ser una estrella, conocer el mundo, vivir acaramelados hasta que la felicidad se volviera insoportable... ¿Sabes? Lo único insoportable aquí es esta situación. Yo a ti te perdí hace casi tres años. ¿Ser famoso? Lo lograste. ¿Ser una estrella? Lo eres. ¿Pero sabes que no eres? La persona con la cual acepté casarme. Porque te amo, sí, pero a veces me replanteó las cosas y quizá lo único que hago es vivir enamorado de un fantasma porque ese Blaine ya no está. Nunca está.

–No me eches la culpa de esto. –le gruñí fuera de mí. Sin embargo él no lucía ni mínimamente intimidado. Realmente parecía seguro de lo que estaba haciendo y eso me hacía más daño. Porque sencillamente me demostraba que no podía cambiar su pensar.

–No lo hago, porque en sí esto no es culpa nuestra, no del todo. Sólo… fuimos torpes y egoístas. –sentenció mientras recorría la sala, porque en algún momento la exaltación fue tanta que ambos terminamos de pie y dando vueltas por todas partes. Algo que nunca habíamos hecho. Tener una pelea en todo el sentido que conlleva. –Blaine, ¿qué edad teníamos? ¿Diecisiete? ¿No lo ves? Éramos… somos muy inmaduros como para saber qué hacer, como llevar una vida enlazada. No estábamos listos y seguimos sin estarlo.

–No sé a qué te refieres.

–¡Nunca nos vemos! Ni siquiera en tu cumpleaños pudimos cenar juntos porque la disquera quería que grabaras dos canciones adicionales a tu último disco. En navidad te espere hasta media noche para que fuéramos a casa de Rachel, y cuando llegaste venías alcoholizado en un noventa por ciento por la fiesta que tuviste con tus amigos quienes por cierto, ni siquiera conozco, apenas sé algunos nombres. –espetó de golpe, agitado.

Lo veo pasar una mano por su castaño cabello y la exasperación en él es tan notoria que creo que si no ha empezado a alzar la voz más de la cuenta, es porque de verdad se está esforzando. Y todo esto era nuevo para mí, porque hasta donde yo sabía, éramos perfectos. Él actuando en Broadway y yo en mis conciertos. Lo que siempre quisimos, lo que siempre soñamos… pero al parecer aún no es suficiente.

Si me lo pienso, no puedo contradecirlo. Admito que los hechos de los que habla han sido desafortunados, pero sé que no es tan trágico. Sabíamos que algo así podía pasar, pero eran ocupaciones laborales, negocios, el mismo trabajo… sabíamos que estaríamos con la agenda apretada y así lo aceptamos. No es como… no es como si él no me hubiera rechazado alguna cita planeada con días de anticipación sólo para poder ensayar un número musical con algunos de sus colegas. Si yo lo comprendo, ¿por qué él no lo hace?

–Así que sólo buscas excusas, Kurt. Porque nunca te quejaste, nunca me insinuaste que te sintieras aislado por mí, y ahora resulta que estos años has sido un mártir mudo y reprimido. –comenté con toda intención de hacerlo sentir un cinco por ciento igual de miserable de lo que yo me sentía.

Pero fue mirarle y obtener el efecto contrario.

Sus ojos, ya llenos de lágrimas que comenzaban a descender por sus mejillas me miraron dolidos, y sin más, Kurt se alejó de mí, yendo directamente hacia la puerta.

–Será mejor que me vaya o esto acabara peor.

–Tus cosas… –murmuré, y sí, era eso lo que tanta confusión me había creado hace un rato. Faltaban cosas en la estancia, faltaban retratos y faltaba ropa. Las cosas de Kurt ya no estaban, y si él iba a marcharse sin nada, significaba que se llevó sus pertenencias mucho antes de hablarme. Y si era posible, me enfurecí más.

–Ya lo he visto. Descuida, nada te recordará a mí y ten por seguro que puedes comenzar una vida nueva con quien tú quieras. Es más… –se acercó, volviendo sobre sus pasos. Me tomó de las manos y casi dejo escapar mi alma en un suspiro cuando mi tacto reconoce lo que coloca en mi palma.

Se aprieta contra mí y sus labios viajan a mi mejilla derecha donde, apenas lo siento alejarse, mis lágrimas comienzan a correr libres. Mi mente no podía procesar nada, me sentía perdido, abandonado, dolido y más solo de lo que jamás he estado. ¿Cómo podía perder mi vida perfecta en tan sólo una noche? Lo único que entiendo es que el amor de mi vida está saliendo por esa puerta, sin mirarme, sin importarle, y no puedo hacer nada, porque al parecer no tengo voz ni voto en su decisión.

Entonces, cuando la puerta deja de moverse al ser cerrada, la casa queda en completo silencio.

Sé que no suelo ser tan dramático, pero en ese momento no es como si me importara que alguien me viera comenzar a sollozar, cayendo de rodillas sobre aquella estúpida alfombra que nunca me gustó.

Por horas tiré cosas, aventé cuadros, creo que hasta me lastime las manos con algunos restos de vidrio… pero no era suficiente para calmar mi ira.

Toda esa noche fue lo más parecido al infierno que jamás he conocido. Sólo sentir mi pecho subir y bajar, mis manos temblar y mis dedos jugar con el pequeño objeto blanco y resplandeciente que jamás volverá a descansar sobre los dedos de Kurt me hacía sentir lejos de la realidad. Aquél anillo que antes simbolizó mi adoración por él, ahora sólo me recordaría que mi corazón es sólo mi parte irracional e insensata. Algo que me vuelve estúpido y vulnerable.

Yo no podía aceptar eso.

Por ello si no lo muestro a nadie, nadie volverá a dañarme.

Y todo comenzaba por mandar al demonio a Kurt Hummel definitivamente.

¿Él quería que siguiera con mi vida? Bueno, le daré el gusto.

Ojalá nunca vuelva a topármelo en mi camino.

Will we ever say the words we're feeling

Deep down underneath it

Tear down all the walls

Will we ever have a happy ending

Or will we forever only be pretending..


N/A: Sí, digamos que es el intro, y de postre, el próximo capitulo se llama: Rolling in the Deep. Sí, ya sé que no son canciones de Klaine precisamente, pero me parecen adecuadas… o algo así.

Bueno, nos leemos.

~ MsEnny.