SATISFACIÓN

POR: EliceBcest

"Toda lágrima enseña a los mortales una verdad"

Ugo Foscolo

No era la primera vez que lo veía sentado en la puerta trasera de la casa, no, de hecho había olvidado cuantas veces lo encontró ahí, su hermano se quedaba por horas mirando al horizonte, sumido en su propio silencio y sin parar de llorar. Por eso tenía que ser ella quién estuviera a su lado, callada sin decir nada, únicamente dándole pequeños besos en las mejillas cada vez que una pequeña lagrima surcaba las mejillas de Dipper.

-¿Qué pasa Bro-Bro? –por fin se atrevía a preguntar Mabel.

-Lo de siempre Mabs –dijo suspirando un poco –nadie quiere ser mi amigo. Pensé que le agradaba a Brandon, pero hoy a la hora del almuerzo me dijo que no le volviera a hablar.

-¿Qué hay tan malo en mí? –decía Dipper mientras volvía a llorar.

Mabel besó las mejillas de su hermano una vez más, interceptando sus lágrimas para que estas no terminaran en el piso.

-Nada, no hay absolutamente nada malo en ti. Eres un chico amable, generoso, curioso, y súper inteligente… eres el mejor Dipper que una Mabel puede tener –le sonrió de esa manera tan espectacular en la que lo hacia ella y volvió a besar sus mejillas.

-Gracias Mabs, tú también eres la mejor Mabel que un Dipper puede tener –ahora fue él quien le dio un beso a su hermana.

Dipper se levantó, sacudió sus viejos pantalones, se limpió la cara y le dijo a su gemela -¡Vamos por un helado!

-Oki, Sir Diplomacia. Sólo dame unos minutos, tengo asuntos de chica pendientes –y subió corriendo las escaleras.

La castaña llegó corriendo hasta su habitación, cerró la puerta con llave. Ya no lo resistía, temblaba emocionada, relamiendo entre sus labios el sabor, el delicioso y salado sabor de las lágrimas de Dipper, el sabor que por fin después de varios días había logrado conseguir, ahora estaba perdida entre sus propias caricias. A decir verdad no recordaba desde cuando adoraba ese sabor, era tan único, tan incomparable y tan jodidamente satisfactorio. Las lágrimas de Dipper no podían ser comparadas con ninguna otra cosa, no, simplemente no era posible. Había podido conocer el sabor de las lágrimas de sus madre cuando sufrió ese aborto hace un par de años, las de su padre cuando murió el Abuelo Shemie, incluso las de Ford y Stan que siempre lloraban de alegría al verlos. Mabel a través de sus labios conoció su sabor, pero no eran tan exquisitas como las de su gemelo, por eso ella tenía que hacerlas brotar.

Era cuando deseando saborear esas lágrimas lo empujaba de las escaleras o lo hacía caer de la bicicleta, pero eso era fácil cuando eran pequeños. Sin embargo ella conocía muy bien a su hermano, él más que nada deseaba ser aceptado. Ella fingía presentarle chicos que podían ser sus amigos, para después ella misma alejarlos, recordó la cara de horror de Brandon cuando ella amenazó con acusarlo de haberla tocado si volvía hablarle a su hermano.

Ella lo había hecho tantas veces únicamente con el afán de verlo llorar, bajo las escaleras y tuvo una hermosa tarde al lado de su hermano. Esa noche mientras Dipper dormía, Mabel fantaseaba con la idea de que él tuviera pesadillas y así una vez más poder saborear las lágrimas de Dipper.

FIN