Unos fuertes gritos se escuchaban en el palacio del terrateniente Higurashi, los cuales provenían de la mujer de este que estaba dando a luz en esos momentos.

Minutos después

-Al fin ya llego- Dijo una joven entrando a la habitación de su señora llevando un bulto en sus brazos.- Tome, mi señora- la llamó, entregándole el pequeño bulto.

-es hermosa…- Murmuró la recién mamá de 25 años al ver a su pequeña recién nacida al fin en sus brazos.- Mi pequeña Kagome…- Dijo sonriendo al saber que nombre ponerle.

-Dejaré que pase el señor- Dijo la jovencita saliendo, segundos después entro un hombre de al menos 30 años, cabellos negro azulado corto, ojos azules, y vestido con un kimono digno del portador, el terrateniente de la región.

-Estas bien, Naomi?- le preguntó a su esposa al entrar a su habitación, pero se detuvo al ver una pequeña cabeza en los brazos de ella.

-Si… Mírala, Sábato- Le dijo mostrándole a su pequeña hija.- Ten, tómala- se la entregó y quedo viendo a su esposo con una gran sonrisa.

-Es hermosa… como tú- Le dijo sin mirarla, teniendo toda su atención en la pequeña que lo miraba con sus ojos un poco grisáceos, pero eran chocolates como los de su madre y una pequeña pelusita negra azulada en su cabeza, señal de que su cabello sería como el de su padre.- que nombre le pondremos?-

-Pensé llamarla Kagome-

-Como la estrella?- La miro y ella se veía cansada.

-Si… Sera nuestra pequeña luz- Su esposo solo la miró y luego dejó a la pequeña junto a su madre, la cual dormitaba.- Descansen, mis estrellas…- Besó a su mujer y luego la frente de la pequeña que dormía al lado de su madre.- Bienvenida al mundo, Kagome…- Acarició la mejilla sonrojada de su hija y se metió en el futón del lado.

12 años después

-Vamos Sango! Alcánzame!- Grito una pequeña de 12 años recién cumplidos, de cabellos negros azulados y ojos chocolates.

-Espérame Kagome! No soy tan rápida!- le respondió otra niña, pero un año mayor que ella, ojos chocolates y cabello castaño, era su prima, Sango.

-Oh, vamos! Hoy es mi cumpleaños y no quiero quedarme quieta!- Le respondió, pero sin darse cuenta entro al bosque, donde los demonios habitaban, dejando muy atrás a Sango.

-Sa… Sango?- Preguntó luego de un minuto sin ver a su prima, un rugido a lo lejos la alertó y empezó a temblar.- Es… Es mi cumpleaños y moriré?- Se preguntó asustada, se abrazó los brazos al escuchar un ruido proveniente de unos arbustos un poco más delante de ella. Un youkai salió de este directo a ella, Kagome solo pudo llorar y gritar, pero cuando estaba a punto de comerla…

-Garras de acero!- Esa voz la alertó, era una voz de adolescente, al mirarlo se dio cuenta que era de al menos 14 años, tenía un largo cabello plateado, ojos dorados y unas orejas de… perro?

-Eh…- Entró en pánico al ver que el joven se le acercaba, empezó a llorar aún más pero…

-Tranquila… no te haré daño, estas bien?- El solo dijo eso, cuando estaba buscando unas manzanas en los árboles había visto a la pequeña sola en el bosque de los youkais, la siguió en silencio y detectó un youkai a unos metros, el cual se acercaba a la humana. Cuando había pasado por los arbustos directo a ella, haciéndola llorar, un deseo de protegerla surgió y lo atacó, protegiéndola.

-No?- Preguntó temerosa mirándolo a los ojos dorados.

-No te haré nada, no soy como ellos- Dijo apuntando al cadáver del youkai.

-Cómo te llamas?- le preguntó curiosa al saber que no le haría nada y lo miraba con una sonrisa.

-Yo…- Se había puesto nervioso, con esa sonrisa se había sonrojado.- Me llamo… Inuyasha…- Tragó el nudo de su garganta al terminar de decir eso.

-Yo me llamo Kagome- Le dijo con una sonrisa extendiendo la mano para saludarlo, el hanyou la miro temeroso de que luego lo golpeara, pero al ver su sonrisa y sus ojos puros, extendió la mano, recibiendo el gesto.- Es un gusto conocerte- Le respondió feliz.

-Igual…- Susurró mirando sus manos, la piel de ella era más blanca y suave a comparación de la de él.

-Puedo… tocarlas?- preguntó refiriéndose a sus orejitas, Inuyasha la miró asustado y sujetó sus orejitas, apegándolas a su cabeza con fuerza. Kagome lo miró preocupada, ya que sus orejas se pusieron rojas debido a la presión y hacía una expresión de dolor.- Oye… no hagas eso…- Se acercó y quitó sus manos de sus orejitas, las cuales estaban ya rojas, acercó sus blancas manos y acarició las orejitas.

-Q… Que haces?- Preguntó relajándose, la sensación de las pequeñas manos acariciando sus sensibles orejas era… relajante… Al darse cuenta de hacia dónde iban sus pensamientos tomó sus muñecas y las alejó de sus orejitas.- Emh… será mejor que me valla…-

-Sí, será mejor que te largues de mis territorios, hanyou- Dijo una voz a sus espaldas, al voltearse ambos vieron al terrateniente, el padre de…- Kagome? Que haces aquí? Sabes que es peligroso, vuelve al palacio hija…- Cuando dijo eso Inuyasha se tensó, Kagome era le hija del… Terrateniente?!

-Pero…- Antes de siquiera chistar, Inuyasha había salido corriendo en la dirección opuesta de los territorios humanos.

-Padre! No estábamos haciendo nada!- le dijo furiosa, el niño le había salvado la vida y su padre echándolo.

-Es un hanyou, no es humano ni youkai, pero son igual de peligrosos que los monstruos, de ahora en adelante no saldrás sola, te seguirán mis hombres para protegerte- Luego de decir eso la tomo dejándola sobre su caballo tomando el las riendas.- Pensándolo mejor, con los hombres te sentirás incomoda, llamaré a mis más fieles guardianas- Dijo al notar a su hija tensa al pensar en hombres siguiéndola por donde fuera.

-Padre… el niño me salvo la vida… ves ese cadáver?- Le preguntó apuntando el cadáver de youkai que se llevaban para quemarlo.- Ese monstruo me quiso comer, pero Inuyasha…-

-Inuyasha? Era el nombre de ese niño?!- Grito exasperado, asustando a su hija.- Es hijo del general perro Inu no Taisho, nuestro enemigo youkai!- Le hizo saber, pensando que tal vez el general perro lo había enviado a espiar.

-Pero me salvo la vida!- Le dijo haciendo pucheros, le agrado el poco tiempo que pasó con Inuyasha, se sentía protegida al igual que cuando estaba con su padre.

-De acuerdo, vámonos al palacio- Dijo Sabato bufando, su hija a veces era muy terca, sonrió ante ese pensamiento, era igual que él, aunque por fuera se pareciera a su madre.

-Como me encontraron?- le pregunto luego de unos minutos caminando, los hombres de su padre venían atrás cargando el cadáver y algunos adelante protegiéndolos.

-Cuando entraste al bosque sin nadie dejando atrás a Sango, ella nos fue a avisar que entraste al bosque Youkai gritándolo a los cuatro vientos- le explico riendo al ver la cara furiosa de su hija, iba a gritarle a Sango, de eso estaba seguro.

-Kagome!- Gritaron dos voces en la entrada del bosque, era de una mujer y de una niña.

-Mamá!- Gritó La pequeña azabache al reconocer la voz de la mujer, sin importarle nada salto desde el caballo, cayendo de pie y derecha, sorprendiendo a los hombres y a su mismísimo padre.- Mami!- Grito abrazándola, no la había visto en 1 semana.

-Como estas, pequeña?- la saludó, agachándose a su altura y abrazándola, había tenido que ir al pueblo de su hermana y ayudarla con su hijo el cual estaba enfermo y solo ella sabía que hacer, ni siquiera la sacerdotisa del pueblo pudo curarlo.

-Como está la tía Suzuki?- Le preguntó, su tía era una señora muy buena y cariñosa.

-Mi mamá está bien, y mi hermanito igual- Le contestó una voz a su espalda, al reconocerla un aura negra la cubrió y giro para encarar a su prima Sango, a la cual quería matar.

-Sango!- Grito empezando a perseguirla, su prima al verse en peligro empezó a correr al palacio gritando como loca, pero riendo.

-No! Deja!- Gritaba la castaña, pero Kagome pese a ser más pequeña era muy ágil y rápida, alcanzándola en la entrada del palacio tirándola al suelo junto a ella. Los guardias estaban mirándolas con una sonrisa, las pequeñas alegraban el palacio día a día.- Ya! Perdón! Pero porque estas tan molesta!- Gritaba cuando Kagome empezó a hacerle cosquillas, pero al hacer esa pregunta se detuvo, arrodillándose a su lado con la mirada fija en sus ojos.

-Emh…- Se levantó y la ayudó a levantarse, pero no soltó su mano y la guio a su habitación.- Yo… conocí a un niño en el bosque…- le contó jugando con sus rizos azabaches cuando ambas estaban sentadas en el gran futón de la habitación.

-Y?- le incitó a continuar.

-Era un hanyou- al decir eso cerro los ojos esperando la reacción de su prima, y fue justo la que esperaba.

-Que?! Un hanyou?! Te hizo algo?! Te lastimo?!- Empezó a gritar preguntas un par de minutos.

-Terminaste?- le pregunto, quería continuar.

-Si, ahora dime, que paso?-

-Al contrario de lo que piensas, me salvo la vida…- le contó todo lo que pasó y Sango estaba sorprendida de que el niño hubiera sido tan dócil, teniendo sangre youkai.

-Y luego llegó mi padre, al decir que yo era su hija Inuyasha salió corriendo, como teniendo miedo o algo-

-Espera! Porque dijiste su nombre con cariño?- le pregunto incrédula, Kagome ni siquiera se había dado cuenta de eso, pero ella sí, sus ojos brillaron al nombrar al hanyou, no será que…- Te gusto?- Le pregunto con una sonrisa travieza, haciendo sonrojar a su prima de 12 años.

-Hermana!- Dijo la voz de un niño al entrar, tenía el cabello y los ojos de los mismos colores que Kagome, era su hermano menor, Sota, de 6 años.

-No puedes tocar antes de entrar?- le preguntó su hermana mayor enojada, el siempre entraba sin su permiso en los momentos inoportunos.

-Lo siento, pero mamá dice que vayas a cambiarte, estabas toda sucia cuando llego y quiere que estés presentable para la tía Suzuki- Kagome al escuchar que su tía estaba en el palacio, corrió a su armario y saco dos kimonos, uno para ella y otro para Sango, ya que usaban las mismas medidas.

-Kagome, puedo usar el rosa?- le preguntó al ver que sacó un kimono rosa y otro azul, ambos con detalles de mariposas blancas.

-Por eso lo saqué, porque te gusta el rosa- Le dijo sonriendo diciéndole a su guardia (obviamente mujer) que pidiera llenar la bañera.

_En las tierras del oeste _

-trajiste la información que te pedí?- Preguntó un youkai en forma humana, pero con orejas puntiagudas. Era el señor Inu no Taisho, el general perro.

-Si, padre… su hija tiene al menos 12 años- Le contó el hanyou Inuyasha, algo dentro de él le pedía que no diera mucha información, ya que la vida de la niña correría peligro, pero no entendía porque quería protegerla.- Y es amigable…- Lo último lo murmuró, pero su padre lo escuchó.

-Hija, eh?- Dijo más para él que para alguien más, estaba trazando un plan, el cual incluiría a su hijo menor.- Ve a entrenar- Fue lo único que le dijo antes de salir del cuarto. Tomaría venganza del terrateniente Higurashi por haber asesinado a su esposa, pagaría caro esa muerte. Cuando su hijo tuviera 20 años lo enviaría de vuelta a relacionarse con esa niña, ganándose la confianza del padre de esta. Y cuando no estuviera atento… Él lo asesinaría…

6 años después

La pequeña Kagome con sus 18 años de edad era toda una hermosura, belleza heredada de su madre, pero su carácter… era igual al de su padre, orgulloso, terco, pero al mismo tiempo dulce y atento.

Muchos jóvenes y viejos nobles habían querido casarse con ella, pero Kagome los rechazaba al ver su mirada malvada y lujuriosa. Con ver sus ojos podía saber lo que sentían los demás, y los hombres solo sentían deseo hacia ella, lo cual la desagradaba.

El joven Inuyasha no estaba muy lejos, se había convertido en todo un hombre. Alto, musculoso y de buen porte, pero su mal genio destruía esa imagen. Su padre le había encomendado la misión de asesinar al terrateniente Higurashi, acercándose a su hija, a la niña que salvo de ser comida por un youkai. Para eso tendrían que ponerla en peligro y el tendría que salvarla y llevarla a los territorios Higurashi.

-Y como se supone que vamos a ponerla en peligro?- Preguntó Inuyasha.

-Hmp… mañana ella se presentara al pueblo, en el trayecto crearemos una pared de fuego y la salvaras de las llamas y de los youkais que hay en esta caja- Le explicó pensando el plan y entregándole una pequeña caja de madera.

-Genial… debo salvar a una niñita que obviamente será caprichosa- Se quejó el hanyou con brazos cruzados cuando guardo la caja entre sus ropas.

-Créeme, hijo, que caprichosa es lo que menos es- Le dijo sonriendo por su actitud, parecida a la de él cuando joven.- Porque según me dijiste ella era ¨amigable¨- Le dijo burlón, haciendo sonrojar a su hijo por la palabra que había usado a sus 14 años.

-Fhe!- Solo se dio la vuelta y empezó a caminar.

-Prepárate, mañana será el comienzo…- Dijo Inu no Taisho, antes de que su hijo saliera por la puerta.

_En el palacio del terrateniente Higurashi-

-Hay! Sango! Para ya!- Se quejaba una joven azabache.

-Tienes que estar hermosa para mañana, Kagome- Le dijo la castaña siguiendo con su cabello, ignorando sus quejas, aunque por dentro las disfrutaba, ya que ella le había hecho lo mismo hace unos meses.

-Pero… Au!- No entendía como su cabello se había vuelto un nido de pájaros, y parecía no querer ceder al peine.

-Uf! Al fin!- Dijo Sango luego de unos minutos al ver el cabello de su prima como antes, largo hasta la cintura, liso y con ondas en las puntas.- Ahora eres tú- Dijo mirándola al espejo y poniéndose detrás de ella.

-Al fin! Pensaba que me sacarías el cabello- Le dijo, mirando el gran trabajo de Sango al volver su cabello a como era.

-Eh! No sería capaz de dejarte pelona un día antes de tu presentación al pueblo- Se quejó fingiendo estar dolida.

-Si claro- Dijo mirando hacia la ventana, la luna estaba alzándose en todo su esplendor, y su luz entraba por la ventana.

-Será mejor que vayamos a dormir, mañana será tu gran día- Le dijo dándole un beso en la frente antes de salir de la habitación- Buenas noches…- Se despidió al cerrar la puerta, dejándola sola.

Kagome solo suspiró, el día de mañana sería un caos, gente corriendo por aquí y por acá, decorando, limpiando, haciendo que cosas más para su presentación al pueblo.

-Solo a papá se le ocurre hacer estas cosas- Se quejó, su madre habría dicho que era demasiado, pero había muerto hace 3 años en un ataque youkai al pueblo de su tía Suzuki, donde solo Sango, su hermano Kohaku y el padre de ellos sobrevivieron, yendo a vivir al palacio Higurashi.

Se levantó de su tocador y se acostó en la cama, apagando las velas. Su mirada se enfocó en la ventana, donde la luna se veía completamente, iluminándole el rostro. Plateado… Eso se le venía a la mente, y cuando miraba al sol, dorado… Los colores del joven que la salvó de niña.

-Inuyasha…- Murmuró su nombre, tenía un presentimiento, no sabía si bueno o malo, quizás ambos, pero ahí estaba esa sensación. Quizás… se encontraría de nuevo con Inuyasha.

Ese fue su último pensamiento antes de caer dormida.

_En el palacio de Inu no Taisho_

-Fhe!- Dijo por milésima vez un medio demonio en su cama mirando hacia el techo.

-Por qué yo? Pudo ser perfectamente Sesshomaru, pero nooo! Tenía que ser el hanyou- Se quejaba.

-Rescatar una humana, Fhe!- dijo por milésima y una vez. –Aunque…- Empezó a pensar, pero luego agitó su cabeza al pensar en la joven azabache que conoció a sus 14 años.

-Ni que fuera tan hermosa…- Pero cuando se lo dijo, supo que no estaba siendo sincero.

La Kagome de hace 6 años tenía un hermoso cabello negro azulado, sedoso y brillante. Sus ojos chocolates aunque eran comunes, tenían un brillo de inocencia y pureza. Su cara perfecta y acompañada de una piel blanca y suave. Luego sus labios, carnosos y…

Al ver el curso que tomaban sus pensamientos se incorporó mirando hacia la ventana en busca de distraerse.

Cuando no tenía nada que hacer su mente viajaba 6 años a cuando la conoció, cuando la salvo, cuando hablaron…

-Seguro es por eso que mi padre pensó en mí- Dijo con resignación, acostándose de nuevo y mirando el cielo a través de la ventana. El cielo casi no tenía una luna y se veía más oscuro.

-negro azulado…- Pensó recordando el cabello de la pequeña Kagome.- Que me pasa!- Fue su último pensamiento antes de caer dormido