Waazzaaaaa!!

Un día de estos, me encontraba leyendo un fic titulado "Milk la Leona" de Kawaii Destruction. A medida que lo leía la idea de desarrollar de forma diferente la historia no dejaba de martillear mi mente, por lo que decidí desarrollar ese mismo fic pero a mi manera. Para hacerlo un poco "más fácil", copié casi la mitad de aquel fic y comencé a quitarle parrafos, agregarle frases y eliminarle ese molesto formato scrip (lo odio xD) y pues el resultado es este.
Antes de que comiencen a decirme "plagiario HDP!!", haha debo decirles, que comenté mi idea con Kawaii y a ella le agradó la idea y el fic, así que... supongo entonces que está chido, así que disfrutenlo.
"Milk la Leona" by Kawaii Destruction: www (punto) fanfiction (punto) net (diagonal) s (diagonal) 3288833 (diagonal) 1 (diagonal)

Disclaimer:
La serie Dragon Ball y todos sus personajes
me pertenecen a mí y a todos lo fans alrededor del mundo
y agradesco al señor Akira Toriyama por este maravilloso regalo.


Nuevas Esperanzas

(Milk la Leona)
Versión H.S

Pequeñas motas de polvo danzaban sin rumbo y sin coordinación a través de un rayo de luz que se filtraba por la ventana. Hacía unos cuantos días que Milk ya no se ocupaba tan arduamente de la limpieza de su hogar, hacía unos cuantos días desde que él ya no estaba con ella. Sin fuerzas para levantarse de la mesa recordaba cómo se había enterado de que Gokú no volvería…

Regresó al monte Paoz, contenta de que por fin la paz reinaría y Gokú volvería con ella, ya después averiguarían la forma de volverlo a la normalidad, así vivirían felices por siempre y morirían viejos y juntos. Muy contenta, decidió preparar una cena muy especial con toda la comida favorita de su marido y pasarían una noche especial.

Sin embargo, la cena se enfrió, y ella se quedó dormida en la mesa esperando la llegada de Gokú. A la mañana siguiente amaneció furiosa. ¿Cómo se había atrevido a hacerle tal desaire? Salió de su casa rumbo a la de su hijo Gohan, estaba roja de la ira. Cuando llegó a ésta, entró azotando la puerta y de pronto se detuvo en seco, había una inesperada reunión. Ahí estaban casi todos los guerreros Z, faltaba Vegeta, como de costumbre y Piccolo claro, que estaba en el infierno.

- ¿Qué sucede? –Preguntó asustada al ver los rostros tristes.

- Milk… -comenzó a decir Bulma, sin saber cómo continuar.

- ¿Qué pasa¿Gokú? –Milk presintió algo malo-. ¿Dónde está Gokú?

- Vegeta me dijo que habló con él al último –confesó Bulma-. Y Gokú le dijo que…

- ¿Qué? –Preguntó histérica al ver que Bulma no podía continuar.

- Me dijo que Gokú… no volverá Milk… jamás

- ¿QUÉ, POR QUÉ? –Gritó Milk con lágrimas formándosele en los ojos.

- Mamá –terció Gohan-, mi padre al parecer tiene que saldar una deuda con Shen Long, es por eso que él ya no existe en este plano.

- ¿Qué demonios quieres decir con eso? –Preguntó zarandeando a su hijo- Díganme lo que sucede –si lo que querían era matarla de un infarto, lo estaban logrando muy rápido.

- Kaioh-sama nos lo dijo –agregó Goten-: mi padre se fue en el lomo de Shen Long, no para dar un paseo, sino que se irá para siempre. El no está muerto pero tampoco vivo.

Era lo último que recordaba de ese momento, a continuación, todo se había puesto oscuro repentinamente y había despertado recostada en un sofá de la corporación, de eso había pasado apenas dos semanas y ahora todos actuaban como si no hubiera pasado nada. ¿Qué les sucedía a todos? Ella era la única que se había preocupado toda su vida por el bienestar de la familia, y así era como se lo agradecían, abandonándola en el peor momento de su vida.

Se levantó de la mesa pues la luz del sol le lastimaba los ojos. Era imposible no recordar a Gokú, si toda la casa, todo su cuerpo estaba impregnado de él, por Kami ¡como lo extrañaba! Tomó el teléfono y marcó el primer número que se le venía a la mente, quería hablar con alguien para distraerse.

- ¿Hola? –contestó Bulma al otro lado de la línea.

- Hola Bulma, soy Milk

- ¡Milk¿Estás enferma? Casi no te reconocí la voz.

- Descuida, estoy bien, es sólo que… he llorado mucho.

Bulma guardó silencio ante esta confesión, no le extrañaba, pues desde que la esposa de Gokú se marchó a su casa, ni ella nadie había ido a visitarla, por lo que sabía.

- ¿Cómo has estado? –Continuó Milk.

- Yo estoy bien pero¿y tú? –preguntó preocupada.

- Yo… no lo sé… -sollozó- quisiera haberme ido con mi Gokú.

- ¡Milk no digas eso!

- Aquí ya no sirvo para nada, nadie me necesita.

- Claro que sí, tus hijos te necesitan y te quieren a su lado –dijo un poco impaciente.

- Mis hijos ya hicieron su vida y yo estoy demasiado vieja –dijo Milk aun más triste.

- Milk por favor, yo soy más grande que tú y no me siento vieja para nada.

- Porque tú tienes a Vegeta a tu lado.

- ¿Y eso qué¿Crees que tener un hombre a tu lado significa felicidad eterna?

- Pues… -estaba más convencida en esos momentos de que así era y nada de lo que Bulma dijese, la haría cambiar de parecer.

- ¡Claro que no!, si tú no te esfuerzas en ser feliz, no lo serás. Así tuvieras a Gokú, montones de dinero, lujos y todo lo que tú desearas, si no pones de tu parte para ser feliz, no lo serás.

- Siento que ya es tarde para eso.

- ¿Crees que lo digo por que tengo a Vegeta a mi lado y a mi familia conmigo?, te equivocas Milk, soy feliz por que yo lo deseo.

- Yo también lo deseo –dijo en tono ausente, como si tratara de convencerse más a sí misma que a Bulma.

- ¡Entonces date el permiso!

- ¿Pero cómo se hace eso? Ahora estoy sola sin mi Gokú, ya nada puede importarme.

- Ese es tu problema –atacó Bulma-, siempre pensando en tu familia antes que en ti. Pero dime algo ¿Cómo puedes hacerlos felices a ellos si tu no eres feliz?

- No lo sé Bulma, no quiero estar sola, es mi mayor miedo.

- Tú nunca estarás sola, por que te tienes a ti misma principalmente, a todos tus amigos y a tu familia… –Milk guardó silencio un segundo-. ¿Por qué no vienes a mi casa para que platiquemos? –Propuso a Milk.

- Ahora no Bulma, me siento un poco indispuesta –lo último que quería era soportar otro de esos discursos de Bulma, ella no sabía por lo que estaba pasando.

- Como gustes… cuídate y ya sabes, cuando quieras puedes venir a visitarme.

- Sí claro, hasta luego –Milk colgó enseguida el teléfono- ¿Qué le pasa? Que no quiero ser feliz ¡claro que quiero ser feliz¿Quién no lo quiere? –se dijo en voz alta.

Pasó toda la tarde pensando y razonando lo que Bulma le había dicho ¿no era feliz con Vegeta? No, eso no era lo que le había querido decir, sino que era feliz aunque no estuviera él, pero Vegeta no era Gokú, esos dos saiyajin eran muy distintos.

Con un dolor de cabeza terrible, decidió ir a caminar por el bosque, tomar el mismo camino que alguna vez cruzó con Gokú de la mano. En esa época del año las flores estaban aún dormidas, pero era igual de bello ver sólo los botones, se acostó junto al río donde Gokú pescaba, los recuerdos de su matrimonio llegaron a ella y las lágrimas comenzaron a salir.

Golpeó la tierra con los puños, llena de furia aún se negaba a creer que su amado Gokú no volvería a estar con ella, debería de haber una forma para cambiar eso, porque su destino, era estar con él para siempre, así lo creía desde el momento en el que Gokú le prometió que se casaría con ella. Desde que eran apenas unos niños.

Su llanto resbalaba por su rostro y se perdía entre la hierba del campo. No podía hacer nada, Gokú se había ido para siempre y jamás volvería a verlo. Ni siquiera cuando muriera. "No está ni vivo ni muerto" le había dicho Goten, eso era lo que más le dolía, pensar en la muerte tampoco mitigaba su dolor. Y todo por culpa del estúpido de Shen Long¿cómo se atrevía a tomar la vida de su amado esposo para saldar una cuenta pendiente?

Con el ánimo aun por los suelos, regresó a su casa, miraba sus pies que andaban solos, independientemente de su mente que les indicaba que la arrojaran por un abismo, así quizá, ya no podría pensar en lo mucho que extrañaba a Gokú. Al salir de la selva de Bambú, levantó la vista y vio su pequeña casa, y allá, justo frente a la puerta de la casita del abuelo Son Gohan, estaba Gokú, de pie mirándola con su enorme sonrisa de oreja a oreja, con esa sonrisa que siempre lograba levantarle el ánimo. Parpadeó y se arrepintió de haberlo hecho, la imagen de Gokú desapareció así como había llegado y en su lugar estaba Bulma.

No quería escuchar sus sermones, aunque un poco de compañía no le haría mal, no apreciaba el gesto de la mujer de cabellos azules de estar allí con ella. En cambio, Bulma sonreía de oreja a oreja, intentando transmitirle un poco de su alegría a la mujer afligida.

- Hola Milk –saludó acercándose a ella- sé que no tenías ánimos de verme, pero quería darte algo que seguramente te hará sentir bien –Bulma no dejaba de sonreír.

- Te lo dije, no estoy de humor –respondió con pesimismo Milk.

- Te entiendo…

- ¡Por supuesto que no! –interrumpió con aspereza.

- No vine a discutir Milk –le dijo colocando una de sus manos sobre su hombro.

- Lo sé, discúlpame, pero por favor… vete –pidió Milk con nuevas lágrimas en los ojos.

- Me iré, pero primero quiero darte esto –Rebuscó en una pequeña mochila que llevaba consigo y sacó de ella una pequeña esfera de color ámbar que reflejaba los rayos del sol. Milk la miró sin interés, pero al darse cuenta de lo que era, la tomó de manos de Bulma y la miró con nueva luz en el rostro.

Cuatro pequeñas estrellas doradas flotaban fijas dentro de la esfera, dándole a la vida apagada de Milk una nueva luz de esperanza, después de todo, podría volver a ver a su amado Gokú.

continuará...