Sus manos estaban pegadas a la encimera, sus piernas rígidas apenas le respondían y su respiración entrecortada, le estaba dejando sin aliento. Le costaba pensar con normalidad, mientras aquellos labios se apoderaban de los suyos, los devoraban con avidez y le impedían ser consciente de nada más.

Dean deseaba poder liberarse de aquellas manos que aprisionaban sus brazos con una fuerza sobrenatural, superior a la de cualquier demonio con el que se hubieran enfrentado, pero al mismo tiempo sentía que podría permanecer así por el resto de su vida.

Castiel se separó de él, Dean quería protestar, pero el siniestro ángel, tapó la boca del cazador con una de sus manos. Dean no comprendía como era posible que aquel ser tuviera tanto poder metal sobre él, sin hacer apenas fuerzas. Pero algo le retenía ahí quieto, una fuerza invisible lo mantenía clavado al suelo y se sentía incapaz de apartar los ojos de la mirada azul del ángel. Pero lo cierto era que mucho que pretendiera negarlo, aquella circunstancia no le disgustaba en absoluto.

"No querrás despertar a tu hermano ¿verdad?" Dijo Castiel con su boca junto al oído del cazador, dejando su cálido aliento rodar por la piel de Dean.

Dean suspiró con intensidad y apretó las manos contra la encimera para no gritar por todo lo que estaba sintiendo; aquella voz, sensual y algo perturbadora, superaba la mayoría de las cosas que él podía soportar.

Castiel fue retirando paulatinamente, su mano de la boca de Dean, bajandola hasta el cuello, donde la dejó; si así lo deseaba, tan sólo tenía que apretar y todo habría terminado, pero no lo hizo, los ojos esmeralda del cazador, le pedían que continuara lo que estaba haciendo y por muy ángel que fuera, negarle algo a esa intensa mirada no era nada fácil. Mientras, la otra mano la movía hasta agarrar la hebilla del cinturón de su pantalón y lo atrajo casi con violencia hasta él. Sonrió triunfalmente, mientras sostenía el cuerpo de Dean entre sus manos, como si de un trofeo de guerra se tratara.

"No pareces un cazador tan bueno como dicen por ahí." Al terminar de hablar, Castiel mordió el lóbulo de Dean, que volvió a suspirar con intensidad, agarrando la gabardina de Castiel por la espalda.

Aquello le había dolido de verdad, nadie podía decir que no fuera uno de los mejores cazadores que existía en ese momento, aquello tocaba directamente su orgullo y mucho menos le gustaba que un maldito ángel jugara con él como si de su juguete sexual se tratara.

Con un fuerte golpe, empujó a Castiel contra la pared. "No se quien te habrá hablado de mi, pero veo que tus fuentes no tienen mucha idea de quien soy y de lo que he hecho hasta ahora."

Dio un par de pasos hacia el ángel. Una sonrisa juguetona y algo desafiante se dibujó en su rostro, mientras admiraba la belleza del ser sobrenatural que tenía delante, al que deseaba volver a besar por encima de todas las cosas y se preguntó si todos los soldados de dios, serían así, porque en ese caso, tendría un problema bastante serio.

"Dime una cosa, ¿sueles tratara así a todos los que tu jefe decide sacar del infierno o esto sólo es una cuestión para gente VIP?" Dio un paso más, sin separar la mirada de Castiel.

"Sólo lo hago cuando quiero divertirme un poco y evadirme de la realidad de la guerra que se está librando ahí fuera."

"¿Divertirte?" Dean se volvió un momento hacia su hermano, por nada del mundo quería que Sam se enterara de lo que estaba habiendo durante los últimos minutos. Dar explicaciones sobre porque estaba estaba dejando que un ángel lo tratara de esa forma sin impedírselo, era lo último que deseaba hacer en ese momento.

Afortunadamente para él, Sam dormía, como siempre, como un tronco y no se estaba enterando de nada, porque por mucho que intentaba evitarlo y trataba decirse que no debía estar haciendo aquello; caminó los tres últimos pasos que le separaban de Castiel y mientras le volvía a empujar contra la pared, atrapó de nuevo su boca con un beso apasionado.

Sonrió al escuchar que ahora era el ángel el que suspiraba intensamente. "Con que no era tan buen cazador." Ahora tenía a su presa donde quería desde un principio.

Agarró la camisa de Castiel, deshaciéndose de la mayoría de los botones de un tirón. El ángel dio un paso adelante, pero Dean lo detuvo, poniendo ambas manos sobre el pecho del otro. De haber tenido uñas, habría comenzado a arañarle con violencia.

"No vas a contarle esto a tu hermano ¿verdad? Yo que creía que vuestra relación se basaba en la confianza mutua."

"Ni que fuéramos una pareja. Somos hermanos y lo que haga yo con mi vida privada o con quien me acueste en mis ratos libres, es cosa mía."

Castiel cogió con fuerza el rostro de Dean con una sola mano, sonriendo al escuchar el tono dolido que su pequeño cazador, que tan importante se creía, se atrevía a usar con él.

"¿Desde cuando nos hemos acostado tu y yo?" Aquel tercer beso, fue más intenso que los anteriores, si eso era posible, incluso pareció una respuesta furiosa a su conversación; tanto que ambos gimieron con intensidad, mientras sus lenguas buscaban con desesperación la del otro. "Creía que nuestra relación era puramente… profesional."

Dean estaba tan concentrado en las manos que ahora se movían con libertad bajo su camiseta, recorriendo su espalda y esa boca que devoraba la suya; que no se dio cuenta del movimiento de Castiel al quitarle un pie del suelo, hacerle perder el equilibrio y conseguir que cayera al suelo con un golpe seco y demasiado fuerte.

El cazador intentó protestar por el dolor en los riñones, pero antes de poder hacerlo, Castiel ya estaba encima de él. El ángel se movía mucho más rápido que él, por ello, no pudo evitar que Castiel consiguiera sujetar sus piernas con las suyas y que sus manos atraparan sus brazos, hasta no dejarle hacer el más mínimo movimiento.

"Creo que Dios se enfadará si se entera de lo que estás haciendo en tus horas de servicio." Castiel golpeó con fuerza en al cara a Dean y cuando su labio partido comenzó a sangrar, se acercó a él y lamió la sangre muy lentamente, disfrutando del sabor del cazador en su boca.

"No te consiento que hables así de él, si no fuera por el señor, todavía seguirías sufriendo allí abajo y tu hermano lo haría aquí en la tierra." Dean se revolvió bajo el cuerpo del ángel, pero este era demasiado fuerte para él. "Me gusta que siempre seas un luchador, no esperaba menos de ti."

Castiel se volvió a incorporar, mirando desde arriba a Dean, le quitó el cinturón y desabrochó su pantalón. El cuerpo del cazador se contorsionó al notar la mano del ángel tan próxima a su entrepierna. Pero Castiel no se detuvo allí, bajó la cremallera e hizo desaparecer su mano tras la ropa.

Dean gimió con fuerza, tanta que podría haber despertado a Sam. Se incorporó también, agarrando de nuevo la gabardina y deshaciéndose de ella. Terminó por desabotonar la camisa y se desprendió de ella, dejando a la vista el espléndido pecho del ángel. Lo besó, cubriendo cada centímetro, mientras Castiel deslizaba su mano sobre su miembro.

El cazador bajó las manos, intentando actuar conscientemente, hasta alcanzar el pantalón del ángel. Notaba que le temblaban, que apenas podía controlarse, mientras se iba excitando por momentos. Desconocía exactamente, que era lo que Castiel estaba haciendo, pero apenas podía resistirlo.

Se dejó caer contra el suelo, gimiendo en silencio, removiéndose contra el cuerpo del ángel, intentando contener toda su excitación. "Mi hermoso cazador." Castiel estaba sobre él, pero apenas notaba el peso de su cuerpo. Besó la comisura de su boca, su barbilla y su mejilla, escuchándolo suspirar con más fuerza cada vez. "Dean Winchester." Pronunció su nombre de una forma tan sensual, que sólo esas palabras le hicieron enloquecer todavía más.

Levantándose ligeramente, Castiel se deshizo de sus pantalones, bajando también los de Dean, hasta que ya no le molestaron. El cazador parecía estar en trance, jadeando por cada segundo que su boca pasaba lejos de la boca de su amante, por cada centímetro de su piel que no tocaba la de Castiel.

Sus manos estaban sobre la espalda del ángel, palpando su piel, que no había empezado si quiera a sudar. Entonces sus ojos se clavaron en Castiel y sus labios se entreabrieron para dejar paso a su boca, a su lengua. Lo quería todo de él, ya no podía resistirlo por más tiempo.

Como si le hubiera leído la mente, Castiel volvió a comenzar a acariciar los genitales de Dean, que arqueó su cuerpo con violencia, en el mismo momento, en el que el ángel le penetraba. Dean se quedó sin respiración, no sabía si había sido lentamente o en cambio había sido un movimiento brusco y violento; porque no se había dado cuenta en su estado de éxtasis.

Simplemente, comenzó a notar las acometidas, las envestidas cada vez más intensas, rápidas y sobretodo deliciosas que Castiel estaba haciendo en su interior. Suspiró, gimió y susurró el nombre del ángel, hasta que tuvo que morderse el labio para no gritar de placer.

Se agarró con fuerza a la espalda del ángel, cuando este descargó en su interior y por fin volvió a respirar. Sin embargo apenas tuvo tiempo de recuperarse, pues un momento más tarde, la mano de Castiel guió su miembro erecto hasta introducírselo, muy lentamente en su cuerpo.

Dean no se podía mover, en realidad, él no estaba habiendo nada, excepto disfrutar de los movimientos rápidos y en ocasiones casi salvajes de su ángel. Se sentía utilizado, obligado incluso a hacer aquello, por mucho que estuviera disfrutando de ello. Simplemente lo miraba, sujetaba sus caderas y gemía conteniendo los espasmos que despertarían a Sam.

Finalmente arqueó el cuerpo con violencia al eyacular dentro de Castiel y levantándose por fin le agarró el cabello para que no pudiera escaparse y mordiendo primero su labio, llevado por la emoción del momento, le besó con furia y desesperación.

"No vuelvas a hacer eso."

"Acaso no te ha gustado." Castiel besó su mentón, mientras Dean intentaba apartarse sin conseguirlo. "No pensaba que gimieras de esa forma cuando algo te disgusta, ¿llamas con tanta desesperación a todos los demonios cuando estás luchando con ellos?"

Dean no contestó, no tenía con que hacerlo. ¿Cómo podía negar lo mucho que había disfrutado por mucho que se hubiera tratado de una dominación por parte de Castiel? En efecto, le había gustado, pero le daba miedo pensar en el día siguiente, echar de menos el sexo salvaje con ese ángel, la sensación de ser poseído y todas las nuevas emociones que ese ser divino había sacado de su interior.

"¿Volverás mañana por la noche?"

"¿Quieres que vuelva?" Dean no dijo nada, por toda respuesta, le besó de nuevo, tumbándolo en el suelo, ahora si que era consciente de sus actos y ahora era él quien quería divertirse, por si resultaba ser la última oportunidad de tener sexo apasionado con un ángel.